Infantino en el plan para Gaza: la diplomacia de los negocios y de los amigos de Trump
- A la treintena de representantes políticos internacionales, Donald Trump añadió la invitación al presidente de la FIFA
- La amistad de los presidente de los EE.UU. y del fútbol une negocios y política, característica del Gobierno Trump
¿Qué hacía el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en la cumbre para firmar el plan de paz para Gaza? ¿Qué pintaba el máximo directivo del fútbol mundial entre una treintena de mandatarios políticos? Fue la nota disonante en la reunión del lunes en Sharm El Sheij. Todos los asistentes eran presidentes, primeros ministros, ministros de países o representantes de organismos internacionales (la ONU, la Unión Europea y la Liga Árabe). ¿Qué pinta Infantino en el plan de paz entre Israel y Gaza?
Explicación oficial: lo invitó Trump
La explicación oficial dada por el propio Gianni Infantino es que lo invitó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. ¿Por qué lo invitó? Aquí viene una explicación cuya letra y música sonará familiar: "El papel del fútbol tiene que ser apoyar, unir y dar esperanza a la región. En Gaza, en Palestina, ayudaremos a reconstruir instalaciones de fútbol, ayudaremos a que vuelva el fútbol. Llevaremos balones, construiremos campos, llevaremos entrenadores, ayudaremos a crear competiciones, lanzaremos un fondo para reconstruir infraestructuras de fútbol. (...) Me he dado cuenta, hablando con estos mandatarios, de que quieren contribuir, todos ven la importancia del fútbol para unir a la gente, a los pueblos".
El poder del fútbol, el poder del deporte. Entonces, ¿por qué no había representantes de otros deportes o del Comité Olímpico Internacional? Fútbol y política, política y deporte. Frases que lo mismo sirven para dictar normas contra la politización del deporte como para implicarlo "por una buena causa".
Infantino, el amigo de Donald Trump
En la cumbre de Sharm El-Sheij, el suizo Infantino se deshizo en elogios al presidente estadounidense: "El papel del presidente Trump ha sido absolutamente fundamental, crucial en este proceso. Sin el presidente Trump no habría paz". Infantino es uno de los que reclama el Nobel de la Paz para el presidente, y abraza la hipérbole de Trump al dar por hecho que lo que se ha logrado es la paz, cuando quien conoce el terreno se limita a hablar de alto el fuego. Lo que se ha acordado es un plan para alcanzar la paz, pero los obstáculos que hay que superar hoy se presentan muy complicados.
Infantino y Trump son amigos desde las primeras presidencias de ambos, un lazo que se ha estrechado mucho desde que en 2018, siendo ambos presidentes, otorgaron la celebración del Mundial de 2026, el año que viene, a Estados Unidos, con sedes subsidiarias en Canadá y México. La relación entre ambos no se interrumpió durante los cuatro años que Trump dejó de ser presidente.
El periódico estadounidense The New York Times describe esa relación así: "Infantino se ha propuesto estar ahí donde esté Trump, da igual de qué se trate. Infantino habló en una cena del Foro Económico de Davos (Suiza, el país de Infantino) de 2020 cuyo anfitrión era Donald Trump. Durante la pandemia de covid, viajó a Washington para la firma de los Acuerdos de Abraham que establecieron relaciones diplomáticas entre Israel y varios países árabes. También tuvo un asiento en lugar destacado en la segunda toma de posesión de Trump este año, y ha estado en el Despacho Oval en varias ocasiones".
En un español castizo podríamos decir que Infantino en la Casa Blanca de Trump se mueve como Pedro por su casa. No fue así durante los cuatro años de presidencia Biden, y eso que el Mundial ya estaba en el calendario. El vínculo incluye a la familia, para el sorteo del Mundial de Clubes Infantino no invitó a jugadores retirados, sino a Ivanka Trump, hija del presidente.
