La comunidad LGTBIQ+ de Budapest desafía la represión de Orbán: "Si luchan contra nosotras, contraatacamos"
- El Gobierno húngaro ha prohibido el desfile del Orgullo de este sábado tras la "purga de Pascua" de Orbán
- Durante más de una década, los derechos de la comunidad LGTBIQ+ han sido perseguidos en Hungría
En marzo, una marea gris cruzó el corazón de Budapest. Donde antes había música y banderas arcoíris, solo quedan bancos y negros y rostros endurecidos por la rabia. Fue el preludio de la Marcha del Orgullo de este sábado, prohibida tras la "purga de Pascua" del Gobierno ultraconservador de Viktor Orbán. Esa limpieza era el jaque final a una comunidad LGTBIQ+ asfixiada por las políticas ultraderechistas de la Administración húngara.
La marcha gris, más allá de una protesta simbólica, fue el reflejo de una década de retrocesos legislativos y sociales que han ido cercando los derechos de las personas LGTBIQ+ hasta intentar borrar su existencia del espacio público. Pero, como en tantos otros proyectos que pretenden defender los "valores tradicionales", el odio comenzó con un goteo de discursos conservadores. En 2010, Orbán y su partido Fidesz regresaron al poder. Apenas un año después, aprobaron una nueva Constitución que dejaba entrever un nuevo proyecto de país: definió el matrimonio exclusivamente como la unión entre un hombre y una mujer, excluyendo explícitamente a las parejas del mismo sexo de este derecho.
Sin embargo, la verdadera persecución comenzó en 2018, cuando el Gobierno promovió una agenda de "democracia antiliberal" que defendía valores cristianos tradicionales y nacionalistas con una posición clara contra las políticas de igualdad y diversidad. En mayo de 2020, el Parlamento aprobó una ley que prohibía a las personas trans y no binarias cambiar legalmente su género en los documentos oficiales. Un año después, en nombre de la "protección infantil", se impulsó una medida que vetaba la "promoción" de la homosexualidad y la transexualidad entre menores de 18 años, equiparando la diversidad sexual a la pornografía y pedofilia, y restringiendo la educación y representación queer en escuelas, medios y publicidad.
Ya en 2025, Orbán ha propuesto una enmienda constitucional para definir explícitamente el género como masculino o femenino, reforzando la exclusión de las identidades disidentes. Poco después llegó su "purga de Pascua".
Manifestantes se reúnen en Budapest, en lamarcha del Orgullo antiliberal después de que el gobierno aprobara una ley que prohíbe las marchas del Orgullo. Balint Szentgallay/NurPhoto vía Getty Images
"Miedo" y "coraje" de la comunidad LGTBIQ+
Hoy "miedo" y" "coraje" son las dos palabras que más se repiten entre quienes resisten a estas medidas. Miedo al creciente autoritarismo, al señalamiento y a la violencia, y coraje para no rendirse. Hace 30 años, Hungría celebró su primer desfile del Orgullo, y ni las leyes ni la represión parecen capaces de apagar ese espíritu. "Ellos luchan contra nosotras y nosotras contraatacamos. Este sábado saldremos de nuevo a las calles", sintetiza Mária Takács, miembro de la Asociación Lésbica de Hungría Labrisz.
El alcalde progresista de Budapest, Gergely Karácsony, anunció que la capital celebrará su tradicional desfile del Orgullo dentro de la Fiesta de la Libertad, contradiciendo las directrices del Gobierno. Sin embargo, las autoridades han advertido de que quienes participen en esta marcha podrían ser multados por la policía, que también tiene previsto utilizar sistemas de reconocimiento facial. Fidesz asegura que el Pride podría ser perjudicial para los niños, por lo que protegerlos debería prevalecer sobre cualquier otro derecho, como el de reunión.
"Los organizadores de la marcha siguen impulsándola este año, pero se enfrentan a la persecución. Todos deberíamos asistir porque es la única manera de resistir la propaganda y la legislación homófoba del Gobierno", defiende el abogado especializado en temas LGTBIQ+ Szabolcs Hegy. Todos los entrevistados coinciden con el letrado y aseguran que la sociedad húngara es mucho más abierta hacia las personas queer de lo que el Ejecutivo intenta sugerir.
En este contexto, las acciones ultraderechistas han creado un entorno legal y social extremadamente hostil, dificultando el acceso a derechos básicos, el reconocimiento legal y la visibilidad pública de las personas queer. "La situación es muy dramática y, desafortunadamente, está empeorando día a día", explica a este medio Mónika Magasházi. Ella es activista trans y ha vivido en sus propias carnes las políticas de Orbán. "Como han prohibido las reasignaciones de género, no hemos podido modificar nuestros documentos legales desde hace cinco años. Es un problema diario que nos afecta en todos los ámbitos, incluso en los más simples. No me pueden entregar paquetes porque las autoridades no reconocen mi verdadero nombre", explica.
