El 'Día de la Liberación' de Trump: qué esperar de la mayor ronda arancelaria anunciada por Estados Unidos
- Trump planea una batería de gravámenes que afectarán a todas las naciones con vínculos económicos con EE.UU.
- La medida forma parte de una estrategia proteccionista que ya ha golpeado a la UE, México, Canadá y China


El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha bautizado el 2 de abril como 'Liberation Day' (Día de la Liberación). Este miércoles, su Administración planea lanzar una miríada de aranceles que afectarán a todas las naciones con vínculos económicos con Washington, ampliando su alcance más allá de la decena de países inicialmente señalados por su política proteccionista. El anuncio se hará público a las 22:00 hora peninsular tras el cierre de la bolsa de valores en Wall Street, y entrará en vigor el 3 de abril.
Las previsiones de medios como The Wall Street Journal o The Washington Post auguran un arancel global de hasta un 20%, con consecuencias brutales para el mercado internacional. El anuncio supone un cambio de rumbo en la política de Trump, quien la semana pasada insinuó cierta "flexibilidad" en las tasas ya impuestas. Ahora, en esta nueva fase, los gravámenes recíprocos podrían ser incluso la excepción antes que la regla.
"Cualquier país que haya tratado injustamente al pueblo estadounidense debería prepararse para un arancel este miércoles", declaró a comienzos de semana la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. En su respuesta, Leavitt dejaba claro una política "sin excepciones" donde las negociaciones serán "secundarias".
La medida es una de las más agresivas dentro de su estrategia comercial, que ya ha golpeado a la Unión Europea, México, Canadá y China. Ahora, su objetivo es escalar a cotas globales, con la posibilidad adicional de personalizar futuras represalias arancelarias según el país. El día previo al anuncio, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, presentó a Trump un informe en el que se detallaban las barreras comerciales y fiscales que otras naciones imponen a los productos estadounidenses.
Con base a esta previsión, Washington debería fijar aranceles sobre bienes y servicios extranjeros equiparables a los que ya enfrentan sus productos en esos mercados, y que podrían sumarse —o no— a un arancel global. En esta línea hipotética, Israel anunció el martes la eliminación de todos sus costes sobre manufacturas estadounidenses.
"Seremos muy benévolos en comparación con lo que otros países hacen", dijo Trump tras asegurar que ya tenía listo un plan comercial.
Para el mandatario estadounidense, los gravámenes son un arma polivalente. Por un lado, los emplea para proteger la economía de EE.UU. de lo que considera una "competencia desleal"; por otro, es una herramienta de presión útil de cara a futuras negociaciones comerciales. Su peligro reside en el riesgo de una escalada hacia una guerra comercial.
Por el momento, solo México se ha mostrado dispuesto a dialogar con Washington antes de elevar una respuesta proporcional. En cambio, la UE, Canadá y China han optado por la vía contestataria, imponiendo sus propios aranceles a productos estadounidenses.
En este 'Día de la liberación', los mercados observan con nerviosismo las próximas declaraciones de Trump. De confirmarse los pronósticos, la tasa arancelaria de EE.UU. se dispararía hasta el 18%, la más alta del último siglo. En la Casa Blanca, reina el optimismo: "El presidente ha estado viendo la evolución de los mercados, cómo han subido, por lo que está satisfecho con estas perspectivas", destacaba Leavitt.
Más aranceles; más inflación
Aunque la estrategia del Gobierno estadounidense busca fortalecer la competitividad de su economía, los próximos aranceles contra sectores como el automotriz podrían disparar los costes de los productos y mantener al alza la presión inflacionaria en el país norteamericano.
Según el banco Goldman Sachs, si los concesionarios trasladan el costo total de los gravámenes a los clientes, los autos importados podrían encarecerse entre 5.000 y 15.000 dólares. Incluso los vehículos ensamblados en EE.UU. se verían afectados, ya que muchas de sus piezas son extranjeras y están sujetas a aranceles.
En una entrevista a las Mañanas de RNE, el portavoz de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones, Félix García, señalaba a los consumidores estadounidenses como los más perjudicados por estos gravámenes. "El 60% de las piezas de un coche hecho en EE.UU. vienen de fuera y van a estar gravadas en un 25% [salvo si proceden de Canadá y México] (…) ningún fabricante va a poder asumir este coste, por lo que trasladará el precio final al cliente", subrayaba.
