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Día Mundial de los Refugiados

Gaza, una jaula de la que es imposible escapar: "El gran castigo es no permitirles buscar refugio fuera"

  • Los gazatíes gritan auxilio desde el infierno de la Franja tras 21 meses de guerra
  • Hay 5,9 millones de refugiados palestinos, la mayoría viven a 100 kilómetros de sus hogares despojados
Un joven palestino lleva una bolsa de ayuda humanitaria observa cómo la gente llega a un punto de distribución en el campamento de Bureij para refugiados palestinos
Un joven palestino lleva una bolsa de ayuda humanitaria observa cómo la gente llega a un punto de distribución en el campamento de Bureij para refugiados palestinos Eyad Baba / AFP
EBBABA HAMEIDA
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Ser refugiado no es una opción, sino una condición. Buscar y acceder al asilo en caso de persecución es un derecho fundamental recogido en el Artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948). Tres años después, la Convención sobre los Refugiados definió a la persona refugiada como alguien "que, debido a fundados temores de persecución, ha huido de su país de origen". Sin embargo, Gaza, tras 21 meses de una ofensiva israelí sin precedentes, se ha convertido en una jaula sin salida para dos millones de personas. Ni las bombas, ni la hambruna, ni la destrucción permiten a las víctimas de este conflicto cruzar los límites del enclave para ponerse a salvo.

Desde un infierno de escombros, los gazatíes piden que no se les niegue el derecho a la protección internacional. Las dimensiones de la violencia contra civiles es tan brutal como la imposibilidad de pedir auxilio o refugio. El territorio de tan solo 360 kilómetros cuadrados (40 kilómetros de largo por 10 kilómetros de ancho) está cerrado a cal y canto, apenas entran o salen personas. No hay vía de escape para una población agotada y exhausta. "Se vulnera la seguridad humana. Esto coincide con lo que aparece en la Convención para la Prevención y Sanción de Delito de Genocidio sobre las personas que no pueden estar en un determinado lugar porque su vida y su propia existencia, como individuo o como grupo, está en peligro", denuncia el especialista en Derecho Internacional Público y profesor en la Universidad Complutense de Madrid, José Enrique Conde Belmonte.

Este marco de protección internacional se alcanzó después de la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, se extendió a otros casos en los que el derecho a existir peligra. La ONU ha denunciado en reiteradas ocasiones la excepcionalidad extrema en todo lo que tiene que ver con Gaza, que no tiene precedente en ningún conflicto actual. Lo tacha del territorio con más personas hambrientas y con el mayor número de niños que han sido asesinados y mutilados. Ningún Estado de la comunidad internacional está pidiendo que se abran los cruces fronterizos para que la población se ponga a salvo.

No basta con salir: "Sigo en una situación de irregularidad"

Las personas que han salido de Gaza lo han hecho pagando cantidades ingentes de dinero. Es el caso de la doctora Nisrin que, junto a su marido, gastó todos sus ahorros para poner a salvo a su hijo. En febrero de 2024 cruzó el paso de Ráfah con su bebé, entonces de 11 meses. Su marido, médico, se quedó atendiendo a los heridos. "Los drones eran una auténtica tortura. Hacía todo lo posible para proteger a mi hijo y lo cubría con mi cuerpo para que durmiera en mis brazos", dice desde El Cairo.

Nisrin confiesa que llegó a compartir fotos de su bebé en internet por si ella perdía la vida. "Compartí sus fotos, como las de los niños desaparecidos que se publican en internet, por si alguien lo reconocía, daba instrucciones de que lo buscaran y se aseguraran de cuidármelo", dice. Suspira y su voz se quiebra. Tras un largo silencio, cuenta que no quería marcharse de Gaza hasta que una noche vio la muerte cerca. "Soy privilegiada porque teníamos dinero ahorrado, pero me siento muy culpable por haber dejado a mi marido y a mi familia sufrir bajo las bombas", admite. Reza por un alto el fuego todos los días y denuncia que en el país árabe no pueda rehacer su vida. Allí no cuentan con oficinas y escuelas de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) y denuncia que no están "reconocidos como refugiados". Ha pasado más de un año y sigue en una situación de irregularidad. "La vida aquí no es nada fácil y no tenemos ningún derecho como cualquier otro residente", concluye.

