Retos para el nuevo papa: unidad de la Iglesia, abusos sexuales, papel de la mujer y diplomacia internacional
- Directores de medios de información religiosa analizan los desafíos a los que se enfrentará el próximo papa
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La Iglesia Católica se encuentra en un momento clave ante el cónclave. El sucesor del papa Francisco se enfrentará a un contexto global y eclesial complejo marcado por la secularización, la diversidad, la injusticia y la crisis ambiental mientras que —internamente— la Iglesia lidia con divisiones, las heridas de los abusos, el debate sobre el rol de la mujer y la necesidad de revitalizar su misión en un mundo cambiante. La complejidad radica en la interconexión de todos estos factores y en la necesidad de ofrecer respuestas evangélicas y pastorales que sean relevantes y efectivas en el siglo XXI.
Los directores de algunos medios especializados en información religiosa de España (Religión Digital, Alfa y Omega, Alandar y Ecclesia) y la presidenta de la Asociación de Teólogas Españolas (ATE) explican a RTVE.es qué desafíos cruciales aguardan al próximo pontífice y cuál es la agenda de prioridades que marcarán el devenir de esta institución bimilenaria en las próximas décadas.
Consolidar las reformas de Francisco
Hay consenso en torno a la imperiosa necesidad de consolidar y llevar a la práctica las reformas estructurales y pastorales impulsadas por Francisco. La directora del semanario de la Archidiócesis de Madrid, Alfa y Omega, Cristina Sánchez, articula esta prioridad al señalar que "uno de los principales retos [...] es el de aplicar en la Iglesia universal todas las propuestas que han tenido lugar en el pontificado de Francisco".
Esta tarea abarca la materialización de conceptos transformadores como la sinodalidad, la superación del clericalismo arraigado y la construcción de una Iglesia que trascienda las barreras geográficas y culturales. La implementación de la sinodalidad como un estilo de vida y de gobierno para la Iglesia, promovida por el papa Francisco, busca una mayor participación de todos los bautizados en la vida de la Iglesia. Sin embargo, definir y aplicar concretamente este concepto a nivel universal es un proceso complejo y en curso.
Es importante destacar que el papa Francisco ha dado una gran importancia al proceso sinodal en sí mismo, buscando una amplia participación y escucha en todas las etapas de preparación de estas asambleas. Además, ha enfatizado que el Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria forma parte del Magisterio ordinario del sucesor de Pedro y requiere ser aceptado y puesto en práctica por las Iglesias locales.
En marzo, el Vaticano anunció una Asamblea Eclesial para octubre de 2028 para evaluar y afianzar el camino recorrido en relación con la sinodalidad. Esto subraya la continuidad del compromiso del papa Francisco con este tema.
La XVI Asamblea General Ordinaria celebrada entre 2023 y 2024 bajo el lema "Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión" se ha desarrollado en varias fases a nivel diocesano, continental y en la asamblea en Roma que se llevó a cabo en dos sesiones, la primera en octubre de 2023 y la segunda en octubre de 2024.
Paralelamente, la urgencia de revitalizar la misión evangelizadora en un mundo crecientemente indiferente a la fe se presenta como un desafío ineludible. Las cosmovisiones seculares y materialistas ganan terreno en todas las sociedades y la Iglesia debe encontrar nuevas formas de comunicar la perenne relevancia del mensaje del Evangelio y responder a las preguntas y anhelos profundos del ser humano contemporáneo.
El papa Francisco abordó en numerosas ocasiones la importancia de adaptar la comunicación de la fe a los nuevos lenguajes y las realidades del mundo actual, especialmente en la era digital. El jesuita argentino al frente de la diócesis romana hablaba de "salir al encuentro" y de una "Iglesia en salida" en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Francisco insiste en que la Iglesia no puede permanecer estática esperando a que la gente llegue, sino que debe tomar la iniciativa e ir al encuentro de las personas allí donde se encuentren, incluyendo los entornos digitales. Durante su pontificado ha subrayado la necesidad de utilizar un lenguaje transparente, sencillo y cercano a la vida de las personas. La comunicación de la fe debe ser accesible y significativa para las diferentes culturas y generaciones.
