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Europa sale del invierno con las reservas de gas en mínimos y la amenaza de una subida del precio

  • Las reservas subterráneas de la UE caen al 33,6%, el nivel más bajo desde 2022 y 25 puntos menos que el año pasado
  • Rellenar los almacenes en verano puede tensionar el precio del gas y llegar a afectar al coste de la electricidad
Operario de un almacén de gas
Europa afronta el rellenado de los almacenes de gas con el nivel de reservas más bajo desde el estallido de la guerra de Ucrania GETTY IMAGES / Diseño RTVE
DANIEL FLORES | DatosRTVE
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Europa sale del tercer invierno de la guerra con las reservas de gas más reducidas desde que Rusia invadió Ucrania: el almacenamiento a 31 de marzo se sitúa en el 33,6% de la capacidad total, nueve puntos menos que la media de los cinco años anteriores y 25 puntos menos que el año pasado, cuando se llegó a la primavera con un remanente de casi el 59%. Un descenso muy acusado, que se debe sobre todo al incremento del consumo en los meses de noviembre y diciembre, y que puede impulsar los precios del gas en verano, cuando hay que volver a llenar los almacenes para la siguiente temporada de calefacción.

"Se nos presenta un verano muy desafiante para llegar bien preparados al próximo invierno", vaticina Antonio Aceituno, director de la consultora Tempos Energía, quien señala que Europa está al albur de diversos riesgos que pueden condicionar el suministro de gas, desde la incertidumbre geopolítica en Oriente Medio o Ucrania hasta un repunte del consumo en China, pasando por la propia exigencia de Bruselas para que los estados miembros tengan un nivel suficiente de reservas antes de la próxima temporada invernal.

Tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el corte del suministro a través de los principales gasoductos -el último tubo que traía gas a Europa por Ucrania dejó de funcionar el 1 de enero de este año-, la Comisión Europea aprobó que todos los países con almacenes subterráneos debían llenarlos al 90% de su capacidad el 1 de noviembre de cada año, para hacer frente al invierno. Y los que no disponen de infraestructuras propias para guardar gas (Irlanda, Grecia, Malta, Chipre, Luxemburgo, Eslovenia, Finlandia, Estonia y Lituania) deben almacenar un 15 % de su consumo nacional anual en almacenes situados en otros países de la Unión Europea, con el fin de asegurar unas reservas estratégicas.

Ese colchón se alcanzó con holgura tanto en 2023 como en 2024, aunque en la primavera se partía de unas reservas mucho más altas que las de este año. "Es un nivel escaso, pero acorde con la situación, al final del invierno", concede el profesor de la Universidad Politécnica de Comillas José Luis Sancha, experto en el sistema energético, que indica que "lo importante es que se vaya rellenando con cabeza, sin prisas, para no tensionar el precio".

Un consumo al alza respecto a los dos inviernos anteriores

Sin embargo, muchos países se pueden sentir impelidos a adelantar las compras todo lo que puedan. En primer lugar, porque rellenar los almacenes lleva tiempo y casi todos se encuentran con las reservas muy menguadas tras este último invierno: salvo Bélgica, Portugal y Letonia -que alberga el almacenamiento conjunto con Estonia y Lituania-, todos están por debajo de la media de los últimos cinco años.

Alemania, por ejemplo, ha terminado marzo con un nivel de reservas del 27,7%, cuando la media de los anteriores cinco años roza el 45% y el año pasado estaba casi en el 63%. Francia y Países Bajos se encuentran por debajo del 25%, mientras que Italia y Polonia, otros dos grandes consumidores de gas, se quedan en el 43%. Y Croacia apenas supera el 10%, el caso más extremo de vaciado de las reservas, según los datos de Gas Infraestructure Europe, la asociación que agrupa a las empresas de infraestructura gasista en el continente.

La caída de las reservas se debe, en buena parte, a que el inicio del invierno ha sido más frío que en los dos anteriores. "Este invierno ha sido normal en cuanto a temperaturas, aunque es verdad que Europa viene de dos inviernos de suerte, de dos inviernos cálidos", confirma Antonio Aceituno. También han influido otros factores, como la falta de viento y de sol, que ha llevado a quemar más gas, especialmente en Alemania, lo que también ha tirado del consumo.

Los datos de Eurostat, en este sentido, confirman que los países comunitarios consumieron casi un 11% más de gas en noviembre que el año anterior y un 8% más en diciembre, lo que equivale a 79.264 millones de metros cúbicos en los dos primeros meses del invierno. Es menos que lo que se consumía antes de la guerra de Ucrania, pero bastante más que los alrededor de 72.000 millones de metros cúbicos consumidos entre noviembre y diciembre de los dos inviernos anteriores, ya con el conflicto en marcha.

