Abdullah Shahen, refugiado sirio: "Alemania se ha convertido en nuestro hogar y estamos juntos aquí"
- Llegó junto con su familia a Europa hace diez años y ya son ciudadanos alemanes
- En Portada habló con ellos en 2015, cuando se rodaba un reportaje sobre la llegada de refugiados
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Ellos sí lo han logrado, porque han hecho el esfuerzo para conseguirlo, otros no. Hace diez años, Willi Dräxler, responsable de migración de Cáritas Múnich, apadrinó y puso bajo su cuidado a la familia Shahen: Abdullah, su madre y sus tres hermanas. Le acompañamos entonces desde En Portada en una de sus habituales para ver cómo iban. Habían huido hacía unos años desde Siria a Libia, donde el padre murió. Y la madre, Kalima Benayad, decidió arriesgarse a la travesía del Mediterráneo para llegar a Europa y conseguir paz y seguridad para sus hijos. Hoy, consideran a Alemania su hogar. La suya es una de las muchas historia de éxito en esta década. Abdullah nos cuenta, con el orgullo de haberlo conseguido, el esfuerzo que él y su familia han realizado en un camino que no ha sido de rosas precisamente. El pasado queda atrás. No tienen intención de volver a Siria.
PREGUNTA: Abdullah, ¿qué ha sido de todos vosotros desde 2015 cuando llegasteis a Alemania?
RESPUESTA: Entonces tenía 18 años y Hanna, la mayor, ha cumplido este año 30. Halle se casa este mes de septiembre con su novio croata, estudió asistente médico y trabaja con un ortopeda. Sarah está en una clínica de odontología en Múnich. Hanna estudia psicología en la universidad y trabaja en tecnología informática. Yo soy experto en seguridad informática en Mercedes, en ciberseguridad. Y mamá trabaja en Cáritas en el cuidado de personas mayores desde hace unos seis años. Como ves, todos tenemos empleo y hablamos alemán y tenemos ya pasaporte alemán.
P.: Muchos cambios en estos años. Todavía recuerdo lo asustados que estabais cuando os conocí, tu madre decía que iba a ser incapaz de aprender alemán y tus hermanas pequeñas estaban intentando adaptarse a la escuela. Pero parece que la vuestra es una historia exitosa.
R.: Sí, es una historia de éxito. Ha costado lo suyo, pero también ha valido la pena. No ha sido fácil, había mucho que hacer, mucho que demostrar, muchos cambios. He tenido diferentes trabajos, incluso cuando estaba en el centro de refugiados, antes de la vivienda en la que estuvisteis. Durante mucho tiempo busqué una plaza para hacer una formación profesional. Envié 172 solicitudes y solo me respondieron de tres sitios, al final la hice de informática en Google, en Múnich. Y seguí aprendiendo y formándome, estudié cinco semestres ciberseguridad en la universidad. Y después trabajé para BMW, Audi, Airbus, Siemens y, ahora, estoy en Mercedes. Acabo de mudarme de casa, a un par de calles de la de mamá, con mi novia, Julia, que también trabaja en Mercedes y es alemana-luxemburguesa.
P.: Veo que estáis muy bien integrados.
R.: Sí, lo estamos totalmente. Incluso ya hablamos más alemán que árabe, también entre nosotros y también con mamá. Nos sentimos parte de aquí. Naturalmente que a veces hay algunas pequeñas cosas aquí y allá, pero pasa en todas partes, no solo aquí. Y, como he dicho, en general, estamos muy contentos y agradecidos de estar en este país. No echamos de menos Siria, Alemania se ha convertido en nuestro hogar y todos estamos juntos aquí. Eso es lo más importante.
Imagen de Abdullah Shahen, refugiado sirio en Alemania. Abdullah Shahen
P.: ¿Habéis ido o habéis pensado en ir a Siria ahora que el régimen de Al Asad ha caído?
R.: No, no tenemos ninguna intención de ir, es más no hemos renovado nuestros pasaportes sirios, porque ya no los necesitamos. Siempre viajamos con el nuevo pasaporte, el alemán, y es suficiente.
P.: ¿Todavía recuerdas el periplo desde Libia, donde estabais tras huir de Siria, hasta Alemania?