La materialización de esa complicidad son dos trofeos que contribuyen a la chatarrería de dorados en que ha convertido Trump el Despacho Oval, su despacho y el lugar donde se inmortalizan gráficamente las visitas de mandatarios internacionales, un réplica de la copa del Mundial de Clubes de fútbol y otra del Mundial de selecciones. La réplica de la copa del próximo Mundial Infantino se la entregó a Trump "porque es un ganador".
Esta semana, la revista Forbes titula un artículo con un ilustrativo: "Si está Trump, Infantino seguramente no andará lejos". El diario Washington Post ha contado los encuentros de su agenda pública y ha llegado a la conclusión de que el presidente de la FIFA ha aparecido más con Trump que con ningún cargo de la federación en los continentes más importantes del fútbol, Europa y Sudamérica.
De egos, lujos y negocios
El trofeo para el ganador del mundial de clubes, que tuvo lugar este verano en los Estados Unidos, lo hizo la joyería Tiffany, una de las muchas inscripciones del trofeo es una cita del propio Gianni Infantino y su firma. Atención a la cita, sobre todo al final: "Asistimos a una nueva era. La era dorada del fútbol de clubes: la era del Mundial de Clubes de la FIFA. El pináculo de todas la competiciones de clubes. Inspirado por el presidente de la FIFA, Gianni Infantino". La modestia no es una de la virtudes de estos dos amigos.
No se le conoce a Trump un gusto particular por la música clásica y las artes, sin embargo, una de sus primeras acciones en esta segunda presidencia ha sido dar un golpe de Estado en el Kennedy Center de Washington, el centro cultural de la música y las artes. Trump destituyó a todos los miembros del Consejo directivo que habían nombrado los demócratas y los sustituyó por simpatizantes suyos. Acabó con la representación plural. No contento con eso, se hizo nombrar presidente. Es una de las muchas alegorías de esta segunda presidencia, Trump, al frente del centro de la música y las artes. ¿Dónde se hará el sorteo de partidos del Mundial de fútbol del año que viene? En el Kennedy Center, el próximo 5 de diciembre, para lo cual han tenido que cancelar un concierto ya programado.
Esa aparente incapacidad para separar los asuntos del cargo de los personales es otra afinidad entre el suizo y el estadounidense. Infantino ha abierto dos sedes de la FIFA en los Estados Unidos, una en Florida, el estado adoptivo de Trump, y la otra, en Nueva York. Exactamente, en la Torre Trump, el rascacielos propiedad del presidente, es decir, ha convertido a la FIFA en inquilino de Trump. Ahí fue donde Infantino presentó el trofeo del próximo Mundial, en compañía de uno de los hijos del mandatario. Todo queda en familia y entre amigos de la familia. El razonamiento de Infantino de que tiene que seguir de cerca los preparativos del Mundial de 2026 no vale para las otras dos sedes, Canadá y México, donde no ven al directivo supremo con tanta frecuencia.
Más vínculos y más coincidencias. El presidente del FIFA viajó a la cumbre de Egipto en un avión privado de Catar, algo que, según varias fuentes, hace a menudo. Catar es el riquísimo emirato que le ha "regalado" al presidente Trump el próximo el próximo Air Force One, el avión oficial de todo presidente de los Estados Unidos. Catar es el país que ha estado financiando Gaza, a Hamás, con el consentimiento del Gobierno israelí de Benjamín Netanyahu, y que ha mediado en este plan para paz junto con Turquía y Egipto. Y el país que eligieron, para asombro general, para organizar el Mundial de 2022.
A Catar y a Arabia Saudí fue Infantino en mayo, y el viaje le costó fuertes críticas de miembros de la Federación porque fue acompañando a Trump, y con ese viaje retrasó en el último momento el congreso de la FIFA que se celebraba en Paraguay. Los europeos, la UEFA, lo acusaron de poner sus intereses políticos privados por delante de los de la FIFA. Catar organizó el Mundial de 2022 y Arabia Saudí lo hará en 2034, esa fue la justificación del presidente de la FIFA para el viaje, pero la cuestión es que no fue como presidente de la FIFA, sino de acompañante del presidente de los EE.UU. Ningún dirigente deportivo, aseguran los especialistas en la materia, ha manifestado una afiliación política como Infantino con Trump.
