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Los intereses de EE.UU. en Venezuela: petróleo, derrocar a Maduro y la vuelta de la Doctrina Monroe

  • Washington está llevando a cabo su mayor despliegue militar en el Caribe en décadas para cercar a Venezuela
  • EE.UU. ha incautado tres petroleros frente a las costas de Venezuela con el pretexto de que son buques sancionados
Mucho petróleo en el patio trasero de EE.UU.
El portaaviones USS Gerald R. Ford llega a las Islas Vírgenes, el pasado 1 de diciembre. SEAMAN A. REYES / U.S. NAVY / REUTERS
MIGUEL ÁNGEL SUÁREZ (RNE)

Desde comienzos de septiembre, en los ataques de la Operación 'Lanza del Sur', el mayor despliegue militar estadounidense en el Caribe en décadas, sin autorización del Congreso ni aval judicial alguno, han sido asesinadas ya un centenar de personas. Washington asegura que eran narcotraficantes. En las últimas semanas, la escalada ha tomado una nueva dimensión con la incautación por parte de EE.UU. de tres buques petroleros frente a las costas de Venezuela, lo que disparado la tensión entre EE.UU. y el país sudamericano.

Este fin de semana, tropas estadounidenses abordaron y asaltaron dos buques petroleros, después de haber iniciado este tipo de operaciones el pasado 10 de diciembre, cuando EE.UU. incautó el gran petrolero 'Skipper', que había sido sancionado por sus vínculos con Irán. Según la administración Trump, estos barcos llevan a cabo "movimiento ilícito de petróleo sancionado que se utiliza para financiar el narcoterrorismo en la región".

Aunque la confrontación de momento se ha desarrollado en el terreno naval, los temores sobre una posible invasión terrestre no se han disipado. El 14 de octubre, Donald Trump admitió haber autorizado también operaciones encubiertas de la CIA en territorio venezolano. Y el 24 de noviembre Washington le adjudicó al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el liderazgo de un supuesto Cartel de los Soles —que Caracas considera un "invento"— y lo designó como "organización terrorista extranjera".

El despliegue en el Caribe y en la costa del Pacífico de un enorme contingente militar, con el USS Gerald R. Ford —el mayor portaviones estadounidense— como buque insignia, se justifica por parte de Washington en prevenir que "la actividad ilícita llegue al territorio estadounidense".

La duda es si este cerco sobre Venezuela de los últimos meses es otro capítulo de las habituales estrategias trumpistas para lograr sus objetivos o si pretende embarcarse en una operación militar directa. Para Andrés Malamud, politólogo e investigador principal en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, la táctica de Trump es "escalar para negociar", con el objetivo de "llegar a un acuerdo ventajoso, pero no predeterminado".

Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas, cree que "Trump no tiene una estrategia en el sentido tradicional". Ni siquiera que él mismo "sepa exactamente lo que va a hacer". Tampoco que exista "un proceso institucionalizado de definir objetivos claros"; al contrario, que hay numerosas contradicciones sobre objetivo real "y eso genera bastante incertidumbre".

Además, considera que el hecho de haber intentado derribar a Maduro en 2019, cuando EE.UU. reconoció a Juan Guaidó como presidente encargado para después abandonar esa vía no le da "incentivos" a Maduro para renunciar. Stuenkel cree que nuevamente "Trump en algún momento abandonará su campaña de presión" porque "no quiere involucrarse en una acción militar sin estrategia clara de salida" que puede derivar en "procesos imprevisibles".

¿Es factible una intervención militar estadounidense en Venezuela?

Salvador Martí i Puig, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Girona e investigador del CIDOB, destaca que se perciben señales contradictorias. Por un lado, la conversación del 21 de noviembre con Maduro, en la que Trump le habría ofrecido salir del país, podría ser "el primer paso para llegar a algún tipo de acuerdo después de tensar al máximo la cuerda". "Podría ser un farol para obtener la máxima ventaja posible", apunta. Sin embargo, subraya que "el despliegue logístico y naval de la armada estadounidense en el Caribe es de tal magnitud —y supone un gasto tan desorbitante— que hay quien dice que esa operación sólo se lleva a cabo si realmente hay voluntad de intervenir".

Stuenkel opina que tanto esa conversación entre Trump y Maduro como que Venezuela esté recibiendo vuelos de retorno con migrantes venezolanos pueden verse como "una señal de que Trump tal vez esté dispuesto a mantener una relación con Maduro" si ve que éste "le puede ofrecer algo suficiente para declarar una victoria y dejar de buscar, por lo menos retóricamente, un cambio de régimen".