R.: Llegamos a Italia con el barco, a Palermo. Y seguimos el camino por tierra en dirección a Alemania. En realidad, queríamos ir a Hannover, no a Múnich. Pero, por suerte, caímos en Múnich. Nos cogió la policía y nos trajo a la ciudad y empezó la parte burocrática, solicitamos asilo. Vivimos en un centro en un viejo edificio de la empresa Siemens y poco después nos llevaron a un antiguo cuartel con muchas personas, de diversas nacionalidades. No fue fácil, entre diferentes culturas y creencias. A veces, la gente se ponía nerviosa y se volvía violenta. Eso no era bonito para una familia.
Vivíamos los cinco en una pequeña habitación pensada para dos soldados en época militar. Tres camas, una mesa y ya está, para toda la familia. Naturalmente, era deprimente para todos. Éramos jóvenes y Sarah y Halle, unas niñas. Estábamos allí, pero no había nada que hacer, ni actividades, ni nada. Estuvimos allí un largo tiempo, aunque ya teníamos permiso de residencia. Había personas, específicamente de Cáritas, como Willi, al que conoces, que estuvieron allí desde el primer día y siempre ayudaban.
P.: Willi fue como vuestro ángel de la guarda, vuestro padrino.
R.: Sí, con su ayuda conseguimos una vivienda y allí poco a poco todo empezó. Fuimos a la escuela de idiomas, Hanna y yo aprendimos alemán. Sarah y Halle iban al colegio, pero el comienzo fue difícil para ellas. Las escuelas estaban algo sobrecargadas, porque, de repente, tenían que integrar a gente de otras culturas, de otras creencias, estaban superados. Al final, también con ellas fue todo bien, aunque las cambiaron dos veces de colegio.
Yo empecé a buscar una formación profesional y ahí empezó la dificultad más grande que he tenido en este país, porque ya tenía buen nivel de alemán, pero envíe 172 solicitudes, todavía las tengo en un USB, a empresas por toda Alemania. La agencia de empleo me causaba estrés diciendo que tenía que encontrar algo rápidamente. Pero no me respondieron más que tres y estoy convencido de que fue porque era refugiado sirio. Y fui a una de ellas y les gusté y me quedé. Era una compañía americana. A la vez, obtuve una plaza para hacer formación de un año en Google, en Múnich. Me fue muy bien y me abrió muchas puertas en el campo de la informática. He trabajado para varias compañías, incluso en puestos de responsabilidad.
P.: Así que consideras que lo has logrado.
R.: Sí, creo que sí. Hay veces que no te tienen tan en cuenta. Pero, ¿qué significa ser "discriminado"? He descubierto que se puede ser 100% de un país, pero aun así se puede ser discriminado por la edad, por ser refugiado, y hay que aprender a lidiar con eso, aunque tengas el pasaporte del país. A veces, se produce discriminación. Pero, como ya he dicho, ya no le doy importancia. Si pasa, pasa. Sigo adelante, porque si en algún lugar hay una oportunidad, la aprovecho.
P.: ¿Qué piensas, diez años después, de la frase de Merkel "lo logaremos"? ¿Se ha conseguido?
R.: Yo vivo aquí, en el barrio todos son alemanes, pero si bajas un poco hacia donde vive mi madre, hay más sirios, más árabes, gente que vino con nosotros. Muchos de ellos viven con la mentalidad de que lo haga todo la oficina de empleo. Muchos de ellos viven con la mentalidad de: ¿por qué tengo que levantarme a las 6 de la mañana e ir a trabajar si recibo una pensión por matrimonio y me puedo quedar en casa? ¿Por qué voy a buscar nada? Y no solo he visto este problema aquí, sino también en otros lugares de Alemania. Piensan que hay un sistema que puede financiar su sustento o su estilo de vida. ¿Para qué ir a trabajar? Y, lamentablemente, no es lo que piensa la mayoría, pero sí lo piensan muchas de las personas que vinieron con nosotros. Y eso ensombrece un poco a quienes quieren hacer algo y todos acaban en el mismo saco. Lo veo a menudo.
En todos los países hay cosas buenas y malas. Pero, como he dicho, no puedo responder que nosotros, el Gobierno o los responsables, lo hayamos conseguido, porque diez años después, ¿qué tenemos? Tenemos mucha gente en paro, mucha gente que trabaja, pero en negro, la sociedad no se beneficia de ello, mucha gente que después de diez años ni siquiera tiene un nivel adecuado del idioma. Porque dicen: voy al árabe más cercano y trabajo, ¿por qué voy a aprender la lengua? Creo que los responsables o el gobierno han hecho algunas cosas bien, pero el que se formen grupos, tener a todos en un mismo lugar, fue un error. Eso ha llevado a que la gente solo vea a su propia gente, no a sus nuevos compatriotas.
