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Ecuador, uno de los países latinos más peligrosos: "Desde que entraron los cárteles, se convirtió en un campo de batalla"

  • El país andino, que celebra elecciones este domingo, pasa por un momento de alta fragmentación política
  • El principal arma electoral de Noboa es seguir el modelo de Bukele en El Salvador
  • Elecciones en Ecuador, en directo
Ecuador, entre los países latinos más peligrosos
Soldados en un vehículo blindado patrullan el centro histórico de Quito, Ecuador REUTERS/KAREN TORO

Hasta hace cinco años, Ecuador parecía una excepción en una región inestable, pero ahora muchos niños ya no juegan en las calles por miedo a que una bala perdida les alcance. A través de sus fronteras no llegaba a permear la violencia que la droga desataba en sus vecinos Colombia y Perú. Pero en 2020, en plena pandemia del coronavirus, la situación empezó a cambiar.

"Los ecuatorianos ya nos hemos acostumbrado un montón. Hemos normalizado la violencia", comenta a RTVE.es la periodista ecuatoriana de la agencia Primicias y miembro de la Fundación Periodistas Sin Cadenas, Estefanía Celi. El país andino se ha convertido en uno de los más violentos de América Latina. En 2024 se cometieron 39 homicidios por cada 100.000 habitantes (38,8%), una cifra muy por encima de países como México (19,3%) o Colombia (25,4%), según datos de Insight Crime. En España, la tasa de homicidios es de un 0,68%.

A la inseguridad del país, que elige este domingo a su presidente, se suma las crisis hídrica y económica. Es la segunda vuelta de unas elecciones en las que el actual mandatario, Daniel Noboa, y la candidata heredera del correísmo, Luisa González, quedaron casi empatados: recibieron el 44,31% y el 43,83% de los votos, respectivamente.

Correísmo vs. anticorreísmo en un país polarizado

Ecuador pasa por un momento de alta fragmentación política y polarización. A las elecciones se presentan 16 partidos, pero en la primera vuelta, la formación de Noboa, Acción Democrática Nacional (ADN) y la de González, Movimiento Revolución Ciudadana (RC), acapararon casi el 90% de los votos. Les siguieron el izquierdista Pachakutik, liderado por el indígena Leonidas Iza, con un 4,92% de los votos y Sociedad Patriótica (2,71%), con la activista ambiental Andrea González Náder al frente.

"Hay una polarización muy grande entre el correísmo y el anticorreísmo", explica a este medio la doctora en Derecho Internacional Público e investigadora sénior para América Latina de CIDOB, Anna Ayuso. "González ofrece volver a la primera etapa del correísmo y retomar un papel más importante del Estado, con más recursos públicos y más políticas sociales. Noboa, por su parte, representa una continuidad de las políticas más liberales. Se ha aprovechado de ese sentimiento anticorreísta, aunque también hay un sector muy grande que está cansado del Gobierno [del expresidente Guillermo] Lasso, y ahora de Noboa, y quiere un cambio", explica Ayuso, que estima que los ecuatorianos "se decantarán por la continuidad" en estas elecciones.

Violencia, crimen organizado y reclutamiento de menores

En estos comicios, Ecuador se juega, entre otras cuestiones, su posición geopolítica. "Noboa tratará de mantener la cercanía con Estados Unidos y la apertura a la ayuda en la guerra contra la delincuencia. En cambio, si gana González, veremos nuevamente esta línea de progresismo y más cercanía probablemente con el presidente de Colombia, Chile e incluso Venezuela", sostiene Celi.

Pero lo que más angustia a la mayoría de sus ciudadanos es la violencia e inseguridad que se sufre en sus calles. "Nos preocupa la estabilidad política del país, pero hoy en día la sociedad ecuatoriana lo que quiere al 100% es seguridad", afirma a RTVE.es Fabián Sotomayor, analista social y profesor universitario en Ecuador.

La preocupación de este ciudadano se refleja en el último informe de IPSOS, publicado en septiembre de 2024. El estudio muestra una clara preocupación por el rumbo del país: el 50% opina que Ecuador va por el camino equivocado. La mayor preocupación de sus ciudadanos es el desempleo (74%) y la inseguridad, el crimen y la violencia (58%). Le sigue la corrupción política (45%) y la pobreza y desigualdad (29%). El estudio hace hincapié en que "a nivel general, el desempleo es visto como la principal preocupación, [pero] en el ámbito personal, la inseguridad se destaca como el problema más apremiante", que alcanza un 64% frente al 59% del desempleo.

