Desde esta mañana están dando que hablar los retratos reales, a cargo de la prestigiosa fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz quien hace diez años recibió el Premio Príncipe de Asturias. Dos fotos del rey Felipe VI y la Reina Letizia. En 24 horas de RNE hablamos con Alejandro Vergara-Sharp, doctor en Historia del Arte y conservador del Museo del Prado de las colecciones, donde los retratos reales tienen también mucho protagonismo.
Para Vergara-Sharp, las imágenes de Leibovitz "son absolutamente espectaculares", sobre todo la de la reina Letizia: Ambas figuras, explican, posan como posan "en los retratos tradicionales de hace cuatro siglos que tenemos en el Prado. Felipe posa como Carlos V o Felipe II, su antecesor, en los retratos de Tiziano. Están insertos en un lugar en el que vemos otras obras de arte impresionantes", recalca el conservador del Prado.
Para Vergara-Sharp los reyes en estos retratos -y en los antiguos- "no son más que una cosa en un gran espacio" que está lleno de muchas otras. "Casi que las caras de ellos son lo menos importante. Lo que hace que sean reyes es todo lo que llevan a su alrededor, que son cosas heredadas de otros que fueron reyes antes que ellos. O sea que en ese sentido tiene mucho simbolismo, pero sobre todo son una verdadera belleza, me parece a mí".
El origen de los pasos de Semana Sana y la escultura barroca policromada están muy relacionadas. El Museo del Prado acoge una exposición, llamada Darse la mano, que repasa las mejores imágenes de este periodo. La Iglesia católica encontró en estas esculturas la vía para infundir dolor, ternura o bondad, empleado un recurso que ya habían usado los clásicos.
Contaron con la colaboración de los mejores: con Luisa Roldán, con Berruguete, su Buen y Mal Ladrón, con Salzillo, con Gregorio Fernández y su cristo yacente descarnado. No obstante, no solo se apreciaban las dotes artísticas. "Los escultores, previamente antes de comenzar su tarea debían prepararse espiritualmente para iniciarla, eran como un médium entre el mundo divino y el humano", expone el jefe del departamento de escultura del Museo del Prado, Manuel Arias. La muestra estará disponible hasta marzo.
El Museo del Prado ha incorporado a su colección 28 miniaturas. Pueden medir tan solo un centímetro y algunas de ellas necesitan restauración. Practicaron este género grandes artistas como El Greco. Las que no están en restauración aguardan en los almacenes. Se pintaron entre los siglos XVI y XIX, hasta que llegó la fotografía.
Foto: Museo Nacional del Prado (Ricardo Rubio/Europa Press)
Detrás de las flores y plantas pintadas por grandes artistas se esconde, muchas veces, un significado. Pueden simbolizar la belleza, la salvación o el estatus social del retratado. Ahora el Museo del Prado propone pasear por algunas de sus obras mirando lo que hay detrás de los paisajes naturales. El jardinero e investigador botánico en obras de arte, Eduardo Barba Gómez, acompaña enseña a TVE la guirnalda que diseñó Rubens para 'Las tres Gracias': un muestrario de las rosas más preciadas de la época, plantas que crecían a los pies de su casa, otras más exóticas...
En Adán y Eva, Tiziano usa la botánica, parra y manzanos, para hablarnos del bien y del mal, pero además, a los pies de Eva hay un llantén mayor, se trata de un planta ligada a crecer al borde de los senderos y de ahí también ese camino de salvación que es Jesucristo. Porque las plantas también albergan un significado.
Los grandes maestros de la pintura no cambiaron el mundo, pero en momentos de tensión, como el que ahora vivimos, lo hacen más habitable. Rafael Alberti ayudó a evacuar el Museo del Prado durante la Guerra Civil y, con aquella experiencia, escribió la obra de teatro "Noche de guerra en el Museo del Prado". "Alberti ambienta la obra en el 36, mientras los milicianos trasladan cuadros al sótano para protegerlos de las bombas, hay personajes que cobran vida". Conocemos la 'cara B' de la semana en '24 Horas Fin de semana' con Juan Carlos Soriano.
Mara Peterssen, Bernardo Pajares y Juanra Sanz, creadores del podcast ‘Arte compacto’, presentan ‘Pasiones creativas’, un libro que se fija en el mundo del arte desde la perspectiva del amor y el deseo.
Quizá no les suene el nombre de María Josefa Amalia de Sajonia, porque casi no aparece en los libros de historia. Fue la tercera esposa de Fernando VII, murió muy joven, y su retrato se guardó durante años en un almacén del Palacio Real. Terminó casi destrozado y ahora Patrimonio Nacional recupera el cuadro y también la historia personal de esta reina desconocida.
Una imagen vale más que mil palabras. En conversaciones a través de aplicaciones como Whatsapp se utilizan emoticonos para expresar emociones, y ahora también se usan stickers, pegatinas virtuales. El Museo del Prado ya tiene su propia colección.
