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Análisis

Brasil se encamina a un año electoral sin Bolsonaro, pero con bolsonarismo

  • Dentro de algo más de un año, el 4 de octubre, el país latinoamericano celebra elecciones presidenciales
  • Tras la condena al expresidente por golpismo, la derecha brasileña acelera la carrera para elegir un candidato
Brasil: un 2026 sin Bolsonaro, pero con bolsonarismo
Silueta del expresidente brasileño Jair Bolsonaro tomada en Brasilia el 20 de febrero de 2025 EVARISTO SA / AFP
MIGUEL ÁNGEL SUÁREZ (RNE)

Queda poco más de un año para las elecciones presidenciales en Brasil. Serán el 4 de octubre de 2026 y habrá una segunda vuelta el 25 si ningún candidato obtiene la mayoría absoluta en la primera. Serán las primeras elecciones presidenciales desde 2018 en las que no estará Jair Messias Bolsonaro.

El expresidente pasará a la historia de su país, pero por motivos muy distintos a los que deseaba. El pasado 11 de septiembre, se convirtió en el primer expresidente de la República en ser condenado por intento de golpe de Estado, además de por organización criminal, abolición violenta del Estado democrático de derecho, daño cualificado y deterioro del patrimonio.

Como líder de la trama golpista, el expresidente recibió la condena más alta de los ocho juzgados, todos altos cargos militares y exministros, figuras centrales de su Ejecutivo (2019-2022). Por cuatro votos a uno, los jueces que formaban el grupo del Supremo Tribunal Federal condenaron a Bolsonaro a 27 años y tres meses de cárcel.

La decisión del máximo tribunal era esperada, pero sacudió el panorama político de Brasil, aunque la sociedad la asumió con una sorprendente tranquilidad.

¿Amnistía o perdón presidencial?

Incluso antes de la condena por el intento de golpe de Estado, Bolsonaro ya no podía aspirar a ser candidato a nada, ya que desde 2023 ya era inelegible por un periodo de ocho años, hasta 2030. Cinco de los siete jueces del Tribunal Superior Electoral le inhabilitaron por abuso de poder durante su presidencia. En concreto, por cuestionar el sistema de voto electrónico que se usa en el país, el mismo que le dio la victoria en 2016. Lo hizo numerosas veces, pero lo que le llevó a ser condenado fue que lo dijese en una reunión con embajadores extranjeros antes de las elecciones de 2022, cuando ya se preveía su derrota.

La condena es el adiós definitivo a cualquier aspiración política del exjefe de Estado. A pesar de ello, y ya desde antes de la de la sentencia contra la cúpula golpista, había un debate abierto sobre si es posible o no la aprobación de una amnistía para todos los condenados: los recientes, como integrantes de esa trama organizada, y los cientos de ciudadanos condenados ya por el asalto, el 8 de enero de 2023, en la Plaza de los Tres Poderes, en Brasilia, a las sedes del Congreso Nacional (Cámara de Diputados y Senado), el Supremo Tribunal Federal y el Palacio del Planalto, la sede de la presidencia.

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El bolsonarismo no se rinde y se sigue aferrando a cualquier posibilidad de reparar lo que consideran una injusticia, liderada por el STF y especialmente por Alexandre de Moraes, sancionado por Estados Unidos -ya antes de la condena- por lo que el presidente Donald Trump considera una "caza de brujas" contra Bolsonaro.

Una de las posibilidades sería el indulto colectivo concedido por el presidente de la República, que se contempla en el Código Penal, y otra la gracia presidencial, que permite un perdón individual. Estas opciones son posibles, según el politólogo y profesor de la Fundación Getúlio Vargas de Sao Paulo, Claudio Gonçalves. El experto recuerda el precedente del indulto en 2022, por el propio Bolsonaro, al diputado Daniel Silveira, condenado a ocho años y nueve meses de cárcel por pedir una intervención militar, amenazar a los jueces del Supremo y pedir su clausura y la del Parlamento.

El Supremo consideró que el perdón para casos como ese, de atentado contra el Estado democrático de derecho, no era posible. Y durante el juicio contra Bolsonaro y sus colaboradores, Alexandre de Moraes dejó claro que no cabe la amnistía para crímenes contra la democracia.

Posibles candidatos de la derecha y la ultraderecha, como los gobernadores de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas; de Goiás, Ronaldo Caiado; o de Minas Gerais, Romeu Zema, ya han prometido que, si son elegidos, aprobarán un perdón presidencial. Gonçalves subraya que el Supremo respondería judicialmente a esas medidas, que podrían ser declaradas inconstitucionales.

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Otras opciones

Otra vía sería una amnistía aprobada por una ley federal en el Congreso, que eliminaría todas las penas. Pero, aun en la hipótesis de que se aprobase, la última palabra también sería del STF.

