(Música)

¡Oh! ¡Stella!

(Timbre)

¿Y el trabajo de clase? ¿Lo empezamos esta noche?

¿Para qué?

Todavía faltan dos días.

-Pero si empezamos ya,

tal vez nos ahorraremos la rutina habitual

de citarnos, odiarnos y tirarnos trastos a la cabeza.

-Me gustan las rutinas.

Hagamos algo guay.

Vayamos a un restaurante.

Es lo que hacen todos los escritores de verdad.

¡Siempre he querido hacer eso!

Pero en una cafetería tendríamos que consumir algo

y estoy sin blanca.

Lo mismo digo.

Podrías venir a nuestras... -No.

¿Cuál es el problema?

Mamá tiene una obsesión con la realeza.

Una obsesión de las grandes.

-¡Una obsesión gigantesca y colosal.

Si la conoces algún día,

tendrá que ser tras practicar en un simulador de princesas.

¿En serio? Vale.

Pues veniros a mi casa.

Eh... ¿Qué pasa ahora?

No es una buena idea.

Pero tengo un ordenador, refrescos

y gominolas debajo de la almohada.

A mí me parece una gran idea.

Pero está tu padre. -Y tu madre.

-Que son, ya sabes...

-El rey. -Y la reina.

Sí, lo son.

Pero también son personas normales como yo o como vosotras.

Y os lo demostraré.

Nos vemos a las 18:00.

¡A las 18:00 por Decreto Real!

Perdonad, era una broma.

¡Venid todos! Tenemos una emergencia.

Hay que hacer algunos ajustes.

¿Eh? ¿Puedo preguntar por qué?

(Música)

Esta noche van a venir dos amigas mías.

¡Excelente! ¡Tienes amigas!

(RÍE)

Langosta y trufa con parmesano y corazones de alcachofa.

Esta noche tendremos un menú nuevo.

Debemos parecer una familia normal.

Pero ya somos una familia normal.

¡Oh!

-Mamá, tienes que respirar.

-Inspira y expira.

Inspira y expira.

-Sí, voy a conocer a la reina en carne y hueso.

-¿En carne y hueso?

¿Eso no suena un poco medieval?

Ayúdanos, no queremos avergonzar a Stella.

Necesitamos consejos de cómo comportarnos.

-¡Sí!

La etiqueta. Tenéis suerte.

Nadie sabe más de etiqueta en este mundo que vuestra madre.

Salvo la mismísima reina, claro.

¡Pero qué tonta soy!

-No creo que te haya oído. -Venga, mamá.

Enséñanos qué hacer.

No tenemos mucho tiempo.

Estos son vuestros papeles y diálogos.

¿Papeles? ¿Como en una obra?

Les he dicho que sois personas como las demás.

Con todos los respetos,

pero no creo que sea apropiado para un rey o una reina

aspirar a transformarse en personas corrientes,

si se me permite decirlo.

No, no se te permite.

Si así hacemos feliz a Stella...

Oh...

Con su permiso, Majestad,

preferiría no formar parte de esta especie de farsa.

Papá, ordénale que participe.

Los dos sabéis que no sé gestionar los conflictos.

Señor Pi, te concedo tu noche libre anual.

Podrás hacer lo que te plazca.

En ese caso, cumpliré con mi vocación

y serviré a mi reina y mi rey.

Y a la princesa también, por supuesto.

Está bien.

Pero no lo eches a perder.

Cuanto más abajo, mejor les caeréis.

-Ya me duelen las rodillas.

¡Ay!

-¿Esto lo hacemos cuando veamos a la reina?

-Sí.

Si se marcha y regresa, volvéis a hacerlo.

Y siempre que tengáis dudas, hacedlo por si acaso.

La única excepción es esta:

Si la reina o el miembro de la familia real

están cargando con un animal.

-¿Vivo o muerto?

-¿Te refieres al animal?

Las dos cosas.

Y otra cosa más:

Mantened el contacto visual.

No fijamente, pero seguís mirando.

La realeza puede sentarse durante horas sin parpadear.

Está en sus genes. Haced lo mismo.

-¡Ay!

-Y otra cosa más.

Nunca deis la espalda a un miembro de la familia real.

-¿Y si vienen de todas las direcciones?

-Eso es todo.

Ah, una cosa más:

No toquéis a la reina ni al rey ni a sus hijos,

es decir, a Sus Altezas.

Y una cosa más: no os vayáis antes que ellos

ni habéis si no os hablan ni empecéis la conversación

si estáis sentadas a su izquierda.

-Eso no es solo una cosa.

-¿Podemos llamar y decir que estamos enfermas?

-¡De ninguna manera!

