(Música)

¡Hola, clanners!

Bienvenidos y bienvenidas a "Aprendemos en Clan",

el programa de hoy es muy importante.

-Así es, queridos telespectadores.

En el programa de hoy vamos a hablar de la importancia

de alimentar bien a sus mapaches.

-Y aquí, Nacho Mapacho,

inventándose el tema de hoy, como siempre.

Hola, Nacho. -Hola, James.

-Pues no ibas mal encaminado,

porque hoy vamos a hablar del derecho a alimentarse bien.

¿Tú sabes qué son los derechos?

-No, pero sí sé lo que es alimentarse bien.

En mi barrio hay un cubo de basura donde se come de chupete.

A ver si te llevo un día. -No cambies de tema,

que estábamos hablando de los derechos,

un tema muy importante que tienes que conocer.

-¿Y qué pasa con los izquierdos?

¿Los vas a dejar de lado a los pobrecillos?

-Nacho, esto no vale derechos o de izquierdos,

estamos hablando de los derechos,

que los tienes garantizados por el simple hecho de estar vivo.

-¡Pues qué bien! Dame cosas, James, dame cosas.

Yo estoy vivo. -No funciona así.

Primero tienes que conocer los derechos.

-Ah, vale.

Pues yo conozco el derecho a comer bien.

Dame un poco de sandía con basura.

Poco hecha, por favor.

-Nacho, esto no es un restaurante. Es "Aprendemos en Clan".

-Hola, niños y niñas.

¿Qué tal estáis? ¿Sabéis lo que tengo aquí?

Este librito es la Constitución española.

Se llama así porque constituye

todas las normas de convivencia de nuestra sociedad.

Es decir, nuestros deberes y nuestros derechos.

Deberes ya te suenan, ¿verdad? Por el colegio.

Pero hoy he venido a hablarte de derechos.

Porque, por ser un niño o una niña,

hay una serie de derechos especiales solo para ti.

Las personas mayores sabemos que necesitas más protección.

Por eso hace unos años escribimos

la declaración de los derechos de la infancia,

que recogen las reglas que protegen a las personas

desde que nacen hasta que cumplen 18 años.

¿Queréis que le echemos un vistazo?

Hasta no hace mucho, era normal que los niños hicieran

los mismos trabajos que los mayores.

Como no podían protestar ni defenderse,

trabajaban durante más tiempo por menos dinero y sin descanso.

Para muchos niños y niñas es un privilegio

pensar en poder ir al colegio,

algo que tú tienes la suerte de poder hacer.

En muchos lugares, a los menores de 18 años

no se les reconocen los mismos derechos

que tienes tú.

¿Te parece justo?

Tú tienes la suerte de vivir en un país

donde el derecho a una educación digna

se cuida y se respeta.

Ese derecho va acompañado

de tu obligación de aprender y estudiar,

que es mucho mejor que pasarse el día entero

trabajando en una fábrica o en el campo,

como desgraciadamente ocurre en muchos lugares del mundo.

Cuando los mayores escriben en 1959

la Declaración Universal de los Derechos de la Infancia,

¿crees que incluyeron tu derecho a comer chocolate todos los días?

Bueno, la verdad es que este derecho

no está incluido en ese texto.

Pero cuando en 1989 se crea

la Convención de los Derechos de la Infancia,

se nos dice algo muchísimo más importante,

que los niños tienen los mismos derechos que los mayores

y que necesitan, además, una protección especial.

Sea o no con chocolate, tienes derecho a la alimentación.

Por suerte, hay muchos derechos fundamentales

que están ahí para cuidar de ti.

¿Sabéis decirme cuál de estos derechos

aparece recogido en la convención?

Claro que sí.

Tienes derecho a una vivienda digna, a la educación, a la salud,

a tener un nombre y una nacionalidad o a poder dar tu opinión

y que sea respetada.

¿Has visto?

Los mayores tenemos una serie de obligaciones y derechos.

