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Análisis

Un año del reconocimiento de Palestina: España e Israel tensan su relación mientras crece la presión internacional

  • El 28 de mayo de 2024 España, junto a Irlanda y Noruega, reconoció el Estado palestino con las fronteras previas a 1967
  • Los analistas reconocen la importancia de dar este paso, pero coinciden en que hace falta ir más allá
El reconocimiento de Palestina: un gesto relevante que exige "medidas concretas" para no quedarse en lo simbólico
Palestinos en Ráfah, al sur de la Franja de Gaza AP Photo/Abdel Kareem Hana
MARTA REY

El 28 de mayo de 2024, España reconoció oficialmente el Estado de Palestina en una decisión que, según el presidente Pedro Sánchez, no iba "contra nadie y menos contra Israel". El país hebreo no opinó lo mismo y su ministro de Exteriores, Israel Katz, acusó al Gobierno español de ser "cómplice de incitar al genocidio judío". Además, llamó a consultas a su embajadora en Madrid, que nunca volvió a su puesto —ni ella, ni su sucesor— lo que marcó el inicio de una tensión bilateral que no ha mermado desde entonces.

Un año después, la guerra en la Franja de Gaza continúa con especial dureza. Tras la ruptura de la frágil tregua pactada en enero —que permitió la liberación de una treintena de rehenes vivos— las tropas israelíes retomaron los bombardeos masivos, que han matado a más de 54.000 palestinos desde el 7 de octubre, e impuso un férreo bloqueo a la ayuda humanitaria que agravó el riesgo de hambruna. Por ello, la presión de la comunidad internacional para poner fin a la ofensiva ha aumentado en las últimas semanas, aunque todavía sin éxito.

El fin de la "pasividad" diplomática europea

Noruega, Irlanda y España reconocieron de manera coordinada el Estado palestino en las fronteras anteriores a 1967 e instaron a otros países a seguir sus pasos. El Gobierno de Eslovenia respondió al llamamiento a finales de mayo de 2024, al igual que Armenia, que lo hizo a mediados de junio.

"Son declaraciones principalmente simbólicas, aunque no insignificantes", afirma a RTVE.es el profesor de Política Internacional de Oriente Medio en la City St George's de Londres, Amnon Aran. Por un lado, "mantienen viva la cuestión palestina en la esfera internacional y en la agenda diplomática"; por otro, "erosionan la legitimidad israelí" y, "especialmente, la postura de que cualquier discusión relativa a un Estado palestino tiene que ser parte de una gran negociación".

La analista especializada en Oriente Próximo Itxaso Domínguez asegura que fue "un gesto relevante que rompió con años de pasividad diplomática en Europa". "Supuso asumir un coste político para no seguir legitimando la ocupación israelí y evidenciar que el derecho internacional no puede seguir siendo ignorado", explica a este medio. Además, aunque no tuvo "efectos jurídicos inmediatos", sí que sirvió para enviar el mensaje de que algunos Estados estaban dispuestos a "marcar límites" a la "violencia estructural" que sufren los palestinos.

Ahora bien, al no ir acompañado de "medidas proporcionales", como podrían ser el fin del comercio de armas o la imposición de sanciones económicas a Israel —similares a las que se aplican a Rusia por su guerra en Ucrania—, su impacto es limitado. "Reconocer a Palestina sin actuar frente al régimen de apartheid y desposesión que Israel impone en toda la región corre el riesgo de quedarse en una declaración sin consecuencias", argumenta Domínguez.

Una "erosión simbólica" que no será nada más sin sanciones

A efectos prácticos, señala Aran, "para cualquier resolución del conflicto, si es que alguna vez se puede encontrar una, la clave estará en los detalles". "¿Qué significa reconocer el Estado de Palestina? ¿Qué tienes que decir sobre las grandes cuestiones? Asentamientos, derecho al retorno, reparto de Jerusalén…", plantea el analista, que sostiene que, sin vincular el reconocimiento a medidas punitivas, producirá solo "una erosión simbólica" que, aunque "significativa", no pasará de ahí.

