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La Palma

La llegada de la lava al mar estabilizará la colada y evitará la destrucción de viviendas

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La colada de lava, mientras cae por los acantilados situados en las cercanías de Los Guirres.
La colada de lava, mientras cae por los acantilados situados en las cercanías de Los Guirres.

La llegada de la colada de lava al mar ha abierto una nueva etapa en el proceso eruptivo del volcán de La Palma, y no todas las consecuencias derivadas tienen por qué ser negativas. Lo que más preocupaba era la posible toxicidad de la nube generada por el contacto entre lava y océano, pero los expertos recuerdan que estos gases no son peligrosos para la población si se mantiene una distancia prudencial con el foco de emisión. Al mismo tiempo, el vertido al mar permitirá que el flujo de lava discurra de manera más o menos continua, lo que ayudará a que se estabilice el curso de la colada en las zonas intermedias, evitando que se ensanche y provoque más daños materiales en la isla.

En lo referente a la emisión de gases tóxicos, José Mangas, catedrático de Geología de la Universidad de Las Palmas, cree que los habitantes del Valle de Aridane pueden estar tranquilos, ya que la supervisión científica es constante y, si se ha confinado a la población más cercana a la zona de los acantilados de Tazacorte, ha sido únicamente por exceso de prudencia. "El Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) está midiendo los parámetros tanto de los materiales, como de los gases y piroclastos que llegan a la atmósfera, y los tienen controlados al minuto, junto con la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet)", asegura, y explica que "ellos son bastante conservadores, e igual que no ha habido hasta ahora ninguna víctima, quieren que siga siendo así".

Uno de los aspectos que controlarán será el desplazamiento de esas nubes cargadas parcialmente con compuestos tóxicos -principalmente cloro, azufre y carbono-, que dependerá de los alisios, predominantes en las Islas Canarias. Pero incluso aunque estos vientos dirigiesen las nubes hacia el interior del Valle de Aridane, sus habitantes no correrían peligro. "Los gases solo pueden ser corrosivos y abrasivos en las zonas cercanas, a centenares de metros, pero una vez que salen de esa zona de exclusión se dispersan, y al hacerlo la cantidad de gases tóxicos en miligramos por metro cúbico de aire se va haciendo cada vez más pequeña", indica Mangas.

Una colada "más canalizada"

Quizá la lectura más positiva de la llegada de la lava al mar es que, en principio, el nuevo escenario va a evitar que se amplíen las zonas arrasadas en el curso intermedio de la colada. "Ahora la lengua va a bajar por el canal lávico que se ha abierto, y va a estar más canalizada, por lo que no se va a extender lateralmente, sino que va a discurrir por los mismos canales que ha utilizado hasta ahora, ya que está más caliente, y circulará a más velocidad", explica este geólogo.

Una previsión compartida por el vulcanólogo José Luis Barrera, quien asegura que "como la colada no se ha roto desde que sale de la boca del volcán hasta que está cayendo al mar, seguirá continuamente el mismo camino, con lo cual ya no puede producir muchos más daños, salvo que haya nuevos pulsos que ensanchen la colada hacia un lado o hacia el otro, pero no parece muy probable. Yo creo que la colada va a seguir por esta vía y se va a ir por el mar".

Microenjambre sísmico en Fuencaliente

El problema es que en cualquier momento se pueden crear fracturas que originen nuevas bocas eruptivas, lo que podría alterar el actual recorrido de la lava, o crear incluso otras coladas, que destruirían nuevas viviendas a su paso. Aunque en caso de suceder, como opina Barrera, este fenómeno se produciría más al sur del actual punto de erupción. El movimiento del magma y la rotura de la corteza terrestre suelen estar precedidos de movimientos sísmicos, y "la sismicidad que se está produciendo ahora no está bajo el volcán en erupción, sino más al sur, en una cota más alta, dentro del término de Fuencaliente".

Para este geólogo, el hecho de que actualmente no exista sismicidad debajo del volcán activo "puede indicar que a lo mejor se apaga en poco tiempo". "De momento, la sismicidad bajo el volcán no existe, como ha estado ininterrumpidamente durante todos estos días, lo que podría ser un indicador de que a lo mejor ya no sube tanto magma por ese conducto y el empuje se está llevando a cabo donde están los terremotos, en la zona de Fuencaliente, en la Cumbre", valora.

"Así empezó la erupción actual"

"Así empezó la erupción actual, en este mismo sitio donde está el pequeño enjambre que se está formando en el entorno de Fuencaliente. El anterior enjambre fue evolucionando y desplazándose hacia el norte, hasta que emergió el volcán actual", recuerda Barrera, quien no obstante deja claro que "no podemos decir exactamente lo que va a pasar con este microenjambre".

Aunque también destaca que "es importante que de momento no se haya observado deformación del terreno", que es, junto con la sismicidad, la principal señal que puede indicar que nos encontramos en la antesala de una nueva erupción.