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Sin límite de edad: la longevidad en España aconseja una nueva mirada hacia los llamados 'mayores'

  • España cuenta con 16.000 personas centenarias y más de nueve millones de mayores de 65 años
  • En todo el país solo hay cuatro centros infantiles y de mayores que practican la intergeneracionalidad

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Informe Semanal - Sumar vida a los años

No hace tanto tiempo que una persona llegara a los cien años era noticia, y los programas de radio y televisión se lanzaban a capturar la imagen y declaraciones del centenario en cuestión, intentando extraerle el secreto de una vida tan larga…Hoy, en España, 16.000 personas han sobrepasado el siglo de vida y alcanzarlo está dejando de ser tan excepcional. La medicina y la ciencia están conquistando una longevidad cada vez más longeva en un país donde los mayores suman ya nueve millones y medio y la cifra va a ir en aumento.

Estadísticamente uno empieza a ser mayor a partir de los 65 años, pero eso no quiere decir que su vida activa termine ahí. Los japoneses lo vieron claro y en los años 70 se lanzaron a poner en marcha experiencias para ver qué ocurría cuando en un mismo espacio y durante un tiempo convivían personas de edades tan dispares como bebes, niños y abuelos. Así nacieron los primeros centros intergeneracionales, que a España han tardado mucho más en llegar y son aún muy pocos.

En España solo cuatro centros infantiles y de mayores practican la intergeneracionalidad con espacios y actividades comunes. Uno está en Madrid, dos en Galicia y un cuarto, en Andalucía.

Romper el muro de la edad

A 13 kilómetros de Granada, en la localidad de Albolote está el centro intergeneracional de Macrosad. A las ocho y media de la mañana un microbús deja a Manuel, Antonio y María en el Centro de Día Reina Sofía; a la entrada se encuentran con las madres y los padres de Lucas , Olivia y Carlos unos y otros se saludan sonrientes y se dan los buenos días entre comentarios cariñosos.

Al centro acuden 40 mayores, el más joven tiene 70 años, el mayor 96; y 74 niños de entre 0 y 3 años. Durante las primeras horas cada grupo se dedica a sus actividades hasta que a mediodía llega el momento de la asamblea. A través de un colorido y alegre pasillo se llega al aula donde se reúnen los amigos mayores y pequeños.

No hay que hacer nada especial, simplemente dejar que las cosas sucedan y a veces a través de algo tan simple como lanzar globos al aire, cogerse de la mano o secar las lagrimillas de algún pequeñajo desencadena la comunicación entre unos y otros. El guirigay, las risas y el juego hacen el resto.

Mano de bebé y de anciano

En los centros intergeneracionales no hay que hacer nada especial, simplemente dejar que las cosas sucedan. GETTY IMAGES

Mariano Sánchez dice que es como una coreografía, “como un baile en el que a veces conviene bailar pegados, pero otras hay que saber mantenerse a distancia”. Sánchez es director de la Cátedra Macrosad en la Universidad de Granada y lleva veinte años estudiando los temas intergeneracionales.

El papel de la familia

El propósito de esta iniciativa es permitir que las personas experimenten lo que habitualmente sólo se vive en familia

“El propósito de esta iniciativa es permitir que las personas experimenten más allá de las familias lo que habitualmente sólo se vive en familia, es decir, la relación diaria -planificada o espontánea- entre distintas generaciones. España es un país feminista y es en la familia donde se educa la intergeneracionalidad; pero cuando salimos a la calle esa práctica disminuye. Lugares como este ayudan a que podamos conectar el interior de la familia con el exterior y ampliar la experiencia”, explica el director de la Cátedra Macrosad.

Dejamos al grupo de amigos mayores y pequeños en la asamblea y nos vamos al otro extremo del pasillo donde nos encontramos con una apacible habitación con tres cunas que cuando llegamos están sin sus pequeños dueños ….es la hora de gatear un poco, aunque Chrtistián está algo perezoso y ha preferido los brazos de Toñi. Todo ocurre de forma espontánea bajo la atenta mirada de Carmen y Rosa que son las que se encargan de facilitar la interacción entre los más pequeños y los mayores aunque la mayoría de las veces no hace falta que nadie les anime.

