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Veinte años del corralito, la crisis económica y social que aún se nota en Argentina

  • Argentina sigue en una profunda crisis económica, con la deuda pública y la inflación desbocadas
  • El principal cambio, tras el corralito, es que un peso argentino dejó de equivaler a un dólar estadounidense

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Veinte años del corralito en Argentina

Hace 20 años, Argentina se enfrentó a una profunda crisis económica y social que cambió su historia y de la que aún no se ha recuperado. El corralito intentó atajar la fuga de capitales que desangraba las finanzas del país austral, pero ya era demasiado tarde.

Los problemas estructurales de la economía estallaron y el corralón acabó con la ficción de que un peso argentino valía lo mismo que un dólar estadounidense. Precisamente, la escena final de una película de 2000, Nueve Reinas, con manifestantes indignados ante las puertas de un banco que no pueden recuperar su dinero anticipó las imágenes que un año después darían la vuelta al mundo.

¿Qué supuso el corralito?

El 1 de diciembre de 2001 se publica el decreto 1570/2001 con el que el ministro de Economía neoliberal Domingo Cavallo toma su última y más grave decisión, dentro del gabinete de Fernando de la Rúa, y restringe el dinero circulante en una medida inédita en el mundo:

1. No se podrán sacar más de 250 pesos o dólares en efectivo, por semana, del total de las cuentas bancarias de las que se sea titular.

2. Las retiradas de efectivo se realizarán en pesos o dólares indistintamente y los bancos no podrán cobrar comisión por el cambio de moneda.

3. No habrá restricción a los movimientos de fondos entre cuentas bancarias.

4. Se prohíben las transferencias al exterior, salvo autorización del Banco Central de la República Argentina (BCRA).

En aquel momento, no estaba extendido el uso de tarjetas de débito para las compras cotidianas y ocurría lo mismo con las tarjetas de crédito, ya que muchos comercios no las aceptaban o aplicaban recargos, por lo que el corralito frenó en seco la cadena de pagos y tuvo un fuerte impacto en la economía informal. Los ingresos de pequeños comercios, taxistas o empleadas domésticas dependían del dinero en efectivo lo que desencadenó cierres, quiebras y más paro.

La norma entró en vigor el lunes 3 de diciembre y establecía un periodo de vigencia de 90 días, pero las restricciones duraron un año, no se levantaron hasta el 2 de diciembre de 2002. Unos 70.000 ahorradores emprendieron acciones judiciales para intentar recuperar su dinero.

¿Qué fue el corralón?

El 1 de enero de 2002, el nuevo presidente Eduardo Duhalde, horas después de jurar el cargo, adopta tres medidas decisivas: todos los depósitos bancarios pasan a denominarse en pesos, se revoca el sistema de convertibilidad por el que un peso equivalía a un dólar y se devalúa el peso argentino.

La pesificación se conoce con el nombre de corralón, puesto que todos los dólares ingresados en los bancos argentinos se convertían en pesos perdiendo buena parte de su valor. Así, el nuevo tipo de cambio establece una equivalencia de 1,4 pesos por cada dólar.

Estas tres medidas fueron más negativas para los argentinos que el corralito y supusieron una transferencia de riqueza de los acreedores a los deudores, ya que las deudas disminuyeron considerablemente su valor. La devaluación del peso fue brutal ya que el tipo de cambio nominal subió un 200 % de enero a junio.

Se aumentaron los impuestos y se recortó el gasto público. La economía pasó de la recesión a un colapso total y absoluto. La consecuencia fue que más de la mitad de la población argentina cayó por debajo del umbral de la pobreza.

¿Cómo evolucionó la pobreza?

En la primera ola de pobreza de los años 90, las privatizaciones y ajustes en el sistema estatal producen una salida masiva de empleados públicos (150.000 personas en tres años), además gran parte del tejido industrial se queda sin trabajo, lo que dispara el desempleo.

Segunda ola: entre 1992 y 1995 la pobreza aumenta del 21,9 % al 28,8 %, mientras que se mantiene relativamente estable entre 1995 y 1998.

La economía entra en recesión a partir de 1998, desde esa fecha la pobreza pasa del 30 % a más del 57 % en la tercera ola, lo que destruye buena parte de la clase media. Mientras que en 1992 el individuo mediano podía adquirir dos veces la cesta básica de la compra, en el 2002 solo podía comprar el 90 % de esa cesta.

Trece millones de personas vivien en Argentina en una situación de pobreza extrema. Ésto ha llevado al Gobierno a poner en marcha un plan de emergencia de más de 200 millones de euros cuya gestión critican las ONGs, que aseguran que el dinero no llega a muchas regiones donde la situación es un drama (26/09/09).