¡La realeza en carne y hueso!

¡Estoy tan orgullosa de mí misma!

Quiero decir, de vosotras.

(Timbre)

Ocupad las posiciones.

Recordad las frases, actuad con normalidad.

Todo irá bien.

(Timbre)

Ya voy yo.

(CARRASPEA)

(Trompeta)

Las compañeras de Su Alteza Real,

la princesa Stella.

Eh... es nuestra mascota.

Es tan viejo que le vienen recuerdos del siglo XVIII.

Ha sido bastante convincente.

¡Mirad! Es el señor Aguacate.

Eh...

-Ha dicho aguacate.

Eso no es un animal.

-Pero tiene brazos y piernas.

¡Oh!

No la toques.

Vamos, chicas, tenemos trabajo.

¿No importa que nos vayamos y la dejamos aquí?

Lo superará.

(RÍE)

Tu hermana es encantadora.

¿Te refieres a Molly?

No aceptéis nada de la comida que os dé.

Le encanta lamerlo todo.

(Llaman a la puerta)

Está abierto.

Su Alteza Real, señoritas,

la cena ya está servida en el salón.

Ya basta, bobo.

¿A que es gracioso?

Casi parece un mayordomo de verdad.

Es usted muy amable, Su Alteza.

(Música)

Estas son Mia y Freya.

Han venido porque tenemos que hacer un trabajo.

Hola.

Hola, chicas.

Eh... Después de hacer ejercicio

apetece beberse un té e irse al sobre pronto, ¿eh?

Ay, ¿por qué me gustan tanto los crucigramas?

Tal vez porque siempre se aprenden cosas nuevas.

¿Sabíais que las focas son mamíferos?

Mamá siempre está entretenida con sus crucigramas.

Un poco como vuestra madre, ¿no?

Eh...

Y papá solo piensa en correr y hacer deporte,

como vuestro padre.

Supongo que es bastante normal.

(Ding)

(CARRASPEA)

Me encanta la comida a domicilio. A mí también.

Pedimos comida a domicilio todos los días.

Supongo que es lo que hace la mayoría de la gente.

(Timbre)

Ah, ya voy yo.

¿Va todo bien?

¡Oh!

¡Majestad!

Ah, hola.

¿Es usted la madre de Mia y Freya?

Encantada de conocerla.

Siento mucho interrumpir su velada, Su Alteza.

Pero mis chicas, quiero decir, Mia y Freya

estaban tan emocionadas por conocer a Su Majestad el Rey

y a Su Majestad la Reina que se han olvidado sus cuadernos.

Estamos empezando a cenar.

No es nada del otro mundo,

¿pero quiere cenar con nosotros?

¿Yo? No, no, yo soy una vulgar...

Le ruego que me disculpe.

Quién soy yo para rechazar su ofrecimiento.

A su servicio, señora.

Mamá, actúa con normalidad.

Oh, hija mía, estoy haciendo lo que puedo.

Señor Pi, un plato más, por favor.

La señora O va a cenar con nosotros.

Mamá... (RÍE)

Era broma, lo haré yo misma.

(CARRASPEA)

(RÍE)

Qué gracioso, no recuerdo dónde estaban los platos.

¡Oh!

(Música)

¡Marchando otro más!

¡Metal en el microondas!

(Música)

¿Qué?

(Explosión)

¡Oh!

-¡Oh!

¿Se encuentra bien, Su Alteza?

Majestad, ¿qué habíamos acordado sobre lo de usar el microondas

sin asistencia? (RÍE)

Ha sido culpa mía.

He sido tan tonta como para meter el tenedor en el microondas.

Eso es porque nunca tengo que calentarme la comida.

Tenemos mayordomo y él hace las cosas normales

en nuestra familia.

Yo soy una princesa

y eso no tiene nada de normal.

Solo quería que pensaseis que soy normal, como vosotras.

Y nosotras queríamos demostrar

que sabíamos cómo actuar delante de la realeza,

pero no sabemos, y por eso...

-Eh... las coronas me dan miedo.

Sin ofender, claro.

No te preocupes.

Sus Altezas Reales, señora O

y señoritas Mia y Freya,

un poco de té y unos pastelitos.

Las galletas se servirán en el jardín.

Supongo que podemos dejar de fingir.

Sí, ya podemos.

(Timbre)

Tenemos que terminar el trabajo esta noche.

Sí, el señor Pi quiere prepararos su tarta Tatin.

Y mamá ha estado limpiando toda la casa para ti.

-Y adivinad quién ha ayudado a mamá y se ha ganado esto.

Señoritas, por fin vamos a poder...

(TODAS) -¡Escribir en un café!

(Música)