"Lo lograremos": la frase de Merkel sobre la migración provoca acalorados debates diez años después
- Se cumplen diez años del “Wir schaffen das” de la excanciller alemana, una frase que ha quedado anclada en su legado
- Su política de puertas abiertas en la crisis de refugiados de 2015 mostró una Merkel desconocida y levantó discrepancias
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Fue el 31 de agosto de 2015, cuando, en una rueda de prensa, en plena crisis migratoria, la entonces canciller alemana Angela Merkel pronunció aquella frase que dio la vuelta al mundo. Miles de alemanes se volcaron en ayudar a los centenares de miles de refugiados de Siria, Afganistán o Irak que llegaban. Se conoció como la 'Willkommenskultur', la cultura de la bienvenida.
Diez años después, el ambiente ha cambiado y se ha pasado al escepticismo, incluso al rechazo. A pesar de muchísimas historias personales exitosas, la migración provoca acalorados debates. "En aquel momento era muy escéptico, y la evolución de los últimos diez años lo ha confirmado: la inmigración masiva incontrolada que Merkel permitió con su señal ha perjudicado gravemente a Alemania. Era y sigue siendo una tarea imposible que ha sobrepasado a Alemania y a sus ciudadanos", asegura Philip Plickert, periodista y editor de Merkel, balance crítico de 16 años como canciller.
Para Willi Dräxler, entonces responsable de migración de Cáritas Múnich, ahora jubilado, no se puede culpar a Merkel. "No es correcto, ella no tenía otra posibilidad que aceptar a esas personas. Es algo básico de nuestra democracia y valores. Ella no tenía otra opción. Otros fueron cobardes", afirma.
Aun así, pensó que había demasiado euforia, que no iba a ser fácil, que había que ser realista y que había muchas personas que no estaban de acuerdo con la política de Merkel. "Quizás algunas frases que dijo no eran adecuadas para tranquilizar a quienes tenían miedo. Quizás se pecó de demasiado optimista o de no ser realista a la hora de comunicar a la población que iba a haber problemas", explica Dräxler, que se desvivió en ayudar a los recién llegados.
Le conocimos entonces, durante el rodaje del reportaje Willkommen, refugees. El desafío para el programa En Portada. Una década después, hemos querido saber qué ha sido de algunos de aquellos refugiados y de quienes les recibieron con los brazos abiertos. La historia de los sirios Basheer Alzaalan y Abdullah Shahen puede considerarse un éxito. Siguiendo el lema de Merkel, lo han logrado, y se muestran críticos con aquellos que no han hecho el esfuerzo de integrarse. Sus historias reflejan lo duro del camino, pero también que con voluntad, medios y esfuerzo por parte de todos es posible.
Abdullah Shahen y su familia se sienten en casa
Willi Dräxler tenía apadrinados entonces a Abdullah, a su madre ya sus tres hermanas. Le acompañamos durante una de sus visitas a la familia. Habían huido hacía unos años de Siria a Libia, donde el padre murió. Y la madre, Kalima Benayad, decidió arriesgarse a la travesía del Mediterráneo para llegar a Europa y conseguir paz y bienestar para sus hijos. Hoy, todos han estudiado y trabajan, hablan alemán y tienen ya pasaporte de su país de acogida.
"Es una historia de éxito. Ha costado mucho, pero ha merecido la pena. No ha sido fácil, había mucho que hacer, mucho que demostrar, muchos cambios. He tenido diferentes trabajos. Ahora soy experto en seguridad informática y ciberseguridad y trabajo en Mercedes, pero también he estado en BMW, Audi, Airbus, Siemens", relata Abdullah Shahen, de 28 años.
