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Dos años de los ataques de Hamás

Las familias de los rehenes ven el plan de paz con cautela tras dos años de cautiverio: "Intentamos no hacernos ilusiones"

Las familias de los rehenes de Hamás esperan su regreso tras dos años de cautiverio
Fotografías de los rehenes en la fachada de una sinagoga en Berlín John MACDOUGALL / AFP

El segundo aniversario del 7 de octubre llega con un acuerdo de paz sobre la mesa. Tanto Israel como Hamás han dado luz verde al plan planteado por Washington, pero las negociaciones continúan y los familiares de los 48 rehenes que siguen en la Franja de Gaza prefieren esperar antes de cantar victoria. Tamar Esthet, prima de uno de los cautivos, intenta ser "cautelosa y paciente" hasta que se cierren los detalles. Ella y su familia llevan dos años esperando el regreso de Evyatar David, un joven de 24 años capturado en el festival Nova, y aunque siente "esperanza", insiste en que no se sabe qué pasará en los próximos días.

Itzik Horn también ha recibido la noticia "con cautela". En todo este tiempo, no ha cesado en su empeño de exigir a su Gobierno un acuerdo de paz que permitiera el regreso de los rehenes, una demanda que comparte con la mayoría de las familias de los cautivos. En enero liberaron a su hijo Iair en virtud de una tregua que Israel rompió a finales de marzo, pero todavía espera el regreso de Eitan, su otro hijo, al que también se llevaron el 7 de octubre de 2023 en una sangrienta jornada que removió al Estado hebreo.

Aquel fin de semana, en el que Israel celebraba la festividad judía del Sucot, Eitan había ido a visitar a su hermano a Nir Oz, el kibutz donde vivía, situado a apenas dos kilómetros de la Franja de Gaza. Esa mañana, miles de milicianos de Hamás burlaron el que estaba considerado uno de los sistemas de seguridad más avanzados del mundo e irrumpieron en territorio israelí para perpetrar un ataque múltiple en el que mataron a unas 1.200 personas y tomaron como rehenes a 251.

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Dos años después, 48 rehenes continúan en Gaza

El Estado hebreo respondió a los ataques de Hamás en su territorio con una insólita ofensiva en el enclave palestino en la que su Ejército ha matado en dos años a más de 67.000 personas, la mayoría civiles. Pese a la promesa del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de traer de vuelta a "todos" los cautivos, 48 rehenes siguen en Gaza, apenas una veintena de ellos con vida, según cálculos de Israel.

El acuerdo que está sobre la mesa plantea la salida de Gaza de "todos" los rehenes que continúan en el enclave palestino, también los muertos. Hamás aceptó el viernes liberar a los cautivos —tras un ultimátum emitido por Donald Trump— pero pidió negociar algunas partes del plan de 20 puntos elaborado por el presidente estadounidense que, entre otras cuestiones, contempla el desarme total del grupo palestino y la imposibilidad de que forme parte de un futuro Gobierno de la Franja.

"No estoy seguro de que realmente haya un acuerdo, pero las ilusiones de Trump podrían hacerse realidad, aunque obviamente depende de cuánto cedan Netanyahu y Hamás a sus presiones y a las de Catar", explica a este medio el politólogo israelí Uriel Abulof. "La guerra de Netanyahu es por su propia supervivencia como primer ministro, y esa guerra nunca termina; para él, Gaza es solo un espectáculo secundario en esta batalla personal mucho más importante", añade.

Un ataque sin precedentes

Solo en Nir Oz Hamás asesinó el 7 de octubre a unas 40 personas y secuestró a otras 77. "El día de antes éramos 20 y quedamos 12. Ocho fueron secuestrados de casas mientras dormían", relata a RTVE Noticias Sylvia Cunio, que la víspera celebró una comida familiar en ese mismo kibutz, donde entonces residía, junto a sus seres queridos. Dos años más tarde, Cunio aún aguarda el retorno de dos de sus hijos, David y Ariel, retenidos en algún lugar de Gaza, vivos o muertos.

