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Coronavirus

Los cuidadores de dependientes sin contrato ni papeles, en el limbo de la vacunación en algunas comunidades autónomas

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Las personas en situación irregular que cuidan a grandes dependientes piden ser vacunados

Los cuidadores de dependientes en situación irregular, sin contrato ni papeles, no tienen acceso a las vacunas en varias comunidades autónomas. En esta situación podrían encontrarse unas 133.000 personas. Las ONG alertan de que, además de contagiarse, pueden transmitir la COVID-19.

En España, según el XXI Dictamen del Observatorio de la Dependencia, hay algo más de 313.000 dependientes no institucionalizados, es decir, que no viven en residencias y son atendidos en sus propios hogares. La estrategia de vacunación acordada en la interterritorial entre Ministerio de Sanidad y las distintas comunidades les incluye como grupo prioritario para recibir las vacunas.

Algunos de estos cuidadores son familiares de los dependientes, pero muchos otros son personas inmigrantes que se encuentran en situación irregular en nuestro país o que, con los papeles en regla, no tienen un contrato laboral. ¿Qué ocurre con ellos? No hay un criterio común. Sanidad asegura que todos los residentes en España, estén en situación regular o no, tienen derecho a ser vacunados, pero añade que son las comunidades las que marcan las pautas.

¿Qué propone cada comunidad?

La diferencia radica en la definición recogida en la estrategia de vacunación. Dentro del grupo 4, se encuentran los grandes dependientes y sus cuidadores profesionales. Es esa puntualización, la de profesionales, la que genera estas diferencias de criterio.

Las consejerías de sanidad de Andalucía, Castilla y León, Extremadura, La Rioja, Región de Murcia y Castilla y LeónExtremaduraLa RiojaRegión de MurciaMelilla puntualizan que, al no tener contrato ni figurar en el sistema, estas personas en situación irregular no están dentro del grupo prioritario, porque no pueden demostrar que son cuidadores profesionales. En la Comunidad Valenciana y puntualizan que recibirán las vacunas en función del rango de edad.

Otras, en cambio, no se acogen a la literalidad de la norma. En Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria y AsturiasBalearesCanariasCantabriaCastilla-La Mancha afirman que en sus territorios es el dependiente o la familia del dependiente quien elige al cuidador principal, sea o no profesional, que será vacunado. Dicen que puede ser un familiar directo o alguien ajeno a su núcleo familiar.

Desde las consejerías explican que no se exige ningún contrato laboral, ni se tiene en cuenta si están en situación regular o no. En el País Vasco, la Comunidad Foral de Navarra y la Comunidad de Madrid explican que a todos los cuidadores principales de grandes dependientes se les está vacunando, ya que no tienen en cuenta su situación administrativa. A estos cuidadores principales se les vacuna a la vez que al gran dependiente.

En Galicia, por su parte, la Xunta ha publicado una instrucción para que todas las personas en situación irregular que deseen vacunarse se inscriban en un registro. Desde la Consejería de Sanidad gallega explican que, con ese registro, se estudiará cada caso y se les llamará cuando corresponda, según su plan de vacunación. Tras preguntar a Cataluña y Ceuta.

Las 17 comunidades y las dos ciudades autónomas aseguran que todos los residentes en su territorio, en situación regular o no, podrán ser vacunados si lo desean. No aclaran cuándo ni cómo lo harán.

Sin vacuna, riesgo de rebrote

Ana Herrera, colombiana que trabaja como interna en Madrid, es una de esas cuidadoras de grandes dependientes que no tiene ni contrato, ni papeles en regla. Y por ello, no ha podido vacunarse. Tal y como contempla la norma de la Comunidad de Madrid, cuando citaron al hombre al que cuida, le dijeron que ella, como cuidadora, tenía derecho a recibir también la dosis.

Cuando Ana acudió al centro de salud, a él le vacunaron, pero a ella no. “Cuando dije mi nombre y apellidos, lo metieron en el ordenador y la doctora o enfermera me dijo: “Lo siento. Tú tienes una condición especial y no te podemos vacunar porque estás en situación irregular”. Y después de eso me dijeron que ya me llamarían, y ya ha pasado casi un mes”, explica.

Dejar a alguien atrás significa que puede volver a haber un brote

Desde Médicos del Mundo denuncian esta situación que califican de “desigual”, ya que “no hay un criterio común”, tal y como señala su presidenta, Nieves Turienzo. “La pandemia está sacando a la luz los problemas que supone hacer diferencias entre personas en el mismo territorio”, añade. Y, a su vez, explica, entraña un riesgo: “Dejar a alguien atrás significa que puede volver a haber un brote”.

Y esto se debe, en parte, a que el trabajo que desempeñan “no permiten mantener las distancias”, recalca Turienzo. “Las personas mayores a las que cuidan son un colectivo muy vulnerable. Si los que les cuidan están vacunados, están más protegidas”, asevera. Una visión que también comparte Herrera: “Son personas que necesitan mucha ayuda, tenemos que estar siempre en contacto. Soy una persona totalmente de riesgo para contagiarlo a él”.

Temor a ser despedida

Y además de la salud, también preocupan los puestos de trabajo. “El empleador, divinamente, puede decir: 'Como no te van a vacunar, yo lo siento mucho, pero necesito una persona que me pueda dar las garantías'. Y con eso pueden despedirte”, explica preocupada Herrera. Aunque reconoce que no es su caso, dice que muchas compañeras que, como ella, trabajan de internas y no tienen papeles, pueden “volver a acabar en la calle, como ya pasó en la primera ola y durante el confinamiento”.

Por eso, desde la asociación Senda de Cuidados, dedicada a garantizar el bienestar de cuidadores y dependientes, están buscando soluciones para que estos trabajadores en situación irregular puedan acceder también a las vacunas.

En Madrid, de la mano de un centro de salud del barrio de Vallecas, han elaborado un listado con estos cuidadores de dependientes para que puedan solicitarla. Es el caso de Milly Frías, una dominicana que trabaja como interna y está en proceso de regularización. “Yo tenía un poquito de miedo porque pensé que quizás a nosotros, los indocumentados, no nos darían la dosis por no tener papeles, pero vi que no”, señala.

Ahora, reconoce, está “más tranquila en el trabajo”. Y como ella, sus empleadores. “Ellos están más tranquilos porque ya me dieron la primera dosis. Ahora saben que hay menos riesgo de que contagie al señor”, recalca.