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Les prohibieron la entrada poco después de que las primeras se atrevieran a ir a la Universidad. Luego, se les permitió estudiar de nuevo pero con permiso de las autoridades. La mujer no pudo acceder a la Enseñanza Superior en igualdad de condiciones hasta el 8 de marzo de 1910, hace ahora 100 años, cuando se aprobó una real orden que autorizó “por igual la matrícula de alumnos y alumnas” poco después de que Emilia Pardo Bazán fuera nombrada consejera de Instrucción Pública. Las pioneras de finales el siglo XIX comenzaron a ir a la Universidad aprovechando el vacío legal que existía. No estaba prohibido, al principio, porque simplemente nadie había pensado, jamás, en que una mujer quisiera estudiar y, mucho menos, que lo necesitara para ser una buena madre y esposa. A pesar de que en la actualidad seis de cada diez titulados universitarios son mujeres, apenas el 15% de los catedráticos tienen nombre femenino y tan sólo hay 11 rectoras en las 77 universidades españolas. Esta efeméride coincide con los 100 años de celebración del Día Internacional de la Mujer. (Foto: Laboratorio Foster, Residencia de Señoritas / Archivo Instituto Internacional, Legado Eulalia Lapresta)

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La primera alumna que se matriculó en España fue María Elena Maseras Ribera en 1872 en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, según explica Consuelo Flecha, autora de Las primeras universitarias en España. En aquellos años, “se van matriculando una serie de chicas pero no se les quiere emitir el título porque éste tiene un carácter profesional y no podían ejercer”, explica Flecha, catedrática de la Universidad de Sevilla. Antes, en 1849, la tradición cuenta que Concepción Arenal se disfrazó de hombre para poder estudiar Derecho en la Universidad de Madrid.

En 1882 una real orden acabó con el vacío legal y suspendió “en lo sucesivo la admisión de las Señoras a la Enseñanza Superior”. A las que ya habían terminado o aún estaban matriculadas se les daría el título pero para abrir consultas privadas. (Foto: Ángela Carraffa de Nava, primera Doctora en Filosofía y Letras, 1892 / Consuelo Flecha)

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Seis años después, en 1888, una real orden acuerda “que las mujeres sean admitidas (...) como alumnas de enseñanza privada”. Si alguna solicita “matrícula oficial”, será “la Superioridad la que “resuelva según el caso y las circunstancias de la interesada”.  Flecha explica que tenían que pedir permiso al Ministerio de Instrucción Pública y conseguir que cada uno de los profesores firmara el impreso de matrícula comprometiéndose a garantizar el orden en el aula.

Las mujeres aún así no podían moverse libremente por las facultades y escuelas. Tenían que estar acompañadas en todo momento por sus profesores y no se podían sentar con los chicos. Consuelo Flecha explica que hay que tener en cuenta que en aquella época las mujeres “no salían solas a la calle, ni a la Universidad, ni a la modista ni a la Iglesia”. (Foto: Biblioteca de la Residencia de Señoritas en C/ Miguel Ángel 8, Madrid - Archivo Residencia de Estudiantes)

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El verdadero cambio se produce el 8 de marzo de 1910 cuando una real orden establece que “se concedan, sin necesidad de consultar a la Superioridad, las inscripciones de matrícula en enseñanza oficial o no oficial solicitadas por las mujeres”. La nueva norma autoriza “por igual” el acceso de hombres y mujeres tras reconocer que las “consultas si no implican limitación de derecho, por lo menos producen dificultades y retrasos en la tramitación, cuando el sentido general de la legislación de Instrucción Pública es no hacer distinción por razón de sexo”. Hasta 1910, según las investigaciones de Consuelo Flecha, solo se habían llegado a matricular en la universidad 77 mujeres. Hasta esa fecha, sólo 36 habían conseguido licenciarse. Es a partir de ahora cuando va a ver un cambio significativo en las estadísticas propiciado también porque en septiembre de aquel 1910 se permitió que las licenciadas pudieran presentarse a oposiciones para ser profesoras de instituto, de universidad o trabajar en bibliotecas y archivos. Las mujeres comienzan a estudiar entonces Filosofía y Letras y Ciencias, que antes no tenían salida profesional para ellas. (Foto: Biblioteca Residencia de Señoritas - Instituto Internacional / Archivo Instituto Internacional - Legado Eulalia Lapresta)
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Durante el primer tercio del siglo XX, “España experimenta una modernización social y la educación femenina va a avanzar de forma significativa”, explica Rosa María Capel, profesora de Historia Moderna de la Universidad Complutense. El número de mujeres se dispara en los años 20. De las 21 alumnas matriculadas en el curso 1909-1910 se pasa a más de 2.000 en 1935.

