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Tulkarem, la ciudad de Cisjordania que teme seguir la suerte de Gaza: "Ya firmaron una tregua y vinieron a por nosotros"

  • Desde el 7 de octubre de 2023 la violencia no ha cesado, pero se ha intensificado con la "Operación Muro de Hierro"
  • Las incursiones israelíes han provocado el desplazamiento de más de 40.000 personas en Cisjordania
  • DIRECTO: sigue la última hora de la masacre en Gaza
Tulkarem, la ciudad de Cisjordania que teme seguir la suerte de Gaza
Tulkarem, Cisjordania. RTVE
EBBABA HAMEIDA (Enviada especial a Tulkarem)

El puesto de control está cerrado. A Samer, el taxista, no le extraña. "Siempre hay un camino", dice con sarcasmo, mientras piensa una nueva ruta para llegar a Tulkarem, una localidad en el norte de Cisjordania. Desde Jerusalén hasta Nablus, cruza por Dair Sharaf hasta Sabastía, esta última conocida porque alberga restos de ruinas romanas. Atraviesa varias aldeas entre las montañas de Samaria hasta que aparece Tulkarem. Un territorio muerto en vida, cuyas calles aún guardan los restos de una batalla campal. La destrucción es el sello de las reiteradas incursiones del Ejército israelí.

Apenas se ve gente deambulando. La mayoría de comercios están cerrados, excepto una tienda de alimentos. Entre los escombros hay algo que de pronto llama la atención. Una calle, cuyo asfalto está cubierto de polvo y escombros y de la que asoman algunas palmeras. "Allí estaba el campamento", indica un joven, que rápidamente rehúye la cámara. En el fondo solo se ven casas derruidas. En este campo de refugiados vivían unas 11.000 personas. Los campos de refugiados consolidados en el norte de Cisjordania han sido escenario de una violencia extrema desde el 7 de octubre de 2023, tras el estallido de la masacre en Gaza. Sin embargo, en esta parte de Palestina la tensión se ha vuelto insoportable desde que el 21 de enero, tras el anuncio de un alto el fuego entre Israel y Hamás, el primer ministro israelí proclamara el inicio de la “Operación Muro de Hierro” en el norte de Cisjordania al considerarla una zona bastión de las milicias palestinas.

Enshirah Anbar espera dentro de su coche. No quiere bajar, ni mirar a su alrededor. “¡Vamos!”, dice con miedo a sus 53 años. Callejea hasta llegar a una escuela. Al aparcar explica que es un lugar donde viven 25 familias. Sobre una túnica negra cuelga un retrato. “Es la foto de mi hermano. Verás a muchas mujeres con estos colgantes. Como lo hemos perdido todo, al menos me aseguro que lo llevo conmigo siempre”, dice.

El joven, cuenta, fue asesinado el pasado 17 de marzo por un disparo de un soldado que impactó en su pulmón, estuvo un mes en coma y no aguantó. Besa la foto, la lleva hacia el pecho y la tapa con el pañuelo rosa que cubre su cabeza. Saca el teléfono móvil y muestra un vídeo del derrumbe de su casa. Vivía con sus hermanas y familia en un edificio de cuatro plantas. “Desde que comenzó todo, en Gaza hemos sufrido mucho. La mía no es una historia aislada. Vas a ver cómo se repiten”, dice, mientras saluda al entrar en las instalaciones de una escuela que sirve de refugio.

Enshirah Anbar muestra el campo de refugiados en el que vivía y que ha sido desmantelado por las fuerzas israelíes.

Enshirah Anbar muestra el campo de refugiados en el que vivía y que ha sido desmantelado por las fuerzas israelíes. RTVE

Cada aula es una casa improvisada. Ramzi Hsain y Rawan Hsain viven junto a sus dos hijas de seis y cuatro años y su pequeño bebé de un mes que nació aquí. “Estábamos en nuestra casa, yo embarazada de tres meses y, tras cinco días de asedio, nos tocó a nosotros”, explica la mujer, envuelta en un pañuelo verde y con el bebé en brazos. Según Naciones Unidas, el norte de Cisjordania está viviendo la mayor violencia en décadas. Ramzi y Rawan recuerdan las redadas y el ensañamiento cuando llegaron al campamento centenares de militares y policías en vehículos pesados. Usaron fuego real y proyectiles lanzados desde helicópteros Apache. “Sobrevolaban drones y cayeron misiles”, relatan. “Intentamos escondernos en el baño, no queríamos salir, pero vinieron a por nosotros”, recuerda la mujer nueve meses después.

Rawan Hsain, junto a su bebé de un mes en una escuela que sirve de refugio en Tulkarem.

Rawan Hsain, junto a su bebé de un mes en una escuela que sirve de refugio en Tulkarem. RTVE

Ahora tienen miedo. No han recibido con alivio la noticia de los avances hacia la paz después de que Hamás aceptara la propuesta del plan del presidente estadounidense, Donald Trump, por el que se acuerda un alto el fuego con Israel y liberar a todos los rehenes israelíes, tanto vivos como los cuerpos de fallecidos. “Tenemos mucho miedo, tras el último alto el fuego en Gaza vinieron a por nosotros”, dice Ramzi.