Y también hay un conjunto de normas dirigidas

a los menores de 18 años.

La declaración Universal de los Derechos de la Infancia

se asegura de que la infancia es el grupo social más delicado,

tengan unos derechos fundamentales asegurados,

como el derecho a la vivienda, a la alimentación, la educación,

a poder expresar tu opinión o incluso algo tan sencillo

como a tener un nombre.

Recuerda que tus derechos son una suerte,

son el fruto del trabajo de muchas personas que,

antes que tú, seguramente no pudieron disfrutarlos.

Recuerda también que tener derechos implica tener deberes

y obligaciones, como los deberes del cole.

Nos vemos pronto.

-¡Oh, "mapachus"!

Tengo un montón de derechos.

-Sí, Nacho, pero recuerda que tus derechos

también van acompañados de deberes.

-¿Cómo? ¿Deberes? Menudo rollo.

No quiero hacer deberes ahora.

-Sí, pero no tiene nada que ver con los deberes

que tienes en el colegio.

Son tus obligaciones como ciudadano.

-¿Entonces puedo jugar ahora? ¡Yuju!

-Sí, de hecho, uno de tus derechos es el derecho a jugar.

-¿En serio? ¡Qué bien!

Pues prepárate, James.

-Vale. ¿Para qué?

-Para jugar conmigo al "mapachebol".

-No sé si me apetece mucho jugar a "mapachebol".

-Oye, James, que tengo el derecho a jugar.

Tú mismo lo has dicho.

-Pero yo también tengo el derecho a decir que yo no quiero jugar.

Mira, para que entiendas mejor, tus derechos y obligaciones,

vamos a escuchar a Álex,

y luego quizá jugamos a "mapachebol".

-¡"Mapachachi"!

-Hola, superatletas.

En la infancia tienes derecho a la salud,

a una buena alimentación y a la higiene.

Además, tienes derecho a jugar, ¿lo sabías?

Que no te digan que te van a dejar sin recreo.

También tienes derecho a descansar

y a participar en actividades culturales y artísticas.

Pues está guay.

¿Qué te parece si ponemos en práctica estos derechos?

Mmm.

Lo primero es alimentarse bien. Es el derecho a la nutrición.

No empieces a sacar conclusiones, que te estoy viendo.

No se trata de comer chuches,

se trata de tener una alimentación equilibrada.

Yo me he traído unos cacahuetes, que aportan energía.

También es muy conveniente comer algo de fruta, como esta manzana.

Y recuerda beber agua con frecuencia.

También tenemos el derecho a la salud.

¿Sabías que las personas

que se mantienen en forma tienen mejor salud?

Pues venga, en pie, que vamos a hacer un calentamiento.

Primero, giramos el cuello. A un lado y otro.

Giramos la cintura en círculos. A un lado y a otro.

Estiramos los brazos y el pecho.

Soltamos rodillas y ya estamos preparados.

También tienes derecho a la higiene.

¿Cómo dices?

¿Qué no te gusta ducharte?

Eso es porque no le has visto el lado divertido.

Porque puedes aprovechar para cantar tus canciones favoritas.

# Yo me ducho y me enjabono,

# la, la, la, la... #

También tienes derecho a jugar.

Bueno, en realidad,

todo lo que estamos haciendo es jugar, ¿verdad?

Voy a jugar a que el albornoz es un kimono de kárate.

También puede ser un traje de detective.

Voy a jugar a investigar.

Aquí hay unas huellas, ¿dónde llevarán?

Ayúdame a encontrar la pista del diamante perdido.

¿Y si jugamos a superhéroes?

Yo me pido Supermán, claro.

Con mis ojos azules, el parecido es total.

¡Soy Supermán y estoy volando por el cielo!

Y volando, volando, hemos llegado a otro derecho superguay.

El de participar en actividades recreativas.

¿Que qué es eso?

Pues hacer las actividades que más te gusten:

ir a los columpios del parque, cantar una canción, hacer un baile,

tocar un instrumento...

