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La precariedad laboral crece con la pandemia y golpea más a jóvenes, mujeres e inmigrantes

  • Tres de cada cuatro jóvenes son precarios y más de la mitad de las mujeres (el 54 %), según un estudio de CC.OO.
  • La precariedad es extrema entre jóvenes, inmigrantes, contratados temporales, parciales y en el sector primario

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Una camarera sirve un café con leche en un bar
Una camarera sirve un café con leche en un bar.

La precariedad laboral ha aumentado en España en los últimos años y nunca se ha recuperado la situación anterior a la crisis de 2008, según un estudio de Comisiones Obreras y la Universidad de Alicante, con microdatos de la Encuesta de Población Activa. Los grupos con peores trabajos son los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes.

En el período 2008-2013 se produjo tanto un aumento de la precariedad multidimensional como global, resultado de la subida del paro por la recesión, la crisis del euro y los efectos de las reformas laborales de 2010 y 2012. En el período expansivo 2014-2019, cae la precariedad global porque baja el desempleo.

La evolución de la EPA sugiere que la pandemia ha provocado un aumento de la precariedad laboral global por el incremento del paro, pero no parece haber provocado cambios de calado en la precariedad multidimensional entre las personas asalariadas.

El estudio arroja "una visión desoladora" del mercado de trabajo, según ha afirmado el catedrático del departamento de Análisis Aplicado de la Universidad de Alicante, Hipólito Simón, durante la presentación del informe, según el que menos de un tercio de los asalariados no sufre ninguna carencia laboral.

Dimensiones de la precariedad

El Índice de Precariedad Multidimensional (IPM) incluye: contrato temporal (20%), salario mensual reducido -menos de 1.200 euros brutos al mes- (20%), salario por hora reducido -6,5 euros en 2019- (20%), jornada parcial involuntaria por no haber podido encontrar un trabajo a tiempo completo (10%), sobrecualificación (10%), jornada laboral extensa -se trabajan más horas de las pactadas en el contrato o en el convenio- (10%) y jornada laboral atípica -en fines de semana, por la noche, a turnos- (10%).

Así, se considera que un asalariado es precario cuando suma un quinto o más de estas carencias laborales. El IPM resume dos componentes: (1) la incidencia de la precariedad, medida por la extensión de las situaciones de precariedad descritas en la población asalariada, y (2) su intensidad, medida por el peso de las situaciones de precariedad que se acumulan.

El 48 % de las personas asalariadas son precarias y solo el 28 % no tienen ninguna carencia laboral. Los factores con mayor incidencia son las jornadas atípicas (36,4 %), la sobrecualificación (28,3 %), la inestabilidad en el empleo (26,5 %) y los bajos salarios mensuales (24 %).

Dato "demoledor"

"Que el 48 % de las personas asalariadas sufra precariedad es un dato absolutamente demoledor", ha afirmado el secretario general de CCOO, Unai Sordo, que ha destacado también el hecho de que el 24 % de los asalariados tengan empleos en riesgo de precariedad.

"La precariedad no es un fallo indeseado del modelo laboral, sino que forma parte intrínseca de él (...) eso tiene que ver con decisiones políticas relacionadas con la normativa laboral y con decisiones empresariales", ha subrayado Sordo, que ha añadido que la elevada tasa de paro "es un elemento disciplinante enorme" que obstaculiza la corrección de la precariedad.

El 54 % del grupo social de las mujeres son precarias, frente al 42,4 % de los hombres. Ellas presentan una mayor incidencia en todas las carencias en comparación con los hombres, excepto en jornadas laborales extendidas y atípicas.

Más precariedad en Canarias y Andalucía

Asimismo, son precarios el 75 % de los jóvenes y el 67 % de las personas inmigrantes. Por comunidades autónomas la incidencia de la precariedad es del 60 % en Canarias y Andalucía.

La intensidad media de la precariedad es del 37,4 %, un nivel severo y que supone una carga de casi dos carencias por persona con un peso del 20 % cada una, o una del 20 % y dos del 10% o cuatro del 10 %.

La intensidad es superior en las mujeres (39,2 %) que entre los hombres (35,2 %). El 8 % de los asalariados tienen una precariedad laboral extrema, igual o superior a un peso del 60 %.

El Índice de Precariedad Multidimensional tiene un nivel severo, lo que se explica en un 30% por la inestabilidad en el empleo y casi en un 27 % por los bajos salarios mensuales.

Precariedad extrema entre jóvenes, inmigrantes y temporales

Este índice alcanza valores extremos entre jóvenes, inmigrantes, personas con un contrato temporal, a jornada parcial, del sector primario u ocupaciones elementales. Asimismo, tiene un nivel intenso en ocupaciones cualificadas, del sector público y la industria.

El Índice de Precariedad Global (IPG) consta de dos componentes: (1) su incidencia, medida como el peso conjunto de las personas asalariadas precarias, desempleadas y desanimadas sobre la fuerza de trabajo extendida, y (2) la severidad de la precariedad, medida por el valor de la distribución relativa de las categorías precarias sobre el conjunto de la precariedad.

La precariedad laboral afecta al 49,5 % de la fuerza de trabajo extendida. El 69 % de este total son asalariados precarios, casi el 29 % parados y algo más del 2 % desanimados.

Más de la mitad de las mujeres son precarias

El 56,7 % de la fuerza de trabajo extendida femenina es precaria frente al 43 % de los hombres. La incidencia relativa de la precariedad global alcanza su nivel más alto entre jóvenes de 16 a 29 años (77,2 %), personas con estudios primarios e inmigrantes (ambas con el 65 %), frente al 46,4 % de los nacionales.

Canarias es la comunidad autónoma con mayor incidencia de la precariedad (62,1 %) y La Rioja la de menor (41,4 %).

Partiendo de un IPG igual a cien en promedio nacional, entre las mujeres el índice se eleva hasta 122 (siendo, por tanto, su precariedad global un 22 % superior a la media), a 149 entre los inmigrantes, 179 entre los jóvenes y 195 entre las personas con estudios primarios o sin estudios.

Por comunidades autónomas, el índice alcanza su nivel más alto en Andalucía, Canarias y Extremadura con un 150 y más bajo en Navarra, País Vasco y La Rioja entre 60 y 70.