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Terremotos en Turquía y Siria

Por qué no es lo mismo Turquía que Japón: "En cuestión de terremotos, la pobreza va unida a un mayor desastre"

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Cómo la pobreza va unida a un mayor desastre: la calidad de los edificios, pilar clave

Horas después de que dos terremotos casi consecutivos hayan arrasado las regiones fronterizas entre Turquía y Siria, las escenas que llegan desde esta zona del planeta representan la imagen más cruda de la devastación. Los equipos de rescate trabajan contra reloj para intentar localizar a supervivientes atrapados bajo los escombros, mientras el número de víctimas mortales no deja de crecer en un goteo incesante que aún tardará demasiado en detenerse.

Se teme que esta tragedia pueda superar a la del seísmo que se produjo en Turquía en 1999, y que dejó 17.000 fallecidos y más de un millón de damnificados. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha reconocido que seguramente la cifra de víctimas mortales aumente de manera considerable y ha calificado el episodio sísmico como "el peor desde el gran terremoto de Erzincan de 1939", en el que murieron casi 40.000 personas.

En este doble terremoto han coincidido varios ingredientes que han contribuido a acrecentar la dimensión de la tragedia. El primero es la elevada magnitud de los temblores, y el hecho de que hayan sido muy superficiales (menos de 20 kilómetros de profundidad), lo que ha aumentado su intensidad y, consecuentemente, los daños producidos en la superficie. Además, han golpeado una zona muy poblada, a lo que se ha unido que el primero de ellos, el más destructivo, ocurriese en mitad de la madrugada, lo que propició que prácticamente toda la población se encontrase dentro de sus domicilios descansando. Finalmente, la mayor parte de los edificios derrumbados habían sido construidos siguiendo técnicas muy básicas y económicas.

"En cuestión de terremotos, la pobreza siempre va unida a un mayor desastre, es decir, las formas de construcción más sencillas, con una estructura de hormigón y ladrillos, hacen que un movimiento sísmico de estas características origine una catástrofe mucho mayor", indica a RTVE.es Sigfrido Herráez, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), quien detalla cómo "si no se tienen en cuenta movimientos y desplazamientos a la hora de construir, la estructura se parte y se cae como un castillo de naipes, unos sobre otros. El seísmo parte uno de los pilares y entonces se cae el edificio entero".

"No matan los terremotos, sino las edificaciones"

Los epicentros de ambos terremotos se han localizado en territorio turco, aunque muy cerca de la frontera con Siria, en una zona de alta intensidad sísmica, donde las placas tectónicas de Anatolia y Arabia chocan constantemente entre sí bajo la superficie terrestre. "Es muy importante el epicentro, pero también el hipocentro, la profundidad a la que se produce la rotura de la falla. Cuanto más superficial, las ondas sísmicas se amortiguan menos y llegan más rápidamente a los cimientos de los edificios", explica a RTVE.es Rosa Mateos, investigadora del Instituto Geológico y Minero de España.

"No son los terremotos los que matan, sino las edificaciones que construyen los humanos. Un seísmo de esta magnitud en Japón, por supuesto hubiera causado daños, pero probablemente no tantos como en Turquía y en Siria, porque en Japón tienen los edificios muchísimo más preparados, mejor diseñados para aguantar una sacudida así. Los mayores daños siempre se producen en regiones muy pobladas y donde además no suele haber un nivel económico excesivamente alto, como por desgracia ha ocurrido en la frontera entre Turquía y Siria", prosigue esta geóloga.

En 2019, Turquía adoptó una nueva normativa para que sus edificios estuviesen preparados a la hora de soportar los temblores, promoviendo un mayor uso del hierro en sus estructuras. Sin embargo, la adaptación sísmica resulta cara y puede no considerarse prioritaria, por lo que muchas viviendas se han seguido construyendo a espaldas de la ley, que además no afecta a los edificios que se levantaron con anterioridad. Esto ha ocurrido en otros muchos países, incluido España.

"El objetivo es que la edificación absorba las ondas sísmicas, que se mueva, ya que asimilar esos movimientos es lo que da el secreto para que no se caigan, evitando que se parta el hormigón", apunta el decano del COAM Sigfrido Herráez. "¿Es caro? Sí, lo es. El cambio de una estructura para hacerla antisísmica requiere unos esfuerzos importantes. Por ejemplo, un edificio en altura construido con técnicas antisísmicas cuesta un 20% más que que si no tenemos en cuenta este tipo de cuestiones", continúa, para dejar claro que este encarecimiento es extensible a las viviendas unifamiliares o a cualquier tipo de construcción, aunque recalca que los edificios bajos golpeados por terremotos "suelen agrietarse, pero no se caen".

Normas sismorresistentes en España

En España, desde finales de la década de 1990 está vigente la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE), que incluye una serie de normas sismorresistentes aplicables en función de la peligrosidad de la zona, e indica cómo se tienen que construir los edificios para absorber las ondas sísmicas en caso de que se produzca un terremoto. En todo el país, la zona de mayor riesgo es el sureste peninsular, "por lo que la norma sismorresistente no es la misma en Granada que en Guadalajara, por ejemplo", asegura Rosa Mateos, quien aclara que son ellos, los geólogos, quienes calculan la peligrosidad sísmica y luego "son los arquitectos los que establecen las normas de construcción".

"Tenemos en cuenta muchísimos factores, ya no solo el contexto geológico general, la convergencia de placas tectónicas, sino también dónde están las fallas y los materiales que constituyen el subsuelo, porque muchas veces se produce una amplificación sísmica. En terrenos que están muy poco consolidados y que tienen agua, las ondas sísmicas se amplifican y generan muchísimos más daños, que es lo que se conoce como el efecto de sitio", mantiene esta geóloga, quien a pesar de todo tranquiliza asegurando que el Mediterráneo oriental -Chipre, Turquía, Grecia...- "es mucho más peligroso desde el punto de vista sísmico" que el occidental, donde se encuentra España.

Sigfrido Herráez asegura por su parte que "hay que aprender de lo que la naturaleza nos manda, y en lugares donde no es la primera vez que hay un movimiento sísmico, tenemos que construir para poder asimilarlos, porque técnicamente ya es posible". Este arquitecto pone como ejemplo a México y Japón, "los países donde mejor se está construyendo ahora mismo contra los movimientos sísmicos", aunque tampoco se olvida de Chile, que "también está avanzando mucho, porque ha aprendido a base de sufrir estos problemas".

Preguntado sobre si están preparadas las regiones españolas de mayor riesgo sísmico, Herráez opina que "en general, no", ya que "lo actual se hace bien, puesto que la Ley de Ordenación de la Edificación marca unos parámetros y unos estándares de antisismo, pero hasta hace no mucho, no lo hacía". "En España, desde la década de 1990, incluso un poco antes, se está construyendo con unas normas que efectivamente tienen en cuenta la zona sísmica, pero lo que ocurre es que la gran mayoría de los edificios de las ciudades son anteriores, por lo que allí existe riesgo si se produce un movimiento sísmico con una magnitud por encima de 3 o de 4, que es lo que ocurrió en Lorca", agrega.

"Ahora mismo se está produciendo una mejora técnica en las construcciones muy grande en esta materia, pero hay una infinidad de edificios que han sido levantados antes de estas normas, y ahí es donde puede estar el peligro. Edificios de varias alturas, construidos con hormigón puro y duro, y que además en algunos casos tienen aluminosis. Estos, cuando parten, se vienen abajo", enfatiza.