El precio del gas sigue estable, pero persiste la incertidumbre

Un segundo factor puede incentivar que los países acometan cuanto antes el llenado de los almacenes: por el momento, el precio del gas se mantiene relativamente estable, con la referencia europea, el TTF holandés, en torno a los 40 euros por megavatio/hora durante las últimas semanas. Los precios de los futuros del gas, para entrega en junio o julio, cotizan algo más caros, por encima de los 41 euros, lo que indica que no hay preocupación por el suministro.

Sin embargo, Antonio Aceituno explica que hay tres factores que hacen que el mercado esté en un compás de espera. "En primer lugar, el mercado piensa que va a haber una reactivación de los flujos rusos, tras la primera llamada de Donald Trump a [Vladímir] Putin, porque cree que la paz, de un modo u otro, se va alcanzar", argumenta. Asimismo, el consumo de China de gas licuado ha sido un 20% inferior a lo habitual, gracias a un invierno que ha sido suave, al suministro constante del gas ruso -que en este caso llega sin trabas- y a la producción propia.

El tercer factor que apacigua los precios es "la posibilidad de que se implementen medidas de flexibilidad para que los países [europeos] lleguen al 90% de reservas el 1 de noviembre, como la supresión de las 'metas volantes' que hay que ir cumpliendo en febrero, mayo, julio y septiembre. La Comisión Europea lo está discutiendo y lo que interesa es llegar bien preparados al invierno". Esa flexibilidad, si finalmente se aprueba, permitiría atenuar la competencia entre los propios estados miembros por el gas: "Lo que no quiere Bruselas es emitir una señal a los mercados diciendo que hay que comprar gas al precio que sea, porque nos podemos topar con un mercado muy agresivo después del verano", subraya.

Sancha también insiste en la necesidad de afrontar el rellenado sin dar motivos al mercado para elevar los precios: "No es preocupante, porque tenemos todo el verano para ir rellenando, pero hay que ver cómo va a evolucionar [el precio] en el futuro". Y, en este sentido, recalca la importancia de los riesgos geoestratégicos: "Cualquier impacto que pueda haber, en conflictos como los de Oriente Medio o Ucrania, se va a reflejar en el precio del gas, porque el gas se ha convertido en un instrumento geopolítico y de guerra, incluso".

El impacto sobre el precio de la electricidad

La importancia del precio del gas va más allá del coste que suponga rellenar los almacenes, puesto que sigue siendo una variable determinante en la fijación del precio de la electricidad, sobre todo cuando otras fuentes, como las renovables o la hidroeléctrica, no pueden sostener con suficiencia la generación. "Es un fino equilibrio", comenta el director de Tempos Energía, que no espera problemas en el mercado eléctrico durante la primavera, cuando la energía solar, la eólica y la hidráulica suelen funcionar a pleno rendimiento y dejan poco espacio para que entren en juego las centrales de ciclo combinado, las que se alimentan de gas.

Sin embargo, las altas temperaturas del verano hacen que la generación eólica pierda eficacia y minimizan el uso de la hidráulica, lo que puede tensionar el mercado eléctrico si hay que recurrir al gas. Sancha lamenta, en este sentido, que la Unión Europea "no haya puesto ninguna solución permanente, algún mecanismo para aislar o al menos atemperar el impacto del precio del gas sobre el mercado eléctrico", algo similar al tope del gas que se utilizó en España y Portugal en lo más crudo de la crisis inflacionista.

"Es preocupante, porque si el gas, por algún motivo, llega a los 50 euros [por megavatio/hora] tendríamos otra vez episodios de precios altos”, advierte el experto de la Universidad de Comillas, aunque resalta que la primavera no debería ser alcista en el precio de la luz: "Ahora llega una época estupenda, con la solar, la eólica y la hidráulica, así que entre abril y junio puede haber algún episodio con el gas marcando precios altos, pero al menos hasta julio los precios estarán contenidos".

Para entonces, el rellenado de los almacenes de gas debería estar ya avanzado -en los dos últimos años superaba el 75% en el conjunto de la Unión Europea, aunque, de nuevo, partiendo de un nivel inicial mucho más alto-, de forma que Europa no se encuentre en una situación similar a la de 2022, cuando el esfuerzo por completar las reservas a toda prisa, en el primer verano tras el estallido de la guerra de Ucrania, elevó el precio mayorista por encima de los 300 euros. Esta vez, al menos, hay tiempo para prevenir antes que gastar.