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Análisis

La respuesta de la UE a la guerra comercial de Trump: de los aranceles recíprocos al instrumento anticoerción

Contramedidas de la UE a los aranceles de Trump
Coches alemanes en un centro logístico en Essen, Alemania, 27 de marzo AP Photo/Martin Meissner
MIGUEL CHARTE

El presidente estadounidense, Donald Trump, ha declarado la guerra comercial con la imposición de aranceles a prácticamente todos sus socios comerciales, que en el caso de la Unión Europea (UE) ascienden al 20 %. La presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, ha llamado a la negociación, a la vez que ha anunciado "contramedidas".

Ambos bloques económicos tienen la mayor relación comercial del mundo, que en 2023 ascendió a 1,6 billones de euros en bienes y servicios, casi el 30 % del comercio mundial. Sin embargo, las importaciones europeas de EE.UU. suman más que sus exportaciones al Viejo Continente, por lo que Trump tiene más productos a los que imponer tarifas, y, por tanto, más posibilidad de presión. Además, la Unión Europea tiene que respetar plazos y procedimientos internos. Pero esto no significa que esté inerme.

"Las competencias comerciales son exclusivas de la Comisión, y cuando hay competencias, la capacidad de reacción es rápida y muy certera, lo llevan meses estudiando", ha asegurado a RTVE.es Enrique Feás, investigador principal del Real Instituto Elcano (RIE). La UE está obligada a responder, porque, en su opinión, "se ha hecho evidente que Trump solo respeta a quien se hace respetar".

"El objetivo prioritario de la UE es un proceso paralelo de negociación con EE.UU., para conseguir una exención a estos aranceles" opina Víctor Burguete, investigador principal del CIDOB, quien señala que la "clave de bóveda" de la respuesta europea será si consigue mantener la unidad.

Estas son las opciones de respuesta de la UE:

La respuesta inmediata: aranceles de respuesta

La Comisión Europea puede responder a los aranceles de Trump recurriendo a la Organización Mundial del Comercio (OMC), pero esta es una vía muerta, según explica Burguete, porque el mecanismo de arbitraje está paralizado.

La respuesta más inmediata, opinan tanto Feás como Burguete, será imponer a su vez aranceles a productos estadounidenses. Von der Leyen ha declarado que la CE ya tiene listos aranceles de respuesta en el acero, y que prepara otras "contramedidas". De hecho, la CE ya anunció represalias contra las exportaciones estadounidenses por valor de 26.000 millones de euros, que se podrían aplicar desde mediados de este mes, y que afectarán a vehículos, textiles o bebidas como el bourbon. Otras importaciones de EE.UU. que podrían ser objeto de las tarifas son la carne, lácteos o ropa.

"En el ámbito del comercio, pierde más la UE que EE.UU. - advierte Feás - porque la UE tiene superávit comercial y relativamente más que perder, pero es capaz de hacer mucho daño, porque las exportaciones europeas son muy variadas".

"Nunca vas a alcanzar, en miles de millones de valor monetario, los aranceles recíprocos, porque la cantidad afectada es menor", coincide Burguete, quien añade que "no hay una voluntad dentro de la UE para imponer aranceles a ciertos productos que luego nos llegan en cadenas de valor, porque genera un impacto inflacionario". "Por tanto, se puede responder, pero la voluntad política de usar o el umbral donde poner los aranceles cambia mucho", subraya.

El Instrumento contra la Coerción Económica, un arma de doble filo

La UE puede echar mano también de un instrumento de reciente creación, que no ha usado hasta ahora, y que se creó para evitar las interferencias de China. Se trata del Instrumento contra la Coerción Económica (ACI, por sus siglas en inglés), que entró en vigor el 27 de diciembre de 2023.

Se entiende por "coerción económica" cuando un tercer país intenta imponer una determinada política a otro (en este caso, a un miembro o a toda la UE) con medidas que afecten al comercio o a la inversión. Burguete señala que puede haber "cierto debate jurídico" sobre si la guerra comercial declarada por Trump puede interpretarse como coerción o no, pero las restricciones impuestas sobre las petroleras que exportan desde Venezuela, como Repsol, "claramente entraría dentro de la política" del instrumento anticoerción.

El ACI puede limitar el acceso a contratos públicos a las compañías del tercer país en cuestión; restringir sus inversiones o las prestaciones de servicios de sus empresas; restringir la protección de la propiedad intelectual; limitar el acceso al mercado europeo de las empresas financieras o restringir los permisos para la distribución de productos químicos o agroalimentarios.

Grandes empresas como Amazon, Microsoft, Netflix o Uber podrían estar entre los objetivos prioritarios, señala Reuters.

Antes de aplicarse, el ACI tiene que discutirse (los plazos máximos de discusión pueden alargarse un año) y ha de acordarse en el Consejo Europeo por mayoría cualificada (mayoría de países que además representen al menos el 65 % de la población).

Es por eso que Ignacio García Bercero, del laboratorio de ideas Bruegel, con sede en la capital belga, apuesta por preparar ya su aplicación. "Como mínimo, comenzar el procedimiento de aplicación del instrumento debería ocurrir lo más rápido posible después del anuncio" de Trump, ha explicado a RNE.

"Si se quieren tomar medidas rápidas, se puede hacer siempre que haya acuerdo por mayoría cualificada", dice Feás, que advierte, no obstante de que las represalias en el ámbito de los servicios, aunque pueden hacer "mucho daño a EE.UU.", implican también un peligro para la UE. "Nosotros somos proporcionalmente mucho más dependientes en servicios que en bienes", explica.

Víctor Burguete recuerda que el ACI es un mecanismo "pensado para desescalar", orientado a China y que aún no ha sido probado, por lo que "está por ver" su utilidad frente al reto de Trump.

Medidas regulatorias

La UE puede echar mano también de otras medidas más políticas mientras intenta negociar con Trump. Por ejemplo, abrir investigaciones sobre competencia, como hizo en el caso de los coches eléctricos y las inversiones eólicas chinas.

También pueden aparecer iniciativas parlamentarias o de la Comisión para modificar la regulación, por ejemplo endureciendo las medidas antimonopolio o forzando ventas a empresas estadounidenses.

Por último, señala el investigador del CIDOB, a largo plazo hay una "gran opción estratégica": iniciar un viraje que le acerque a otros socios económicos, como China o los países del sur global. Esta misma semana, el ministro de Agricultura español, Luis Planas, apuntaba a Mercosur como un mercado alternativo al de EE.UU. para algunos productos.

El talón de Aquiles de Europa: la unidad

Trump ha anunciado aranceles del 20 % que afectarán a toda la UE, de forma colectiva, sin distinguir entre países, lo que debería facilitar la respuesta unida del bloque. Sin embargo, países como Hungría hasta ahora se han abstenido de criticar a Trump y han optado por el apaciguamiento. Está por ver qué hacen otros. Surge, como ocurre tantas veces, el problema de la unidad europea.

"Hay ciertas cosas en las que puede tener la iniciativa la Comisión Europea, pero el quid de la cuestión es el respaldo de los Estados miembros. - reconoce Víctor Burguete - La falta de consenso interno en Europa respecto a los EE.UU. es la clave de bóveda".

El investigador del CIDOB cree que no hay que olvidar las consideraciones políticas y de seguridad que pueden influir en la posición de Polonia o los países bálticos, que quieren que EE.UU. siga garantizando su defensa frente a Rusia.

Por tanto, sea cual sea la respuesta, y dado que debe ser conjunta, la primera tarea de la Comisión Europea será conseguir el mayor consenso posible.