Yo me voy a marcar un baile. Porque sí.

Hala, sígueme.

(Música)

Jo, qué bien me lo he pasado.

Y es que ser niño o niña te da derechos como estos.

A la higiene, la salud, la nutrición,

el juego y las actividades recreativas.

Recuerda que también tienes derecho a descansar.

Así que venga, vamos a descansar un poco,

que ya hemos hecho bastante el indio.

Yo con el albornoz me voy a improvisar una mantita

ahora que estoy en un campo mágico

lleno de unicornios y arco iris.

Hasta pronto, superatletas.

(RONCA)

-Bi bip, buscando datos.

-Hola, ¿qué estáis haciendo?

-La actividad que estamos realizando actualmente...

-Pues aquí pasando el rato.

Le he pedido a Conexa que busque más información

sobre mis derechos en Internet.

-Muy bien, ¿y qué has encontrado, Conexa?

-Los derechos fundamentales de un mapache son...

-Los mismos que los de un humano, sí.

Pero con la ventaja de que somos mapaches.

-Pero a ver, Nacho,

¿por qué no dejas que Conexa lo cuente?

Deberías respetar su derecho de expresión.

-Exacto. -Bueno, yo la respeto mucho.

Si ella quiere exprimirse, que se exprima.

Aunque el zumo de robot tiene que estar malísimo.

-Nacho, no tiene nada que ver con exprimirse.

Te estoy hablando del derecho de expresión.

-Ah, vale, vale.

Lo entiendo perfectamente.

Conexa, busca en Internet lo que es el derecho de expresión.

-No hace falta, para eso tenemos a Juan Carlos,

que nos lo explica muy bien.

-Hola, superlingüistas.

Estaba aquí leyendo algo muy interesante.

¿Sabes qué?

Estaba buscando información para realizar un trabajo

sobre los derechos de la infancia.

¿Sabías que todos tenemos derecho a tener nuestro propio nombre?

Y es que por el nombre nos distinguimos de los demás.

Yo por ejemplo, como profe,

cuando paso lista puedo saber quién es cada persona

gracias a que todo el mundo tiene un nombre distinto.

Y si no, ¿cómo lo distinguiríamos?

Es que, claro, cada persona somos diferentes.

Por eso tenemos que tener un nombre distinto.

Imagina que estás en el patio y quieres jugar por equipos.

Los nombres son fundamentales para saber

qué persona va en cada grupo.

Si te quieres apuntar a una extraescolar

o quieres acudir a una excursión, es necesario dar tu nombre.

Al igual que cuando entregas un examen.

También aparece tu nombre en el carnet de la biblioteca.

Eso es necesario

para que nos puedan prestar los libros.

Lo mismo pasa en el pasaporte.

Este lo utilizamos para viajar.

Además, aquí aparece escrita nuestra nacionalidad,

que es indispensable cuando viajamos a otros países.

Otro de tus derechos es poder expresar tus opiniones

y que te escuchen, siempre y cuando no le faltes al respeto a nadie.

Eso quiere decir también que tus compañeros

tienen el mismo derecho a expresar sus opiniones,

y tú a escucharlas,

aunque no estés de acuerdo con ellas.

Además, cuando estés exponiendo un trabajo en clase,

es justo que tus compañeros escuchen y te respeten,

pero eso mismo tienes que hacerlo tú cuando lo hacen ellos.

Cuando nos expresamos,

estamos dando a conocer muchas cosas.

Lo que somos, lo que nos gusta, lo que no, lo que nos hace felices,

lo que nos enfada, lo que hemos aprendido,

lo que no hemos entendido...

Y, si no nos escuchan,

parece que no somos importantes para los demás, ¿verdad?

Pues lo mismo les pasa a los demás.

Si no les escuchamos, puede que se sientan mal,

así que vamos a practicar la escucha activa.

