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La tensión en la frontera entre Israel y Líbano aumenta el temor a una nueva guerra justo cuando se cumplen 18 años de la última. El recuerdo de aquel conflicto sigue muy vivo en ciudades israelíes como Haifa, que fueron atacadas por Hizbulá, y que vuelven a estar ahora amenazadas por la milicia chií. Ya han muerto más de 500 personas, la mayoría en territorio libanés y aunque ninguno la quiere, están a un paso de una guerra total. La última fue en 2006, con ataques israelíes que llegaron incluso a Beirut y misiles de Hizbulá impactando en los centros de ciudades israelíes como Haifa. Unos 18 años después, no queda ni huella de los ataques de Hizbulá en estos edificios pero los vecinos del barrio de Haifa tienen muy presentes los 35 interminables días que duró la Segunda Guerra del Líbano. 

La tensión va en aumento en la frontera entre Líbano e Israel. Las zonas rurales están sufriendo constantes ataques, que se han recrudecido desde la incursión de Israel en Ráfah. La milicia proiraní Hezbolá ha intensificado el uso de drones en el norte de Israel para mostrar apoyo a su aliado, el grupo terrorista Hamás. Por su parte, el ejército israelí está atacando también zonas rurales libanesas. En Chebaa, Moussa Saab, agricultor libanés de cerezas, explica que la situación es "muy grave", incluso "espantosa" porque reciben ataques aéreos a diario.

Los proyectiles están provocando incendios forestales. Bosques y cultivos arrasados que dan cuenta del fuego cruzado entre ambos lados de la frontera. En el libanés, ya contabilizan 4.000 hectáreas quemadas. Y no solo eso, también hay varias casas destruidas. En el norte israelí ya se han quemado más de 6.000 hectáreas, explica Shai Koren, autoridad de Parques y Naturaleza de Israel. “En estos meses se han quemado más que en un año entero”, concluye.

Activistas de los derechos humanos alertan del uso de proyectiles con fósforo blanco por parte del ejército israelí. Los de Netanyahu aseguran que respetan el derecho internacional. En Líbano, los proyectiles han acabado con la vida de 450 personas y en el norte de Israel han matado a 16 soldados y 11 civiles. 

En las últimas horas, Hezbolá ha lanzado el mayor ataque desde el 7 octubre, con 200 cohetes y una veintena de drones. Cada día crece el riesgo de que el conflicto escale en Oriente Próximo.

La jornada en el sur del Líbano está siendo tensa, como de costumbre, pero sin grandes incidentes. En este punto de la Blue Line, la línea divisoria entre Líbano e Israel, en el sector que vigilan las tropas españolas de la ONU, solo se han escuchado disparos de ametralladora en un momento de la mañana. A varios kilómetros al oeste de aquí, Israel ha lanzado un ataque aéreo y algunos disparos de artillería. Nada que ver con la violencia del intercambio de fuego de hace dos noches, cuando Israel respondió con un fuerte bombardeo en las cercanías de Marjayoun a un ataque de Hezbollah.

En uno de los orfanatos de Trípoli (Líbano) la mayoría de los niños no son huérfanos. Sus padres les dejan ahí porque no les pueden mantener. La crisis económica ha hecho estragos desde 2019 y la lira libanesa ha perdido prácticamente todo su valor frente al dólar.

Los sueldos se han devaluado tanto que ni trabajando se llega a final de mes, y quien tiene ahorros tampoco puede disponerlos debido a la crisis bancaria que ha desembocado en un corralito, todo con una inflación que supera el 250% y con problemas de suministro de electricidad y agua. Así las cosas, el 80% de la población de este país está en situación de pobreza.

En este escenario, este orfanato se presenta como la solución para muchos hogares. Aquí tienen calefacción, tres comidas al día, educación y cobijo. También tienen sus problemas financieros, los mismos que afectan al resto de la población. Pero además, las donaciones han caído muchísimo.