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El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se convirtió en el líder que más veces se ha dirigido a una sesión conjunta del Congreso de los EEUU. Fue una invitación de los republicanos y más de la mitad de los demócratas no quisieron escucharle. Rashida Tlaib, congresista de ascendencia palestina, acusó a Netanyahu de crímenes de guerra durante su discurso.

Él se defendió, y cargó contra las masivas protestas en el Capitolio. Desde la calle lo acusan de genocida y piden al Gobierno de EEUU el embargo de las armas.

En una visita polémica y controvertida, el primer ministro israelí, Benjamín Netnayahu, ha hecho acto de presencia en el Congreso de Estados Unidos con un apoyo mayoritario de los legisladores, pero también con la ausencia de decenas de demócratas en solidaridad por las muertes en Gaza. Entretanto, manifestantes propalestinos, judíos contra la violencia en Gaza, estudiantes contra la guerra y opuestos a que EEUU envíe armas a Israel entre otros ha protestado cerca del Capitolio contra la presencia de Netanyahu.

En su discurso, el cuarto desde que es primer ministro israelí, ha solicitado un mayor apoyo de Estados Unidos, y al mismo tiempo ha señalado que “nos encontramos en una encrucijada de la historia: no es una lucha de civilizaciones, es una entre la barbarie y la civilización". "Es un choque entre los que glorifican la muerte y los que santifican la vida" ha incidido.

"Para que las fuerzas de la civilización triunfen, Estados Unidos e Israel tienen que estar juntos", ha añadido, además de asegurar a los legisladores que "nosotros [Israel y sus aliados] vamos a ganar".

El campo de refugiados de Al Mawasi, entre Jan Yunis y Ráfah, había sido declarado como una zona humanitaria por Israel. Hasta allí habían llegado miles de gazatíes desplazados de otras partes de la Franja. Algunos supervivientes han explicado que han sido siete u ocho misiles los que han impactado en el campo de refugiados. Israel asegura que su objetivo eran mandos de Hamás, incluido el líder de su brazo armado.

Foto: AP PhotoJehad Alshrafi

Más de 70 personas han muerto y unas 300 han resultado heridas tras un bombardeo israelí contra Mawasi, declarada "zona humanitaria" por los propios militares israelíes, al oeste de la localidad de Jan Yunis, en la Franja de Gaza, según el ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás. El objetivo del ataque israelí era Mohamed Deif, el comandante de las Brigadas al Qasam, brazo armado de Hamás.

Foto: Jan Yunis (Bashar TALEB/AFP)

Las negociaciones para un alto el fuego continúan sin visos a alcanzar un acuerdo. Hasta el momento, solo ha habido un cese de las hostilidades en todo el conflicto, y que apenas duró una semana. Israel y Hamás negocian de manera indirecta a través de la mediación de Egipto, Catar y Estados Unidos. La renuncia de Hamás a un alto el fuego permanente ha permitido que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, envíe a sus negociadores, pero continúa imponiendo líneas rojas. Los más radicales han advertido al mandatario que "lo harán caer" si firma la paz con Hamás, mientras que los medios de comunicación del país señalan que el propio Netanyahu boicotea los procesos para alcanzar un alto el fuego satisfactorio.

El grupo islamista Hamás ha dicho que acepta negociar la liberación de los rehenes aunque no haya un alto el fuego permanente, algo que venía reclamando hasta ahora. Se calcula que unas 116 personas están cautivas en Gaza desde los atentados que sorprendieron a Israel el 7 de octubre. Aquel ataque, con 1.200 muertos, ha traumatizado a la sociedad israelí, que es incapaz de recuperar la tranquilidad y que pide aniquilar a Hamás.

Foto: EFE/Ejército de Israel 

Fueron los peores atentados que ha sufrido Israel en su historia. Los terroristas mataron a 1.200 personas en una veintena de kibutzs cercanos a la Franja. A partir de ese 7 de octubre comienza una guerra que dura ya nueve meses y que no tiene visos de terminar. No hay rincón de la Franja que Israel no haya atacado. Los muertos superan ya los 38.000, la mayoría civiles.

Foto: Soldados israelíes en el sur de Gaza (EFE/EPA/Ohad Zwigenberg)