“Al joven que no han matado, lo han detenido”

Sienten que son “la siguiente Gaza”, tal y como zanja Fatiga Awad Bilal. A sus 61 años, perdió a su hijo de 20 hace exactamente un año. “Anoche, el 3 de octubre, se cumplió un año de su muerte”, rememora. Su mirada se apaga por el recuerdo. Busca refugio en su pañuelo, esconde las manos y trata de describir la situación. “Todo está muerto”, dice, e invita a buscar jóvenes en Tulkarem. Aquí más de 200 personas han perdido la vida desde el 7 de octubre de 2023, la mayoría jóvenes, incluso de 12 a 14 años.

“Buscan la resistencia, pero tienen que saber que los han matado. Al joven que no han matado, lo han detenido”, recuerda. Uno de sus hijos, de 22 años, está cumpliendo cuatro años de condena en prisión, su delito fue intentar cruzar el muro y buscar trabajo. Más de 19.000 palestinos de Cisjordania han sido arrestados por las fuerzas israelíes desde el comienzo de la masacre en Gaza, según la Comisión de Asuntos de Detenidos y Ex Detenidos y la Sociedad de Prisioneros Palestinos (PPS).

En este suelo fértil, la economía de la ciudad se basa tradicionalmente en la agricultura, y, particularmente, en la producción y comercialización de frutas, verduras y aceite de oliva. Sin embargo, ahora esto ya no da trabajo y los jóvenes no tienen nada que hacer, mucho menos desde el 7 de octubre de 2023. Sus dos hijos, recuerda, eran su principal sustento.

Fatiga Awad Bilal, de 61 años,perdió a su hijo de 20 años hace exactamente un año.

Fatiga Awad Bilal, de 61 años,perdió a su hijo de 20 años hace exactamente un año. RTVE

“Te juro que antes estábamos bien, pero ahora nos sentimos abandonados. La única ayuda que recibimos es la de los vecinos”, asegura Fatiga. Cada aula está dividida en compartimentos, una cocina, un pequeño salón y unas camas que hacen de dormitorio. “No nos avisaron para coger nuestras pertenencias. Todo lo que ves aquí es de lo que nos han donado”, señala. Estas 25 familias cuentan con un solo baño. “Me apunté ayer para ducharme y me tocó a las 02.00 de la madrugada”, interrumpe otra señora. Ellas se reúnen en el patio para organizar la convivencia y el reparto de la ayuda humanitaria que reciben.

“No nos da miedo Hamás, sino Netanyahu”

En Cisjordania se han acostumbrado a convivir con el enemigo. Israel lleva tiempo allanando y expandiendo su ocupación a lo largo y ancho de Palestina. “Vivimos en alerta siempre. No conocemos la tranquilidad, pero los últimos tiempos han sido un infierno”, explica con voz carismática Rachid, una joven de 20 años. “No creemos en un plan de paz con [el primer ministro, Benjamín] Netanyahu. Hamás ha aceptado porque sabe lo que necesitan los palestinos. No tenemos miedo a Hamás, tenemos miedo a Netanyahu”, confiesa. Al rato, deja claro que ellos no apoyan a la milicia palestina, un argumento al que Israel ha recurrido para arrebatarles sus casas. “Somos dueños de la tierra. No queremos guerra, esta tiene que ser una tierra de paz”, dice, y un par de niñas le aplauden con orgullo.

Tulkarem, en el norte de Cisjordania, teme en convertirse en la siguiente Gaza

Tulkarem, en el norte de Cisjordania, teme en convertirse en la siguiente Gaza RTVE

Fadi Abusimri asiente con la cabeza. Tiene 36 años y participa como voluntario en iniciativas de jóvenes que intentan reparar los daños. “Hoy hemos repartido zapatillas, hacemos bocadillos para los desplazados o actividades para niños”, cuenta a RTVE Noticias. Aquí la juventud representa un alto porcentaje de la población, el 40% tiene menos de 15 años y solo un 4,3% tiene más de 65 años. Sin embargo, su vitalidad está apagada. “Estamos muertos en vida, aunque sabemos que no es ni el 1% del sufrimiento de nuestros hermanos en Gaza”, lamenta. Está convencido de que la paz tiene que traer paz, pero teme al actual Ejecutivo israelí. “Ya firmaron un alto el fuego y vinieron a matar aquí”, concluye.

El campo de refugiados, donde vivían los refugiados de la primera guerra árabe-israelí de 1948, ha sido destrozado. Miles y miles de palestinos fueron expulsados de sus tierras y buscaron asilo en Tulkarem en dos campos de refugiados, uno en el municipio y otro en Nur Shams, a tres kilómetros, con 11.140 y 7.205 habitantes, respectivamente. Taleb llegó pequeño a estas tierras. La casa de su padre está a unos 17 kilómetros, en una aldea que ya no existe y actualmente es territorio israelí. Él no recuerda nada similar a lo vivido durante los últimos dos años. “¿A dónde vamos?”, se pregunta mientras se seca los ojos llenos de lágrimas. No puede sentarse, pero recuerda que, aunque era un campo de refugiados, en su casa convertida en escombros “había memoria, vecindad, recuerdos de toda una vida que nos han arrebatado para siempre”.

Taleb llegó de pequeño a Tulkarem junto con sus padres, refugiados de la guerra de 1948.

Taleb llegó de pequeño a Tulkarem junto con sus padres, refugiados de la guerra de 1948. RTVE