Un detalle no menor de esta relación es que el fútbol puede ser el deporte rey, en cuanto a afición de masas, pero no en los EE.UU. Ahí es aún un deporte de hispanos y africanos, "inmigrantes" a ojos de Donald Trump, y de mujeres. El fútbol, el soccer, está aún lejos de mover las pasiones y las masas del béisbol, el fútbol americano o el baloncesto.
Según cuentan fuentes conocedoras, el hijo menor de Trump, Barron, sí es un aficionado al fútbol y ha influido en su padre, pero lo que realmente ha despertado su interés es que el próximo Mundial se celebre en los Estados Unidos. Una gran oportunidad para aparecer, él, en eventos y celebraciones, rodeado de fastos. Ya lo hizo, para pasmo de los testigos, cuando este verano se unió a la celebración del Chelsea al terminar el partido de la final del Mundial de clubes, como si fuera un jugador más o parte del equipo técnico del equipo inglés. Si hay cámaras, tiene que estar él. Además de la atención mediática planetaria que genera, un Mundial de fútbol es un negocio que mueve miles de millones de dólares.
¿La FIFA al servicio de Trump?
En la campaña contra las ciudades gobernadas por el Partido Demócrata, el presidente fuerza los límites de sus competencias y moviliza al Ejército para funciones de orden público. Pero no le basta, desde el mes pasado también amenaza a las ciudades "gobernadas por lunáticos de izquierdas" con retirarlas como sedes de partidos del Mundial. Empezó con Seattle, San Francisco y Chicago, y esta semana ha añadido a Boston, la ciudad con más solera de los Estados Unidos. ¿Puede hacerlo? El presidente de los Estados Unidos no, pero la FIFA, sí.
Y Trump se ha manifestado así de confiado: "Si alguien hace un mal trabajo, y yo considero que las condiciones no son seguras, llamo a Gianni [Infantino], que es fenomenal, y le diré 'trasladémoslo a otro lugar'. Y él lo hará. No le gustará, pero lo hará. Así de fácil". ¿Y qué dicen Infantino y la FIFA? Que "la seguridad es una prioridad para los eventos de la FIFA en el mundo. La seguridad es responsabilidad de los gobiernos, y ellos deciden lo mejor en interés de la seguridad del público".
De mediadores internacionales: el colega y el yerno
Cierro como empezaba con el plan para la paz entre Israel y Gaza. ¿A quién puso Trump al frente de la negociación por parte de los Estados Unidos? No a un diplomático, sino a un colega suyo de negocios inmobiliarios y de golf, Steve Witkoff, y a su yerno, Jared Kushner, empresario también y que fue su enviado especial a Oriente Próximo en la primera presidencia. El responsable de Exteriores, Marco Rubio, ha quedado en segundo plano. ¿Quién se dirigió a la multitud congregada en Tel Aviv la víspera de la liberación de los rehenes? Steve Witkoff con Jared Kushner al lado.
Jared El Yerno ha recibido tantos elogios por sus resultado (en Gaza y en los Acuerdos de Abraham) como críticas por un más que potencial conflicto de intereses: como enviado especial, trata asuntos políticos con los mismos dirigentes árabes con los que hace negocios mil millonarios. Su empresa gestiona unos 5.000 millones de dólares de Arabia Saudí, Catar y Emiratos Árabes. Un tecnicismo se lo permite, ya que, al ejercer como mediador internacional sin remuneración, Kushner no debe someterse a los controles del resto de los empleados del Gobierno. Como su suegro, Kushner se atribuye, en tanto que hombre de negocios, mayores dotes mediadoras que los diplomáticos.
Los logros en Oriente Próximo del joven empresario millonario han llevado al diario conservador británico The Telegraph a titular la crónica de su corresponsal en Washington con un elocuente "Kushner, el Kissinger moderno, demuestra cómo los negocios vencen a la diplomacia".
Con las gafas de Anna Bosch