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Análisis

Oriente Medio, el día después de anteayer

  • El lunes 13 de octubre daba comienzo una nueva era en Oriente Próximo tras firmarse el plan de paz de Trump
  • Pese a que la primera fase del acuerdo se ha implementado, aún quedan interrogantes sobre el resto de etapas
  • Directo | Última hora del alto el fuego en Gaza
Oriente Medio, el día después de anteayer
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante una declaración en la Cumbre de Paz de Gaza en Sharm El-Sheij. YOAN VALAT

"Vamos a crear un legado del que todos los habitantes de esta región puedan sentirse orgullosos. Nuevos lazos de amistad, cooperación y comercio que unirán Tel Aviv a Dubái, Haifa a Beirut, Jerusalén a Damasco, y desde Israel a Egipto; desde Arabia Saudita a Catar, desde India a Paquistán, de Indonesia a Irak, de Siria a Bahréin, Turquía, a Jordania; desde Emiratos Árabes Unidos a Omán, y a Armenia, y a Azerbaiyán…".

El discurso del presidente norteamericano Donald Trump en la Knéset, el Parlamento israelí, finalizaba con ese brindis a "un nuevo amanecer" para toda la zona de Oriente Medio. Con los primeros rayos de una usual templada tarde de otoño en Jerusalén, el lunes 13 de octubre daba comienzo una nueva era, la del después del último plan de paz, el de los 20 puntos del 47 presidente de Estados Unidos.

En la hora que duró su discurso, Trump pronunció la palabra Palestina una vez. Los Acuerdos de Abraham, una especie de programa de cooperación en la región concentrado fundamentalmente en temas militares y económicos, en múltiples ocasiones. Ya lo dijo el presidente George Bush padre, en su día (1991): "Los dos objetivos principales de la política norteamericana en Oriente Medio son garantizar el flujo de petróleo, y la seguridad de Israel".

Trump quiere pasar a la historia como una especie de nuevo Nabucodonosor, aunque probablemente no sepa quién es. Pero como vivió en el primer milenio antes de Cristo, se puede traer a colación en su perorata de llevar la paz a Oriente Medio después de 3.000 años de guerras. Nabucodonosor, el rey de Babilonia, conquistó Judá y Jerusalén. En sus ratos libres diseñó los jardines colgantes de su capital, una de las siete maravillas del mundo. Eso es lo que parecía estar prometiendo Trump el lunes, desde Washington al Sinaí, pasando por Jerusalén.

¿Y ahora qué?

Donald Trump, alabado como el mayor amigo de Israel que jamás haya ocupado el despacho oval de la Casa Blanca por el propio primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha contado haberle dicho a este que "Israel no puede luchar contra el mundo entero, a quien ha puesto en contra". Esta es una de las claves para entender los acontecimientos del lunes.

Las victorias militares de Israel en los últimos dos años, Líbano, Siria e Irán, se han quedado empañadas por su derrota moral en Gaza. Justificada su respuesta tras el 7 de octubre de 2023, cuando Hamás sembró el terror en Israel matando a 1.200 civiles y militares, tomando unos 250 rehenes, amenazaba con pasar completamente a un segundo plano ante los más de 67.000 muertos de Gaza y casi 200.000 heridos.

Así llegó el plan de 20 puntos de Trump. Tan vasto y ambiguo que abarca todo y todo lo contrario. Por eso tal vez lo hayan aprobado todos. Y porque a ver quién le lleva la contraria a Nabucodonosor. "He dicho que la guerra se ha acabado. Punto.", decía Trump al aterrizar en Tel Aviv.

Hamás, acrónimo de movimiento de resistencia islámico, ya se ha cambiado de uniforme, del verde militar al negro de su adjetivo, y se ha quedado sin rehenes con los cuales seguir con su macabro chantaje. Israel ha liberado unos 2.000 presos palestinos, sólo una quinta parte de los que abarrotan sus cárceles.

Y esa era la primera fase de las tres, sin calendarios ni plazos. La segunda entra en fase de preparación desde el día después. Las tres grandes interrogantes de los 20 puntos del Plan Trump: uno, la posguerra –gobernabilidad-; dos, el desarme –de Hamás y adláteres-; tres, la retirada –de las tropas israelíes de Gaza, sin determinar también de otros lugares de Cisjordania, por ejemplo-, determinarán si la celebración del lunes 13 de octubre ha sido o no prematura o huera, como la de tantos planes con igual fin que en la historia reciente han sido.

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Sin dejar de lado, la gran cuestión del Estado palestino, aprobado ya por 157 de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas. ¿Con qué fronteras, visto que Cisjordania está plagada de asentamientos judíos? ¿Cómo unir Cisjordania a Gaza? En el año 2000, el último round de la paz, se hablaba de construir un túnel bajo el desierto. ¿Y el estatus definitivo de Jerusalén? El expresidente Palestino Yasir Arafat estaba obsesionado con la comparación a Roma, una ciudad capital de dos Estados. Para Israel su capital es eterna, aunque Netanyahu no pronunció en la Knéset la otra palabra que suele unirse a eterna, indivisible.

¿Y mañana?

El martes, Ari Shavit, uno de los periodistas israelíes más reconocidos, ligado por lazos familiares a las estructuras de seguridad, escribía: "Boom. Trump no es lo que la derecha israelí creía. No es el Mesías, ni el hijo del Mesías, ni siquiera un Ciro amigable. Porque lo que dice Trump es que los palestinos van a seguir viviendo en Gaza; que Gaza va a seguir siendo palestina. No habrá nuevos asentamientos judíos en la franja. Lo que Trump está diciendo es que no va a haber ni ley marcial, ni soberanía israelí en Judea y Samaria –Cisjordania- sino una asociación entre la Autoridad Nacional Palestina y una entidad árabe que conduzca a la paz".

Cuando le preguntaron a Trump en su avión, el Air Force 1, sobre el establecimiento de un Estado Palestino, respondió: "Yo me refiero a reconstruir Gaza. No hablo de uno o dos Estados. A mucha gente le gusta la solución de un Estado; algunos prefieren que haya dos. Ya veremos. Decidiré lo que crea justo, pero será algo coordinado con otros países".

Tal vez por eso Netanyahu se negó a asistir a la Cumbre de paz del Sinaí. A firmar un hecho consumado, el de la paz del plan de Trump, cuando él es un maestro en presentar hechos consumados al mundo.

Ahora hay que observar muy de cerca dos fenómenos: el de la formación y puesta en funcionamiento de las Fuerzas de Estabilización Internacional que bajo la supervisión de Estados Unidos, egipcios y jordanos fundamentalmente desplegarán hasta 7.000 policías en Gaza, sustituyendo a Hamás. Con financiación de los países del Golfo, empezando por Catar.

Y el de los intereses particulares de los firmantes del plan en la zona. Qué hace Turquía en Siria, o mejor, qué deja Estados Unidos que Turquía haga en Siria. ¿Conseguirá Líbano finalmente desarmar a Hizbulá? ¿Cuajará el entendimiento entre Turquía y Egipto? Está por ver si Trump prosigue la senda de las negociaciones con Irán como ha anunciado en Jerusalén…

Para que no acabe en otra manifestación de confusión y caos como la Babilonia de Nabucodonosor, el rey conquistador, epítome de lo que se llama ahora Real Estate, bienes raíces, que tanto parecen tentar a Trump.