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Análisis

Gaza desde el otro lado del paso de Ráfah y el dilema de Egipto con el conflicto palestino-israelí

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Un convoy de ayuda humanitaria y voluntarios egipcios esperan fuera de la puerta fronteriza de Rafah (Egipto)
Un convoy de ayuda humanitaria y voluntarios egipcios esperan fuera de la puerta fronteriza de Rafah (Egipto)

Nebal Hajoo cruzó el paso de Ráfah, que une la Franja de Gaza con Egipto, dos días antes de que se reactivara el conflicto palestino-israelí con el ataque sin precedentes de Hamás a Israel. Salió para acompañar a su madre enferma, que necesitaba asistencia en el país árabe. Hajoo es fotoperiodista y estos días busca testimonios en los alrededores de la única válvula de escape que aún permanece blindada. Lejos de las bombas y la angustia, piensa atónito en los avatares del destino. "Es la primera vez que no estoy en la guerra y es algo muy extraño para mí", confiesa incrédulo.

Nació en 1958 en Siria en el seno de una familia refugiada que huyó del norte de Palestina tras la guerra de 1948. "Todo palestino sueña con ver su tierra", cuenta. Hace 33 años volvió a Cisjordania junto a su familia, y hace 26 años, a Gaza. Tiene un tono pausado, con una voz que no se quiebra, marcado por la paciencia mientras responde a las preguntas de RTVE.es. "Imaginaba el resto de mi vida en Gaza", dice, tras décadas filmando la historia de su pueblo y trabajando de fixer para distintos medios internacionales. Ha intentado no perderse ni un ápice de un conflicto que le ha llevado a lidiar con una identidad desarraigada hasta su aterrizaje en la Franja. "Las guerras en Gaza se han convertido en un trabajo para mí. El conflicto me hacía trabajar y no me permitía estar desempleado como los demás", dice con sarcasmo.

Las guerras en Gaza se han convertido en un trabajo para mí. El conflicto me hacían trabajar y no me permitía estar desempleado como los demás

Sabe que como fotoperiodista no puede cambiar el mapa de la guerra, ni de lo que vive su gente y el resto de su familia estos días, pero siempre ha tenido presente que estaba trabajando para hacer llegar la voz de una población civil que lidia con las milicias de Hamás y el ultranacionalismo de Benjamín Netanyahu. Su cámara ha cubierto las guerras de uno de los territorios más densamente poblados del mundo y que lleva desde 2007 sometido a un bloqueo por tierra, mar y aire. Un punto en el mapa de 350 kilómetros cuadrados, cercado por un muro de 65 kilómetros que lo separan de Israel por el norte y este, el Mediterráneo al oeste y Egipto al sur.

Israel ha ido cerrando los pasos de Karem Abu Salem y Beit Hanun (Erez) que conectan con la Franja de Gaza. "Hasta ahora solo permitía el paso a casos muy excepcionales como los enfermos que requieren de un tratamiento muy especial", apunta el fotoperiodista. Este cierre acabó con el empleo de 120.000 personas que trabajaban en territorio hebreo. Allí "todo está controlado por Israel: la electricidad, el agua, los suministros básicos y todo, incluso el estado de ánimo general de la gente", enumera. Por lo que "la única ventana de oxígeno para los gazatíes es el cruce de Ráfah".

Miedo a una crisis migratoria y elecciones en diciembre

La arteria que conecta Gaza con el país de los faraones había funcionado con cierta normalidad hasta la llegada de Hamás al poder. Desde entonces, las entradas y salidas se han visto limitadas por Egipto en función del momento. "Egipto empezó a cerrar el cruce durante un mes y dos. Luego ha pasado a abrirlo durante días, lo que complicó la salida desde Gaza, la media de espera para salir por este paso es de un año", explica. Su hija, pone un ejemplo, tardó más de un año en cruzar esta frontera. "Lo ha cerrado (Egipto) para castigar a Hamás y por temor a ese movimiento, pero ha sido un castigo colectivo", lamenta. Incluso hay gazatíes que nunca lo han cruzado. Antes de este último estallido de violencia, había una media de espera de unas 25.000 personas y se habían creado "oficinas" para gestionar la salida en una semana pagando entre 200 y 800 dólares.