En el seno de la Unión Europea (a la que no pertenece Noruega, pero sí Irlanda y España) solo Suecia reconoció el Estado palestino sin esperar a nadie y tras su entrada al club comunitario —lo hizo en 2014 y se adhirió a los Veintisiete en 1995—. Otros países de Europa del Este que ahora forman parte de la UE dieron el paso cuando aún formaban parte del bloque soviético y, del resto, la amplia mayoría solo apoya lo que denominan la "solución de los dos Estados", aunque sin ahondar en detalles.

"El reconocimiento de unos cuantos países europeos no detiene la guerra ni el genocidio, pero sí genera una pequeña grieta en la coraza de impunidad y de protección que los israelíes tenían con Europa", explica el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense Isaías Barreñada, que subraya que el hecho de que haya un Estado palestino "es una necesidad, pero no la solución", sino solo parte de ella.

Lo ocurrido en Gaza hace que no haya "condiciones para sentarse a negociar nada, o al menos una solución permanente, por lo menos durante una generación", dice el profesor. Sin embargo, la presión internacional, ya que Israel depende de sus aliados, sí que puede forzar a que se retire de Gaza y Cisjordania y a que los palestinos establezcan un Estado. Pero, insiste, "no sería el final del problema, simplemente cambiaría la realidad actual: la de un solo Estado que domina la Palestina histórica".

¿Y por qué en el último año no han reconocido más países a Palestina? "No hay grandes incentivos para tomar parte, es más fácil no hacerlo", señala Aran, que menciona que para muchos países "el coste de adoptar una postura firme sería alto", mientras que el de permanecer al margen es "bajo" o "inexistente". Domínguez apunta a "razones de cálculo geopolítico, miedo a represalias y, en muchos casos, la persistencia de una narrativa que presenta a Israel como un actor al que no se puede contradecir sin consecuencias. La violencia desatada desde octubre ha obligado a muchos a revaluar sus posturas. La pregunta es si se atreverán a pasar del reconocimiento simbólico a medidas concretas".

Ahora bien, aunque en Europa apenas superan la decena, 148 de los 193 países de la ONU reconocen a Palestina, que tiene estatus de observador no miembro. "Pensar que hay más legitimidad porque los occidentales reconozcan al Estado palestino es una visión eurocéntrica de la comunidad internacional", afirma Barreñada, que argumenta que al ser reconocido por la gran mayoría de los Estados miembros, "Palestina debería estar como miembro de pleno derecho en Naciones Unidas desde hace mucho tiempo".

Las "tensas" relaciones hispano-israelíes

En el caso de España, "era una anomalía que no hubiera dado este paso antes", asegura el profesor de la Complutense, que menciona que fue un gesto "necesario y coherente pero tardío" y recuerda el "esfuerzo" de España durante el proceso de Oslo para apoyar la preparación de un Estado palestino. Además, señala que Israel respondió y adoptó una posición "incluso irrespetuosa", no porque España pudiera "arrastrar a un gran número de Estados, sino porque ponía en evidencia que se había acabado la impunidad monolítica".

Tras conocer la decisión de España, el ministro israelí de Exteriores llamó a consultas a su entonces embajadora, Rodica Radian-Gordon, al igual que hizo con los representantes israelíes en Noruega e Irlanda. El Gobierno israelí defendió que la medida era "injusta" con las víctimas del 7 de octubre y anunció "consecuencias graves".

Radian-Gordon se jubiló en julio e Israel ya había elegido a su sucesor, pero nunca autorizó su traslado. Desde entonces, las relaciones hispano-israelíes no han mejorado y uno de los últimos encontronazos se produjo a mediados de mayo, cuando Israel convocó a una reunión de amonestación a la embajadora española, Ana Salomón Pérez, después de que Pedro Sánchez calificase a Israel de "Estado genocida".

Israel convoca a la embajadora española por las declaraciones de Sánchez

"Las relaciones diplomáticas están tensas", afirma Domínguez, que señala que el hecho de que Israel no haya enviado a un nuevo embajador muestra que "responde con hostilidad incluso a posturas moderadas". "Si España quiere ser coherente [...] con su compromiso con los derechos humanos, tendrá que dejar de tratar a Israel como un socio 'normal' mientras perpetúe un sistema de apartheid y cometa crímenes internacionales", sostiene Domínguez.