La oposición derechista ha presionado al presidente de la Cámara de los Diputados, Hugo Mota, del partido Republicanos, para que incluya en la agenda parlamentaria el proyecto de ley de amnistía. A partir de ahora, el pulso será por el alcance de las posibles medidas: para el Partido Liberal, al que pertenece Bolsonaro, el objetivo sería un perdón amplio, que beneficiase también al expresidente.

Otras formaciones apuestan por opciones más limitadas, como una reducción de penas para los ciudadanos condenados con anterioridad, especialmente por el asalto a la plaza de los Tres Poderes, en la Avenida de los Ministerios de Brasilia, el 8 de enero de 2023, cuando, siete días después de la asunción del poder de Lula da Silva, miles de personas que cuestionaban el resultado electoral y pedían a Bolsonaro que recuperase el poder con un golpe militar, entraron en las sedes del Parlamento, del Supremo y del Palacio del Planalto y provocaron graves destrozos.

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En el Senado, su presidente, Davi Alcolumbe, del derechista Unión Brasil, impulsa una alternativa en esa línea, que mantendría al menos parte de las penas a los organizadores y financiadores de la tentativa golpista, pero que reduciría o eliminaría las de los condenados de a pie.

Claudio Gonçalves afirma que "hay sectores en el Congreso, sobre todo en la Cámara de los Diputados, más que en el Senado, que entienden que la amnistía puede ser una salida para evitar la radicalización de la contienda política en los próximos meses, hasta las elecciones del próximo año". Un sector de los conservadores pragmáticos, que no tienen la amnistía como una prioridad, podría apoyarla a cambio de algún tipo de medidas, como lograr una mayor protección de los políticos frente a investigaciones sobre corrupción por parte del Supremo. Por ello, la amnistía "no está descartada", asegura Gonçalves. Pero, a pesar de la mayoría conservadora en el Congreso, tampoco se puede dar por hecha.

La importancia del gran centro

La clave, como para casi todo en la política brasileña, está en el centrão, que "son muy calculadores para aprobar lo que les conviene en cada momento", señala Gonçalves.

El llamado popularmente centrão, o gran centro en castellano, es un grupo de partidos de derechas que juega un papel clave en ambas cámaras legislativas, y que serán decisivos no solo para la aprobación o no de una posible amnistía, sino para la viabilidad parlamentaria de las iniciativas del Gobierno, del actual y de los que vengan.

Son varios los partidos que forman parte del Gobierno que lidera Da Silva y que, a la vez, continuamente votan en las cámaras contra sus medidas, casi siempre con división de voto entre sus filas. Es un pulso permanente, una negociación casi diaria que convierte la política brasileña en un gran mercadeo con cámaras legislativas como plazas principales.

La eventual votación en el Congreso de un proyecto de ley de amnistía será un hito, lo que los brasileños llaman un divisor de aguas, que permitirá a Lula ver quién está realmente con el Ejecutivo o contra él y, de paso, definir qué partidos formarían parte de su coalición y de su bloque parlamentario para las próximas elecciones y quiénes se situarían claramente en la oposición.

El debate y posible aprobación de una amnistía provocaría una crisis entre los tres poderes, con el Ejecutivo y el judicial en contra y el propio legislativo, tanto la Cámara de los Diputados como el Senado, divididos internamente sobre la medida. Según una encuesta de Datafolha tras la sentencia, el 54% de los encuestados rechazan una amnistía y el 39% la apoyan.

Un largo año preelectoral

Si bien el expresidente ya no se podía presentar como candidato en 2026 por su inhabilitación anterior, su condena acelerará las maniobras en la derecha y la ultraderecha brasileñas para intentar definir el escenario. De hecho, las tensiones entre esos dos sectores, latentes o muy explícitas en los últimos años, se intensificarán de nuevo en breve en la lucha para lograr cuotas de poder.

Lula da Silva regresó al poder en 2023 tras crear un amplio frente de apoyo que reunía a partidos situados a la izquierda y a la derecha del suyo, el Partido de los Trabajadores, para evitar un segundo mandato de Bolsonaro.

Según las últimas encuestas, el presidente ganaría en la segunda vuelta, no solo al gobernador de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas, sino a otros ocho posibles rivales: desde el propio Bolsonaro, hasta su esposa, Michelle, pasando por sus hijos Flávio y Eduardo Bolsonaro, todos ellos afiliados al Partido Liberal; pero también vencería a los gobernadores de Paraná, Carlos Roberto Massa, conocido como Ratinho Junior (Partido Social Democrático); de Río Grande do Sul, Eduardo Leite (Partido Social Democrático); de Minas Gerais, Romeu Zema (Partido Novo), y al de Goiás, Ronaldo Caiado (Unión Brasil).

