Estados Unidos y el asesinato de Charlie Kirk: más armas que personas
- Calculan que hay 500 millones de armas entre los civiles en un país de 340 millones de habitantes
- Hasta ahora ningún asesinato ni matanza ha logrado aumentar el control de armas en los Estados Unidos
Nací el año que mataron al presidente Kennedy. El gran magnicidio del siglo XX en Occidente. Cinco años después asesinaron a su hermano Bob y al reverendo Martin Jr. King, el líder de los derechos civiles de los negros. Los años 60 en los Estados Unidos fueron una década de violencia y asesinatos, cuando varias ciudades del país ardieron literalmente. Veinte años después, aún pude ver algunos solares quemados en la capital, Washington.
Kennedy, el presidente vencedor de la Guerra Civil y liberador de los esclavos, no fue el primero. Abraham Lincoln murió también asesinado por un balazo en 1865 cuando asistía a una función teatral. Unos años más tarde, otro presidente, James Garfield, cayó también asesinado; y el siglo XX se estrenó con otro magnicidio, el de William McKinley, el admirado presidente de Donald Trump por la política arancelaria. Luego vendría el de JFK. Cuatro presidentes asesinados en 249 años de historia. En tan solo mi vida adulta recuerdo dos intentos, el de Ronald Reagan en 1981 y el de Donald Trump el año pasada cuando estaba haciendo campaña.
Más armas que personas
Según un estudio del Instituto Gallup, casi la mitad de los hogares de Estados Unidos, un 44%, tiene una o varias armas. Se desconoce cuántas armas hay en manos de la población porque no es obligatorio declararlas.
Según datos de una plataforma de venta de armas "a buen precio", en los Estados Unidos hay alrededor de 500 millones de armas en manos de civiles. Si miramos el último censo, la población de los EE.UU. son 340 millones. 340 millones de personas y 500 millones de armas. De esos millones de armas, solo unos seis millones están debidamente registradas y, por lo tanto, se sabe quién las tiene. Hay grandes superficies en algunos estados donde, además de hacer la compra de alimentos, algún artículo de hogar o un par de calcetines, te puedes llevar en el carrito de la compra una pistola o un rifle.
Un dato: en la universidad de Utah donde asesinaron a Charlie Kirk está permitido llevar armas.
La polémica y omnipresente segunda enmienda
"Por ser necesaria para la seguridad de un Estado libre una milicia bien regulada, no se restringirá el derecho del pueblo a poseer y portar armas". Aquí está la madre del cordero, en el texto de la segunda enmienda a la Constitución de los Estados Unidos.
Con la traducción oficial al castellano/español hay que hacer una acotación importante. En inglés, el original, pueblo es people, cuyo significado está mucho más difuminado que en castellano entre las acepciones "ciudadanía" y "persona". ¿Quién tiene derecho a tener y portar armas? ¿La ciudadanía, la sociedad y, por lo tanto, se interpreta que las fuerzas armadas son quienes reciben el encargo de ejercer ese derecho? ¿O son los individuos, los civiles?
Esa enmienda a la Constitución se ratificó en el año 1791, apenas 15 años después de la independencia de Estados Unidos con una guerra que denominan Revolución, y el país aún estaba bajo la psicosis, fundamentada, de un ataque armado por parte británica para recuperar aquellas 13 colonias. Más que un ejército, el país tenía y "necesitaba", tal como dicta la enmienda constitucional, una milicia, unos civiles armados.
¿Sigue siendo necesario hoy, cuando los Estados Unidos llevan décadas siendo el más o uno de los dos países más poderosos militarmente de la Tierra? Ahí radican las dos interpretaciones que siguen hasta nuestros días: en un país que cuenta con ese poderío militar, ¿es necesario que la población civil siga armada? En caso afirmativo, ¿con qué tipo de armas? ¿Es necesario que tengan fusiles semiautomáticos? ¿Hasta dónde llega el derecho a la autodefensa? ¿Es lógico que cada ciudadano pueda convertirse en un "Rambo"?
Esas son las cuestiones que dividen la opinión pública y las posiciones políticas en EE.UU. Los republicanos, como el asesinado Charlie Kirk, proclives a la manga ancha; y los demócratas, partidarios, no de una prohibición, pero sí de un control de armas, de quién puede comprar un armar y qué tipo de arma, qué controles y qué registros son recomendables.