P.: ¿Y crees que el gobierno es el culpable, que los alemanes son los culpables?
R.: No son solo ellos, es cosa de ambas partes, porque siempre hay reciprocidad. Claro, muchos árabes dicen: "Ahí vive un vecino árabe, entonces yo también quiero vivir ahí". Y así se forma todo. Al menos, eso no conduce a nada bueno. Se ve en Francia, se ve en Berlín. Hay lugares donde el gobierno no tiene nada que decir. Hay que presionar un poco a la gente. No se le puede decir: "Aquí tienes todo lo que necesitas, aquí tienes dinero, aquí tienes una vivienda, aquí tienes todo". Hay que trabajar siempre con lo mínimo y presionar para que también tengan iniciativa propia y hagan cosas.
P.: ¿Crees que el sistema social alemán es demasiado generoso con los refugiados?
R.: Extremadamente generoso, incluso si lo comparo no con países lejanos, sino con países de aquí mismo, es extremadamente generoso. Eso no motiva a trabajar. Hace un tiempo hablé con un amigo que también trabaja en informática y me dijo que, para los nuevos en el sector, los juniors, económicamente es lo mismo trabajar en informática que cobrar el subsidio del paro o la renta básica. La diferencia es mínima, ¿por qué voy a trabajar? El sistema se va a colapsar pronto. Si esto no cambia, se va a colapsar, porque pronto tendremos gente que se jubilará. Nadie cotizará más, por lo que las personas que trabajan ahora tendrán que pagar más impuestos. Esto provocaría que las personas cualificadas del país se marcharan a otros lugares, como Canadá, Estados Unidos o Australia, y aquí se quedarían las personas que no quieren trabajar. ¿Y cómo se financiaría eso?
P.: ¿Qué opinas de soluciones como cerrar las fronteras o las deportaciones? ¿Aprovecha la ultraderechista Alternativa para Alemania esta situación?
R.: Se han beneficiado enormemente y, lamentablemente, se han beneficiado porque el gobierno anterior y el actual están respondiendo con medidas que no representan la opinión del pueblo. Hay que combatirlo de otra manera. Hay que ver qué motiva a la gente a votar a la AfD. Les motiva todo esto, que la gente viva del sistema social y no quiera trabajar.
Hay que sentarse a hablar y no cerrar inmediatamente las fronteras. Porque yo crucé las fronteras ilegalmente. Sé cómo se hace y otros también lo saben. No se puede cerrar completamente la frontera, eso no es posible. Porque Alemania también está en el centro y tiene muchos bosques y cosas así. Aunque tengas una buena formación y quieras venir aquí, no eres tan bienvenido, porque el pueblo o el gobierno también pueden verte como un refugiado potencial. Y, en segundo lugar, no es bueno para la economía, porque todos esos controles fronterizos también nos cuestan dinero que se necesita para otras cosas como escuelas que están destrozadas. Sobre el sistema sanitario, mejor no hablar. Sí, lamentablemente, la AfD se ha beneficiado de ello. Si el gobierno actual sigue así, la AfD seguirá adelante, por desgracia. Y eso no va a acabar bien.
P.: ¿Qué hacer entonces?
R.: Hay que resolver los problemas, hay que aumentar la motivación de la gente para trabajar. Eso se consigue diciendo: "Vale, si estás en el sistema de ayuda social y rechazas un trabajo, si no quieres trabajar, ¿por qué debería pagarte todo?". No tiene sentido. Si estás enfermo, si no puedes trabajar, entonces está bien. Pero si puedes trabajar, estás sano, todo va bien y no quieres hacerlo, entonces el sistema se rompe. Se puede criticar todo, pero no veo la deportación como la solución para todo.
Personalmente, estoy a favor de las deportaciones cuando se trata de delitos, pero ya. Por otro lado, no hay suficiente presión por parte del gobierno. Nosotros como árabes, te lo digo yo, quizás los alemanes manejan la presión de otra manera que nosotros. No tiene sentido que escribes unas líneas en una carta diciendo: "Por favor, ve a trabajar". Hay que actuar, hay que hacer algo. Hay que decir: "Si no vas a trabajar el lunes, a partir del lunes no hay paga y y punto". Y eso no se hace. Siempre se dice: "Sí, por favor, mira aquí y aquí". Por eso, a la mayoría de los que reciben estas amenazas vacías le da igual, porque recibes una carta de la oficina de empleo, te dicen que si no haces esto y aquello, te quitarán las prestaciones, pero, después no pasa nada, nunca pasa nada.