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Objetivo Igualdad

Consuelo Flecha, historiadora: "No sólo falta la cultura de las mujeres, falta la de la mayoría de los hombres"

  • Flecha, catedrática emérita de la Universidad de Sevilla, es una pionera de la historia de las mujeres en España
  • Empezó en los años 80 a investigar la educación y el trabajo de las mujeres en los siglos XIX y XX

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Consuelo Flecha, catedrática emérita de Historia de la Educación U. Sevilla
Consuelo Flecha, catedrática emérita de Historia de la Educación U. Sevilla

Ella ha estudiado a las pioneras en la historia y a su vez ella misma es una pionera. La bilbaína Consuelo Flecha se licenció en Filosofía y Letras con especialidad en Pedagogía en 1970 y en 1982 se doctoró en Ciencias de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid. Entonces apenas nadie estudiaba la historia de las mujeres en España y los libros ofrecían como mucho los nombres de las reinas y alguna noble destacada.

Las académicas en los ochenta, como Rosa María Capel, Marina Mayoral o Concha Fagoaga entre otras, se pusieron manos a la obra para poner fin a esa situación y pronto fueron recuperando a mujeres olvidadas, desde las maestras a las abogadas, las obreras o las escritoras.

Cuando estudiaba a las primeras universitarias, cada vez que encontraba a una era una alegría

Catedrática Emérita en la Universidad de Sevilla, Consuelo Flecha, recuerda cómo se empleó en rescatar a las mujeres que habían abierto camino a otras matriculándose en las Universidades: "Cada una que descubría, para mí era una alegría inmensa y ya entrar a ver quiénes eran, por qué habían estudiado, de dónde procedían... me resultaba apasionante". Su libro Las primeras universitarias en España, 1872-1910 (Narcea, 1996) es una referencia obligada. Encontró la información buceando en los archivos de las diez universidades que estaban abiertas en el siglo XIX.

Retrato 100x100 feminista: Consuelo Flecha

- P. ¿Fue complicado comenzar a estudiar la historia de las mujeres?

- R. Se han estudiado habitualmente la política, las batallas, las grandes economías... Ese era el conocimiento buscado y por tanto las mujeres eran un sujeto histórico que no había sido estudiado. Muchas veces nos decían que era porque en los archivos no existen huellas. A los archivos se va a con una idea de lo que se quiere encontrar y se leen los documentos para localizarlo. Así pues, lo que no se busca pasa desapercibido. Cuando hemos vuelto a los archivos a buscar a las mujeres, claro que las hemos encontrado.

- P. ¿Cómo fueron esas primeras universitarias?

- R. Las mujeres entran en la Universidad en España y en casi todos los países por la Facultad de Medicina. Había una tradición de las mujeres en este campo por su cercanía al cuidado de la salud familiar y también mujeres que cuidaban la salud de otras personas, las curanderas. La primera que se matricula es en el curso 1872-73. En un principio entraron en la universidad sin mayor problema. Únicamente se les impedía ir a las aulas porque no debían compartir espacios con los hombres, pero se matriculaban como alumnas libres. Cuando quisieron obtener títulos de licenciatura y doctorado, es donde empieza el problema. Eran títulos que se pensaba que no correspondía tener a las mujeres y en marzo de 1888 se decide que ya no van a poder matricularse. Ese año las mujeres ya tienen prohibido realizar estudios universitarios.

- P. ¿Cuándo se normaliza la entrada de las jóvenes en las universidades?

- R. En 1910 hay dos normativas que reconocen a las mujeres derechos: poder matricularse en la Universidad sin tener que pedir un permiso previo por el hecho de ser mujer al Ministerio y unos meses después la posibilidad de que las licenciadas pudieran presentarse a las oposiciones a profesoras de instituto, de universidad a bibliotecas a museos y archivos.

Consuelo Flecha junto a Carolina Pecharromán

Consuelo Flecha junto a Carolina Pecharromán cropper

- P. ¿Es entonces el siglo XIX el momento en que las mujeres reivindican su educación?

- R. Es una historia muy antigua. Si vamos a la Edad Media, encontramos mujeres que se lamentan de que no se las deja estudiar. Hay mujeres que buscan por encima de todo el estudio. Cuando las historiadoras medievales han entrado por ejemplo en los monasterios femeninos, se han encontrado mujeres estudiosas, mujeres cultas, mujeres que han escrito sobre diferentes ciencias y que defendían el que las mujeres tuvieran espacios de conocimiento. Bien sabemos que incluso había mujeres que entraban en un monasterio por el hecho de poder acceder al conocimiento.

- P. ¿Por qué se habla tanto de la importancia de conocer las genealogías?

- R. Las de mi generación hemos crecido viendo lo importantes que eran los hombres a lo largo de la historia. No hemos conocido a las grandes mujeres que a nosotras nos podían servir de referencia. Una genealogía te permite tener anclajes para darte impulso, para perder el miedo a ser la primera. Ser la primera en algo da un poquito de temor: a ver si soy capaz de hacerlo. Cuando las jóvenes de hoy saben que no son las primeras en una cuestión concreta o en ser emprendedoras, en ser arriesgadas, eso crea fuerza interior crea confianza en sí misma.

- P. ¿Se difunde ya con normalidad la historia de las mujeres?

- R. Todavía el conocimiento que han generado los estudios de las mujeres tiene muy poca repercusión. Desde luego, ya no son lo mismo los libros de texto que yo estudié en primaria o en bachillerato con lo que hoy se estudia. Pero todavía la genealogía de la cultura y del saber sigue siendo masculina. Y cuando digo masculina, no digo de todos los hombres, digo de algunos hombres, de una élite de hombres que fueron los protagonistas del poder. La mayoría de los hombres tampoco forman parte de la cultura que se transmite. Por lo tanto, no es que falta solo la cultura de las mujeres, falta también la cultura de la mayor parte de los hombres.