Petróleo en abundancia y cerca

Venezuela tiene las mayores reservas conocidas de crudo del planeta, aproximadamente una quinta parte de las que son explotables: 303.000 millones de barriles, según datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos, la mayoría en la Faja del Orinoco. Y aunque Estados Unidos produce más petróleo que nunca, es ligero, mientras que el crudo venezolano, pesado, ácido y de más difícil refinado, es necesario para la producción de diversos productos al margen de las gasolinas.

Solo de junio de 2019 a enero de 2023 se suspendieron las exportaciones de crudo y de derivados del petróleo desde Venezuela a EE.UU., pero antes y después, y al margen de las mejores o peores relaciones bilaterales, las ventas se mantuvieron.

Según los datos de la propia administración estadounidense, en septiembre importaban 102.000 barriles diarios de Venezuela, muy por detrás de las compras a Arabia Saudí o Canadá, pero Venezuela está mucho más cerca que la península arábiga u otras zonas productoras.

Para Oliver Stuenkel el crudo no es un factor importante en el escenario actual: "la capacidad productiva de Venezuela es muy baja y tardaría años para para aumentarla y necesitaría grandes inversiones", afirma. A lo que añade la independencia energética de EE.UU.: "producen como 14 millones de barriles por día y Venezuela no llega a un millón de barriles".

Andrés Malamud señala que EE.UU. ya tenía acceso al petróleo venezolano por vía de acuerdos que el propio Trump promovió y que "posiblemente la intervención tenga el foco en otros recursos, como oro y tierras raras. Además, claro, es una forma para alejar a las potencias extrarregionales del patio trasero".

Venezuela y el narcotráfico

¿Es Venezuela un narcoestado, como dice EE.UU.? Andrés Malamud afirma que sí. "Entre otras cosas, pero ese no es el fundamento real de los ataques. Venezuela exporta cocaína, mientras la droga que hace estragos en EE.UU. es el fentanilo". Salvador Martí i Puig asegura que "difícilmente se puede argumentar y legitimar una intervención a un país como Venezuela señalando que el gobierno es un narcoestado, o que colabora con el narcotráfico". Y destaca que los decomisos de esta droga son mucho mayores en México o Colombia. Cree que es "un argumento de consumo interno, para las bases de Trump", pero que no sirve para legitimar una intervención militar.

Oliver Stuenkel coincide en que Venezuela no es un narcoestado: "no es un actor clave en el tráfico internacional" y la cantidad de droga que sale del país "no es tan grande, y tampoco producen grandes cantidades". Rechaza igualmente la acusación de que Maduro lidere el supuesto Cartel de los Soles: "me parece por encima de todo una narrativa, pero con pocas evidencias concretas".

Sí reconoce que puede haber "una infiltración parcial del Estado venezolano por grupos criminales". En ello concuerda también Martí i Puig, que cree que puede haber "resortes del estado, sectores de las fuerzas armadas, que puedan tener connivencia. Pero me temo que eso ocurre a menudo, en América Latina y fuera de la región".

EE.UU. eleva la presión sobre Venezuela.

Pegatinas relacionadas con Venezuela decoran un supermercado en Doral, Florida, el 2 de diciembre de 2025. C. KHANNA / AFP

Venezuela no es un narcoestado, no es un actor clave en el tráfico internacional. Es una narrativa

Derribar al gobierno de Maduro

Sea cual sea la excusa, Washington no reconoce el resultado de las últimas elecciones presidenciales, en las que se atribuyó la victoria frente a María Corina Machado, y busca la caída del gobierno de Nicolás Maduro.

En agosto de 2025 ya duplicó la recompensa por información que conduzca a su arresto, hasta los 50 millones de dólares. Con el aumento de la presión militar un posible objetivo sería provocar grietas en el régimen e incentivar que una parte del mismo, especialmente los miembros del ejército —que controlan el país, sobre todo en lo económico—, busquen una salida personal y mantener parte de su poder dejando caer al líder.

Esa la hipótesis para Salvador Martí y Puig: "lo más creíble es que las amenazas tengan la voluntad de romper la coalición de poder. Si consigue aliados internos, no es insensata la estrategia de desestabilizar el régimen a través de amenazas, con algunos ataques muy focalizados. Pensar en una intervención militar directa podría terminar en un escenario como el de Siria. Un caos".

