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Italia

El naufragio de Calabria, 'la vía de la muerte' del Mediterráneo para escapar de los talibanes: "No tenían otra opción"

  • La mayoría de los pasajeros de la precaria embarcación hundida a escasos metros de la costa eran afganos
  • El resto huía de otros países también castigados como Siria, Palestina, Pakistán, Irán o Somalia

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Restos del naufragio en Calabria
Restos de una barca en el lugar del naufragio en Calabria

El fatídico naufragio de Calabria supone una tragedia más en el Mediteráneo que vuelve a poner de manifiesto las condiciones de vida en los países de origen de las que huyen los migrantes. En esta ocasión, la mayoría de los pasajeros de la embarcación hundida a pocos metros de la costa italiana huía de Afganistán que, gobernado por los talibanes desde hace más de un año y medio, amenaza con convertirse en el epicentro de una de las mayores crisis humanitarias, según la ONU. El resto provenía de otros países también castigados como Siria, Palestina, Pakistán, Irán o Somalia.

"La mayoría no tenía otra opción. Buscaban una vida mejor, aunque hayan acabado encontrando la muerte", explica a RTVE.es Flavia Pergola, trabajadora de Médicos Sin Fronteras (MSF) sobre el terreno. Pergola recuerda la historia de un afgano de 15 años que viajó junto a su hermana. "Ella estaba en peligro por el régimen talibán, así que decidieron correr el riesgo y huir, pero ahora ella está muerta", cuenta. Al principio, el joven no tenía la fuerza necesaria para llamar a sus padres y contarles lo ocurrido.

"Intentó sacar a su hermano fuera del agua, pero acabó muriendo a causa del frío"

Otro joven de unos 22 años procedente de Siria, un país que sufre desde hace 12 años los efectos de una devastadora guerra, vio morir en el Mediterráneo a su hermano pequeño de seis años por una hipotermia. "Después de algunas horas el barco colapsó. Él intentó sacar a su hermano fuera del agua, pero acabó muriendo a causa del frío", narra la trabajadora de MSF.

El naufragio, que también ha vuelto a poner el foco sobre el debate de la inmigración en Europa e Italia y la respuesta de las autoridades, tuvo lugar el pasado domingo cerca de la costa italiana. Murieron al menos 68 personas que pagaron hasta 8.000 euros por realizar el mortal trayecto. Entre ellas, había al menos 48 afganos, aunque no todas las víctimas han podido ser identificadas.

Tras la tragedia, el Ejecutivo talibán instó a la ciudadanía a "evitar ir a países extranjeros a través de la migración irregular", pero la situación desde su regreso al poder empuja a muchos a marcharse, sean cuales sean las condiciones del trayecto. Pese a sus promesas de cambio, el país se parece cada vez más al de su primer gobierno: las mujeres tienen cada vez menos derechos y ya se han producido las primeras ejecuciones públicas, una práctica muy común entonces.

En más de un año y medio de gobierno, los talibanes han apuntado directamente contra las afganas, que conviven a diario con restricciones como la segregación por sexos en lugares públicos o la imposición del velo. Además, ha sido vetado su acceso a escuelas secundarias y universidades, no pueden trabajar en la mayoría de sectores y deben salir acompañadas por un familiar masculino para realizar trayectos largos.

El barco pesquero en el que viajaban los cerca de 200 migrantes salió del puerto de Esmirna, en Turquía, el pasado 22 de febrero y transportaba a unidades familiares enteras, como los 23 miembros de una familia pakistaní, de los cuales solo cuatro han sobrevivido.

"La mayoría de barcos que llegan a costas italianas proceden de Libia o Turquía. Los que parten de Turquía, al ser un país más seguro, suelen transportar muchas familias", explica Pergola, que destaca que muchos de los viajeros eran niños, aunque al menos seis han muerto y otros ocho se encuentran hospitalizados.

En busca de una nueva vida en Europa

El día del naufragio, los equipos de MSF proporcionaron a los afectados teléfonos para llamar a sus amigos o familiares y contarles lo ocurrido. Muchos de ellos se han desplazado a Italia tras la tragedia desde países europeos como Alemania o Austria, lugares de destino de aquellos que buscaban una nueva vida en algún país europeo.

"Uno de los supervivientes se había quedado huérfano en Afganistán, estaba solo y decidió coger el barco para buscar a su tío en Europa", cuenta Pergola.

Muchos de los familiares y amigos estuvieron en contacto con sus allegados antes del naufragio y sabían que estaban cerca de la costa, aunque algunos no han podido reencontrarse con ellos. Sí lo hizo Mohamed Djafari, un afgano que vive en Alemania que recibió una llamada de su prima hacia las 4 de la madrugada.

"Me dijo 'estamos a punto de llegar, vemos la playa, vemos las luces", ha declarado a la agencia AFP. Luego le devolvió la llamada y le dijo: "Por favor, Mohamed, ven a ayudarme, no sé qué hacer". La mujer, de 40 años, viajaba junto a su hijo de 10. Ambos, aunque se encuentran hospitalizados, están entre los supervivientes.

Atención a los familiares y a las víctimas

Cuatro días después de la tragedia, la atención necesaria se dirige tanto a los supervivientes, que se encuentran en el centro de acogida para solicitantes de asilo de Calabria, sin poder salir al exterior, como a los allegados de las víctimas, desplazados a Italia, tanto para reencontrarse con sus seres queridos, como para identificar sus cuerpos.

"El proceso de reconocimiento es muy difícil, entiendes que tu hijo, tu tío, tu hermano... ha muerto en el mar", relata Pergola. "Lo que hacemos es permanecer a su lado, ayudarles a entender lo que ha pasado, dejarles encontrar una explicación a esto, si es que la hay".

Desde MSF destacan, además, la importancia tanto de los psicólogos como de los mediadores interculturales, esenciales para que las víctimas puedan expresarse y comunicar abiertamente aquello que desean. "Expresan su dolor de maneras muy distintas. Algunos lloran, lo cual es bueno, dejarlo salir, otros gritan, otros intentan no pensar en lo ocurrido", explican.

Pergola recuerda, por ejemplo, la reacción de una mujer afgana al llegar al polideportivo en el que estaba el cadáver de su hijo. El hombre huyó de su país junto a su mujer, que sí está entre los supervivientes. "Estaba devastada, destruida, gritaba muchísimo, no podía parar de llorar incluso hoy".

"Es difícil entender y describir este tipo de dolor. Estar aquí, intentar sentir su dolor, mirarles y verles llorando, gritando, y no poder imaginar qué están sintiendo", concluye.

La tragedia no es la única que ha tenido lugar en el Mediterráneo recientemente. Solo el año pasado murieron o desaparecieron 2.400 personas en este mar, y en los últimos ocho años son casi 26.000 los muertos o desaparecidos, según la Organización Internacional de las Migraciones.