Para eso tenemos que tener empatía, es decir,

ponernos en el papel de la persona que está hablando.

Si alguien te está contando una cosa personal,

piensa que está confiando en ti.

O si te está explicando algo,

ten en cuenta que está empleando una parte de su tiempo,

y eso es muy valioso,

así que tienes que escuchar con atención.

Vamos a ver si has entendido qué es esto de la escucha activa.

A ver.

Sí, eso es, escuchar con empatía y con atención

la opinión de una persona hasta el final.

A mí me gusta escuchar a mis alumnas,

a mis alumnos y a otros profes.

¿Y sabes por qué?

Porque a veces, escuchando sus opiniones,

hacen que cambie mis ideas y pueda aprender cosas nuevas.

Si solo me escuchase a mí, no aprendería nada nuevo,

y siempre diría lo mismo.

Escuchar a los demás es nuestro deber,

y un derecho de la otra persona a la vez,

así como pedir que nos escuchen.

¿Qué tenemos que hacer si alguien nos habla?

Pues mirarle a los ojos, no pensar en otras cosas,

quitar la televisión si es el caso, prestar muchísima atención, y,

sobre todo, escucharle hasta el final.

¿Y qué debemos hacer si queremos que nos escuchen?

Muy sencillo, hablar con respeto.

No gritar, no insultar, hablar con claridad y, sobre todo,

no interrumpir a los demás.

Recuerda, tienes derecho a tener un nombre y una nacionalidad,

a expresarte y a que te escuchen.

Y tienes el deber de escuchar y respetar las otras personas.

Tu libertad de expresión acaba cuando le faltas al respeto a otro.

Y la libertad de expresión es de todos, no solo tuya.

Hasta la próxima.

-Pues ya está, James.

Ya me sé todos mis derechos.

El derecho a comer bien, el derecho a jugar,

el derecho de expresión...

-Muy bien, Nacho.

Pero te estás dejando uno de los más importantes.

-Ah, claro, el derecho a que me des un masaje.

No te cortes, James.

Empieza por la espalda,

que la tengo cargada de estar todo el día tumbado.

-Ese te lo acabas de inventar, Nacho.

Yo te estaba hablando del derecho a la educación.

-Ah, claro, claro.

Venga, voy apuntando.

-¿El qué?

-Lo que te vaya dictando.

Que tengo derecho a educarte. (CARRASPEA)

Capítulo uno.

Cómo cuidar a un mapache correctamente.

James, no te veo apuntando.

Te voy a poner deberes para casa, ¿eh?

-Es que te estás equivocando, Nacho.

Ese derecho no existe. Lo estás entendiendo mal.

No es el derecho a dar educación, es el derecho a recibirla.

-Ah, vale, vale.

Ahora te he entendido perfectamente.

-O sea, que no has entendido nada, ¿verdad?

-Ni una palabra.

-Por suerte, tenemos a Miguel, que nos lo explica. Atento.

-Hola, matemaníacos y matemaníacas, hoy te quiero contar un cuento.

Normalmente, hablo de operaciones y estrategias matemáticas,

pero hoy me quiero estrenar como cuentacuentos.

¿Te apetece?

Había una vez una niña que vivía en un país muy lejano.

Le encantaba levantarse por las mañanas para ir al colegio.

De mayor quería ser médica.

Un día, en su país,

los que mandaban decidieron que las niñas no podían ir más al colegio

y que se tenía que quedar en su casa trabajando.

A nuestra protagonista esto le pareció muy injusto,

y siguió yendo a clase.

Un día, los que mandaban en su país, mandaron un soldado a buscarla.

Y, cuando iba en el autobús al cole, el soldado le disparó tres balas.

Te ha parecido horrible la historia, ¿verdad?

Pues este cuento pasó de verdad.

Y su protagonista se llama Malala, que vivía en Pakistán.

Le dispararon por querer ir a la escuela.

Por suerte, sobrevivió y siguió luchando

para que los niños y las niñas pudiesen ir al colegio.