Otro pilar fue el "testimonio de vida" que busca la coherencia entre lo que se dice y cómo se vive, una característica que el último papa consideraba fundamental para la credibilidad del mensaje cristiano. "Tú eres el mensaje", decía enfatizando que el testimonio de una vida auténticamente cristiana es la forma más poderosa de comunicar la fe. Y todo ello desde la alegría. Francisco estaba convencido de que la comunicación de la fe no debe ser impositiva, sino que debe irradiar la alegría del Evangelio, recogida en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, donde invita a presentar la fe como una propuesta atractiva que responda a los anhelos profundos del corazón humano. En el número 14 del texto dice expresamente: "La Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción".
El director del semanario propiedad de la Conferencia Episcopal Española Ecclesia, Fran Otero, subraya esta necesidad al afirmar que "uno de los primeros retos [...] es la evangelización, hacer visible el anuncio del Evangelio en un mundo que está cada vez más secularizado". La capacidad de la Iglesia para comunicar su mensaje de esperanza y fraternidad en sociedades absortas en preocupaciones terrenales será determinante para su relevancia futura, según Otero.
Igualdad real de la mujer
Un tercer punto de convergencia crucial reside en la redefinición sustancial del rol y la participación de los laicos, con un énfasis particular en el papel de la mujer, dentro de la estructura eclesial. La cuestión del papel de la mujer en la Iglesia, su participación en la toma de decisiones y la posibilidad del diaconado femenino sigue siendo un tema de debate y una fuente de tensión entre diferentes sectores.
El papa Francisco realizó varios gestos y tomó algunas medidas que buscaban un mayor reconocimiento y participación de la mujer en la Iglesia, aunque sin llegar a cambios doctrinales sustanciales como la ordenación sacerdotal femenina. Nombró a mujeres en puestos de liderazgo dentro del Vaticano, algo que anteriormente era muy limitado. Un ejemplo reciente y significativo es el nombramiento de una mujer como prefecta de un dicasterio vaticano en enero de 2025. También ha habido mujeres designadas para puestos de subsecretarias y otros roles importantes en diferentes consejos pontificios.
Durante sus 12 años al frente de la Iglesia, Francisco insistió en la necesidad de una mayor presencia de mujeres en la Curia Romana, en las diócesis y en otros organismos de la Iglesia, reconociendo su capacidad y visión particular y afirmando en repetidas ocasiones que "la Iglesia es mujer". Resaltó la importancia del "genio femenino" y la necesidad de promover un "estilo femenino" en la Iglesia.
El director de Religión Digital, José Manuel Vida, aboga con firmeza por "aprobar de una vez y cuanto antes el papel de la mujer en la Iglesia". Esta demanda resuena especialmente desde la perspectiva de David Álvarez, presidente de la asociación de laicos que publica desde hace más de cuatro décadas —sin ninguna tutela eclesial— la Revista Alandar. Álvarez insiste en que el reconocimiento del papel femenino "no debe ser superficial, sino implicar una verdadera equiparación y participación en la toma de decisiones".
Más allá de estas prioridades compartidas, cada experto aporta matices y desafíos adicionales. Cristina Sánchez enfatiza la importancia de "continuar con este legado diplomático que ha hecho siempre la Iglesia [...] en estos tiempos convulsos", así como la necesidad de profundizar en la implementación de la sinodalidad para fomentar una corresponsabilidad efectiva de todos los bautizados.
Abusos sexuales
El enfoque de Francisco sobre los abusos sexuales en la Iglesia evolucionó a lo largo de su pontificado. Si bien recibió críticas por la lentitud inicial en la respuesta y por algunas declaraciones consideradas insuficientes por las víctimas, también implementó medidas y realizó acciones significativas como la promulgación en 2019 de la Carta Apostólica en forma de motu proprio "Vos estis lux mundi" en la que estableció nuevos procedimientos para denunciar abusos sexuales y encubrimientos por parte de obispos y superiores religiosos, obligando a las diócesis a tener sistemas accesibles para recibir denuncias y a llevar a cabo investigaciones. En 2016 ya había publicado el motu proprio "Como una madre amorosa" a través de la cual facilitó la destitución de obispos negligentes en casos de abusos.
En 2021 modificó el Código de Derecho Canónico y endureció las normas sobre los delitos sexuales cometidos por clérigos y la responsabilidad de los superiores. Y dos años antes, en 2019 suprimió el secreto pontificio en casos de abusos sexuales, de modo que permitía compartir información relevante con las autoridades civiles para facilitar las investigaciones.
En sus discursos llamó a la "tolerancia cero" y, aunque esta frase fue utilizada por papas anteriores, Francisco insistió en la necesidad de una actitud firme y sin concesiones ante los casos de abuso.
