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Terremotos de Turquía y Siria

Sin carreteras ni aeropuertos: la carrera de obstáculos de la ayuda humanitaria tras los terremotos

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Un avión con ayuda humanitaria es descargado en el aeropuerto de Gaziantep, en Turquía.
Un avión con ayuda humanitaria es descargado en el aeropuerto de Gaziantep, en Turquía.

Un mensaje de texto, recibido el lunes en el teléfono pasadas las dos de la mañana, supuso el inicio de una carrera frenética que llevó a un equipo formado por diez bomberos, tres sanitarios y cuatro perros hasta la ciudad turca de Ebistan, donde desde entonces han trabajado sin apenas descanso para tratar de rescatar a las personas sepultadas bajo los escombros que aún continúan con vida. Igual que ellos, cientos de organizaciones humanitarias de todo el mundo han puesto rumbo hacia la frontera de Turquía y Siria, con el objetivo de ayudar a los millones de personas que se han visto afectadas por el episodio sísmico más destructivo que se recuerda en esta región en décadas.

"Hemos participado en más de 40 catástrofes naturales en todo el mundo, por lo que tenemos mucha experiencia en este tipo de situaciones", manifiesta a RTVE.es Antonio Nogales, presidente de Bomberos Unidos sin Fronteras, una ONG que se creó en 1996 para intervenir en estos desastres y en proyectos de cooperación al desarrollo. El mensaje de texto dio luz verde a su protocolo de activación, y el equipo de 17 miembros, procedentes de varios puntos de España, preparó inmediatamente el material necesario y partió hacia Madrid, donde a las 18:00 horas de esa misma tarde volaron primero a Estambul, y después a Adana, para continuar por carretera hasta Ebistan, en el corazón de la tragedia.

Cuando llegaron, comprobaron que eran los únicos extranjeros, junto con otro pequeño grupo también español de rescate con perros. Allí solo estaba el Ejército turco, sobrepasado por la dimensión de una catástrofe que excedía la capacidad de respuesta de cualquier país. "Las condiciones son muy duras, porque hace muchísimo frío, y el equipo está haciendo las búsquedas con el escombro completamente cubierto de nieve. Hay muchísimos edificios colapsados y pocos equipos de respuesta", valora Nogales desde España, donde coordina las labores e intenta atender las necesidades que van surgiendo.

"Nuestros compañeros nos describen un nivel de destrucción muy grande, que pocas veces han visto, y una población completamente en shock, recuperándose todavía de la impresión de todo lo que ha sucedido", continúa describiendo, para apuntar que el equipo de voluntarios españoles "está completamente desbordado, trabajando contra reloj, haciendo búsquedas continuas, y muy necesitado de apoyo". En estos tres días, apenas han descansado, ya que las primeras 72 horas son las más importantes para rescatar con vida a las víctimas de los terremotos. Posteriormente se siguen rescatando, pero la posibilidad de sobrevivir disminuye mucho.

Los primeros días que suceden a un terremoto se centran sobre todo en las tareas de evacuación y rescate, cuyo peso recae en las autoridades del país afectado. Aunque en casos tan extremos como este, resulta imprescindible el apoyo internacional. Cuando el mismo lunes el Gobierno turco declaró el estado de emergencia en sus diez provincias más golpeadas, solicitó ayuda internacional expresamente para equipos de búsqueda y rescate, ya que se trata de un trabajo altamente especializado, que además hay que llevar a cabo en el menor tiempo posible. Pero Turquía al menos dispone de una capacidad de respuesta ampliamente desarrollada, porque es un país acostumbrado a este tipo de catástrofes. En cambio, Siria, dividida y devorada por más de una década de conflicto interno, apenas tiene margen de reacción, y depende completamente de la ayuda exterior.

Labor a medio y largo plazo

Una vez superados estos compases iniciales de la tragedia, focalizados en intentar rescatar con vida al mayor número posible de personas, se abre una segunda fase, que dura meses e incluso años, centrada en atender las necesidades básicas de esos millones de personas que han sobrevivido, algunas con graves lesiones, pero que lo han perdido todo o casi todo en la tragedia. Aquí es donde entran en acción la mayor parte de las organizaciones humanitarias.

Miembros de Bomberos Unidos Sin Fronteras, en plena acción.

Miembros de Bomberos Unidos Sin Fronteras, en plena acción. EFE / BUSF

Su labor se plantea a medio y largo plazo, pero para todas ellas el trabajo comienza desde el momento en el que se produce el terremoto. "Estos primeros días son muy complejos, porque tenemos que hacer tres cosas al mismo tiempo. Tenemos que intentar salvar vidas, intentar rescatar al mayor número de supervivientes contra reloj, porque hay una ventana de tiempo. Pero además tenemos que atender a los supervivientes; a la gente que está en la calle, que hay que darle de comer, ofrecerle un abrigo, darle apoyo psicosocial porque acaban de vivir un trauma horroroso... Y al mismo tiempo, tenemos que ir completando la evaluación de daños y necesidades para la ayuda que vendrá en las próximas semanas, meses y años", explica a RTVE.es María Alcázar, directora de Cooperación Internacional de Cruz Roja Española.