Según el Gobierno israelí, tan solo 100.000 personas han salido de la Franja desde el comienzo de la ofensiva el 7 de octubre de 2023. La mayoría son personas que tienen doble nacionalidad. "Existe muchísima discriminación porque, en términos generales, los palestinos son considerados apátridas y están protegidos por el derecho internacional. Pero estamos ante una situación en la que no solamente se les discrimina por su apatridia, sino que están perdiendo una serie de derechos que tienen y que deben estar garantizados por la propia comunidad internacional", explica Conde Belmonte.

Evitar una Nakba 2.0

"Es una situación absolutamente aberrante, atroz y el problema es que la hemos normalizado. Todos los días vemos cómo Israel bombardea barrios civiles y campos de refugiados, destruye hospitales y dispara a la población hambrienta que intenta llegar a estos puestos de distribución de alimentos que han creado los americanos y los israelíes", denuncia Raquel Martí, directora del Comité Español de la UNRWA. Los países olvidan que la población palestina no puede escapar de Gaza, por lo que esta guerra se está convirtiendo en un "castigo colectivo" a la totalidad de la población desde "diferentes ángulos". "El gran castigo es no permitirles buscar refugio fuera de los límites del enclave. Al principio, muchas personas se resistían a marcharse de su tierra porque no querían cederla, pero tras casi dos años de guerra la gente está ya absolutamente desesperada, temen por la vida de sus hijos y quieren dejar atrás el terror", señala.

Israel es el principal actor que está impidiendo el acceso a la figura de refugiado, explica el experto en derecho internacional. Lo hace mediante un bloqueo físico y militar de Gaza, convirtiendo la supervivencia en un reto diario. Pero también hay que poner énfasis en los países vecinos. "Los Estados fronterizos temen que, si permiten la entrada de refugiados, una vez terminada la guerra no puedan regresar jamás, y la historia les ha demostrado que es un temor real", argumenta Sonia Boulos, doctora en Ciencias Jurídicas y profesora en la Universidad Antonio de Nebrija. Se trata de países que acogieron a la población que protagonizó la Nakba en 1948, el nombre en árabe usado en Palestina para referirse a la "tragedia o catástrofe" que supuso el éxodo forzoso de más de 700.000 palestinos de sus territorios durante la primera guerra árabe-israelí.

El resultado son 5,9 millones de refugiados palestinos en la actualidad. La mayoría de ellos vive en asentamientos provisionales a menos de 100 kilómetros de sus hogares despojados y un tercio reside en los campos de refugiados administrados por la UNRWA. Muchos permanecen en los Territorios Palestinos Ocupados, tres millones se encuentran en Jordania, medio millón en Líbano y otro medio millón en Siria. En este último, la guerra de 2011 les condenó incluso a ser doblemente refugiados.

'Planes de reubicación voluntaria' fuera de Gaza

En la misma Gaza, muchas personas son descendientes de estos refugiados que fueron expulsados hace 76 años y temen que Israel les aboque a una Nakba 2.0. "Israel y Estados Unidos han hablado abiertamente de 'planes de reubicación voluntaria' fuera de Gaza; esto es una limpieza étnica de nuevo, sin importar cómo lo llamen. Por eso, los países vecinos se niegan a permitir la entrada de gazatíes", señala Boulus. Según la jurista, "el racismo" es otra de las razones. "Muchos creen que la vida de los gazatíes no tiene el mismo valor, que no merecen la misma protección del derecho internacional. Es una flagrante violación de los derechos humanos; estamos hablando de personas que intentan escapar de una guerra genocida y una hambruna intencionada", denuncia la jurista.

La amenaza de Donald Trump de expulsar a la población palestina de Gaza para tomar el control del enclave y transformarlo en la "Riviera de Oriente Próximo" les recuerda inevitablemente a lo ocurrido hace más de 76 años. "Los países vecinos blindan sus fronteras también para no colaborar con el plan Israel y Estados Unidos de vaciar la Franja de Gaza", explica la directora del comité de UNRWA en España. La Nakba es uno de los episodios más traumáticos vivido por el pueblo palestino, solo superado por la actual guerra que se ha cobrado la vida de más de 55.000 personas. Al menos en 1948 la gente tuvo la posibilidad de cruzar las fronteras y buscar un lugar seguro. "Hoy en día esto es impensable porque Israel lo impide", añade Martí.

