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Se estima que más de diez millones de personas en el mundo no tienen reconocida ninguna nacionalidad, lo que impide que se cumplan sus derechos más básicos. ACNUR y la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid se han unido en un proyecto con el que dar visibilidad y luchar contra la apatridia. Una instalación fotográfica que muestra este "laberinto de los invisibles". Desde allí, Noemí Martínez habla con su comisaria, Zara Fernández de Moya, con Paco Ortiz, responsable de apatridia de ACNUR en España, y con Tamara Chekaloff, hija de Sergio, apátrida durante más de 70 años de su vida. 

  • "¿La mujer saharaui? Valiente, fuerte, el pilar de la familia saharaui. Es fundamental para todo"
  • "Mi madre sufrió el exilio, la guerra, crio a sus hermanos, nos crio a nosotros sola, porque mi padre estuvo en la guerra muchos años"
  • 'Mujeres saharauis', en Objetivo Igualdad, 16'30h Canal 24h y después en RTVEplay

Ser mujer en Arabia Saudi es ver el mundo con limitaciones. Desde que nacen y hasta que mueren están bajo la tutela de un varón. Normalmente es el padre o el marido. El guardián tiene la última palabra en temas relacionados con el matrimonio, el divorcio, los hijos o las herencias. Y si hablamos de violencia de género se da la paradoja de que las víctimas pueden refugiarse en un centro de acogida pero necesitan el consentimiento de su tutor para salir de él. Expresarse libremente o luchar por sus derechos les sale caro. Desde hace pocos años las mujeres pueden asistir a eventos deportivos, conciertos o restaurantes sin mantener la segregación por sexos. Sin embargo, la tradición pesa y estos cambios no calan en la sociedad tan rápidamente. Pueden conducir desde 2018, pero algunas autoescuelas fijan precios más elevados para ellas. Ahora pueden votar, viajar, emprender negocios y estudiar o trabajar sin el permiso de su tutor, pero la realidad es que son muchas las empresas que no las contratan. Se abren poco a poco las puertas para ellas pero son pequeños avances para quienes son consideradas ciudadanas de segunda. Y no solo las mujeres lo tienen difícil en este país: Arabia Saudi es uno de los cinco países del mundo que más ejecuciones lleva a cabo cada año, la libertad de expresión es poco más de un espejismo, y la homosexualidad se castiga con penas de cárcel de entre 5 y 10 años.