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Los márgenes de beneficio: la causa de la espiral de inflación

  • Mantener el margen de ganancia cuando los costes de las materias primas suben por la guerra provocan que haya más inflación
  • Para Isabel Schnabel, del Banco Central Europeo, las ganancias empresariales "fueron un contribuyente clave de la inflación"

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Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - Economía desde el lejano oeste | Juicio a los salarios

Dice la leyenda que cuando suben los salarios igual que la inflación, si esta es alta, viene el lobo. La economía en ese momento entra en una espiral de precios muy difícil de atajar. Los empresarios repercuten los costes laborales en los precios de sus productos y vuelta a empezar. Lo que no dice el cuento es qué pasa cuando los precios son altos, la perspectiva a medio plazo es que sigan así, pero los aumentos salariales no van acordes.

Las voces autorizadas de los bancos centrales advierten sobre el peligro de aumentar los jornales cuando creen que no toca. Pero en sus tripas se pueden encontrar otras razones tras el aumento de precios. Un estudio reciente del Banco de Pagos Internacionales, el conocido como “banco central de los bancos centrales”, dice que la espiral de precios viene alimentada por el empeño de las empresas en mantener los márgenes de beneficio.

“El poder de fijación de precios de las empresas, medido por el margen de los precios sobre los costes, ha alcanzado máximos históricos”, dicen los autores del documento. Esto, en un momento en el que la inflación está controlada, puede ser sostenible. Sin embargo, “en un entorno de alta inflación, los mayores márgenes podrían alimentar una espiral de precios, ya que las empresas prestan más atención al crecimiento de los precios agregados y lo incorporan a sus decisiones de precios”, dice el documento del BPI. Traducción: mantener el margen de ganancia cuando los costes de las materias primas suben por la guerra y los cuellos de botella provocan el encarecimiento de algunos componentes, significa alimentar más la inflación.

De hecho, los autores del estudio creen que algo de eso hay. De momento, hablan en condicional: “Esta podría ser una de las razones por las que las presiones inflacionistas se han ampliado recientemente en sectores que no se vieron directamente afectados por los cuellos de botella”. Traducción: la inflación y el empeño por mantener márgenes puede haberlo incendiado todo.

Un fenómeno global

El fenómeno se da a uno y otro lado del Atlántico. Un estudio del think tank Economic Policy Institute dice que, en Estados Unidos, desde que empezó la pandemia y hasta el final de 2021, los márgenes fueron los que principalmente contribuyeron al crecimiento de los precios de los productos de las empresas no financieras. Casi un 54% corresponde a este apartado. Por el contrario, los costes laborales sólo contribuyeron en algo menos del 8%, un porcentaje muy diferente al de la media del periodo 1979-2019, cuando rozó el 62%.

A este lado del océano, según reconocía Isabel Schnabel, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo, en un hilo de Twitter “las ganancias [de las empresas] fueron un contribuyente clave a la inflación”. “A pesar de la desaceleración de la economía, las empresas siguen estando en condiciones de aumentar los precios de venta a medida que crecen los desequilibrios mundiales”, sentenciaba.

En una conferencia que la alta ejecutiva del BCE pronunció recientemente y que se titulaba La globalización de la inflación, añadía otra posibilidad que puede alimentar la inflación: los salarios al alza. En ese escenario, es posible que “los mayores beneficios de las empresas den lugar a un aumento de salarios” y así empiece todo.

Sin rastro de la espiral de precios provocada por los salarios

Entre enero y abril, en España, los salarios pactados en convenios colectivos aumentaron un 2,4%, según los últimos datos publicados por el ministerio de Trabajo. Esa cifra queda muy lejos de la media del IPC en ese mismo periodo: un 7,9%.

Por eso algunos agentes económicos se fijan ahora en otros ingresos, como las pensiones, que sí suben lo mismo que el IPC (la media anual que se registra en noviembre), por ley. “Si el resto de rentas—lo que son pensiones, salarios públicos, etcétera —, también aceptan una parte de la pérdida, creo que estaremos en condiciones de perfectamente de eludir esa espiral inflacionista", decía el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, con motivo de la presentación del Informe Anual de la entidad.

Otro banquero central, Jerom Powell, presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, dedicó una parte del discurso en el que anunciaba la última subida de tipos de interés (el pasado 4 de mayo) a los salarios. El jefe de la Fed cree que los mercados laborales están “ajustados”, hay “escasez de mano de obra”, y eso provoca un aumento salarial “al ritmo más rápido en años”. Parece cosa buena, “pero los salarios deben subir a un nivel sostenible” y el ritmo actual “no es consistente con una inflación del 2%”, sentenciaba Powell.

Pero en los bancos centrales hay también otras voces que no ven peligro en los salarios y otros ingresos de los hogares. En su discurso, Schnabel, reconocía que los aumentos de las nóminas “se han mantenido en un nivel bajo” y, además, “sólo se ha renegociado un número relativamente pequeño de contratos salariales desde que la inflación empezó a aumentar con fuerza en el segundo semestre de 2021”, así que ese “segundo escenario” del que hablaba, no se está viendo.

El informe del BPI va por la misma senda. Sus autores argumentan que, en las últimas décadas, se han dado “cambios institucionales” que nos llevan a “un entorno menos propicio para las espirales de precios que en el pasado”. Eso se da por las reformas laborales y la pérdida de fuerza de los sindicatos, lo que impide conseguir mejores réditos en la negociación colectiva. De ahí que en el informe quede reflejada la lejana posibilidad de la espiral, porque la relación entre los sueldos y los precios “ha disminuido en las últimas décadas y actualmente se encuentra cerca de los mínimos históricos”.