Trump, en cambio, ha quitado hierro a la posibilidad de un encarecimiento en el coste de vida. "Me da igual que suban los precios, porque la gente va a empezar a comprar coches estadounidenses", declaraba el último fin de semana tras aseverar que la medida era "inamovible". "Si produces en Estados Unidos, no pagarás aranceles", recordaba Leavitt el martes.
La Casa Blanca defiende la medida como un intento de nivelar el comercio global y recuperar la manufactura local, pero economistas advierten que podría frenar el crecimiento económico. La entidad financiera Wells Fargo calcula que los nuevos aranceles automotrices, sumados a los ya existentes sobre el acero y el aluminio, agregarían 0,4 puntos porcentuales a la tasa de inflación anual, elevándola al 2,8%. Un arancel global dispararía las estimaciones.

Ante este supuesto, el Sistema de la Reserva Federal podría verse obligada a modificar su estrategia. Normalmente, ante una desaceleración económica, suele bajar las tasas de interés para estimular la actividad. Pero si la inflación sigue en aumento, existe la posibilidad de que evite intervenir, lo que estancaría el crecimiento.
Trump, contra el sentido común
Con su ola de medidas proteccionistas, la administración Trump ha instaurado una era de transformaciones políticas y económicas sin precedentes en la política exterior estadounidense. El think-tank Atlantic Council define este giro como una "revolución del sentido común".
Más allá del plano comercial, los giros de la diplomacia estadounidense, como poner en tela de juicio su paraguas de seguridad en Europa, mostrar ambiciones expansionistas en Groenlandia y Canadá; o los acercamientos inéditos con Rusia, ha dejado clara la intención de redefinir su posición en el mundo.
Varios países ya han manifestado su creciente preocupación por la fiabilidad de Estados Unidos ante el desprecio de la Administración por sus históricos aliados. En especial hacia la UE, con el vicepresidente J.D. Vance como la figura más crítica del Ejecutivo. En sus últimas intervenciones, ha desestimado el Estado de derecho europeo o ha cuestionado su capacidad de defensa y seguridad.
Incluso en su vecindario, el recelo es palpable. El nuevo primer ministro canadiense, Mark Carney, declaró en sus primeros días en el cargo que "EE.UU. ya no es un socio confiable".
Mientras tanto, Ucrania, en su momento la protegida de la Administración Biden, ha sufrido graves altibajos en sus relaciones con Washington desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Los desencuentros con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, así como los coqueteos con Rusia, han puesto en tela de juicio la credibilidad estadounidense como negociador neutral en la guerra.
El modus operandi de Trump evidencia una visión de suma cero de la diplomacia, donde la coerción y la negociación lo son todo para la consecución de sus objetivos. "Soy un hombre de negocios, no un político; y por eso soy el único capaz de resolver los problemas de la nación", proclamaba ya en 2015.
El alcance arancelario de Trump
La guerra arancelaria de Trump comenzó a principios de febrero, para intensificarse en marzo y culminar en el actual 'Liberation Day'. Estas han sido sus medidas principales hasta entonces:
- 3 de febrero: EE.UU. impone un arancel adicional del 10% a China. Pekín responde con un 15% sobre bienes clave como petróleo, maquinaria y productos agrícolas.
- 3 de marzo: Trump eleva los aranceles hacia el gigante asiático hasta el 20%. Nuevamente, China establece gravámenes adicionales del 15% a importaciones clave como pollo, trigo y algodón, además de restricciones a 15 empresas estadounidenses.
- 4 de marzo: Gravamen del 25% sobre importaciones de México y Canadá, con excepción de los productos energéticos y la potasa, gravados con un 10%. Canadá anuncia nuevos costes sobre productos estadounidenses por valor 21.000 millones de dólares.
- 12 de marzo: Washington grava con un 25% el acero y aluminio europeos. La UE reacciona con aranceles del 50% al whisky, motocicletas y soja. Trump contraatacó el 13 de marzo amenazando con un arancel del 200% sobre el alcohol europeo, entre ellos el vino y champán españoles. Por el momento, no ha cumplido sus advertencias.
- 24 de marzo: Aranceles del 25% a países que compren energía a Venezuela. El 30 de ese mismo mes revoca el permiso a Repsol y a otras petroleras que exportan crudo y derivados del país sudamericano.
- 26 de marzo: Trump confirma aranceles del 25% a la industria automotriz para el 3 de abril, lo que afectará a la mitad de los vehículos vendidos en EE.UU.