No pueden ponerse a salvo ni dentro ni fuera

La Convención para los Refugiados, recuerdan los juristas, no es una obligación ni para los países vecinos ni para el país que provoca la situación. Garantizar unas mínimas condiciones de seguridad es un deber de toda la comunidad internacional. "La imposibilidad de escapar convierte automáticamente esta persecución en limpieza étnica y en plausiblemente un genocidio", denuncia el profesor de la UCM. "Es el único caso que existe en el mundo donde a una población que está sufriendo la agresión militar de un país no le permite huir de las zonas que están siendo bombardeadas", denuncia Raquel Martí. No se les permite ponerse a salvo ni dentro ni fuera del enclave, ni regresar a sus hogares.

En las últimas décadas, el país no ha ocultado su estrategia de hacerse con cada vez más territorios, con asentamientos ilegales que han sido denunciados por numerosas organizaciones e instituciones de justicia internacionales. Todo esto se suma al giro de política exterior marcada por un acercamiento cada vez más hacia Israel por parte de los países árabes. Hasta hace poco, para los árabes Palestina representaba una lucha compartida en toda la región. "Ha sido un punto de convergencia entre movimientos de liberación nacional, alianzas antiimperialistas y visiones colectivas", explica Sonia Boulus.

Vulnerar los derechos de los palestinos se percibía como un ataque a la soberanía y a la dignidad de los Estados árabes. Sin embargo, esta visión se ha transformado, marcada por la arquitectura del orden posterior a la Guerra Fría y la reestructuración estratégica de la región. Los países árabes, con la opinión pública en contra, se han ido acercando cada vez más a Israel. "Se limitan a mostrar una simpatía exteriorizada, reflejada en declaraciones de preocupación, rituales diplomáticos y gestos vacíos de apoyo", explica Boulos. Considera que los acuerdos de paz firmados entre Estados árabes individuales e Israel no fueron actos aislados de pragmatismo, sino que han redefinido la cuestión palestina como un problema local y no regional, lo que llevó a la marginación de la causa palestina", matiza.

Los acuerdos de paz firmados entre Estados árabes e Israel no fueron actos aislados de pragmatismo, sino que han redefinido la cuestión palestina como un problema local y no regional

Boulos denncia el racismo que hay en esta actitud por parte de la comunidad internacional, que ha sido incapaz de castigar a Israel. "Es racismo occidental en sus formas más atroces", dice, convencida de que esto no se habría permitido con otro pueblo. "Se están ignorado las flagrantes violaciones del derecho internacional por parte de Israel y se continúa haciéndolo incluso en medio de este genocidio, pero Occidente ha guardado silencio", añade. Mientras, Nisrin solo quiere un final: "Despertarme un día y ver en la televisión: 'La guerra ha terminado'".

La debilidad de la UNRWA pone en jaque los derechos de los refugiados palestinos

La agencia de Naciones Unidas UNRWA tiene el mandato particular de preservar los derechos de los refugiados palestinos y es la única organización capaz de brindar cuidados "paliativos" mínimos tanto a los palestinos asediados, hambrientos y perseguidos en Gaza como a los que viven como refugiados en países vecinos.

De hecho, es imprescindible para seguir brindando servicios básicos a aquellos que no han podido volver a Gaza. Varios países —Reino Unido, Italia, EE.UU., Canadá, Australia y Finlandia—, han suspendido su financiación a la agencia por las acusaciones que hizo Israel a su personal, al que acusó de apoyar a Hamás en el ataque del 7 de octubre. “Reducir la financiación es reducir los servicios que se prestan a los refugiados de Palestina y reducir su calidad.

Evidentemente, el Gobierno de Israel lo sabe perfectamente, porque su intención es hacer esta campaña de tergiversación de nuestro mandato", concluye Martí. Además, el pasado mes de enero entraron en vigor dos leyes por las que Israel prohíbe toda actividad de la UNRWA en Jerusalén Este ocupado, en Cisjordania y en Gaza. Una decisión que ha puesto en jaque la supervivencia de los palestinos y contradice la Convención General sobre Privilegios e Inmunidades de las Naciones Unidas que todos los Estados miembro de la ONU tienen que respetar, incluido Israel.