Y añade: "Todos estamos totalmente integrados. Ahora hablamos más alemán que árabe. También entre nosotros, también con mamá. Nos sentimos parte de este país. Por supuesto, a veces hay pequeñas cosas aquí y allá, pero eso ocurre en todas partes. Estamos muy contentos y agradecidos. Alemania se ha convertido en nuestro hogar". No echan de menos Siria y no tienen intención de volver. De hecho, no han renovado sus pasaportes del país árabe, ahora sólo usan el nuevo, el alemán.
Recuerda que para sus hermanas pequeñas, Halla y Sarah, al principio fue difícil, porque incluso las escuelas se vieron desbordadas y era complicado integrar a tantas personas de otras culturas, con otras ideas. Pero, al final, lo han conseguido. Abdullah y su familia lo han logrado, pero nos comenta que hay muchos sirios de los que llegaron cuando ellos que viven con la mentalidad de que no es necesario levantarse a las 6 de la mañana, ni trabajar, si se puede recibir un subsidio y quedarse en casa.
"Piensan que hay un sistema que puede financiar su sustento o su estilo de vida", dice Abdullah. “Tenemos mucha gente en paro, mucha gente que trabaja, pero en negro, la sociedad no se beneficia de ello, mucha gente que, después de diez años, ni siquiera tiene un nivel adecuado del idioma, porque dicen: 'Voy al árabe más cercano y trabajo, ¿por qué voy a aprender el idioma?'. Hay que presionarles para que también tengan iniciativa propia. No se les puede decir: 'aquí tienes dinero, una vivienda, todo'", asegura y advierte de que, si no cambia, el sistema va a colapsar. Pero tampoco cree que la deportación, salvo en el caso de los delincuentes, o cerrar las fronteras sea la solución porque dice que, al igual que él, que la cruzó ilegalmente, otros también saben cómo hacerlo.
“Hay que explicar a los refugiados lo que realmente es importante, cómo es la situación aquí. Hay que hacerlo con empatía. Explicarles los límites de las costumbres y que tienen que adaptarse. Algunos piensan que pueden seguir todas sus costumbres y vivir de la misma manera que en sus países de origen. Abdullah y su familia entendieron lo que les explicaba para salir adelante. Tienen que aprender el idioma para poder recibir formación y estudiar y poder trabajar", advierte Willi Dräxler.
Luces y sombras
Merkel ha dicho en muchas ocasiones que su decisión fue correcta y humana. En una reciente entrevista con la televisión pública alemana ARD, reconoce que polarizó a la opinión pública y llevó a gente a unirse a la ultraderechista Alternativa para Alemania, AfD, pero se reafirma y dice que no había otra opción.
En sus memorias, escribe que ninguna frase le ha "golpeado tanto como esta" en toda su carrera política, pero para ella la dignidad humana y la humanidad eran fundamentales. "Hubo un antes y un después", reconoce en su libro. Le llegaron críticas incluso desde su propio partido. "El entonces ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, comparó en una ocasión las señales de bienvenida de Merkel en el verano de 2015 con un esquiador en la montaña que, al caminar sin precaución, provoca una avalancha. Merkel provocó una avalancha que casi aplastó al país", afirma Philip Plickert.
Entre 2015 y 2016, 1,2 millones de personas solicitaron asilo. En estos últimos diez años, han sido más de tres millones, con el más de un millón de ucranianos tras la invasión rusa de su país. Aproximadamente una quinta parte de los sirios que viven actualmente en Alemania tiene ya la nacionalidad y una décima parte ha nacido allí. Los "gastos relacionados con los refugiados" del presupuesto ascendieron a casi 30.000 millones de euros en 2023. Las prestaciones sociales representan la partida más importante. En abril de 2025, alrededor del 43% de solicitantes de asilo, algo menos de un millón de personas, recibían subsidio social.
A los retos en las escuelas, las administraciones y las empresas se sumó la noche de Fin de Año de 2015 y los sucesos en Colonia, donde cientos de mujeres fueron acosadas sexualmente, incluso violadas, o robadas por refugiados procedentes del norte de África. En los últimos diez años, el país se ha visto también sacudido por actos violentos y atentados de motivación islamista perpetrados por inmigrantes.