El lobby de las armas
No todo es derecho constitucional, sin consenso en las lecturas, ni posicionamiento ideológico. El dinero tiene mucho poder y capacidad de presión, sobre todo en un país donde para hacer política, sufragar una campaña electoral, hace falta muchísimo dinero, y ahí está el lobby de las armas, de los fabricantes, los vendedores y la casi todopoderosa Asociación Nacional del Rifle, cercana al Partido Republicano. Si parte de su campaña electoral permanente la financia ese lobby, y se une a tu campaña, no votarás en contra de sus intereses y beneficios.
Se mezclan así intereses puramente económicos y de poder, son una cuestión cultural, de idiosincrasia. Es una sociedad donde pervive la mentalidad del colono, del pionero, y donde, sobre todo en las zonas rurales o de ciudades pequeñas, mucha población vive aislada del núcleo urbano. La herencia de los pioneros, ese aislamiento y el recelo al "Estado" alimentan esa necesidad de que cada cual tiene que ser capaz de defenderse por sus propios medios.
Charlie Kirk y el refranero
En las crónicas desde su asesinato se ha repetido que el activista recibió el disparo justo cuando iba a defender, una vez más, el derecho a tener y portar armas. Y rápidamente se ha recuperado de videotecas y hemerotecas declaraciones del activista sobre ese asunto.
En un acto público hace dos años, respondió así cuando le preguntaron por el coste en muertes que tenía la defensa a ultranza de tener armas: "Creo que vale la pena pagar el precio de, desgraciadamente, algunas muertes por arma de fuego al año, con tal de que la segunda enmienda nos permita defender otros derechos que tenemos por la gracia de Dios". Y, ojo, añadió que la manera de reducir la violencia armada era simplemente "dar más armas a los ciudadanos".
El refranero puede ser muy cruel, macabro, y en el caso de Kirk el refranero español lo es con sus "donde las dan las toman" o "tomar su propia medicina".
Partidismo e hipocresía
¿Por qué está teniendo tanta repercusión el asesinato de Charlie Kirk? Porque era una figura popular, en el sentido de conocida, e influyente, el momento del disparo está grabado en video y se ha hecho viral en las redes sociales en este reality show en el que estamos inmersos y, sobre todo, porque el presidente de los Estados Unidos se lo ha tomado como una cuestión personal y lo usa desde el primer momento contra la oposición. Donald Trump no tardó en culpar a la extrema izquierda, y, ojo, puede que al final la investigación le dé la razón. Pero esa no es la cuestión.
La cuestión es que el caso de Kirk no ha sido el primero, tal como recordábamos en el Telediario del jueves: en apenas tres años han matado a congresistas demócratas, ha habido un intento de asesinato nada más y nada menos que al marido y en el hogar de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, la tercera autoridad del país, y pegaron fuego a la residencia del gobernador de Pensilvania mientras él y su familia dormían dentro.
En ninguno de esos casos se recuerda una reacción tan airada contra la violencia armada por parte de Donald Trump. ¿Porque eran políticos demócratas, de centroizquierda? Es más, el gran episodio de violencia política en los Estados Unidos lo pudo ver todo el mundo en directo el 6 de enero de 2021, cuando el Congreso federal tenía que certificar el resultado electoral, la victoria de Joe Biden, y una turba asaltó la sede de la soberanía nacional para abortar esa certificación por la fuerza y que Trump siguiera siendo presidente. Un intento de golpe de Estado.
Hubo muertos y varios congresistas temieron por su vida. El entonces aún presidente Trump estaba a pocos metros y no hizo nada por detenerlos, es más, se mostró comprensivo con la ira de aquella masa y cuando ha vuelto a la Casa Blanca los ha indultado.
¿Y qué no decir de la cantidad de matanzas espeluznantes en escuelas, institutos y universidades? Tras esas tragedias con mucha cobertura mediática, una parte del país se pregunta cuán enferma está su sociedad para que esos episodios sean tan frecuentes, y reclama un mayor control de armas. Pero hay otra que, como el difunto Charlie Kirk, cree que la solución no está en controlar y reducir la posesión de armas, sino en aumentarla.
Con las gafas de Anna Bosch