Le dieron el Premio Nobel de La Paz.

Seguro que algún día te has levantado

y no te apetecía ir al cole, ¿verdad?

Bueno, es normal, a todo el mundo le puede dar pereza algún día,

pero ese día piensa en la suerte que tienes

de poder aprender a diario.

En el mundo hay millones de niños y niñas

que no pueden ir a la escuela.

Bien porque sus países están en guerra,

por los desastres naturales,

porque no tienen medios para llegar a su colegio más cercano

o simplemente porque sus familias deciden que vayan a trabajar

y no a estudiar.

En muchos países, a las niñas,

como a Malala, no les permiten estudiar,

porque en esos países piensan que las niñas

tienen menos derechos solo por ser niñas.

La educación es un derecho fundamental

de los niños y las niñas.

¿Quieres saber por qué?

Porque, gracias a la educación,

podemos entender mejor las cosas que ocurren en el mundo.

Además, las mates te van a servir para que no te engañen,

por ejemplo, cuando hacemos la compra y nos dan el cambio,

podemos saber si nos han dado de más o no.

Pues te voy a lanzar una pregunta.

Imagínate que queremos repartir la tarta entre seis niños

y les hemos dividido de la siguiente forma.

¿Creéis que todos comerán lo mismo?

Pues claro que sí, uno va a comer más,

porque no la hemos dividido en partes iguales,

y esto lo sabemos gracias a las matemáticas.

La educación que permite ser quien quiera ser de mayor.

Puedes ser médico, científica, bombero o pianista, lo que desees,

y hacer cosas increíbles, como Malala.

Así que recuerda,

la educación es un derecho fundamental

de los niños y las niñas.

Hay millones de niños y niñas en el mundo

que no pueden ir al colegio

y la educación te va a permitir ser lo que quiera ser de mayor.

¿Sabes lo que dijo Malala cuando le dieron el Premio Nobel de La Paz?

Que la educación puede cambiar el mundo, y es verdad,

hay que cambiar el mundo para que a ningún niño

ni a ninguna niña le impidan ir al colegio.

Así que seguid aprendiendo, matemaníacos y matemaníacas.

Hasta la próxima.

-James, una cosa.

Ya sé cuáles son mis derechos, pero...

-¿Pero qué, dime?

-Pero ¿por qué tenemos que tener derechos?

Si son cosas bastantes normales, ¿no?

-Pues por desgracia, no, Nacho.

Tú porque estás acostumbrado,

pero hay gente que no tiene la misma suerte que tú.

-Pero es que eso es muy difícil.

No todo el mundo puede ser tan guapo.

Esa suerte solo la tengo yo.

-No, me refería a los derechos, Nacho.

Hay mucha gente que no está teniendo estos derechos básicos.

Que no está comiendo bien, que no tiene acceso a la educación,

que no puede ni jugar.

-¿Pero qué dices, James? ¡Eso no puede ser!

Tenemos que hacer algo.

Voy a buscarles sus derechos. -Espera, espera.

¿Dónde vas?

-A la tienda de derechos más cercanas.

-Nacho, los derechos no se compran.

Es algo que se consigue y por lo cual tienes que luchar.

-Pues venga, prepárate, que vamos a luchar.

-No, luchando de esa forma, no.

De otra manera.

Mira, Orilo y Arlequina nos lo cuentan en el reto de hoy.

-Arlequina, ¿qué te ocurre?

Que te veo muy triste. -Sí, Orilo, estoy muy preocupada.

Es que hay algo que no me puedo sacar

ni de la cabeza ni del corazón.

-¿Qué ha ocurrido?

¿Has comido mucho y estás como empachada y por eso estás así?

-No, qué voy a comer mucho,

lo que pasa es que hay algo que me encoge el alma.

-Pues dímelo, ya sabes que aquí me tienes para lo que sea.

-Mira, Orilo, tú sabes que hay derechos humanos, ¿verdad?

