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¿Y si toca? Comprar lotería de Navidad para no quedarse fuera de juego

  • La posibilidad de que el premio pueda tocar a personas de tu entorno es un factor clave para dar el paso
  • Pese a que la posibilidad de ganar el Gordo es mínima, los psicólogos aluden al factor emocional y el "ritual social"
Un grupo de personas celebran en el club de baloncesto Distrito Olímpico de Madrid el Gordo de la Lotería de Navidad 2024
Celebraciones en el club de baloncesto Distrito Olímpico de Madrid por la Lotería de Navidad 2024 EFE/Borja Sánchez-Trillo

¿Y si toca? La pregunta, bandera de campañas publicitarias de Loterías y Apuestas del Estado, ronda estas semanas en la cabeza de muchos potenciales compradores de un décimo para el sorteo de Navidad, arrastrados en una vorágine social que mezcla tradición e ilusión a partes iguales.

Pocos quieren o pueden escaparse de este sorteo, ya que estudios como el Informe Juego y Sociedad, elaborado por el Consejo Empresarial del Juego (CEJUEGO) evidencian que tres cuartas partes de los españoles tientan a la suerte el 22 de diciembre, una proporción sin parangón en otros países.

La costumbre es la motivación más citada en este estudio, por un 90% de las personas entrevistadas, pero entre las razones se cuelan otras menos evidentes como la “envidia preventiva”, o lo que es lo mismo, comprar por el miedo a quedarse al margen de un hipotético Gordo en el entorno más inmediato.

Comprar aunque no quieras

Dos terceras partes señalan a esta “envidia”, que se deja notar en contextos de trabajo, grupos de amigos o en los lugares públicos más frecuentados, desde el bar al gimnasio. Casi la mitad de los compradores admite que adquirió lotería porque se la ofrecieron en el trabajo o en comercios, pese a que también reconoce que hubiese preferido no hacerlo.

Es el caso de Pablo, que tras pasar por varios empleos se declara incapaz de romper lazos en lo que a lotería se refiere, aunque haya pasado ya una década del primero de ellos. “No la pido, pero una vez que me avisan, ya no hay vuelta atrás”, señala.

También confiesa haber sucumbido a la tentación del número de la piscina pública a la que acude asiduamente y al de una competición de natación en la que participa todos los años –“este año una participación en vez de un décimo, que ya es un avance”, bromea—.

Pero, ¿por qué comprar a sabiendas del esfuerzo económico que conlleva y las escasas perspectivas de éxito? “Quiero anticiparme a esa posible sensación futura de frustración y, entonces, termino claudicando”.

Un ritual social que apela a la emoción

El psicólogo Pablo Ruisoto, doctor en neuropsicología clínica y director del grupo de investigación Neurociencia Cognitiva y del Comportamiento en la Universidad Pública de Navarra, explica en una entrevista a RTVE Noticias que “comprar lotería es un ritual social”, un acto colectivo en el que la lógica no siempre lleva el timón de la toma de decisiones.

En el caso de la lotería de Navidad, añade, está vinculado a “una sensación de pertenencia”, y es aquí cuando puede aparecer una “presión social” para adaptarse al grupo. El “comportamiento esperado” en tu grupo de amigos, en tu familia o en el barrio pasa por seguir la corriente y tentar a la suerte, aunque la parte racional asuma que la estadística juega en contra.

Una administración loteria de Logroño celebra haber reparido el Gordo de la Lotería de Navidad de 2024

Una administración de Logroño celebra haber repartido el Gordo de la Lotería de Navidad EFE/Raquel Manzanares

De fondo, subyace lo que la psicología describe ahora como FOMO, que no es otra cosa que el miedo a quedarse excluido (‘fear of missing out’, en inglés) de planes o, en este caso, de la alegría colectiva. Verse o sentirse apartado y, en última instancia, “castigado”, apunta Ruisoto, con el añadido de que si a otras personas cercanas les toca la lotería y a ti no, el castigo es tan tangible como la pérdida (o no ganancia) de hasta 400.000 euros.

“No es tanto por creer en la recompensa” como por el hecho de que “no quiero ser el único que no gane”, advierte, recordando precisamente que gran parte del éxito de campañas publicitarias como las de Loterías pasa por apelar a las emociones, a la mera posibilidad del premio aunque esta sea ínfima.

¿Por envidia o por miedo?

De hecho, la probabilidad de ganar el Gordo es de una entre 100.000, es decir, de un 0,001%, pero la estadística queda en un segundo plano dentro de lo que el profesor Eduardo Correa, director del programa Comportamiento del Consumidor e Investigación de Mercados de la EAE Business School de Madrid, también viene a describir como un “baile de emociones”. En juego está “la búsqueda de la felicidad”.

Para Correa, sumarse a la masa y agarrarse al ‘por si acaso’ no deriva tanto de la envidia, como apunta el citado estudio, como del “miedo”. “El miedo a perder la oportunidad”, el temor a ver el “éxito” ajeno desde lo que se percibiría como un “fracaso” propio, asevera.

No se trata, por tanto, de proyectar una visión negativa sobre el entorno inmediato como de la ilusión última de formar parte de un éxito colectivo y de no perder ningún tren, social y económico. “No deseo enfrentarme a ‘tuve la oportunidad delante y no lo conseguí’”, añade al resumir el pensamiento que lleva a muchos a dar el paso.

Aun así, celebrar no tiene por qué ser la primera reacción, ya que hay emociones “que necesitan tiempo y maduración”, un reposo que a corto plazo quedaría sepultado por tristeza o incluso enfado. “No estar en esa fiesta, no estar con los ‘nuestros’, eso duele”.

RTVE

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