En 1915 se crea en Madrid la Residencia de Señoritas, impulsada por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas como versión femenina de la Residencia de Estudiantes. Un “barómetro”, según Capel, del cambio que se estaba produciendo. La idea fue de María de Maeztu que pensó en “un espacio donde pudieran vivir como en familia” las chicas que acudían a estudiar a la Universidad junto a otras que querían mejorar su formación. En la residencia tenían actividades académicas y lúdicas y formación cultural. La Residencia de Señoritas estuvo en contacto permanente con el Instituto Internacional. (Foto: María de Maeztu, dando calse en la Residencia de Señoritas / Archivo Instituo Internacional, legado Eulalia Lapresta)

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Primera y segunda parte del documental Luces de la enseñanza 1933 Facultad de Filosofía y Letras de la Madrid (UNED)
Desde la misma Residencia de Señoritas partía cada día un autobús hacia la Ciudad Universitaria, como se relata en el documental 'Luces de la enseñanza 1933. Facultad de Filosofía y Letras de Madrid', producido por la UNED y emitido en La 2 de TVE en diciembre de 2008 con motivo del 75 aniversario de la construcción del primer edificio de la Ciudad Universitaria. Contiene algunos de los testimonios de aquellas primeras estudiantes como Conchita Zamacona.  En 1933, del medio millar de alumnos de Filosofía y Letras, más de 400 eran mujeres. Comienza a haber una naturalidad en el trato entre hombres y mujeres.
Tercera y última parte del documental Luces de la enseñanza 1933 Facultad de Filosofía y Letras de Madrid (UNED)
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La mentalidad del régimen franquista no ayuda a potenciar la llegada a la Universidad de las mujeres pero no se llega a limitar en ningún momento por ley su acceso, según explica Rosa María Capel. “Existe una contención” en las matriculaciones, pero “no hay un cierre” de las aulas para la mujer. Tampoco es necesaria una autorización por escrito del padre o del marido. Se entiende que una chica de 18 años si iba a la universidad es porque tenía el respaldo económico de su familia y por lo tanto su autorización, explica esta profesora de la Complutense. A Dora, que tiene 85 años, la matricularon su padre y su hermano en Químicas en 1943 aunque ella lo que quería hacer, según explica a rtve.es, era Farmacia. Ella creía que era “lo más adecuado para una mujer”, pero su familia pensó que la otra carrera “tenía más porvenir”. Asegura que en su época ya había muchas mujeres en la Universidad y que “no había ningún problema” entre chicos y chicas. Dora fue después profesora de instituto. Niega que las mujeres fueran a la Universidad en busca de marido. “Sí que salían parejas pero porque estábamos mucho tiempo en el laboratorio”, recuerda. (Foto: Visita de Niceto Alcalá Zamora, a la Residencia de Señoritas en Miguel Ángel 8, Madrid, hacia 1931 / Archivo Residencia de Estudiantes)

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Seis décadas después de que Dora entrara en Químicas, el 54,2% de los estudiantes universitarios del curso 2008/09 en España eran mujeres, según el último informe Datos y Cifras del Sistema Educativo publicado en diciembre. Ellas son el 54,4% de los alumnos de primer y segundo ciclo, el 53,7% de los estudiantes de grado, el 53,3% de los matriculados en masteres oficiales y el 52% de los doctorados. Sin embargo, las mujeres llegan hasta el 61% de los titulados universitarios.
 
Desde 1910, el porcentaje de mujeres en la Universidad ha ido creciendo sin retrocer ningún año hasta el curso 1986/87, cuando las matriculadas llegaron al 50,1%, según los datos facilitados por Consuelo Flecha. El primer curso en el que pudieron acceder en igualdad de condiciones 1910/11 apenas eran el 0,05%. En 1935, ya representaban el 8,8% y en 1963, el 25%. (Fotos: UNED / Efe)
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Pero la presencia de la mujer no es igual en todas las carreras. En Ciencias de la Salud son el 73,6% en el primer y segundo ciclo y el 64,3% en grados; en Artes y Humanidades el 61,6% y 62,1%, respectivamente; y en Ciencias Sociales y Jurídicas, el 62,5% y el 56%. La asignatura pendiente de las mujeres sigue siendo la rama de Ingeniería y Arquitectura, donde no alcanzan el 30%. Según la última Estadística de la Enseñanza Universitaria en España publicada por el INE, las mujeres representaban el 69,74% de las matriculadas en primer curso de Medicina en las universidades públicas en el curso 2007/08. En el extremo opuesto están carreras como Ingeniería Técnica Informática de Sistemas, con apenas un 11% de mujeres, Industriales (14,98%) o Marina Civil (14,32%). María comenzó en 2001 Ingeniería Técnica Aeronáutica, donde sólo uno de cada cinco alumnos es mujer. De su grupo inicial de amigas sólo consiguió acabar ella. Asegura que los profesores eran muy machistas y que incluso se cuestionaba cómo habían llegado las pocas mujeres que daban clase a ser docentes. Un profesor le llegó a decir que no pintaba nada allí y que se fuera “a hacer Derecho” aunque sostiene que este tipo de expresiones, para “hundirte”, también se las decían a los chicos.

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Actualmente sólo hay 11 mujeres rectoras en las 77 universidades españolas, según fuentes de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). La primera de España fue Elisa Pérez Vera (en el centro de la imagen), rectora de la UNED entre 1982 y 1987 y ahora magistrada del Tribunal Constitucional. El primer decanato lo había conseguido tan sólo cinco años antes Carmina Virgili Rodón, que se convirtió después en la primera secretaria de Estado de Universidades e Investigación en el primer Gobierno de Felipe González. Según los datos del Ministerio de Educación sobre el curso 2007/08, sólo el 36,4% del Personal Docente e Investigador es mujer. Su presencia entre los catedráticos es sólo del 15%. Son cifras que demuestran, que a pesar del asalto a las aulas desde los pupitres, las mujeres aún tienen pendiente la conquista de los encerados y los despachos de la Universidad. (Foto: UNED / EFE)