Stella convence a sus padres para que reciclen durante la gran cena de estado, pero unos regalos inesperados convierten la noche en un fracaso o eso piensa Stella.

Stella y sus amigas organizan un mercadillo y Stella se da cuenta de que su abuela puede serles de gran ayuda.

Durante una discusión entre Mia y Freya, Stella tiene que echar mano de toda su diplomacia para que se reconcilien. Pero ¿cuál es el motivo de la pelea?

Como la familia real olvidó apagar la luz para la hora del planeta, Stella obliga a su familia a vivir a la luz de las velas durante una semana. ¡Menudo caos!

El baile del colegio coincide con una cena de estado. Stella urde un plan para asistir a ambas cosas, pero todo parece destinado a salir fatal desde el principio

Stella escribe un comentario malicioso sobre su profe de música.

Como si los ensayos para el festival de baile no fueran lo bastante mal por culpa del nulo sentido del ritmo de Stella, un conflicto de agenda con su sesión de retrato real amenaza con convertirla en el hazmerreír de todos, a menos que Snowy, gran profesor de danza, le enseñe..., aunque ¿a qué?

En las jornadas de orientación profesional del colegio, Stella descubrirá que el de dentista es un trabajo durísimo... ¡mucho más que el de princesa!

Stella trata de esconder sus notas de sus padres, pero se acerca una reunión de padres en el cole y se van a enterar... a menos de que logre convencerlos de que la reunión se ha cancelado.

Stella invita a Mia y a Maja a acampar en el jardín de su casa, y descubrirá que pasar una noche en una tienda de campaña no la convierte en una experta excursionista.

Stella no cabe en sí de contento cuando Mika la invita a cenar a su casa, pero cuando su padre anuncia el menú, le parece de lo más asqueroso.

Stella se hace un esguince en el pie en el entreno de fútbol y se convierte en el centro de atención.

Stella convence a su familia para jugar a juegos sociales mientras Mr. Pee cuida del bebé.

La familia real nunca ha tenido que preocuparse por andar abriendo o cerrando puertas, es un concepto del todo novedoso para ellos.

Stella quiere apuntarse al equipo de fútbol del colegio, pero nunca ha jugado y, cuando el Rey Bob se pone competitivo, todo va de mal en peor.

Stella deja plantadas a sus mejores amigas y su amistad se ve puesta a prueba.

Molly quiere ir a por caramelos por Halloween y Stella la acompaña para vigilarla, claro. ¡Ella ya es muy mayor para ir a por caramelos, no le interesa para nada!

En el oculista, Stella finge ver peor de lo que ve en realidad y se pasa el día metiéndose en apuros por culpa de sus gafas nuevas.

Stella invita a casa a sus amigas por primera vez, y sus esfuerzos por hacer que todo parezca de lo más normal no hacen sino exacerbar la realeza del asunto.

Stella va a estudiar con Mika y quiere causarle buena impresión. Pero cuando sus padres le piden que haga de canguro a la misma hora, sus planes se van al garete.

Creyendo que su madre se siente sola, Stella le consigue con gran esfuerzo una invitación para el club de lectura de la señora Oh, y la Reina Kat acude creyendo que se trata de una velada normal y corriente porque Stella quiere que su madre sea normal y corriente.

La rivalidad infantil entre el Rey Bob y el Alcalde, hasta ahora vista como solo un juego, se pone al rojo vivo y amenaza a la ciudad entera.

Stella tiene que llevar un dulce casero para la feria de la escuela, pero la decisión de la Reina de preparar una receta del antiguo recetario real tiene consecuencias catastróficas.

Mikey ha acogido un gatito del que Stella se enamora locamente. Pero ella y el Rey Bob son muy alérgicos, así que cuidar del gatito es la última cosa del mundo que debería hacer.

Choque de titanes entre rebelión adolescente y miedo parental cuando Stella y sus amigos insisten en hacer una excursión nocturna para ver el eclipse lunar.

Stella decide llevar a Mr. Pee a la escuela para el día de las mascotas pero, para su horror, descubrirá que no le resulta nada fácil hacerse pasar por una tortuga normal cuando por sus venas corre sangre aristocrática.

El día de la madre, una crisis de amor materno sacude a tres generaciones de la familia real hasta que una madre inesperada muestra a Stella cómo volver a unir a la familia.

Stella y Molly pasan el fin de semana en casa de la abuela, para fastidio de Stella, que quería irse con las gemelas. Sin embargo, descubrirá que con un poco de ganas, estar con la abuela puede ser divertido.

A Stella se le da fenomenal hablar en público, pero cuando piden a toda la clase que presente un tema, Stella descubrirá que escribir un discurso no tiene nada que ver con pronunciarlo. ¡Suerte de sus amigas!