Hamás también tomó como rehenes a la mujer de David, Sharon Cunio, y a las hijas del matrimonio, las gemelas Emma y Yuli, que tenían tres años. Además, los milicianos se llevaron a la hermana de Sharon, Danielle Aloni, y a su hija, Emilia, de cinco, que ese fin de semana estaban de visita en Nir Oz. Estuvieron 52 días en Gaza antes de ser liberadas en noviembre, en el primer alto el fuego. La novia de Ariel, Arbel, también pasó cerca de 500 días en la Franja hasta su salida durante la segunda y última tregua entre Israel y Hamás, pactada en enero.

Amanecer con el sonido de las alarmas en Israel no era algo raro, pero, a medida que avanzaba el día, la población fue asimilando la magnitud de la tragedia. Esa jornada hizo que la percepción de seguridad entre los israelíes cambiara "drásticamente". "La sensación de alerta máxima es un elemento muy arraigado entre los israelíes, sobre todo por el impacto del Holocausto. [...] Y los ataques se interpretaron como un acontecimiento de proporciones similares", explica el profesor de Política Internacional de Oriente Medio en la City St George's University, Amnon Aran, que añade que las garantías de seguridad que exigen ahora los israelíes, sobre todo los que viven cerca de la frontera, son "mayores" que antes.

Un festival convertido en "campo de batalla"

Hamás se cebó con las zonas cercanas a Gaza, como lo hizo con los asistentes al festival Nova Fest, un evento celebrado a muy poca distancia de la valla que separa Israel del enclave palestino. Allí mataron a más de 300 personas. "En cuestión de horas todo cambió. De un festival de música épico a un campo de batalla horrible", recordaba el domingo Shaun Lemel, uno de los supervivientes, en un evento celebrado en Londres. "Vi a gente cayendo hacia su muerte, a terroristas persiguiéndolos, persiguiéndonos. Vi miedo por todas partes", relató.

En ese festival estaba Evyatar David, un joven de 22 años que solo había ido allí a divertirse y que se convirtió en uno de esos muchos jóvenes a los que se llevaron a Gaza. Su prima, Tamar Eshet, de su misma edad y muy cercana a él, recuerda que empezaron a preocuparse "mucho" cuando fueron incapaces de contactar con él ni de localizar a ninguno de los amigos con los que había ido. Les había avisado de que estaba a salvo y de vuelta a casa, pero le interceptaron por el camino.

Su familia colgó una foto suya en las redes sociales y, horas más tarde, apareció en uno de los vídeos que Hamás distribuyó a través de Telegram. "Tenía las manos esposadas a la espalda junto a su mejor amigo, Guy Gilboa-Dalal, que estaba con él en la fiesta, eran cinco hombres en una habitación en Gaza. Parecían muy asustados y golpeados, tenían las camisetas rasgadas, pero se veía claramente que era Evyatar", relata Tamar. Horas después, le vieron en otro vídeo en el aparecía en un camión, mientras un miliciano le golpeaba con un arma. "Fueron horas de angustia", asegura.

Lo último que saben de él fue a través de un vídeo que Hamás publicó en agosto, en el que obligan a Evyatar a cavar su propia tumba mientras repite que no ha comido en días. "Se le veía hambriento y humillado. Quizás le dieron algo de comida después de eso y ha podido sobrevivir, espero que se mantenga fuerte un poco más y podamos rescatarlo a tiempo", afirma la joven, que asegura que la palabra "horrible" se queda corta para describir lo que ella y su familia sintieron al ver esas imágenes.

Esperan que no sea "demasiado tarde"

"Intentamos no hacernos ilusiones porque no sabemos qué va a pasar en los próximos días. Pero esperamos tener buenas noticias y que Evyatar pueda volver a casa. Y si fuera el 7 de octubre, sería aún más simbólico", dice Tamar Eshet, que sostiene que la tregua es la "única opción" para salvar la vida a su primo. "Esperemos que no sea demasiado tarde", añade.