Todo ello provocó una polarización del clima político en el país y un nuevo fortalecimiento de la AfD. Los comentarios racistas se han vuelto más aceptables en Alemania. Cada vez más alemanes piden una política de asilo más restrictiva. En la encuesta DeutschlandTrend, de enero de 2025, el porcentaje era del 68%.
"Hoy sabemos que, evidentemente, no hemos conseguido lo que Merkel quería entonces", ha dicho Friedrich Merz. De hecho, el canciller alemán y su gobierno han dado un giro para endurecer la política migratoria y de asilo. Ha suspendido la reagrupación familiar durante dos años para las personas con protección subsidiaria —no consideradas refugiados— e impuesto controles en sus fronteras y más deportaciones, entre otras cosas.
Según el estudio del Instituto de Investigación del Mercado Laboral y Profesional de la Agencia Federal de Empleo (IAB), el año pasado, el 64% de las personas que llegaron en 2015 y tenían entre 15 años y la edad de jubilación tenían un empleo por cuenta ajena. La mayoría de los hombres han encontrado trabajo, aunque no todos pueden vivir de él.
Por otro lado, muchos tienen dificultades con el idioma y están mal formados, especialmente las mujeres. Los hombres tienen trabajo con mucha más frecuencia (76%) que las mujeres (35%). La integración en el mercado laboral es especialmente difícil en el caso de las refugiadas. "La esperanza de integrar rápidamente a los refugiados en el mercado laboral no se ha cumplido. Muchos trabajan como mucho como personal auxiliar. Esto se debe también a que la mayoría tiene un nivel educativo muy bajo, casi la mitad no tiene título escolar ni profesional. Muchos eran incluso analfabetos", asegura Plickert.
El Consejo Científico sobre Integración y Migración (SVR), el grupo de expertos independientes que asesora al ejecutivo, señala, en su último informe, publicado en junio, que hay "déficits evidentes" en muchos niveles en materia migratoria y de asilo. Según este grupo, "los trabajadores cualificados extranjeros suelen mostrarse reacios a buscar empleo", hay "frustración en el personal administrativo", además de una "lenta integración de los refugiados en el mercado laboral" y "deficiencias en la aplicación de la ley de residencia".
“Casi la mitad de los sirios que viven en Alemania siguen recibiendo hoy día el subsidio social, una prestación social del Estado. Más adelante nos espera una bomba demográfica, ya que la mayoría de los inmigrantes solicitantes de asilo nunca han cotizado lo suficiente a la seguridad social como para recibir una pensión adecuada. Esto también lo tendrá que pagar el contribuyente normal”, advierte el coautor de Merkel, balance crítico de 16 años como canciller.
Basheer, el corredor de fondo
Basheer Alzaalan tenía 29 años cuando llegó en 2015 a Alemania, era profesor de inglés en Siria, dejó atrás a su mujer embarazada y dos hijas, por lo peligroso del trayecto. Ellas y el bebé llegarían más tarde en virtud del reagrupamiento familiar. Le conocimos en Múnich, donde iba a correr en la maratón junto a otros refugiados y voluntarios en una iniciativa para llamar la atención sobre la crisis migratoria y recoger donaciones para la ONG Care, con la que colaboraba.
Diez años después su vida está asentada en Alemania, donde ha hecho también un máster en la universidad y ha tenido diversos trabajos. Sus cuatro hijos hablan, como él, alemán, inglés y árabe, aunque este último, menos. Ahora trabaja en la ciudad en la que vive en un puesto en el distrito como contacto entre las empresas y los refugiados, colaborando con la oficina de extranjería y de empleo. Desde hace un año, tras un largo viaje como lo define, ya es ciudadano alemán.