"En ambos países, tanto en Turquía como en Siria, desde que ocurrió el terremoto y las sucesivas réplicas, la Media Luna Roja Turca y la Media Luna Roja Árabe Siria se activaron inmediatamente", prosigue, y expone que el papel de la ONG española es sobre todo apoyar a sus homólogas turca y siria para que puedan desarrollar su labor humanitaria "de la mejor manera posible y llegando al mayor número de personas".

Alcázar considera que en un escenario como el actual, en el que decenas de organizaciones humanitarias concurren prestando sus servicios, es "esencial que haya una buena coordinación" con los gobiernos de cada país afectado, para que la ayuda se preste de la manera más efectiva posible, y no se caiga en ninguno de los dos extremos: "ni que haya recursos insuficientes, ni que se produzca un exceso de estos recursos".

Un reto que se complica en el caso de Siria, un país inmerso en una guerra civil interminable, que está fragmentado en zonas controladas por el Gobierno de Bachar al Asad y por las fuerzas opositoras, lo que dificulta cualquier intervención humanitaria. Las regiones del país más afectadas, localizadas en el noroeste, están controladas por los rebeldes, aunque el terremoto también ha golpeado seriamente a otras provincias que siguen manteniéndose bajo la autoridad gubernamental. El paso fronterizo de Bab al Hawa, que une la provincia siria de Idlib con Turquía, es la única vía de entrega de asistencia humanitaria.

Cruz Roja calcula que hay "entre un millón y dos millones de personas sin hogar" tras los terremotos

En este avispero, las únicas organizaciones que pueden operar son aquellas que ya conocen la zona y son capaces de negociar con ambas autoridades, "porque entrar de nuevas es muy difícil". "La Media Luna Roja Árabe Siria, después de casi 12 años de guerra, ha conseguido mantener una interlocución con todas las partes que hace que incluso en un contexto de no terremoto puedan acceder a zonas que estén controladas por una u otra", recalca María Alcázar.

Asistencia sanitaria

En la zona de Idlib y Alepo, Médicos del Mundo coordina 14 centros de salud, dentro de un proyecto para prestar ayuda a refugiados que comenzó en 2008 y que se extiende más allá de la frontera turca, donde también atienden campamentos. Algunos de esos 14 centros ubicados en Siria han sido destruidos por el seísmo, pero la mayoría sigue funcionando. "El problema es que es una zona de conflicto, por lo que no hay permisos para que todo el mundo pueda entrar a trabajar allí. Además, es muy difícil el acceso por tierra, y también por aire, porque en una zona en guerra rápidamente te conviertes en un objetivo", asegura a RTVE.es José Félix Hoyo, vicepresidente de esta organización en España.

"Igual que cualquier otro gran terremoto, este está siendo muy complicado desde el punto de vista logístico, pero con dos problemas añadidos: el tiempo, que es muy malo, y de hecho tenemos un equipo bloqueado en un puerto de montaña por la nieve; y la dificultad para nosotros de tener que reconstruir todo un proyecto que ya existía, como es el caso de Siria", continúa, y subraya que Médicos del Mundo dispone de "un equipo importante, y además en terreno" para hacer frente a la tragedia, compuesto aproximadamente por 400 personas.

Sin apenas aeropuertos operativos en la zona, "otro de los problemas habituales en este tipo de emergencias es que se forman cuellos de botella". "Llega un momento en el que ya no caben más aviones cargados de ayuda humanitaria, y no solo es que lleguen los aviones, sino que después tienen que vaciarse y despegar", apunta. Además, debido al estado impracticable de muchas carreteras, "se forman montañas de ayuda que se quedan en un sitio durante meses, porque no se pueden desplazar a todos los lugares".

"De momento, lo que estamos intentando es que las personas que están ya allí sean lo más operativas posibles", apunta Hoyo, quien remarca que, además, en su organización hay mucho personal de otros países como España, Francia o Bélgica "pendiente de salir para allá si fuese necesario".

En esta misma línea, otra ONG de cometido muy similar, Médicos Sin Fronteras (MSF), cuenta a RTVE.es cómo su trabajo en las zonas afectadas se está centrando en apoyar a las estructuras de salud, con donaciones de equipamiento, de medicamentos e incluso aportando personal. También, en auxiliar a la población, distribuyendo bienes de primera necesidad, como mantas, abrigo, kits de higiene, de cocina... "Nosotros somos emergencistas, y tenemos planes de emergencia preparados. Por eso, cuando ha ocurrido esta catástrofe, hemos podido actuar muy rápido", describe su responsable de Operaciones Logísticas, Cristina Imaz.