En lo referente a la desigualdad, de 1990 a 2003 el índice Gini crece de manera sostenida de 0,441 a 0,538 (el 0 significa la igualdad perfecta, todos tienen los mismos ingresos, y el 1 la máxima desigualdad, una persona acapara toda la riqueza). A modo orientativo, en España este índice se sitúa en el 0,321. La mejor situación de la madre patria hizo que muchos argentinos hiciesen la maleta y emigraran.

¿Qué alcance tuvo el estallido social?

Las restricciones para retirar el dinero depositado en los bancos fueron decretadas el sábado 1 de diciembre de 2001 y entraron en vigor dos días después, el lunes 3 de diciembre. El descontento social se canalizó en manifestaciones y caceroladas que luego dieron paso a saqueos y disturbios callejeros.

En la represión policial de las protestas populares murieron casi 40 personas en todo el país. Las jornadas más violentas fueron las del 19 y 20 de diciembre. El Gobierno reacciona y declara el estado de sitio, pero la presión de la calle no ceja. El entonces presidente Fernando de la Rúa, fallecido en 2019, abandona la Casa Rosada en un helicóptero entre los aplausos de los manifestantes en una icónica imagen.

De la Rúa abandona en helicóptero la Casa Rosada

De la Rúa abandona en helicóptero la Casa Rosada. Edgardo Gómez/ EFE Archivo

Tras la estampida de De la Rúa y antes de que terminara el mes de diciembre, se suceden tres presidentes más de la República (Ramón Puerta, Adolfo Rodriguez Saá y Eduardo Camaño) que acaban renunciando por la presión social. En su breve mandato interino, que no duró más de una semana, Rodríguez Saá declara la mayor suspensión de pagos de la historia, por un valor de 102.000 millones de dólares.

¿Qué papel jugó el FMI?

El FMI (Fondo Monetario Internacional) hizo un último préstamo a Argentina en agosto de 2001, que sirvió para aumentar las reservas de los bancos centrales, pero su efecto no duró mucho.

En noviembre de 2001, el Fondo Monetario Internacional y los mercados internacionales cierran el grifo y se niegan a dar nuevos préstamos a la Casa Rosada.

El 5 de diciembre, el FMI anuncia oficialmente que no prestará más dinero a Argentina hasta que el país cumpla con el déficit cero y el Presupuesto Nacional, e incluso sugiere en una carta el relevo del ministro de Economía, un hecho poco habitual.

Sin la confianza del organismo internacional, el fin era inevitable, se habían unido tres crisis, de deuda, bancaria y de tipo de cambio. Años después el Fondo volvió a prestar dinero a Argentina.

¿Cuál fue el origen de la crisis argentina?

En abril de 1991, Argentina adopta la ley de convertibilidad, con Cavallo de titular de Economía y Carlos Menem de presidente, que consistía en un tipo de cambio fijo de un peso por un dólar. El país se recupera de la hiperinflación sufrida de 1989 a 1990, logra la estabilidad de precios, el crecimiento y el aumento de las reservas internacionales, una etapa que dura hasta 1994.

La norma también decreta la independencia del Banco Central, prohíbe préstamos al gobierno y a empresas estatales, con el fin de generar confianza a largo plazo en el peso.

Argentina necesitaba capital extranjero, por lo que elige la movilidad de capital, un tipo fijo y renuncia a la independencia de su política monetaria.

Con un descenso de los tipos de interés, convergencia con los tipos mundiales, y la credibilidad del compromiso anti inflacionista, se pone en marcha la economía, con un gran estímulo del consumo doméstico y la inversión privada, lo que favorece la demanda.

Un talón de Aquiles es el desequilibrio de la balanza comercial puesto que las exportaciones aumentan un 115 % durante el decenio del plan, pero las importaciones crecen mucho más, un 320 %, según la Secretaría de programación económica y regional.

¿Qué impacto tuvo el “efecto tequila”?

En 1994, un aumento en las tasas de interés de Estados Unidos reduce la liquidez mundial en lo que se conoce como “efecto tequila”. México fue el país más afectado, tuvo que renunciar al tipo de cambio fijo y devaluar. Argentina pudo haber hecho lo mismo, pero prefirió esperar.

Los diferenciales de las tasas de interés se amplían para Argentina, debido a las primas de moneda y del país, lo que eleva los intereses de los hogares. Se produce retirada de depósitos bancarios, desplomes bursátiles y caída de las reservas del BCRA.

No fue el único ataque especulativo contra la moneda argentina, también sufrió la crisis asiática en 1997 y la devaluación del real brasileño en 1998. En todos los casos el Banco Central evitó la devaluación y mantuvo el tipo de cambio fijo, pero a costa de un alto precio.

La gente temía que los bancos quebrasen y empezaron a retirar dinero. Si querían pesos, los préstamos del regulador ayudaban, pero si eran dólares, el BCRA tenía que recurrir a sus reservas, por lo que estas cayeron. Los argentinos cambiaron pesos por dólares y los llevaron al extranjero a países más seguros.