-Claro, como el derecho a la vida

o el derecho a poder comer muchos bocatas...

-Orilo, los bocatas en concreto

sé si son un derecho humano.

A lo mejor poder acceder a las frutas, las verduras, pues sí,

pero los bocatas... -Pero ¿cómo que no?

Pero si comerse un bocadillo eso te da una gran alegría.

¿Quieres que preparemos uno? -No.

-¿Por qué no?

-Jo, Orilo, ¿tú sabes que hay muchos niños y niñas

en el mundo que no pueden comer un bocata porque no tienen bocatas?

-Pues no pasa nada, les hacemos un bocadillo de tortilla

o una macedonia de frutas si prefieres.

-Que no, Orilo, que lo que pasa es que no tienen

una alimentación suficiente.

No tienen acceso a la comida, Orilo. Pasan hambre.

Y eso un día, otro día, otro día...

-Pero eso es un problemón, Arlequina.

Fíjate, si yo con hambre no soy persona.

-Claro que es un problemón.

Es que el acceso a una alimentación suficiente

es un derecho básico de los niños y las niñas.

Existe un conjunto de derechos universales

que tienen todos los niños

y las niñas del mundo,

y aunque los países los reconocen,

"sí, sí, los niños tienen derechos",

muchas veces no los cumplen.

-¿De verdad? -Te lo prometo.

-¿Cómo puede ser eso? -Ya me gustaría a mí saberlo.

Por ejemplo, ¿sabes cuántos niños y niñas hay en el mundo? Dime.

-No lo sé, Arlequina, un millón.

-1.500 millones.

¿Y sabes cuántos pasan hambre?

500 millones de niños y niñas, Orilo.

-Esto es muy triste, tenemos que hacer algo ahora mismo.

-Pues claro que tenemos que hacer algo.

Dar a conocer este problemón,

que todos los adultos lo sepan y que vigilen

que se cumplen todos los derechos

que tiene la infancia.

-Claro que sí,

porque si le faltan a los derechos de la infancia

de un solo niño o de una sola niña,

están atacando los derechos de todos y todas.

-Totalmente, Orilo.

Lo que podemos hacer es un mural donde pongamos

todas nuestras investigaciones

sobre los derechos que tiene la infancia

y qué podemos hacer para preservarlos.

-Arlequina, creo que ya tenemos reto.

Lo que necesitamos es una cartulina bien grande,

cartulinas más pequeñitas para hacer los carteles,

unas tijeras y colores y rotuladores para poder escribir esos carteles.

-Fíjate bien.

Nosotros ya tenemos aquí nuestro eslogan:

"Lucha por los derechos de la infancia".

Ahora lo que tenemos que hacer es investigar cuáles son esos derechos

por los cuales vamos a luchar.

-Por ejemplo, el primero de ellos,

ayudar a los niños y niñas que están en zonas de guerra.

Porque la guerra es lo peor que hay y no hay que permitirla.

-Total.

Muy importante el derecho a la salud.

Todos los niños y las niñas deberían poder tener acceso

a un sistema sanitario.

Este es fundamental.

-Y bueno, ¿qué me dices de no permitir

que los niños y las niñas trabajen?

Ya sea en fábricas o en cualquier lugar.

Los niños y las niñas no deberían trabajar.

-Y deberíamos permitir que todos los niños

y las niñas fueran al colegio, porque cuanto más aprendan,

menos les van a engañar.

Fundamental el derecho a una educación.

-Y, sobre todo,

que los niños y las niñas vayan al colegio

y no que se conviertan en soldados.

Para nada queremos niños y niñas soldado.

Pero ya ves que en este mural a un faltan muchos derechos.

Es tu turno para acabar de completarlo.

-Puedes pedir ayuda a tus amigos o a tus compañeros de clase,

lo importante es dar a conocer

todos estos derechos a todo el mundo.

Que se sepa que los niños y las niñas

no se van a quedar cruzados de brazos.