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha mencionado en los últimos días la posibilidad de establecer un embargo de armas a Israel si no se detiene la guerra en Gaza. Sin embargo, se desconocen los detalles de esta propuesta que, según matizó en el RNE, se refiere solo a la venta de armas a ese país, pero no a la compra. "Necesitamos conocer más detalles", asegura Itxaso Domínguez, que considera que este anuncio responde a la "presión popular" y subraya que "pueden colarse mil cosas que lo hagan ineficaz".

"España ha intentado romper con un principio que Israel siempre ha impuesto: la desconexión de las relaciones bilaterales del conflicto. Si se levanta la liebre de Palestina, alegan que eso se trata en la ONU", explica Barreñada. Ahora podríamos encontrarnos con un recrudecimiento, por ejemplo, si España adoptara sanciones, ya sea de forma individual o colectiva, que podría llevar a la suspensión de las relaciones, pero "España no va a tomar la iniciativa". "Muy excepcionalmente toma medidas de ese tipo, hay muy pocos casos de expulsión de un embajador extranjero", dice, y recuerda que, pese a que Israel retiró a su embajador, "no ha habido una respuesta equivalente" del lado español.

"Se acaba la paciencia" entre los aliados

En las últimas semanas, países como Canadá, Reino Unido y Francia —aliados de Israel— han amenazado con "acciones concretas" si Benjamín Netanyahu no detenía su "desproporcionada" ofensiva y se mostraron "comprometidos" con el reconocimiento de Palestina como "contribución" para la solución de dos Estados. Londres, además, suspendió las negociaciones con Israel para un nuevo acuerdo comercial y el presidente francés abrió la puerta a establecer posibles sanciones al Gobierno israelí por su ofensiva en la Franja.

Asimismo, la Unión Europea va a revisar su acuerdo de asociación con Israel tras la petición de España y otros países. Incluso el estadounidense Donald Trump, que amenazó con "desatar el infierno" si Hamás no liberaba a los rehenes, recordó hace poco —tras una gira por Oriente Medio en la que no pisó Israel— que "mucha gente muere de hambre en Gaza" y ha asegurado que quiere "detener" la guerra "lo más rápido posible".

"No sé hasta dónde podrá llegar esa presión, pero es un cambio importante", asegura el profesor de la Universidad Complutense, que subraya que Israel ahora "puede ganar la guerra militar, pero ha perdido la guerra del relato. "Toda la propaganda de que es la única democracia de Oriente Medio, que su Ejército es el más moral del mundo, hoy se ha evaporado", sostiene.

El profesor Amnon Aran afirma que "algo está cambiando" y que se debe a que "se está acabando la paciencia" con respecto a Israel y a que la comunidad internacional cada vez es más "escéptica" con respecto a la capacidad de Netanyahu de cumplir con sus objetivos. "Tenía la reputación de ser alguien que cumplía, pero no lo ha hecho, desde luego no en el último año y en relación con Gaza", asegura.

"Son movimientos importantes, aunque todavía muy desiguales", afirma Domínguez, que reconoce que las medidas mencionadas "habrían sido impensables hace un año". Sin embargo, dice, "mientras fluyan las armas, el apoyo diplomático y los obstáculos a la justicia internacional, hablar de 'cambio' puede resultar prematuro. La prueba real será si los Gobiernos europeos están dispuestos a asumir un papel activo en la descolonización de Palestina, en lugar de limitarse a gestionar la indignación pública frente al genocidio y la colonización".

Que estas medidas aumenten, se mantengan o se reduzcan, apunta Aran, "dependerá en gran medida de lo que hagan los israelíes en Gaza [...] Si no son capaces de lograr lo que dicen, porque todo lo que vemos es que siguen atacando y matando a palestinos sin que ocurra nada, la presión podrían aumentar", sostiene el profesor.