El Rey Bob está encantado de interpretar a su antepasado, el Rey Roberto XIII en la representación de la Batalla de la Zarzamora, pero su insistencia de que la guerra en el siglo XVIII era "una cosa de chicos" enfurece a Stella hasta el punto de decidir demostrarle que está equivocado.

Una alumna de intercambio ha llegado a casa de Stella y resulta que no tienen nada en común. La semana pinta desastrosa a menos que Stella encuentre la manera de llevarse bien con ella.

Mr. Pee se niega a echar una mano en la fiesta de la señora Oh, y Stella y su familia deciden encargarse ellos mismos del servicio, para gran fastidio de Mr. Pee.

Que te vean jugar con tus padres en el parque es de pringados, en opinión de Stella, y cuando los guays del colegio la pillan en esas, está segura de que su reputación jamás se recuperará. ¿Quién iba a decir que pasarlo bien es mejor que ser guay?

Al darse cuenta de que su padre nunca se quita la corona, Stella lo convence para que se la quite solo una vez para que ella se sienta "normal" entre sus amigos, pero el look descoronado del Rey Bob causa mucha alarma y suspicacia, y la propia Stella verá cuestionada su identidad.

Un malentendido en la asamblea escolar acaba con Stella castigada por primera vez. Mientras conspira con Snowy para ocultar el castigo a sus padres, Stella se plantea lo que significa la lealtad y los peligros de ser un chivato..

La señora Kauffman gana una experiencia de fin de semana en casa de la familia real y Stella tiene que enfrentarse a su némesis y a sus peticiones absurdas.

Una noche de chicas con spa parece un plan de hermanas genial. Pero resulta que el spa casero se veía mucho más lujoso en la revista ¡Sin embargo, a veces los mejores planes de hermanas no requieren mascarillas faciales! sino pintura facial.

Sin comerlo ni beberlo, Stella se convierte en la community manager de Snowy, que resulta ser un jefe tiránico e insoportable ¡y eso que es solo un conejo!

Harta de los anuncios de Mr. Pee ¿¡ella solo quiere ser normal!, Stella le esconde la trompeta, pero a Mr. Pee se le ocurren formas cada vez más desesperantes de hacer sus anuncios y, cuando Stella decide devolverle la trompeta, ¡ha desaparecido!

Stella se está adaptando al colegio, pero la Reina Madre exige que tome clases para la realeza. Stella parece destinada a destacar siempre.

A Stella, que tiene un pánico escénico tremendo, le dan el papel protagonista en la obra de la escuela. Cuando descubre el motivo, trama un plan para darle el papel a alguien que lo merece mucho más.

Stella regala el odioso reloj de mesa real a Victoria para el amigo invisible sin darse cuenta de que es esencial para el discurso de Navidad del Rey Bob. Tiene que recuperarlo como sea, pero resulta que a Victoria le encanta y no está dispuesta a devolverlo.

Stella oye a través de Victoria el rumor de que su tutor tiene que marcharse de la escuela y organiza una campaña para que se quede. Pero los rumores acaban por descontrolarse.

Mis vecinos reales es la historia de una familia real que vive en una casa normal.

Stella está decidida a resolver un misterio de la sala de profesores: ¿el señor Bruno tiene novia? Y, en ese caso: ¿quién es? Stella y sus amigos se ponen a investigar, pero meter las narices en la vida privada de su profesor tiene consecuencias que Stella, Freya y Mia no imaginaban.

Tratando de animar a Mia, que está preocupada por el próximo partido de fútbol, Stella predice un resultado positivo y, de repente, todo el mundo quiere que Stella les prediga el futuro.

Stella despierta con un grano enorme en la cara el mismo día que le toca Mika de pareja de laboratorio y tienen que hacerle su retrato real anual. Pero Stella descubrirá que el único grano que no se ve es el que se tiene en la cara.

La Reina Madre pide a Stella que toque el arpa para amenizar una fiesta en el palacio justo el día en que Mika y su grupo tocan por primera vez fuera de la escuela y Stella no sabe qué hacer. Quiere contentar a todo el mundo, especialmente a la gruñona de la abuela.

Queriendo modernizar su atuendo, Stella quiere tomar prestado un collar de su madre sin pedir permiso, y pronto descubrirá que las joyas de la corona están muy bien protegidas.

Snowy se niega a disfrazarse de conejo de Pascua para la celebración de la ciudad y Stella trata de engañar a todo el mundo con un conejo falso.

Stella descubre que tocar la guitarra no tiene nada que ver con el arpa, pero que el arpa también mola.