La intervención en Venezuela es una forma para alejar a las potencias extrarregionales del patio trasero

Vuelve la Doctrina Monroe

Más allá de los posibles intereses petroleros o la lucha contra el narcotráfico, los movimientos de EE.UU. en la región responden a un retorno de la Doctrina Monroe, que data de 1823 y según la cual nada de lo que suceda en el continente le es ajeno a Washington y la intervención en la zona de otras potencias puede entenderse como hostil por su parte.

Desde la Administración Trump desean un giro a la derechade varios países del hemisferio para ampliar el número de gobiernos afines. Tras la injerencia en las elecciones legislativas de medio mandato en Argentina a favor de Javier Milei, en octubre, llegaron los acuerdos arancelarios para reducir el precio de las importaciones con la propia Argentina, Ecuador, El Salvador y Guatemala. Para Andrés Malamud esta estrategia diversificada de Trump "está funcionando".

Cinco continentes - ¿Qué busca Trump en Venezuela?

Stuenkel afirma que el objetivo de Washington "es la dominación del hemisferio occidental, promover aliados y castigar a rivales". Martí i Puig dice que la intromisión en campañas electorales en otros países del continente, apoyando a candidatos de derecha radical y amenazando a adversarios indirectos, como Lula da Silva en Brasil, era "inimaginable hace unos años", pero que "todo indica que son los tiempos que vienen. Una especie de realpolitik cruda. Volvemos a la política del matón de barrio. No sabemos si es un episodio o si se trata de un nuevo ciclo".

Y advierte de que "la performance de Trump es patética, pero detrás hay gente seria, calculadora, con intereses claros y muy bien informada, que tiene un proyecto político muy elaborado". Ve en la estrategia de Trump un doble objetivo: el crudo venezolano y volver a un mayor control de ese 'patio trasero', de forma más directa e intervencionista que en las últimas décadas: "es un aviso para navegantes".

EE.UU. busca controlar el petróleo en Venezuela y a la vez es un aviso para navegantes

El investigador del CIDOB añade que hay un nuevo interés de Estados Unidos en la región, y que la geopolítica del segundo gobierno de Trump se ha focalizado en la búsqueda de recursos estratégicos, que abundan en América Latina, como minerales raros, petróleo, gas, biodiversidad, biomasa, etc. "Las vías para llegar a ellos pueden ser muy diversas: desde apoyar a candidatos, como ha hecho en Honduras o en Argentina, o amenazando", añade Martí i Puig.

La recientemente publicada Estrategia de Seguridad Nacional deja claro que "Estados Unidos reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental" y proteger su territorio nacional y su acceso a "geografías clave en toda la región". Añade que "negarán" a "competidores no hemisféricos" la capacidad de "posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales" en el continente.

En lo que definen como "Corolario Trump" de la Doctrina Monroe señalan objetivos concretos para garantizar su seguridad, gracias a una región "razonablemente estable" y "bien" gobernada, como "prevenir y desalentar la migración masiva a Estados Unidos" o que los gobiernos del subcontinente cooperen "contra narcoterroristas, cárteles y otras organizaciones criminales transnacionales".

Washington ha sacado del cajón la Doctrina Monroe ante el avance en la región sobre todo de China —cada vez con más presencia comercial en América del Sur— y, en menor medida, de Rusia. Washington afirma que tanto África como en América Latina son escenarios de competencia entre grandes potencias y que "tanto China como Rusia están avanzando en estas regiones, a menudo en detrimento de Estados Unidos y sus aliados". Y aboga por que el Departamento de Defensa apoye en la zona a otras áreas —civiles— del gobierno estadounidense para apoyarlas frente a la competencia de estos países en ámbitos como el diplomático o el económico, y específicamente para ser una alternativa frente a las pretensiones chinas y rusas en cuanto a "la explotación de recursos naturales y las instalaciones y capacidades para proyectar poder, como puertos marítimos comerciales, bases e infraestructura para operaciones espaciales".

Para Stuenkel el documento "es un poco una lista de deseos", no lo ve como algo que el país norteamericano pueda llevar a cabo "porque China ya está muy consolidada en varios sectores estratégicos" y reducir su influencia económica le parece un objetivo "inalcanzable". Entre otras cosas porque los líderes regionales, por muy afines que sean a Trump, "no estarán dispuestos de reducir sus relaciones económicas con Pekín".