En estos últimos días, el presidente de Egipto, Abdel Fatah al Sisi, se encuentra entre la espada y la pared. Este país, históricamente involucrado con el conflicto, tiene que lidiar con los intereses de un ejecutivo empeñado en mantener la afinidad con Estados Unidos y, por extensión con Israel, y una sociedad civil que siempre se ha postulado del lado del pueblo palestino. Hajoo cree que El Cairo no va a abrir el cruce a no ser que la comunidad internacional no ejerza mucha presión. De hecho, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha anunciado este miércoles que la ayuda humanitaria comenzará a entrar en la Franja desde Egipto. Debido a la catastrófica situación en el paso de Rafah hasta el viernes no entrarán los primeros 20 camiones.

"Siempre va a concertar su acción con Washington y, por lo tanto, con Tel Aviv, que es uno de sus principales aliados en la región. Y, evidentemente, teme una expulsión forzosa de la población de Gaza debido a la destrucción provocada por el conflicto", explica el profesor de Estudios Árabes y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid Ignacio Álvarez-Ossorio. A ello se añade que el país árabe lleva meses asumiendo el éxodo de casi 170.000 personas que huyeron de la guerra de Sudán. "La llegada de cientos de miles de palestinos al territorio egipcio tendría consecuencias desestabilizadoras para el país", concluye.

Además de la grave crisis económica y la inflación que sacude al país del Nilo, su ejecutivo se enfrentará en los próximos meses al escrutinio popular en las elecciones presidenciales que se celebrarán del 10 al 12 de diciembre,. Por eso, el actual mandatario tiene que medir bien sus pasos para conciliar sus intereses estratégicos y económicos con la demanda de la calle. "Su ejército ha estado siendo financiado por Estados Unidos. Washington otorgó al Ejército egipcio cada año hasta 1.300 millones de dólares", explica el especialista en Egipto y profesor de la UCM Joaquín Aguirre. Los tres pilares de la economía egipcia son el petróleo, el Canal de Suez y el turismo y todos están muy relacionados con Occidente. Además, "sabe que su papel es cubrir el paso de Ráfah y teme que se les metan dentro de la multitud de civiles algún terrorista de Hamás".

La doble cara de Al Sisi: la paz y la ayuda humanitaria

Tampoco puede permitir solo el paso de la ayuda humanitaria porque sufre la amenaza de Israel. "El paso fronterizo ha sido ya bombardeado y las defensas israelíes le han pedido que solo lo abra para la salida de palestinos", apunta el fotoperiodista. "Altos mandos del ejército israelí han dicho claramente que van a asfixiar la Franja para obligar a Hamás a que libere a los rehenes", explica Álvarez-Ossorio.

Al Sisi tiene que disimular sus buenas relaciones con Netanyahu. "Se la juega con los islamistas (Hermanos Musulmales) en Egipto, que tienen una base muy fuerte", asegura Aguirre. De hecho, un día después de la escalada de tensión entre Israel y Hamás, dos turistas israelíes fueron asesinados junto con su guía por disparos de un policía. "Me parece muy significativo que sea un policía y abre un conflicto con el turismo porque muchos israelíes lo ven como un país árabe seguro por la actual alianza", incide Aguirre. Esta coyuntura hace que el actual presidente, aunque quisiera llevar un "camino intermedio de más o menos laicismo, no puede perder de vista a los islamistas" que claramente están en contra de todo lo que tenga que ver con el Estado judío.