"La señora Merkel dijo que nosotros, los refugiados y los alemanes, debíamos trabajar juntos para lograrlo. Lo hemos conseguido. Si miramos cuántos refugiados trabajan, cuántos han aprendido el idioma, cuántos niños han nacido aquí, de padres refugiados. Si pensamos de forma tan positiva, podemos decir que lo hemos conseguido. Nunca pensé, para ser sincero, que lo lograría, que los niños se adaptarían bien aquí, que tendría un piso, que tendría un buen trabajo. Que me nacionalizaría, que estudiaría un máster aquí. Nunca lo hubiese imaginado", confiesa Basheer emocionado.
Tras la caída del dictador Asad en Siria, fue a su país de origen a visitar a su madre a la que no veía desde hacía diez años. Regresar por unos días fue como un sueño, pero no tiene intención de volver para vivir allí. Mucho menos sus hijos que no saben nada de aquel país y que consideran a Alemania como su patria. Basheer no olvida a todos los alemanes que le ayudaron y todavía ayudan.
"¿Cómo se puede expresar que mi integración se debe a muchos voluntarios que se comprometieron en aquel entonces? Se lo debo a su trabajo, sin ellos no podría haberlo conseguido", reconoce, preocupado también por el auge de la extrema derecha no solo en Alemania sino también en Europa y las consecuencias que puede tener para los refugiados.
Para Willi Dräxler ver cómo Abdullah y otros como él y Basheer se han integrado y se sienten felices es un orgullo por el trabajo bien hecho. “Mi corazón se siente pleno porque he hecho lo correcto, ayudarles. Es una satisfacción. He visto que las personas por las que me he preocupado y he apoyado y ayudado, tienen éxito y es muy importante aceptarles como seres humanos, abrir el corazón y también la puerta. Crear confianza y hacerles entender el sistema en el que van a vivir y al que se tienen que adaptar”, dice.
El selfie de Merkel con Anas
"Actualmente estudio en la universidad y trabajo como cajero en un supermercado. Tengo una vida normal aquí y sigo teniendo sueños", nos contó Anas Modamani en Berlín en 2021 cuando elaborábamos un documental sobre Angela Merkel para Documentos TV. Y nos habló del selfie que cambió su vida. "Ella sonríe", nos describía, mientras nos lo enseñaba.
“Fue un momento muy, muy hermoso. Al principio no la conocí porque parece diferente en persona. Parecía que yo era muy nuevo aquí en el país y ella vino de visita. Así que pensé que era una actriz famosa. Tenía el móvil en la mano y la cámara encendida. Hice el selfie. Luego pregunté a los hombres que estaban allí y que hablaban árabe y me dijeron que era la canciller federal. Y uno dijo que era mama Merkel”, relataba.
Anas Modamani, ahora, a la pregunta de si lo había logrado en estos diez años, respondía al semanario alemán Der Spiegel: "Yo diría: mitad y mitad". Diez años después de su primera foto juntos, Anas Modamani volvió a ver a la excanciller alemana para contarle su vida desde que llegó a su nuevo país, todo lo que ha conseguido: un título universitario, éxitos laborales. Y también tiene novia, Anna, de Kiev, que llegó huyendo también de la guerra. Viven en Berlín.
Su foto con Merkel dio la vuelta al mundo. Modamani sigue llamando a Merkel "mi heroína" y diciendo que le salvó la vida. El joven de 28 años trabaja en la redacción de la cadena de televisión pública Deutsche Welle y revisa, edita y corta imágenes. Ahora es videoperiodista. “¡Lo que Alemania ha logrado con nosotros, los refugiados, es increíble!”, dice a Der Spiegel. Tiene la nacionalidad alemana desde hace tres años. No ha parado de trabajar desde que llegó. Anas Modamani quiere quedarse en Alemania. A principios de 2025, tras la caída de Asad, estuvo con sus padres cerca de Damasco, "pero solo de visita". "En Siria, no tengo nada. En Siria, hoy estaría muerto", sentencia.