¿Cómo fue la fuga de capitales?

La fuga de capitales acentuó los problemas estructurales de Argentina con un Estado débil y altamente endeudado, una industria desmantelada, tras la oleada de privatizaciones, y una sociedad cada vez más pobre. El dinero se refugió principalmente en Estados Unidos, con casi el 77 %, en segundo lugar, Uruguay con el 8,2 %, seguido por Bélgica, Reino Unido y Japón.

Solo en el año 2001 la fuga de capitales rondó el 20 % del PIB argentino, según la Comisión Especial Investigadora sobre la fuga de Divisas, es decir, casi 15.000 millardos de dólares salieron del país suramericano.

En marzo de 2001, con la renuncia del ministro de Economía Machinea vuelan 119 millones de dólares al día. En la segunda quincena de julio, la propuesta de “déficit cero” hace huir una media de 66 millones diarios. En la primera semana de octubre, la derrota electoral de la Alianza desemboca en 91 millones al día. El 30 de noviembre, el día antes del corralito, la fuga es de 143 millones de dólares en una jornada.

El 30 de noviembre la fuga de capitales es de 143 millones de dólares en un día

Las entidades que más dinero transfirieron al exterior fueron el Banco de Galicia y Buenos Aires (3.370 millones de dólares en 2001), el HSBC con 2.951 millones y el ABN Amro Bank (1.590 millones).

La disminución de la oferta de dinero ahonda aún más la recesión y genera una fuerte pérdida en la recaudación de impuestos. Varios gobiernos provinciales emiten sus propios bonos para pagar a los empleados públicos: bonos patacones, LECOP, LECOR, etc.

La fuga de capitales continuó en los años venideros. En plena crisis financiera por el estallido de las hipotecas subprime en Estados Unidos, en 2008, salieron de Argentina 7.786 millones de dólares, según el Instituto Nacional de Estadística.

¿Hubo alternativa al corralito?

El consenso de los economistas señala que el corralito pudo haberse evitado con el abandono, a tiempo y de manera ordenada, del sistema cambiario de tipo fijo que establecía la paridad del peso con el dólar y obligaba a recurrir a la financiación externa al no poder devaluar la moneda. El país austral tuvo tres claras oportunidades en forma de crisis internacionales: el “efecto tequila”, la crisis asiática y la crisis del real brasileño.

Argentina también tendría que haber afrontado los problemas estructurales de su economía, intentando evitar el déficit, lograr el equilibrio presupuestario y el saneamiento de las finanzas públicas. Otro de los males endémicos del país es la corrupción política, se estima que el matrimonio Kirchner durante sus años en el poder quintuplicó su patrimonio personal.

La presidenta Cristina Fernández dispone de una fortuna de algo más de siete millones de euros. En Argentina, los funcionarios públicos están obligados a presentar, cada año, una declaración jurada de sus bienes y de sus ingresos.

Pese a todo, Cristina Fernández de Kirchner ha salido indemne de todos los procedimientos judiciales para investigar su supuesto enriquecimiento ilícito. La última decisión de un tribunal ha sido sobreseer las causas Hotesur y Los Sauces contra la expresidenta (2007-2015) y actual vicepresidenta argentina y sus hijos, Máximo y Florencia Kirchner, por lavado de dinero.

¿Qué secuelas dejó el corralito?

El PIB retrocedió un 10,9 % en 2002, con una tasa de pobreza del 57,5 % y un paro del 24,1 %, casi tres de cada cinco argentinos eran pobres y uno de cada cuatro estaba desempleado. En los años siguientes reestructuró su deuda en varias ocasiones y nunca ha recuperado la confianza de los inversores.

Viendo la Argentina de hoy día, una de las llamadas economías emergentes, con tasas de crecimiento del ocho por ciento anual, resulta difícil imaginar que hace diez años vivió la peor crisis de su historia moderna. Fue el llamado "corralito", la drástica medida adoptada por el Gobierno para evitar la fuga de capitales, cuando el país estaba en bancarrota. De hecho, el Estado acabó suspendiendo el pago de su gigantesca deuda externa. Recuperamos hoy aquellas imágenes de largas colas a la puerta de los bancos y de protestas en las calles y el relato de algunos de los protagonistas de aquel momento.

Argentina volvió a sufrir una profunda recesión entre 2018 y 2020, sigue endeudada, con una alta inflación y desequilibrios fiscales. El FMI prestó de nuevo 50.000 millones de dólares al país, cuyos vencimientos no puede afrontar, y ahora intenta renegociar la deuda.

Las autoridades han recurrido a la máquina de hacer dinero para financiarse lo que dispara la inflación, cuya media anual se ha situado por encima de los dos dígitos desde 2002. Así, Argentina sigue bailando el tango en un círculo sin fin y acabará 2021 con una subida de precios cercana al 50 %, superior al 41 % con el que cerró el año del corralón.