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Las imágenes de soldados y rehenes secuestrados por Hamás son omnipresentes en Israel. Entre ellos está el marido de Rebeca, que sigue vivo en Gaza. "Es como tener un clavo en el pecho cada día", dice angustiada. Como otros familiares, exige al Gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, una tregua y el fin inmediato de los bombardeos. "Si la guerra continúa, mi marido no va a llegar con vida", advierte.

En paralelo, surgen voces críticas desde dentro del Ejército israelí. Joel, exsoldado, decidió abandonar las filas para no participar en el sufrimiento de los palestinos. Ahora recoge testimonios anónimos de militares que denuncian órdenes como bombardear a quienes no evacúan sus hogares, pese a saber que muchos son civiles.

El desgaste moral es enorme. Algunos soldados, señala Joel, no lo soportan y se suicidan. Criticar abiertamente al Ejército o cuestionar la ocupación sigue siendo un tabú social en Israel, pero cada vez más voces reclaman poner fin a la violencia. "El país no quiere más venganza, quiere paz”, afirma Rebeca.

Foto: RTVE

Los ataques de Israel sobre Gaza han tenido también repercusión en varios festivales de música. Residente, Judeline, Samantha Hudson, La Élite, Califato, Jimena Amarillo y Mushkaa se han caído del cartel del FIB, el Festival de música de Benicasim. El motivo, la vinculación del certamen con el fondo de inversión proisraelí KKR. Los artistas denuncian que financia a empresas militares israelíes.

Colectivos a favor de Palestina piden que los macrofestivales tengan un código ético.

Imagen: EFE

La única iglesia católica del enclave palestino ha sido atacada este jueves por el Ejército israelí. Cinco personas han resultado heridas y, al menos, dos han muerto. El padre Romanelli es el párroco del templo y se le conoce por las llamadas telefónicas que recibía cada día del papa Francisco desde el inicio de la ofensiva israelí. Su iglesia, la Sagrada Familia de Gaza, acoge a unos 500 cristianos desplazados por el conflicto.

Israel dice que está revisando la información e insiste en que no ataca iglesias ni sitios religiosos. El papa León XIV lo ha condenado y ha pedido un "inmediato alto el fuego". La primera ministra italiana lo ha calificado de "inaceptable". Meloni afirma que ninguna acción militar puede justificar los ataques israelíes contra la población civil.

Los cadáveres de adolescentes y niños atrapados en una estampida del reparto de comida se han ido apilando en la morgue. Estaban desnutridos. Han muerto aplastados por otros palestinos hambrientos como ellos.

La empresa estadounidense que distribuye la comida acusa a Hamás de usar a agitadores para provocar el caos, pero los supervivientes relatan que los mercenarios cerraron la distribución de golpe y que luego les lanzaron gases lacrimógenos.

Israel impuso este sistema de distribución de ayuda hace dos meses. En ese tiempo, sus soldados y los mercenarios han matado a más de 900 palestinos.

Kayed Hammad fue durante años el productor y traductor de referencia para la prensa española e internacional en Gaza. Ha vivido muchas guerras, pero ninguna como esta. "Esto no es una guerra, es una venganza", denuncia. Las cámaras, dice, no mienten: "Los muertos son mujeres y niños. ¿Dónde están los milicianos?", cuestiona.

Gracias a la presión de periodistas, académicos y políticos, logró salir de Gaza hace dos semanas con su familia. Ahora vive en Málaga, aunque dejó atrás a seres queridos y el cuerpo de su hijo, asesinado en un hospital bombardeado cuando intentaba llevar medicinas a un amigo. "He dejado mi corazón en su sudario", lamenta.

En Gaza sobrevivió comiendo pienso de animales y mudándose constantemente. Nunca dejó de informar. "Pensaba: 'a mí también me pueden bombardear en mi casa o en la calle, así que por lo menos puedo hacer que llegue la imagen de lo que está pasando y si me muero, ¿qué le voy a hacer?'", afirma.

Foto: RTVE

La ONU ya definió lo que es un genocidio en 1948: la intención de destruir un grupo, sea étnico o nacional. Tres tribunales internacionales sentenciaron que la matanza de Srebrenica lo fue. Entre los condenados, los entonces presidentes Milosevic y Karadzic y el comandante Mladic. Serbia, como Estado, fue declarado culpable por no haberlo prevenido.

Las imágenes de Srebrenica, hace 30 años, son muy similares a las que se viven hoy en Gaza. La Justicia Internacional ha acusado a Israel de genocidio y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, tiene una orden de arresto por crímenes de lesa humanidad. Ambas demandas han usado Srebrenica como referente porque ven un patrón común.

El derecho internacional no sirvió para evitar la masacre de Srebrenica y tampoco lo está consiguiendo en Gaza.