MSF no oculta su inquietud por cómo va a quedar Siria después del terremoto, ya que también considera que su situación es muy distinta a la de Turquía. "En este caso es verdad que la sociedad turca tiene mucha capacidad de respuesta ante este tipo de catástrofes, o sea, son muy capaces de gestionar la situación y las ayudas que reciban. Ellos ya han vivido estas cosas, y están preparados para responder", apunta Imaz, quien manifiesta que "Turquía va a recibir mucha atención, pero en el caso de Siria va a ser mucho más difícil, porque casi no se puede entrar ni salir".

Hasta ahora, según detalla, han apoyado al menos a 15 centros sanitarios en la parte rebelde de Siria con ambulancias y suministros como kits de emergencia, de traumatología, quirúrgicos… "Si hace falta, también suministraremos personal, o ampliaremos el espacio de estos centros temporalmente con tiendas de campaña, aumentando el número de camas", agrega.

El papel de Naciones Unidas

Las agencias de la ONU también están teniendo un papel protagonista durante estos primeros compases de la tragedia, como es el caso de ACNUR, encargada de proteger a los refugiados y desplazados. Durante años, las regiones más golpeadas por el doble seísmo han acogido sucesivas oleadas de sirios que huían de la guerra, y que se han asentado en un lado y otro de la frontera turco-siria. Lo hicieron para evitar un desastre, pero ahora se han visto sorprendidos por otro. En las zonas de Turquía más afectadas, hay aproximadamente 1,7 millones de refugiados sirios viviendo, mientras que en el noroeste de Siria la situación es aún más complicada, ya que hay 2,8 millones de desplazados.

"El problema se multiplica, y es crisis sobre crisis, porque muchas de estas personas que están ahora atrapadas entre los escombros por un terremoto, estaban atrapadas en un conflicto que dura ya más de una década, con necesidades básicas que muchas veces no se pueden cubrir", declara a RTVE.es María Jesús Vega, portavoz de ACNUR en España. "Es una emergencia detrás de otra, en una guerra como la de Siria que está muy olvidada. Llueve sobre mojado, además en un momento en el que están pasando por la peor tormenta invernal de todo el año", añade.

Esta agencia de la ONU, que está presente en Siria desde hace cuatro décadas, ya ha comenzado a distribuir su ayuda en ciudades como Alepo, Homs, Tarts o Latakia, donde han colapsado numerosos edificios por los temblores. "A la vez que vamos repartiendo la ayuda humanitaria según nos la van proporcionando, en este momento lo que estamos es adelantándonos a las necesidades que puede haber, como hemos hecho en otras emergencias, reforzando equipos y reponiendo los almacenes de los materiales que se puedan necesitar", detalla la portavoz de ACNUR.

La dificultad más importante a la que se están enfrentando, según precisa, es la falta de financiación, por lo que hace un llamamiento a la solidaridad: "Si por ejemplo el apoyo a los desplazados en Siria estaba solo financiado un 11%, todo este despliegue es adicional a lo que ya se había pedido y se necesitaba, con lo cual vamos a necesitar más contribuciones económicas para poder responder. Hemos abierto una cuenta donde la gente, si quiere, puede colaborar".

Una misión transfronteriza

En Siria también lleva trabajando muchos años Unicef, la agencia de Naciones Unidas que defiende los derechos de la infancia en todo el mundo. "Justamente porque hemos estado lidiando con el conflicto armado allí, disponemos de una infraestructura muy sólida", afirma a RTVE.es Carmen Monclús, responsable de la operación transfronteriza con Siria desde Turquía, quien calcula que, entre la población desplazada, hay aproximadamente 2,3 millones de niños.

"Lo hemos aprendido en muchos otros desastres naturales, y lo sabemos también por todos los conflictos armados a los que respondemos como organización: al final, la infancia siempre es la que sufre el mayor impacto", enfatiza.

Entre los bienes que han comenzado a repartir a las familias sirias, se encuentran los conocidos como kits de higiene y dignidad, cuyo objetivo es garantizar las condiciones básicas de saneamiento. También kits de materiales didácticos, de apoyo psicosocial, de nutrición, de salud... Algunos han sido ya entregados, pero la mayor parte está en camino, una tarea que se está viendo entorpecida por el mal estado de las infraestructuras terrestres, aunque desde Unicef confían en que en los próximos días van a conseguir "una fluidez cada vez mayor".

Sin embargo, hay otro problema añadido en el que también hace hincapié Monclús. La misión en la que trabajan es de carácter transfronterizo, y requiere de la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, que se renueva cada seis meses, un plazo muy exiguo de tiempo que "limita nuestra capacidad para actuar en el noroeste de Siria de una manera continua y a largo término". "La resolución expira en julio, así que en nada vamos a tener que estar pensando no solo en cómo respondemos el reto multiplicado por diez que se nos presenta este año, sino también en empezar a abogar para que la resolución vuelva a salir adelante", se lamenta.