Una caza de brujas queer
El Gobierno ha hecho de la persecución de los derechos LGTBIQ+ su principal bandera y su acoso ha llegado a todos los estratos de la sociedad húngara, incluida la cultura. Krisztián Marton es el autor de Crybaby, una novela que aborda temas como la identidad, la diversidad y la sexualidad. "Mi libro autobiográfico fue retirado del mercado debido una ley que prohíbe la venta de libros con contenido LGTBIQ+ en un radio de 200 metros de escuelas o iglesias. Esta restricción afecta a la mayoría de librerías, especialmente en zonas rurales, donde la única tienda suele estar en la plaza principal, justo al lado de una iglesia. Por lo tanto, mi libro y muchos otros libros que mencionan personajes LGBTQ+ no pueden venderse en gran parte del país", explica a RTVE.es.
Para el escritor, esta medida es "estúpida y cruel". "Cuando crecí, no había ninguna representación de la comunidad. Esto ha ido cambiando poco a poco y la situación se volvió más esperanzadora, porque al menos podías encontrar cuentos o libros de autores extranjeros en las librerías. Y ahora, si eres un adolescente queer en Hungría, lo que escuchas es que esto debería prohibirse. Es como criminalizarnos", insiste. Y es que a él no le hizo falta ninguna bandera para saber que era homosexual.
El eurodiputado Ángel Marc repite exactamente la misma frase en una conversación con este medio. "No me volví gay porque vi una bandera arcoíris ni porque me hablaran de la gente gay. Ser una persona LGTBI es una identidad, no una ideología", señala el político. Marc copreside el Intergrupo más grande de Bruselas, enfocado en los derechos del colectivo en Parlamento Europeo, e insiste en que "la forma de proteger a los niños es darles la información correcta sobre sexualidad, no estigmatizar y dividir a una sociedad entera". Los organizadores del Orgullo de Budapest han informado de que se espera la participación de decenas de políticos extranjeros. Entre ellos estará Marc, cuya presencia busca tender un puente entre fronteras y reafirmar que la solidaridad comunitaria.
El imperio mediático de Orbán
A esta ofensiva se suma una estrategia de control informativo que ha asfixiado al periodismo crítico. Magasházi alerta sobre la desinformación difundida por la prensa vinculada al Ejecutivo: "He llegado a ver noticias que aseguran que hay tratamientos hormonales para niños trans", sostiene esta activista, que denuncia la falta de acceso a una prensa honesta, especialmente en las zonas rurales del país. "En los lugares que están lejos de Budapest no tienen ningún otro medio independiente alejado de la propaganda del Gobierno", lamenta. Aunque los medios independientes siguen teniendo un papel importante en el país, se enfrentan a presiones políticas, económicas y legales, además de competir en un mercado donde el 80% está dominado por medios oficialistas. Reporteros Sin Fronteras ha calificado a Orbán como "depredador de la libertad de prensa" tras la construcción de su imperio mediático sometido a las órdenes de su partido.
Esta falta de información veraz se traduce también en miedo y autocensura. Como explica Takács, "es muy difícil llegar a la gente porque los profesores, trabajadores sociales o quienes trabajan en el sistema sanitario temen a la ley y a sus superiores; tienen miedo de que, si se descubre que participan en programas proLGTBIQ+, puedan ser despedidos o sancionados". Lo dice porque desde 2018, Orbán limitó la financiación y el funcionamiento de ONG que trabajaban por los derechos de las minorías.
Sin embargo, la persecución de los derechos del colectivo son solo la punta del iceberg. En los últimos años, el Gobierno húngaro ha aprobado leyes que restringen el derecho de reunión y la libre expresión, ha promovido proyectos de ley para marginar y vigilar a ONG y medios independientes, ha adoptado normativas que obstaculizan el acceso al asilo y dificultan la protección internacional. Estas medidas, sumadas a la instrumentalización política de minorías y enemigos externos, muestran la deriva autoritaria que pone en duda el compromiso con el Estado de derecho. "Esto es un paso más en todas las políticas antidemocráticas y antiliberales del Gobierno de Orbán. Para dividir a la sociedad, para convertirla en chivo expiatorio. Hace 10 años, su objetivo eran los migrantes, ahora es la comunidad LGTBIQ+ y la sociedad civil en su conjunto. Es muy peligroso", sentencia el eurodiputado.