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Álvaro Pombo, un Cervantes frágil y filosófico que pasaba por ahí

  • El escritor santanderino ha acudido en silla de ruedas al paraninfo de Alcalá
  • No ha podido leer su discurso de aceptación del Premio Cervantes

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Álvaro Pombo, un Cervantes frágil y filosófico que pasaba por ahí

Cide Hamete Benengueli escribió El Quijote, según el propio Miguel de Cervantes, y el último premiado en su nombre, Álvaro Pombo, no ha leído el discurso de aceptación del galardón, lo ha hecho el académico correspondiente y especialista en su obra, Mario Crespo, en un irónico guiño cervantino.

En un hermoso mediodía soleado de abril, el paraninfo de la Universidad de Alcalá ha acogido la ceremonia de entrega del Premio Cervantes 2025, presidida por los reyes y a la que el homenajeado, de 85 años, ha llegado en una silla de ruedas, elegante en su chaqué, con una corbata negra de luto y su característico gorro de lana azul.

El luto por la muerte del papa Francisco ha obligado a modificar ligeramente el protocolo, se han suspendido los honores militares a Felipe VI y también las canciones de la tuna que suelen alegrar los patios complutenses. Pombo ha entrado directamente por la Hostería del estudiante al patio del paraninfo, sin recorrer los tres patios habituales.

Luto oficial

La etiqueta marca el chaqué para los caballeros, con corbata negra para el rey, mientras que las damas, la reina Letizia y la presidenta de la Comunidad de Madrid han vestido de negro riguroso de la cabeza a los pies por el luto oficial.

La delicada salud de Pombo le ha excusado de participar en el almuerzo celebrado este martes en el Palacio Real en su honor y con apenas un hilo de voz tampoco ha leído las palabras escritas de agradecimiento por el premio, lo ha hecho en su lugar un historiador cántabro.

Su discurso se titula Una fenomenología de la fragilidad, una fragilidad que se manifiesta ante "la enfermedad, la soledad, la injusticia, la inseguridad, la falta de convicciones y las causas perdidas".

Nombre de dodecasílabo

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha indicado que "su nombre resuena con el empaque, la prestancia algo solemne, de un dodecasílabo: Álvaro Pombo García de los Ríos. Con acento en la primera, la cuarta, la séptima y la decimoprimera sílaba del verso".

El primer amor de Pombo fue la poesía, pero ha triunfado con la novela, sus narraciones extraordinarias han logrado numerosos reconocimientos.

Pombo con su fino sentido del humor decía que "soy poeta, pero quizá soy mejor poeta en la prosa", mientras que Cervantes intentó con denuedo triunfar en el teatro y asaltar el olimpo de los poetas. El manco de Lepanto escribía: "Yo, que siempre trabajo y me desvelo por parecer que tengo de poeta la gracia que no quiso darme el cielo".

El autor santanderino considera "resplandeciente" la prosa cervantina, sin embargo, "su obra se va entenebreciendo a medida que pasan los años", aunque se podría argumentar que a medida que el lector se aproxima a la edad del desengaño y el cansancio, el humor quijotesco se torna más amargo.

Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia ha sido cuando el rey y la reina han abandonado la mesa presidencial para acercarse a la silla de ruedas de Pombo a entregarle la escultura que simboliza el premio "caído del cielo".

Reírse de uno mismo

Mientras Crespo leía su discurso, Pombo asentía con la cabeza, se colocaba las gafas y cruzaba las manos sobre el regazo. Palabras salpicadas de términos variopintos como "influencers, mercachifles o turulata", pero con un aire crepuscular.

Ante los aplausos, tras su discurso, Pombo se ha quitado un momento las gafas, luego se las ha vuelto a poner y ha agradecido la ovación con un gesto y una sonrisa.

"Venerar las cosas serias y reírse de todo lo demás, incluido uno mismo", así ha resumido el rey el papel del humor en la literatura del premiado. Ha agradecido la obra de Pombo porque "cada palabra es un camino que nos permite iluminar una parte de la realidad".

Buen apetito

En un corrillo con periodistas, Pombo confiesa que se levanta mejor que se acuesta y que no ha perdido "ni el apetito, ni el sueño". Asegura que "siempre ha sido de trajes formales", pero no renuncia a su gorro y durante el cóctel se abriga con una bufanda negra, bebe fanta naranja y dice: "¡Qué ricos están los canapés!".

Acompañado por su prima Marisa Pombo, su sobrina, Flavia Márquez, e Iñaqui, su asistente personal desde hace once años, brinda con el poeta Luis Antonio de Villena y hace una pausa para darle unas caladas a un cigarrillo rubio, el mismo que lleva fumando toda la vida, pese a las recomendaciones del médico.

Lo último que ha dado el escritor a la imprenta ha sido un guion que se emitió en 1985 en las ondas de Radio Nacional de España y ahora edita el Fondo de Cultura Económica, Doña Mercedes o la vida perdurable, pero está trabajando en una novela histórica, como ha desvelado en el discurso, y tiene otras tres terminadas.

Pombo, de formación filosófica, preocupado por la verdad, la bondad y la fragilidad, afirma que Cervantes, con setenta años, "está llegando al final con un relativo y admirable buen humor" y cita los últimos versos de uno de sus sonetos:

"Caló el chapeo, requirió la espada,

miró al soslayo, fuese, y no hubo nada".