Las polémicas sanciones de Estados Unidos contra Brasil y los aranceles del 50% aplicados por la Administración Trump -de los más altos del mundo-, precisamente por el juicio a Bolsonaro, han contribuido a mejorar la imagen del Ejecutivo de Lula da Silva.

La izquierda

Las posibilidades de que se Lula se presente a la reelección son muchas. Para Gonçalves, el actual mandatario aspirará a otra reelección, ya que está bien de salud, ha mostrado interés en ser reelegido y "es el candidato de la más fuerte de la izquierda porque tiene mucha popularidad y es muy conocido".

Tiene, además, la ventaja de que concurre estando en el cargo y, aunque queda un año, vive un momento de cierta recuperación de su popularidad, con la reducción de la inflación, con unos buenos datos económicos y de empleo, y ahora con "la bandera del patriotismo, que no es más de los bolsonaristas o de la ultraderecha, que la han perdido tras apoyar los ataques de Estados Unidos a Brasil".

A pesar de su edad no es un Biden

El investigador de la Fundación Getúlio Vargas Marco António Carvalho Teixeira coincide en que una candidatura de Lula es lo más probable. "A pesar de su edad, no es un [expresidente como Joe] Biden", señala, en referencia a su buen estado de salud.

Si el actual jefe del Estado no se presenta al que sería, si ganase, su cuarto mandato, el abanico de posibles nombres para aspirar a sustituirle es limitado. Serían los del ministro de Hacienda, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores; la ministra de Planificación, Simone Tebet, del centrista Movimiento Democrático Brasileño; y el vicepresidente, Geraldo Alckmin, del Partido Socialista Brasileño y antiguo rival de Lula.

"Todos estos nombres son fuertes, pero no más que Lula, y menos en este momento. Quizá en 2030", cuando Lula no pueda aspirar de nuevo a ser candidato, afirma dice Gonçalves Couto. Para su colega Carvalho Teixeira, el mejor situado ante la ausencia de Lula sería Haddad, pero si él tampoco se presentase la estrategia podría ser optar por alguien que no pertenezca al PT, para aglutinar fuerzas también a la derecha del partido, como ya ocurrió en 2022 cuando lograron vencer a Bolsonaro por un muy pequeño margen. Carvalho dice que "Alckmin sería una apuesta más fuerte que Tebet".

La derecha

En la derecha, incluso con Bolsonaro en la cárcel, el bolsonarismo no desaparecerá, y pondrá precio a su integración en un frente que, en busca de un voto menos extremista, agrupe al mayor número posible de partidos del centrão para arrebatar la presidencia al PT y sus aliados.

Desde los sectores bolsonaristas le exigían al gobernador de Sao Paulo y exministro de Infraestructura con Bolsonaro, Tarcísio de Freitas, gestos más contundentes de apoyo al expresidente y a su entorno frente al juicio. Días antes de la condena, el gobernador paulista aseguró que "nadie aguanta más la tiranía de un juez como Moraes". También criticó el proceso a los golpistas, un juicio, dijo, "por un delito que no existió".

El mayor obstáculo para la candidatura de Tarcísio está en la familia Bolsonaro

Ese movimiento de radicalizar su discurso con ataques al Supremo y al juez De Moraes, intenta romper las resistencias de la familia Bolsonaro y lograr ser su candidato y no solo el de los sectores empresariales, de los mercados y de la derecha en general, para quienes ya lo es de facto.

Muchos dan por hecho que, si finalmente De Freitas opta a ser el candidato a la presidencia y no por la reelección como gobernador, cambiará de partido -algo bastante habitual en Brasil-, pasando de Republicanos al Partido Liberal, en el que militan Bolsonaro y su familia. Será una manera de comprometerse con los sectores más afines al expresidente. Porque, como señala Carvalho Teixeira, "hoy el mayor obstáculo para la candidatura de Tarcísio está en la familia Bolsonaro", que no desiste del nombre del patriarca.

Una posible solución sería que, una vez superadas las reticencias de la familia, o precisamente para lograr superarlas, alguien con el apellido Bolsonaro fuera en la papeleta como candidato a la vicepresidencia. "Para vencer las elecciones, la derecha necesita del voto de la familia Bolsonaro", añade Carvalho Teixeira.

Para Gonçalves Couto, De Freitas "es el candidato más probable de la derecha, y de la derecha radical en particular, del bolsonarismo". De Freitas es también el "candidato favorito de los agentes económicos, del mercado financiero y del empresariado en general. Y también de los liderazgos de muchos de los partidos conservadores y de centro derecha”.

Si De Freitas no se presenta a la presidencia, tendrían opciones otros nombres de la derecha, todos gobernadores, que se están posicionando ya en la línea de salida: Ronaldo Caiado, el más cercano al sector del agro, Romeu Zema o Ratinho Junior, del Partido Social Democrático.