Hoy damos voz a aquellas mujeres que durante el siglo XVII coleccionaron arte, compartieron sus obras e hicieron posible, aunque poco se sepa, que el Museo del Prado sea lo que es hoy. Ellas son las protagonistas del proyecto El Prado en Femenino que en estos meses celebra su segunda edición. La primera iniciaba su andadura a finales de 2022 para reivindicar el papel de las mujeres como coleccionistas y valedoras del arte en el tiempo comprendido entre Isabel la Católica y la muerte de Isabel Clara Eugenia, al inicio del Barroco. Ese es el punto de partida para esta nueva edición de El Prado en Femenino, centrada en el siglo XVII. El núcleo central de la propuesta es un recorrido por 34 obras de arte, distribuidas en 18 salas del museo, seleccionadas por la historiadora de arte y profesora de la Universidad de Murcia, Noelia García Pérez. Nos lo han dividido en cuatro etapas: La primera, bajo el título Promotoras artísticas del Museo del Prado, sirve de presentación; la segunda se dedicada a la figura de Isabel de Borbón; otra reina: Mariana de Austria, regente a la muerte de su marido, Felipe IV, utilizó con maestría la pintura para forjar su imagen de poder y ella es la protagonista de la tercera parte del recorrido que termina con los lienzos dedicados a Cristina de Suecia, una reina no española y que sin embargo tiene una fuerte vinculación con el Museo del Prado y su colección de esculturas. El recorrido El Prado en femenino se completa con la publicación de un libro centrado en sus protagonistas, cuatro piezas audiovisuales disponibles en la web institucional del museo y la revisión de las cartelas de los cuadros y la edición de la Wikipedia para revisar los contenidos que se presentan sobre la vida y la importancia de estas mujeres clave para la historia del arte de nuestro país.
El Museo del Prado lanzó a principios de mes su primera colección de 19 stickers para móviles y redes sociales. Ante la buena acogida, una semana más tarde ampliaba el repertorio con 12 nuevas imágenes descargables de manera gratuita para WhatsApp y no descartan seguir incluyendo más, si la gente lo demanda.
El Museo del Prado publicará en inglés una serie de estudios sobre el papel de la mujer en su historia y su colección. De este modo, con Amsterdam University Press, extiende internacionalmente una línea de investigación ya en marcha en los últimos años, conocida como El Prado en femenino.
El arte es un reflejo de la sociedad de cada momento. Artistas como Sorolla, Rusiñol, Regoyos, Picasso o Solana supieron trasladar a sus pinceles los profundos cambiossociales que vivía la España de finales del siglo XIX y principios del XX, fijando su mirada en materias que el arte solía pasar por alto. Asuntos como el trabajo industrial, la emigración o los accidentes laborales han quedado retratados en la denominada pintura social. La muestra Arte y transformaciones sociales en España (1885-1910) del Museo del Prado y la Fundación BBVA reúne casi 300 obras de este tipo de arte. Está comisariada por Javier Barón, jefe de conservación del Área de Pintura del siglo XIX del museo, y con él ha charlado Chema García Langa.
El Museo del Prado ha creado una instalación especial para exhibir el Ecce Homo de Caravaggio. Y no es para menos. El maestro sólo creó 60 obras y esta es una de las 5 que se pueden ver en nuestro país.
El siglo XIX no fue una época dorada para quienes miraban el mundo desde abajo. A ellos, los marginados, los niños obreros, los huérfanos, las viudas, las víctimas de su trabajo o de sus protestas dedica el Museo del Prado su mayor exposición en una década, titulada 'Arte y transformaciones sociales en España', un recorrido por 300 obras que piden a gritos subir el volumen.
Hoy se cumplen 40 años del inicio de la restauración de Las Meninas de Velázquez, la obra más famosa de las instalaciones del Museo del Prado. Fue un trabajo de tres semanas, que empezó el 14 de mayo de 1984. Enrique Quintana, coordinador jefe de Restauración y Documentación técnica del Museo del Prado, participó en la segunda intervención de la limpieza del cuadro como parte del grupo de restauradores del taller del Museo del Prado. "Fue un descubrimiento bajo esas capas de barniz amarillento, que constituían una barrera para el espectador (...) Era necesario eliminar ese barniz tan denso para recuperar la obra original de Velázquez", ha expresado.
Quintana ha destacado la importancia de las condiciones climáticas para la conservación de las obras de arte. "Lo peor para una pintura son los cambios, los cambios fuertes, las oscilaciones. Entonces el barniz también se beneficia de esa pureza del aire que respira", ha señalado.
Han pasado 40 años desde la restauración de Las Meninas. El cuadro más famoso y contemplado del Museo del Prado fue restaurado en 1984 por John Brailey, un profesional que recibió muchas críticas por no ser español. La pintura estaba cubierta por un barniz que la había convertido en amarillenta y, en algunos puntos, los colores se habían disuelto. Los restauradores del museo lograron devolverle el aspecto que en algún momento tuvo tras ser pintada por Diego de Velázquez.