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La Palma

Los expertos vigilan los aumentos puntuales de concentración de dióxido de azufre en el entorno del volcán

  • Los especialistas transmiten un mensaje de tranquilidad a la población palmera, ya que no representa un peligro grave
  • En distintas mediciones los niveles han superado los establecidos por la OMS, pero después han descendido
  • Sigue la erupción del volcán de La Palma en directo

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Dos jóvenes contemplan el Valle de Aridane, con la erupción volcánica al fondo.
Dos jóvenes contemplan el Valle de Aridane, con la erupción volcánica al fondo.

La situación del volcán de La Palma se ha mantenido estable durante los últimos días. La colada de lava discurre de forma fluida hasta llegar al océano Atlántico, lo que ayuda a que la destrucción de viviendas en las zonas intermedias sea menor, aunque la superficie afectada supera ya las 420 hectáreas. En el mar, el delta lávico sigue creciendo, con una extensión que se acerca a las 40 hectáreas. Aunque en la isla preocupa ahora el incremento de las emisiones de dióxido de azufre (SO2), que en diferentes ocasiones ya ha superado el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Los Llanos y El Paso.

Según las últimas mediciones del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), la emisión de SO2 a la atmósfera ha rondado este jueves las 14.000 toneladas, un volumen diario alto que indica que el proceso eruptivo mantiene su fuerza y rebaja la posibilidad de que finalice a corto plazo. El análisis de los niveles de dióxido de azufre emitido por el volcán es muy importante, ya que este es el principal indicador para predecir cuánto durará la erupción.

Durante el miércoles, los valores de SO2 se mantuvieron en niveles bajos como en días anteriores, salvo un episodio puntual en El Paso y Los Llanos a las 10:00 horas, que fue remitiendo a lo largo del día. Durante la noche y primeras horas de la mañana del jueves se ha producido un aumento de gran intensidad en las concentraciones de SO2 en las estaciones de Tazacorte, Los Llanos y El Paso, siendo más intenso en El Paso, donde se llegó a medir un valor máximo horario de 667 microgramos/m3, superando el umbral de alerta establecido en 500 microgramos/m3 en dos ocasiones consecutivas. Durante ese episodio, que se inició a las 03:00 horas y que actualmente parece estar remitiendo, se superó el umbral horario de SO2 en cinco ocasiones en El Paso, Tazacorte y Los Llanos.

Además, la emisión de cenizas volcánicas sigue suponiendo otro de los grandes trastornos para la isla, aunque en principio este fenómeno no afecta directamente a la salud de los palmeros. Debido a la presencia de estas emisiones, que alcanzan una altura de 3.000 metros y después se depositan sobre el suelo, el aeropuerto de La Palma se encuentra inoperativo por acumulación de ceniza sobre su pista, y han sido cancelados más de treinta vuelos. Fuentes de Aena han indicado que las tareas de limpieza empezarán una vez que deje de caer esta ceniza, que de momento hace imposible la operatividad.

Doble foco de emisiones nocivas

La erupción tiene un doble foco de emisiones potencialmente nocivas para la salud. Por un lado, están las bocas eruptivas; y, por el otro, la nube desprendida por el contacto de la colada con el mar. Este segundo núcleo emisor, que produce nubes cargadas parcialmente con compuestos tóxicos -principalmente cloro, azufre y carbono- es el menos preocupante. De momento, los vientos han empujado estas nubes lejos de la isla, pero incluso aunque las llevasen hacia el interior del Valle de Aridane, sus habitantes no correrían peligro. "Los gases solo pueden ser corrosivos y abrasivos en las zonas cercanas, a centenares de metros, pero una vez que salen de esa zona de exclusión se dispersan, y al hacerlo la cantidad de gases tóxicos en miligramos por metro cúbico de aire se va haciendo cada vez más pequeña", indica al respecto José Mangas, catedrático de Geología de la Universidad de Las Palmas.

El penacho que sale directamente de las bocas del volcán, cuyos componentes más nocivos serían los óxidos de azufre y de nitrógeno, sí que podría suponer un mayor riesgo para la población, aunque los expertos recalcan que no representan una amenaza seria. "Hasta ahora, el aire va hacia el mar y las concentraciones de azufre, aunque son muy elevadas, van hacia arriba, y en la troposfera no afectan a la población", explica Íñigo Pérez-Baroja, vicedecano Colegio Oficial de Químicos de Madrid, quien puntualiza que "el problema es que con el cambio de dirección del viento, hay parte que puede llegar a la población, pero no crearía una situación grave".

Lluvia ácida, pero sin apenas riesgo

En el actual escenario, Pérez-Baroja apunta a dos situaciones potenciales que podrían complicar aún más la calidad del aire en La Palma. La primera de ellas es que se junten los dos penachos, el originado directamente por el volcán y el que se desprende del contacto de la lava con el mar. Lo normal es que se unan sobre el volcán, por lo que solo afectarían a la zona de exclusión y su impacto sería mínimo, pero "si se juntan sobre una población, podría tener un cierto riesgo, aunque estaría muy diluido". "Realmente lo que pasaría es que con el vapor de agua y los gases de azufre se formaría lluvia ácida, y caería agua junto con gotas de ácido sulfúrico, pero no representaría un peligro muy grave para la población", explica.

El otro peligro depende de la dirección del viento. "Si va hacia el interior de la isla, puede empujar el penacho de vapor de agua, que ocuparía el espacio del oxígeno, y durante un tiempo faltaría el oxígeno, y a la población podría costarle un poco más respirar, como con sensación de ahogo, aunque no pasaría de ahí", prosigue.

El "peor escenario", según Pérez-Baroja, es "el que se produjo la semana pasada y ahora está volviendo a pasar", cuando "el viento bordeó la isla y dejó de soplar, por lo que todo el vapor se quedó estacionado" en el interior de la isla. Este químico insiste en que aún así no se trata de una situación especialmente inquietante, salvo para un perfil poblacional muy concreto. "Sería un poco más preocupante para quienes tengan problemas cardiorrespiratorios, que deberían extremar las medidas de seguridad, y protegerse con mascarillas FFP2", apunta.