Esther vende el Gordo en Madrid, pero nadie lo celebra: "Lo ha comprado una asociación"
- La administración familiar de los Lanchas ha vendido 16 series del 79.432, el primer premio de la Lotería de Navidad
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¿Qué haría usted si le tocase el Gordo? Esta pregunta se la hace cualquier persona que cede a la presión de comprar un décimo de la Lotería de Navidad. El del club de fútbol de los niños, porque ese piquito cubre la hipoteca. El del bar, porque ahí habría champán para descorchar si sonase la flauta. El del trabajo, porque no vaya a ser que se hagan ricos todos los compañeros —o peor aún, los jefes— y uno se quede con cara de tonto. Y ante ese por si, todos terminan jugando. La mayoría piensa ante la pregunta de qué hacer si le tocase el Gordo en qué gastarían el dinero, pero no en cómo celebrarían el premio.
El 79.432 se ha repartido entre varias localidades de León y Madrid. Los afortunados del primer enclave han salido a la calle, han bebido champán a morro, han desempolvado los gorros de Papá Noel y las orejas de reno y se han dejado ver. Los de la segunda ciudad han permanecido ocultos.
Decenas de periodistas y vecinos curiosos se han agolpado a la entrada de la administración 246 de Madrid, en el número 8 de la calle Ricardo Ortiz, en el barrio de La Elipa. Allí, Esther Lanchas había vendido 16 series de ese número. Ella heredó el oficio familiar de sus padres, José y Nieves, también presentes este lunes en esa oficina que abrieron en 1988, cuando la ahora niña —ya mujer y madre— tenía solo cinco años.
Esther Lanchas se ha enterado por la prensa de que ha dado ella parte del Gordo. "Me he puesto a llorar. He llamado a mi marido y a mis padres. Esperaba un día tranquilo, pero ha sido una locura", declaraba aún emocionada. Los Lanchas no tenían nada preparado. Su marido, Arlo, que trabaja con ella, estaba fuera y ha conducido hasta la administración alertando a los curiosos de su llegada con sonoros toques de claxon. Los padres de Esther tampoco querían perderse ese momento. Las camisetas que les reconocen como repartidores de la mayor de las suertes también han tardado en llegar. Y el champán ni siquiera había salido del supermercado. Hoy, después de tantos años sin repartir uno de estos premios, era para ellos una jornada de improvisación, un día en el que no esperaban salir en los medios. "Y yo con estos pelos", se excusaba Esther.
¿Quién compró los décimos?
Aún algo desubicada, explicaba ante las cámaras que 10 de esas series las había comprado "una asociación de Madrid, pero no de este barrio". El resto las habían comprado vecinos de la zona en los días previos al sorteo. Ramona, una de las que les compra lotería, dudaba de si le había caído algo. "No me acuerdo en qué acaba, que tengo la cabeza ya...". Y se ha marchado corriendo, porque las piernas aún las conservaba ágiles, a comprobar si era una de las agraciad as.
Javier, otro vecino del barrio, lleva "25 o 30 años, por lo menos", comprando en esta administración. Venía este lunes a echar la Primitiva, "como todas las semanas", y se ha encontrado con tremendo pitote montado. "Esther, no es el número que tengo, ¿no?". No, la suerte se la han llevado otros.
De los miembros de la asociación, ni rastro. Incógnita lanzada y pregunta obligada: "¿Qué asociación compró los décimos, Esther?". No quería dar el nombre por preservar el anonimato de los premiados. Pese a su discreción, se aventuraba a decir que se imaginaba "que ellos querrán hacerlo público". No ha sido así. Y han ido saliendo datos de quiénes compraron esos papelillos con el 79.432.
Son "totalmente discretos"
Que les compraban desde hace "siete u ocho años". Que querían que el número terminase este año en dos. Que los encargó un "hombre de mediana edad para arriba". Uno decía algo de Legazpi. Deslizaban que era de una asociación "de arte" que tiene su sede en Embajadores. Y, ya de camino hacia un punto indeterminado de ese barrio, llegaba por WhatsApp un chivatazo no confirmado.
A la entrada de un local cerrado a cal y canto de la calle Ercilla, ya muchos menos periodistas, tan sólo cuatro, esperaban un gesto de alegría. Pero tampoco. "Yo tampoco iría a la administración si me tocase", afirmaba un compañero en La Elipa. "Ni yo", apoyaba otra. Habrán pensado lo mismo los que han comprado las participaciones de esa asociación, que al parecer no se dedica al arte, sino al pensamiento político.
¿Y se disfruta igual sin compartirlo? Quizás sólo sea una pregunta que pueden recoger quienes escriban el guion del anuncio del año que viene. Porque este año, según confirma una fuente que conoce a miembros de esa asociación, permanecerán en el anonimato, "totalmente discretos". Menos mal que los de León sí se han atrevido a compartir su júbilo con quienes esperan convertirse el año que viene en los próximos ganadores.