¿Por qué es tan complejo de entender el periodismo económico?
- ¿Por qué resulta tan complejo de entender el periodismo económico? ¿Cómo influyen estas noticias en nuestro día a día?
- María Vega, periodista económica y autora de Toda la cultura financiera que no te enseñaron en el colegio, lo explica en Economía de bolsillo
El Banco Central Europeo (BCE) mantiene los tipos de interés al 2%. La inflación sube en octubre en España. El euríbor repunta. El déficit público nacional cae a 27,478 millones hasta agosto. El PIB crece un 0,6% en el tercer trimestre del año. Y así podríamos seguir. Ni la actualidad económica descansa ni los titulares frenan su crecimiento.
Las cifras, los porcentajes y los verbos en condicional cambian —diaria, mensual, trimestral o anualmente—, pero la sensación es la misma: la economía habla su propio idioma. Suena familiar, lo escuchamos constantemente, sin embargo, no muchos lo entienden.
Pocas veces su lenguaje será tan directo como el del célebre "Haremos todo lo que sea necesario para preservar el euro, y créanme, será suficiente" pronunciado el 26 de julio de 2012 por el entonces presidente del BCE, Mario Draghi. La claridad, en economía, es la excepción. Lo habitual son los "farfullos". "Desde que trabajo en un Banco Central, he aprendido a farfullar con gran incoherencia. Si les parece que soy excesivamente claro, seguramente hayan entendido mal lo que dije", ironizaba en su momento Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos desde 1987 hasta 2006.
La traducción —realizada en Economía de bolsillo, con Lourdes Castro, por la periodista especializada María Vega— es la siguiente: "Con sus palabras, un banco central es capaz de mover la bolsa en cuestión de segundos. Sus políticas de comunicación son una herramienta monetaria no convencional. De manera intencionada, sus presidentes tienen que farfullar para que sean palabras interpretables que permitan mover un poquito el mercado, pero sin ser tan claras como las de Draghi, que muevan el mercado y nuestras vidas de manera drástica".
Porque, aunque el ruido y los tecnicismos impongan su poder en las páginas color salmón, no hay que olvidar que, más tarde o más temprano, sus columnas nos afectarán. "Hay un desfase entre lo que anticipan las bolsas y lo que vemos los ciudadanos nuestros bolsillos, pero toda la economía financiera impacta en la economía real", sostiene Vega.
Y sí, el ya icónico "whatever it takes" del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2025 se entendió sin necesidad de intérprete. No hubo cultismos ni rodeos. Fueron veinte palabras en inglés que se entendieron en cualquier idioma. Ahora, incide Vega, no solo basta con captar el mensaje, también hay que descifrarlo. Y cuestionarlo. Y analizarlo con criterio porque, del dicho al hecho, puede haber un trecho.
"Las palabras de Draghi se interpretaron de manera positiva, pero existía la duda de hasta dónde los mercados se las iban a creer", recuerda Vega. En ese caso funcionó y "tuvo la credibilidad suficiente", pero... ¿y si no hubiera sido así?
Nunca lo sabremos. No sucedió. Sin embargo, la reflexión y la advertencia se le quedó grabada. Tal y como detalla en su manual Toda la cultura financiera que no te enseñaron en el colegio, "no debemos creer siempre a los gobernantes de turno cuando nos dicen que la economía va bien". Debemos poner de nuestra parte para saber por qué dicen lo que dicen o por qué callan lo que callan.
"Hay páginas salmón más especializadas, pero también tenemos que ser conscientes de que para entender la economía todos tenemos que hacer un pequeño esfuerzo", asegura. Para ello, primero "hay que pedirle a los medios que divulguen y a los economistas, que tienen un lenguaje muy duro y frío, lo mismo". Después, "son los ciudadanos quienes se deben acercar a ese mundo".
El objetivo no es convertirse en experto de la noche a la mañana. Es imposible. "En economía nada es simple. Todo tiene su punto de complejidad", recuerda al periodista. Y si bien "no quiere decir que no se pueda entender", tampoco existen "soluciones mágicas ni para salir de las crisis" ni para salir del desconocimiento teórico. Se requiere tiempo, ganas y paciencia.
Un esfuerzo de los medios, los economistas y los ciudadanos
"Cuando te paras a pensar en los conceptos sobre política monetaria y te los explican bien; los entiendes e incluso te acaban resultando agradables, fáciles y accesibles. Pero es algo que cuesta porque tienen un punto de dificultad que no es menor", reconoce Vega.
El objetivo, por lo tanto, es lograr que el lector adquiera una educación práctica y sea capaz de usar las herramientas de las que goza a su disposición de manera eficaz y segura.
Se trata, por ejemplo, de saber ahorrar en tiempos de bonanza para tener colchón en las crisis; de leer la letra pequeña al contratar un crédito; de no demonizar el préstamo cuando es una inversión; y, sobre todo, comprender que los economistas y los medios ofrecen piezas del puzzle, no verdades absolutas.
"Esto es un reto para los ciudadanos, porque cada vez vivimos un mundo más polarizado y cada vez los mensajes que se intentan lanzar son más simples", avisa la periodista. O sesgados.
Una misma cifra, aparentemente de una misma fuente, genera dos titulares distintos. "La economía se frena" o "La economía se consolida". ¿Cuál es verdad? Ambos, depende de las gafas con las que se mire. "Si el conjunto del año ha ido muy bien, pero en los últimos tres meses no y quiero ser crítica con el momento económico, puedo titular con el PIB trimestral. Si quiero ser optimista optaría por el del conjunto del año", explica Vega.
"Es una obligación de los periodistas seleccionar el titular, pero en un mundo en el que todo se mueve a golpe de red social con mensajes cortos y rápidos, es difícil entender todas las noticias con una visión asentada sin quedarse solo con un dato", lamenta. "Porque un dato —añade—puede ser bueno y malo a la vez. Ambos pueden estar diciendo la verdad, lo que ocurre es que no te están diciendo toda la verdad. Te están guardando una parte de la información", concluye.
Economía de bolsillo