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La "apocalíptica" virgen de Guadalupe en el Museo del Prado acerca México y España

  • Tan lejos, tan cerca. Guadalupe de México en España se puede ver hasta el 14 de septiembre
  • Cuadros, esculturas, grabados y marfiles despliegan la iconografía mariana virreinal
La virgen de Guadalupe en el Museo del Prado acerca México y España
'Imagen y apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe'. José Suarez (1617-1661), monasterio Sor María Jesús de Ágreda
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La emperatriz de las Américas, venerada a ambas orillas del Atlántico, protagoniza la exposición del Museo del Prado con Tan lejos, tan cerca. Guadalupe de México en España, que puede verse en el Edificio Jerónimos del 10 de junio al 14 de septiembre.

A través de casi 70 obras, ocho de colecciones mexicanas, la muestra explora el diálogo artístico entre América y Europa en los siglos XVII y XVIII y usa como hilo conductor a tres mujeres: Sor Jerónima de la Fuente, Sor María de Jesús de Ágreda y Sor Juana Inés de la Cruz, que en un soneto sintetiza la devoción guadalupana.

"La compuesta de flores maravilla,

divina protectora americana,

que a ser se pasa rosa mexicana

apareciendo rosa de Castilla"

Devoción global

La imagen de la virgen de Guadalupe proliferó entre 1650 y 1790, convirtiéndose en un icono religioso global. Solo en España se conservan un millar de representaciones y su advocación estuvo presente en 18 catedrales peninsulares, mientras que su culto se extendió también por Italia, Filipinas y el resto de los virreinatos americanos.

En 1531, María se apareció al indígena Juan Diego en cuatro ocasiones en el Tepeyac, le pidió que hablase con el obispo para construir un santuario, pero como el prelado dudaba, el chichimeca cogió unas rosas en su tilma, se las llevó a Juan de Zumárraga y al abrir el manto apareció impresa la imagen de la virgen de Guadalupe.

Estos cuatro episodios, junto con la figura mariana central, se reflejan en el óleo sobre lienzo del criollo José Juárez, uno de los pintores más destacados del nuevo mundo, cuyo falso retablo fue un regalo a Sor María Jesús de Ágreda y se conserva en el monasterio soriano del mismo nombre (ver imagen arriba).

Reliquia sagrada

La imagen de Guadalupe pertenece a una iconografía nórdica y tardogótica, con proporciones más renacentistas, con las manos en oración, rodeadas de una mandorla solar y posadas sobre una luna menguante. La comisaria de la exposición, Paula Mues Orts, apunta que es "una virgen apocalíptica".

En el capítulo XII del Apocalipsis, se habla de "la mujer vestida de sol" y la virgen de Guadalupe también entronca con las representaciones de la Inmaculada Concepción. Se consideraba milagrosa y que su belleza demostraba el favor divino hacia los habitantes de la Nueva España.

El Padre Eterno pintando a la Virgen de Guadalupe

Detalle de 'El Padre Eterno pintando a la Virgen de Guadalupe'. Atribuido a Joaquín Villegas. INBAL/Museo Nacional de Arte, Donación FONCA, 1991

Reproducida y copiada por artistas novohispanos, se trataba como un "icono revelado". La imagen estampada en tela de esta Virgen, adquiría la condición sagrada de un mandylion; y se confronta con el paño de la Verónica, con el que compartiría su origen divino. Un emparejamiento que mimetiza el del altar de la ermita original de Guadalupe.

Velos y nácar

La virgen de Guadalupe estaba velada, a salvo de la mirada de los fieles, a modo de un iconostasio, algo más propio del culto oriental, que se recrea en la muestra. Solo en las ceremonias solemnes, se descorrían los paños de brocado, elementos que se pueden apreciar también en su homónima extremeña, virgen negra medieval.

El galeón de Manila transportaba esculturas y retratos de la guadalupana realizados en Filipinas. El Prado muestra como ejemplo de esta devoción, una espectacular tabla con la técnica de los enconchados, en la que se incrustaban láminas de nácar en un panel de madera que se pintaba dejando asomar el brillo de las conchas.

Virgen de Guadalupe

Detalle de una escultura de la Virgen de Guadalupe, marfil policromado, siglo XVIII. Taller hispanofilipino. Museo Arqueológico Nacional.

Además, se exhiben dos delicadas esculturas de marfil policromado, realizadas en torno al año 1700, una del Museo Arqueológico Nacional (ver foto) y otra de una colección particular de Sevilla.

La exposición también dedica espacio al santuario del Tepeyac, donde diez millones de peregrinos siguen acudiendo cada año para venerar a la virgen de Guadalupe y rememorar el milagro de la patrona de México.

"La Virgen se apareció a un indio entre unas peñas, donde manó un pozo de agua. Pidió el manto al indio y se lo midió de cabeza a pies y quedó retratada y dióselo diciendo que lo pusiesen en aquel sitio". Sor Ana de Cristo, Vida de sor Jerónima de la Asunción