-A veces lo más importante es que se sepa lo que está pasando,

y para ello, cuantos más seamos, mejor.

-Mucho ánimo con todo este trabajo

y nos vemos en nuestra próxima aventura.

Adiós.

-¡No, no, no nos pararán!

¡No, no, no nos pararán!

-Nacho, ¿qué haces?

-¿No lo ves, James? Defendiendo mis derechos de mapache.

-Eso está muy bien, pero ¿por qué derecho estás luchando?

-Por el derecho fundamental de comer basura

cada vez que me dé la gana.

-Pero Nacho, si eso ya lo haces cada día.

-Ya, James, pero no lo suficiente.

También tengo derecho a recibir un masaje gratis todos los días.

(CARRASPEA) ¿Me oyes?

-Te estás confundiendo, Nacho.

Eso ya no son derechos. Son lujos y comodidades.

-Claro, ya está el humano como siempre.

Aprovechándose del pobre y grandioso mapache.

-Pero si eres tú, que quiere obligarme a mí a darte

un masaje todos los días.

Y eso no es justo.

-Pues también tengo derecho a que me cortes sandía

todos los días.

Y a que me lleves de excursión. Y al parque de atracciones.

¿Me oyes?

-Oye, ¿te has dado cuenta de la hora que es?

Empieza "Está mapachando". Nos vemos allí.

-¡Pero James!

¡Que también tengo derecho a que me lleves en brazos!

¡Lo llaman "mapachocracia" y no lo veis!

(Música)

Bienvenidos y bienvenidas a "Está mapachando",

el noticiero mapache que da las noticias "pache lo que pache".

Buenas noticias.

Mapache con más derechos del mundo estará presentando.

Tiene también derecho a ser barbudo gigante y a presentar este programa.

Es James Van der Lust.

-Nacho, qué presentación me has hecho.

Pero yo tampoco soy tan grande. -Sí, sí.

Buenas noticias.

Animales de todo el mundo empiezan a luchar

por sus derechos tras ver este programa.

Estos valientes perretes están realizando

una protesta pacífica.

Se niegan a caminar para volver a casa

porque quieren paseos más largos.

Mucho ánimo, compañeros perrunos.

-Una joven de 15 años se hace famosa

en todo el mundo por protestar por los derechos de todos.

Por eso la nómina a un Premio Nobel de La Paz.

Posiblemente ya la conozcáis.

Aunque se ha de verla por el telediario.

Se trata de Greta Thunberg.

Una niña de Suecia que se ha hecho mundialmente famosa

por su activismo medioambiental

y sus esfuerzos por luchar contra el cambio climático.

Tras iniciar una huelga escolar en su país,

ha seguido dando discursos y conferencias por todo el mundo,

como esta en Nueva York.

Ha recibido numerosos premios,

incluyendo una nominación al Premio Nobel de La Paz.

Creta sigue protestando y exigiendo

a los gobiernos del mundo que cuiden el medio ambiente

y los derechos de todos los seres vivos.

-"Mapachonante".

Qué joven más valiente. Me recuerda a mí.

-Sí, igualita que tú.

-Más buenas noticias.

Más animales protestando por sus derechos.

Estos gansos tan simpáticos están aquí

en un desfile protesta por sus derechos.

Sus exigencias son de la expresión "hacer el ganso"

deje de ser algo malo.

Esto sí que es una manifestación "patífica".

-¿"Patífica"?

Nacho, qué chiste más malo. Me has dejado "patidifuso".

Oye, ¿además no eran gansos?

-Bueno, es igual.

Oye, James. Se nos ha olvidado hablar del derecho más importante.

-¿En serio? ¿Qué derecho? -El derechito.

Porque en cuanto acabemos el programa,

me voy derechito a mi casa.

-Bueno, clanners, hasta aquí el programa de hoy.

Y recordad que tenéis que luchar por vuestros derechos. Hasta pronto.

(Música)