Se la juega con los islamistas (Hermanos Musulmales) en Egipto que tienen una base muy fuerte

De hecho, la prensa refleja la postura de un Egipto que aboga por la paz y resalta los contactos que mantiene el presidente con sus homólogos en la región, al tiempo que muestra la caravana de ayuda humanitaria que está esperando para "ayudar a la población palestina". "Tiene una comunicación exterior y otra interior que dirige a su propia ciudadanía", señala el especialista en el país árabe. Destaca que es un país que ha tenido que lidiar con contradicciones, pero insiste que ahora "quizá se enfrente al escenario más complejo de los últimos años", subraya.

Pervive el sentimiento anticolonial y antioccidental

Coinciden los expertos en que entre la sociedad civil pervive el sentimiento anticolonial, antiestadounidense y antioccidental. "Siempre ha habido un divorcio entre lo que piensan los dirigentes y lo que piensan los pueblos árabes ante la cuestión palestina", aclara el profesor de Estudios Árabes. Por lo que en estos momentos, Al Sisi tiene que nadar entre dos aguas para tratar de satisfacer a unos y a otros. Aunque todo parece indicar que "su única baza puede ser la cuestión humanitaria" por ser lo que le puede reportar rédito político.

Algo parecido ocurre con Arabia Saudí o Marruecos, que en los últimos años han ido acercando sus posturas, cada vez más, a Israel. Mohamed Bin Salmán había avanzado mucho en la normalización de la relación con Netanyahu, pero estos días ha optado por un rol de mediador. De hecho, ha mantenido conversaciones con el presidente iraní, Ebrahim Raisi, para evitar una escalada bélica en la región que salpique el Líbano.

Gaza estuvo bajo la administración egipcia

"Egipto pasó de la defensa a ultranza del panarabismo con Gamal Abdel Nasser Hussein a una época más pragmática con Moḥamed Anwar", explica Alvárez-Ossorio. La Franja de Gaza desde 1948, poco después de la proclamación del Estado de Israel, fue anexionada por Egipto, quien la administró hasta que, en 1967, en el marco de la guerra de los Seis días, fue ocupada por las tropas israelíes. Con la firma de los Acuerdos de Oslo (1993) y el reconocimiento mutuo entre la Autoridad Nacional Palestina y el Estado de Israel, este último comenzó el proceso para la retrocesión de la Franja al gobierno palestino, retrocesión que no se hizo efectiva hasta el año 2005.

Siempre ha habido una relación muy estrecha entre palestinos y egipcios. "Casi todos los líderes palestinos han estudiado en universidades egipcias", asegura. El expresidente Yasir Arafat estudió ingeniería en El Cairo. "Incluso líderes de Hamás, y esto hace que todos los ojos estén puestos sobre Egipto, que tiene una responsabilidad muy grande con respecto a la Franja", concluye.

Nebal Hajoo no puede volver a Gaza ahora, pero promete que lo hará "a la mínima oportunidad". Además, ante este debate de que Egipto deje pasar a palestinos, recuerda que hubo una decisión de los países árabes de no volver a permitir el desplazamiento forzoso de la población palestina de sus territorios. Así que cuenta, él no reprochará a Egipto que “no permitiera otra "Nakba", el nombre en árabe usado en Palestina para referirse a la "tragedia o catástrofe" que supuso el éxodo forzoso de más de 700.000 palestinos de sus territorios durante la primera guerra árabe-israelí de 1948.

"Si los palestinos abandonasen Palestina por completo, la causa palestina terminaría para siempre", concluye a modo de reflexión. Esta idea sigue arraigada en la actualidad. "Si ahora Egipto permitiese que dos millones de personas abandonen Gaza, les daría la bienvenida, pero enterraría la historia de la Franja para siempre", arguye, no sin antes plantear lo que carcome a muchos de los suyos. "Después de esto, los de Cisjordania tendrán que exiliarse en Jordania y después…¿Qué quedará de la causa palestina después de eso?", pregunta. "Esta es la principal cuestión que, con mucho dolor, nos planteamos (los palestinos) estos días".