Ecuador consiguió mantenerse al margen hasta que las mafias extranjeras entraron en el país. "Primero fue el cártel de Sinaloa y después el de Jalisco Nueva Generación", explica Ayuso. Estos grupos vieron que Ecuador se presentaba como una plataforma logística perfecta y estable: sus puertos proporcionaban la infraestructura necesaria para exportar la droga proveniente de Colombia y Perú, "pero cuando los diferentes cárteles empezaron a enfrentarse, se convirtió en un campo de batalla", señala Ayuso.

Las débiles instituciones del país, el incremento de la corrupción y la crisis económica allanaron el camino a estas bandas organizadas, "que se han ido apropiando de gran parte de las estructuras del Estado", según Ayuso. La investigadora explica que "la violencia no es en contra de la ciudadanía, sino una batalla entre ellos", pero que al final, "acaba afectando a todos".

"La delincuencia se siente en la calle. Luchan entre ellos por territorio, por controlar barrios para vender droga, pero lo que nos preocupa es que hay un índice de entre el 10% y el 20% de muertes colaterales por estas disputas", lamenta Sotomayor. Muchas de estas muertes son de niños y adolescentes que acaban atrapados entre la pobreza y el crimen organizado. "Reclutan a niños casi desde los ocho años. Se sabe que hay escuelas de sicarios y ahí les enseñan a distribuir droga o a disparar a una persona pero no a matar, solo para asustar”, relata Celi.

Sotomayor, que fue profesor en una escuela de Guayaquil, una de las ciudades más afectadas por la violencia, coincide con Celi: "Existen bandas dentro de los colegios que obligan a los adolescentes a consumir, a comprar la droga o a captar nuevos reclutas". El docente indica que alrededor de un 20% de menores no quieren ir a la escuela por esta situación. Tampoco sus padres quieren que vayan: "No quieren mandar a sus hijos a que se vuelvan adictos o que sean captados por bandas delincuenciales".

Al borde de un narco-Estado

En enero de 2024, la violencia escaló tanto en las calles como en las cárceles. Fue entonces cuando el narcotraficante más poderoso del país, José Adolfo Macías, alias "Fito", consiguió fugarse mientras le trasladaban a una cárcel de mayor seguridad. En apenas unos días se sucedieron motines en las cárceles, atentados con bomba, asaltos a hospitales y la toma por parte de hombres armados del canal de televisión TC de Ecuador mientras emitían en directo.

El presidente Noboa no tardó en firmar un decreto ejecutivo con el que declaraba el "conflicto interno armado" en el país y afirmaba que los grupos de delincuencia organizada pasaban a considerarse "organizaciones terroristas". El mandatario activó el estado de excepción (el vigésimo en cuatro años), los militares salieron a las calles y se estableció el toque de queda durante la noche.

"Noboa ha endurecido las políticas, ha declarado la guerra al narcotráfico, pero sin embargo la violencia no ha se ha reducido nada", asegura Ayuso. El crimen organizado ha permeado en una sociedad cuyas instituciones públicas se encuentran muy debilitadas por la crisis económica. "La entrada de estos grupos criminales ha afectado a la Justicia y al sistema penitenciario, pero, sobre todo, a la Policía", señala la investigadora.

Así, Ecuador es ahora el reflejo de países como Colombia o México, pero la línea para que se convierta en un narco-Estado existe: "Parece que el Ejército mantiene cierta independencia, todavía no está 100% cooptado", asegura Ayuso. "Hay influencia [del narcotráfico], pero no es que los partidos políticos estén tomados [por los cárteles] o que haya una relación muy directa como se ha podido ver en México", añade la periodista Celi.

El arma de Noboa, "bukelizar" el país

Tanto en las elecciones pasadas como en estas, el mayor arma electoral de Noboa es "bukelizar" el país. "Su discurso político va por ahí. El tema de crear las cárceles de máxima seguridad, la militarización del país y ese impulso por acercarse a Donald Trump [hace pensar] que Noboa quiere seguir el modelo de Bukele", sostiene Celi. Ayuso coincide: "No ha ocultado [que quiere imitar a Bukele]. Pero no es tan sencillo; El Salvador es un país mucho más pequeño y más fácil de manejar".

Noboa asegura que va a terminar con la violencia, va a mantener la mano dura y va a luchar directamente contra el narcotráfico, "pero en dos años no ha conseguido que esto haya mejorado", comenta Ayuso. Celi argumenta que ni Noboa ni González dan medidas palpables: "Ambos se quedan en el 'sí, vamos a sacar a los militares a las calles y vamos a luchar contra ellos'. Pero, ¿cómo?".