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Análisis

Donald Trump, héroe por un día

Donald Trump, protagonista absoluto de la Cumbre por la Paz de Egipto

"Han hecho falta 3.000 años, o tal vez 500, para llegar a esto", afirmó varias veces el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, este lunes en Israel y en Egipto. "Todo el mundo decía que era imposible, y aquí lo tenéis, la paz (...), la guerra ha terminado". Todas son frases de Trump de este lunes, cuando se produjo la liberación de los últimos rehenes israelíes vivos en manos de Hamás, así como la de cerca de 2.000 prisioneros palestinos que estaban en cárceles israelíes. Un éxito, de momento parcial, que es solo el inicio de un plan de paz vago y muy complejo a partir de ahora, pero que el presidente estadounidense "vende" al público como si ya hubiese solucionado el conflicto secular entre judíos y árabes.

"3.000 años, o 500", repitió varias veces, para llegar a esto. Es decir, ha hecho falta que llegara él, Donald Trump, para solucionar un problema que nadie ha logrado arreglar en siglos, en milenios. A estas alturas ya reconocemos a Trump en esas hipérboles, pero en esta ocasión, en algo acierta, a medias. Hasta Donald Trump, ningún presidente de los Estados Unidos había presionado a un primer ministro israelí como lo ha hecho él con Benjamín Netanyahu. Y fue el primer ministro israelí quien le dio pie, lo provocó, con una acción en la que sobrevaloró el apoyo incondicional de los Estados Unidos.

Israel bombardeó Catar, uno de los países mediadores en la guerra de Gaza y un aliado importante de Washington, el país donde EE.UU. tiene su principal base militar y mando central para Oriente Próximo y, no menos importante, un país donde la familia Trump hace negocios millonarios. Israel atacó con el objetivo, fallido, de matar a los mediadores de Hamás. Además de todo lo anterior a favor de Catar, a ojos de del presidente estadounidense, Israel puso en peligro con el bombardeo una mediación vital para las ansias de un Trump convencido de que iba a solucionar el conflicto, y de que tarde o temprano le van a dar el Premio Nobel de la Paz.

Hasta aquí podíamos llegar. Nunca Israel ha tenido un amigo tan "bueno" como Trump en la Casa Blanca, se cansan de repetir tanto Netanyahu como su homólogo estadounidense, pero eso vale mientras no se bombardee terreno amigo. Y eso fue lo que hizo Israel el 9 de septiembre en Doha.

Trump y Netanyahu, las dos caras de la moneda

Todos los testimonios y las imágenes que llegan de Israel desde el acuerdo de alto el fuego del viernes, coinciden en una cosa: Donald Trump es el héroe de esta primera fase (el alto el fuego y la liberación de los rehenes), y Benjamín Netanyahu es el villano. Abundan los israelíes, sobre todo cercanos a los rehenes, que consideran al primer ministro responsable de los fallos de seguridad que delató la matanza del Hamás el 7 de octubre de 2023 e incluso la muerte de algunos de las personas capturadas por Hamás. Es el sentimiento de quienes, al igual que una amplia oposición a Netanyahu, consideran que ha seguido con la guerra para mantenerse en el poder, dejando en segundo lugar la suerte de los rehenes. La guerra, no como medio para liberar a los secuestrados, sino como medio para aferrarse al poder.

Dos secuencias lo ilustran. El domingo en Tel Aviv, el enviado especial de Trump a todas las guerras actuales, su amigo Steve Witkoff, se dirigió a una multitud que algunas fuentes cifran en medio millón de personas, los congregados aplaudieron y vitorearon cada mención al presidente Trump, pero en cuanto Witkoff mencionó el mérito de Netanyahu, la multitud lo interrumpió con abucheos. El enviado inició la frase varias veces, y en cada ocasión lo interrumpieron con abucheos. El lunes, en la Knéset, el parlamento israelí, Donald Trump elogió varias veces "el coraje" de Bibi (Netanyahu) al aceptar el plan de paz que diseñó la Casa Blanca, en consulta con mediadores árabes y Turquía. Cuando lo hacía, la mayoría en la cámara aplaudía. Los ciudadanos israelíes que seguían la intervención de su admirado Trump por pantallas en la calle, respondían con el silencio.

"Se ha terminado la guerra". No

El presidente Trump repite que no es un alto el fuego, sino el final de la guerra. "Israel ha ganado la guerra y ahora toca pasar página", dijo en la Knéset. Añadió que ahora es momento de ponerse con la reconstrucción, "que pagarán los países más ricos del mundo". Eso es solo el principio. Insistió en que "nunca se ha respetado tanto a Israel", que "el mundo ama a Israel", y que estamos ante un "renacer de Oriente Próximo, el inicio de una era dorada", donde todos los países árabes habrán normalizado sus relaciones con el estado judío.

Pero, por mencionar solo algunas de las cuestiones complicadas que quedan por delante, Hamás tiene que entregar las armas y renunciar a jugar algún papel en el futuro de Gaza. De momento, Hamás no ha dado su brazo a torcer. Una cuestión fundamental para los palestinos y los mediadores árabes es la formación de un Estado Palestino o algo similar. Nadie confía verlo con el Gobierno israelí actual de la derecha y la extrema derecha más sionista. Netanyahu y su Gobierno están contra ese Estado, una de las razones por las que toleraron la financiación de Hamás por parte de Catar: divide y vencerás, con los palestinos divididos y enfrentamos, en Gaza y Cisjordania nunca formarían un estado.

En algo sí que Donald Trump acertó y no mintió ni exageró: en el acto de la firma en Egipto, elogiando a los mediadores y, en especial, al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Trump afirmó que le gustan los tipos duros y que por eso le gusta Erdogan. Antes, dedicó más de una hora a halagar a Benjamín Netanyahu. Y a sí mismo.