La intergeneracionalidad te da herramientas para ampliar redes de relaciones de las que dependes para ser quien eres

Los resultados apuntan a que a través de estas experiencias, muchos mayores que -por soledad, sentimiento de inutilidad y muchas veces aburrimiento- han perdido su propósito de vida lo recuperan porque pueden volcar su experiencia a la generación que viene. Y ¿cuál es el beneficio para los más jóvenes? "Un centro como este -apunta Sánchez- lo que está haciendo es ayudar desde edades tempranas a que las personas tengamos recursos y capacidades para relacionarnos con una diversidad mayor de seres humanos. Tener destrezas para aumentar tu red de relaciones, sobre todo si son relaciones de calidad, es fundamental para subsistir. La intergeneracionalidad te da herramientas para poder ampliar esas redes de relaciones de las que dependes para ser quien eres".

Faltan espacios intergeneracionales

España ha dado un gran salto en cuidados gerontológios y hemos mejorado mucho en la forma de entender cómo trabajar con personas mayores. Hay muchos programas destinados a conectar generaciones en las más de 5.500 residencias en las que viven casi 400.000 mayores. Pero si hablamos de espacios intergeneracionales son muy escasas las experiencias y menos todavía las que se han mantenido en el tiempo.

La idea partió de nosotros pero quienes le han dado vida son las personas que viven aquí

El edificio Plaza de América, en Alicante, es referencia de vivienda intergeneracional. En Bristol y Hong Kong, por ejemplo, ya han copiado esta idea que empieza por la propia estructura. Amplios pasillos que los vecinos llaman calles; y apartamentos de 40 metros cuadrados habitados por 56 mayores de 65 años y 16 jóvenes hasta 35. El concepto del edificio es importante, pero como explica Gaspar Mayor, expresidente del Patronato municipal de Vivienda del Ayuntamiento de Alicante e impulsor del proyecto, “la idea partió de nosotros pero quienes le han dado vida son las personas que viven aquí”. Es un modelo de vivienda atractivo porque para los mayores supone una alternativa a las residencias, y para los jóvenes, una opción para independizarse.

Más cerca - Un campamento intergeneracional que enriquece a todos - Escuchar ahora

Laura lleva dos años en este edificio, no oculta que le atrajo el precio de la vivienda, 240 euros mensuales, así que asumió el reto de convivir con personas mayores y, pasado todo este tiempo, lo valora positivamente. Ella es una de las jóvenes que más participa en las actividades comunitarias que se desarrollan en la biblioteca, en la huerta y sobre todo en la sala tecnología que tiene el edificio.

La edad cronológica cada vez dice menos

Cuando los jóvenes llegan a los 35 años, tienen que dejar su vivienda y dar entrada a otros, pero hay veces que el contacto se sigue manteniendo fuera y esa es la verdadera conquista de la relación intergeneracional. Mariano Sánchez, que lleva dos décadas estudiando las relaciones intergeneracionales, tiene muy claro que “la edad cronológica cada vez dice menos”.

España tienen 47 millones y medio de habitantes, y las estadísticas auguran que en una década más de 12 millones de personas serán mayores, con una esperanza media de vida de 83 años. Así que no parece inteligente dejar al margen al 25 por ciento de la población. “Llevamos demasiadas décadas de entrenamiento y de socialización según la cual cada uno tiende a estar con sus iguales y nos estamos dando cuenta de que eso no es suficiente, -dice Mariano Sánchez-. La diversidad es enorme y ahí se está haciendo un trabajo. Yo creo que es muy positivo introducir actividades que conecten edades distintas y que lleven a que esa diversidad se perciba”.

Y es que con más o menos rapidez todos nos dirigimos hacia ese lugar llamado vejez en el que vamos a pasar mucho tiempo, y cómo hacerlo de la mejor manera posible es el desafío.