Además, Francisco estableció distintos estamentos y estructuras para combatir lo que él mismo denominaba "pecado horrendo", un "crimen abominable" y una "traición" a la confianza depositada en los clérigos. Entre estos organismos se encuentran la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores, creada en 2014, como organismo consultivo para asesorar al papa y a la Iglesia en la protección de menores y la lucha contra los abusos. Aunque enfrentó desafíos y cambios en su composición, sigue siendo una instancia importante. En 2019 tuvo lugar la Cumbre Vaticana sobre la Protección de Menores en la Iglesia que reunió a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para abordar el problema de los abusos, escuchar testimonios de víctimas y promover medidas concretas.
El papa argentino también protagonizó encuentros personales con víctimas de abusos en diferentes países, escuchó sus testimonios y pidió perdón en nombre de la Iglesia. Participó en liturgias penitenciales y actos de contrición en los que pidió perdón por los pecados de la Iglesia en relación con los abusos, insistió en la necesidad de transparencia en la gestión de estos casos y en la rendición de cuentas por parte de quienes cometieron los abusos y de quienes los encubrieron. Además, exhortó a las conferencias episcopales y a las diócesis a implementar protocolos claros y efectivos para la prevención, la denuncia y el acompañamiento de las víctimas.
Francisco expresó en numerosas ocasiones su preocupación por la crisis de vocaciones sacerdotales y religiosas que afecta a muchas partes del mundo, pero también recordó durante su pontificado que la vocación cristiana es universal y se manifiesta de muchas formas (matrimonio, vida laical comprometida, vida consagrada, sacerdocio...). Para Bergoglio era importante valorar y promover todas las vocaciones dentro de la comunidad eclesial.
Fran Otero amplía el panorama al señalar la responsabilidad de la Iglesia de "seguir poniendo sobre la mesa las enseñanzas sociales" ante los acuciantes problemas globales, al tiempo que aborda desafíos internos como la crisis de vocaciones y la sanación de las heridas causadas por los abusos sexuales en el seno de la Iglesia.
José Manuel Vidal profundiza en la hoja de ruta de la sinodalidad. Así, vislumbra una gran asamblea que concrete el modelo de Iglesia deseado, y aboga por una revisión de la moral social y sexual para conectar con las nuevas generaciones.
Unidad interna y diversidad
El papa Francisco abordó las divisiones internas en la Iglesia Católica con una estrategia multifacética con la que intentó fomentar la unidad a través del diálogo, la escucha, el énfasis en lo esencial del Evangelio y la promoción de la sinodalidad. Si bien las tensiones persisten, sus acciones y enseñanzas marcaron un camino en este sentido denunciando el clericalismo como la raíz de muchos de los males de la Iglesia, incluyendo la rigidez y la falta de escucha. También advirtió contra la ideologización de la fe y el peligro de reducirla a una ideología política o cultural, tanto progresista como conservadora, que puede ser fuente de enfrentamientos y fracturas dentro de la Iglesia.
Francisco criticó a lo largo de sus años como sucesor de Pedro las actitudes de rigidez doctrinal o litúrgica que no tienen en cuenta la realidad de las personas y que pueden generar exclusión y división.
David Álvarez subraya la necesidad de sanar las divisiones internas, promoviendo la unidad en una Iglesia polarizada, y de avanzar en la inclusión de las diversas identidades y orientaciones sexuales presentes en la sociedad actual. Además, recuerda la centralidad de la opción preferencial por los pobres y el rol profético de la Iglesia ante la injusticia y la crisis climática.
Finalmente, la presidenta de la Asociación de Teólogas Españolas (ATE), Montserrat Escribano, propone un desafío de raíz: "Tratar de entender desde dónde está comprendiendo el Evangelio", lo que implica una revisión profunda de conceptos como el papado, la colegialidad episcopal y el sacerdocio, así como una integración de la perspectiva ecológica de Laudato Si' como un nuevo paradigma para la presencia de la Iglesia en el mundo.
En resumen, el sucesor de Francisco se enfrenta a una constelación de retos interconectados que demandarán liderazgo visionario, capacidad de escucha y un profundo discernimiento evangélico para guiar a la Iglesia Católica a través de las complejidades del siglo XXI, manteniendo viva la llama de la fe y la relevancia de su mensaje en un mundo en constante cambio.
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