Confía en que esta vez su Gobierno "esté realmente dispuesto a llegar a un acuerdo". "En Hamás no confiamos en absoluto, pero ellos tampoco en nosotros. Los negociadores tendrán influencia sobre ellos, asegurándose de que acepten y los liberen. Por eso necesitamos a Catar, Egipto y Estados Unidos", asegura. Tamar piensa a menudo en el reencuentro de Evyatar con sus padres —sus tíos— y los imagina "respirando aliviados porque su hijo está a salvo", después de "estos meses tan difíciles en los que solo intentan mantenerse cuerdos".

Cunio lleva meses pidiendo un acuerdo como el que ahora se negocia en El Cairo. El problema, dice, no es Israel, sino "la persona que gobierna, junto a los que le rodean, que le enferman la cabeza. Y él también está enfermo, porque lo principal es sacar a los secuestrados y no seguir dando vueltas sobre qué quieren colonizar de vuelta Gaza", defiende. Está "dolida" con el Ejecutivo porque sus hijos no están aún con ella y asegura que cuando ellos y el resto de rehenes regresen "todo el mundo le va a agradecer (a Netanyahu)" pero, "por ahora, nada". Además, lamenta que cada vez que ha habido un posible pacto sobre la mesa, "Netanyahu se echa para atrás. Y cuando no es él, son los terroristas".

Sylvia sabe que David pasó un breve periodo con su familia en Gaza. Estuvo con su mujer y su hija Yuli "en una casa, pero el edificio de al lado fue bombardeado y se les cayó la pared, así que les llevaron al hospital". Allí se reencontraron con su otra hija, la pequeña Emma, pero a él no tardaron en llevárselo a los túneles. Estuvieron sin noticias hasta la tregua alcanzada en enero, cuando supieron que seguía vivo gracias al testimonio de Yarden Bibas, que estuvo con él poco antes de ser liberado. "De Ariel, sin embargo, no sabemos nada", lamenta Sylvia Cunio, que dos años después no ha regresado a su kibutz. "Es una espera que nos mata", asegura.

"Solo voy a creer cuando les vea de vuelta"

"Hamás es Hamás. Espero que esta vez lo cumplan, pero ya dijo que no le iba a ser fácil juntar todos los cuerpos ni todos los rehenes vivos", argumenta Itzik Horn, que se pregunta "qué presión van a ejercer los países mediadores para que cumplan su palabra". "Tengo una posición muy aséptica. Solo voy a creer cuando vea a Eitan y al resto de los rehenes de vuelta en casa. Para mí, eso es lo primero, y eso es lo que tienen que exigir tanto Israel como EE.UU.".

Siempre ha tenido una "postura crítica" hacia su Gobierno porque cree que la única manera de liberar a los rehenes es a través de un acuerdo que acabe con la guerra y lamenta que el Ejecutivo israelí considerara que la presión militar obligaría Hamás aceptar sus condiciones. "Solo trajo la muerte de rehenes, pero evidentemente son posturas diferentes", asegura. Cuando Yair fue liberado, les contó que había estado con Eitan en los túneles de Hamás en la Franja, así que supieron que, al menos hasta la partida de su hermano, Eitan estaba vivo.

Después, también apareció en uno de los vídeos publicados por Hamás. Pese a que era "sádico", les permitió verle "después de casi 500 días", relata Itzik, que percibió a su hijo pequeño mucho más flaco. Yair, recuerda, entró a Gaza pesando 120 kg y salió con apenas 70 kg. Las imágenes mostraban "una escena terrible donde ambos se abrazan y Yair y yo siempre decimos que esperamos que ese no haya sido el último abrazo entre dos hermanos", cuenta. Desde que volvió de Gaza, Yair, dice, está "en piloto automático" a la espera del regreso de su hermano. "Hasta que no vuelva Eitan y el resto de los rehenes, nadie, ni los familiares, ni el resto del país va a poder volver a un estado de normalización", lamenta.