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Trichet expresa su "profunda inquietud" por la actual gobernanza económica en la Zona euro

  • El presidente del BCE cree que deben endurecerse más las normas de la Eurozona

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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, ha expresado este jueves una "profunda inquietud" sobre la gobernanza económica y presupuestaria de la Zona euro, salpicada por la crisis de déficit público de Irlanda.

"Envío este mensaje, tan solemne hoy como en 2005 [cuando se revisó el Pacto de Estabilidad de la UE], en nombre del Consejo de Gobernadores" del BCE, ha señalado Trichet en la rueda de prensa posterior a la reunión en Fráncfort de los bancos centrales de los países del euro.

Sacando lecciones de esta crisis y de sus consecuencias en la Zona euro, "hemos pedido estos últimos días -y seguimos pidiendo- un cambio consecuente en la gobernanza" de la Unión Europea (UE) y, especialmente, de la Eurozona, ha reiterado el presidente del BCE.

En estos momentos, la autoridad emisora europea participa junto a la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en conversaciones con Irlanda para convencer a su gobierno de que acepte la ayuda exterior para superar la crisis fiscal y recuperar la confianza de los mercados, cuyos temores amenazan con desestabilizar a toda la Zona euro.

Controles más estrictos y sanciones disuasorias

Al igual que Bruselas y que muchos países europeos, el BCE se disgustó el martes pasado, cuando Dublín no solicitó la activación del plan de rescate diseñado por los 16 miembros del euro.

Además, Trichet ya alertó hace dos semanas de que las reformas propuestas por los líderes en el último Consejo Europeo para reforzar la disciplina presupuestaria no van "lo bastante lejos", a la vista de lo que está sucediendo en algunos países.

El guardián del euro teme, sobre todo, la ausencia de controles estrictos y de un sistema de sanciones automáticas que se aplique a los Estados que no respeten las reglas presupuestarias y de endeudamiento de la Eurozona. Sin ellos, los países podrían atreverse a saltarse esas normas y no respetar así el compromiso aceptado al crear un mecanismo permanente de rescate para los Estados que tengan dificultades fiscales.

La existencia de esa ayuda permanente podría "incitar a seguir políticas fiscales laxistas", según aseguró Trichet a principios de noviembre.

Alemania comparte esa preocupación y, durante el Consejo Europeo, intentó hasta el final obtener un compromiso de la UE para permitir sanciones políticas para los que se salten la disciplina presupuestaria, con lo que se retirarían los derechos de voto en las reuniones europeas a los países cuyas cuentas públicas se descontrolen.

Ese castigo no se aprobó, pero sí se alcanzó un acuerdo para introducir el endurecimiento de la disciplina presupuestaria en el Tratado de la UE a través de una reforma muy limitada del texto.