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Economía

El tope al gas cierra el año con un ahorro del 17% en el coste de la luz

  • Los expertos aseguran que el mecanismo ibérico para fijar el precio de la electricidad ha sido "clave" para contener la inflación
  • El Gobierno cifra en 4.000 millones de euros el ahorro conseguido en sus seis primeros meses de aplicación

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El tope al gas cierra el año con un ahorro del 17% en el coste de la luz
Los expertos aseguran que el mecanismo ibérico ha sido ¿clave¿ para contener la inflación y el Gobierno cifra en 4.000 millones el ahorro.

El mecanismo ibérico de fijación de los precios de la electricidad, más conocido como el tope al gas, cierra el año con un ahorro medio que, después de seis meses de aplicación, ronda el 17% tanto en el mercado mayorista como en la factura de los consumidores que están acogidos a la tarifa regulada de la luz. Un resultado que los expertos consideran que ha sido decisivo para contener los precios de la energía en España, justo cuando más subía el coste del gas, y para ayudar a frenar el aumento de la inflación.

"Se ha logrado reducir el precio de electricidad, y en una cantidad que no es pequeña, con picos que han llegado al 40%; al margen de otras circunstancias, si el objetivo era bajar los precios, ha sido un éxito", afirma Manuel Hidalgo-Pérez, economista de la Universidad Pablo de Olavide e investigador de EsadeEcPol, donde en septiembre de este año publicó junto a otros autores un análisis sobre el efecto de la medida en la factura de la luz.

Su principal conclusión fue que, desde su entrada en vigor el pasado 15 de junio y hasta el 31 de agosto, los consumidores acogidos al Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor (PVPC), como se denomina la tarifa regulada, hubieran pagado entre un 19% y 30% más en su factura que si no hubiera existido el tope al gas. En términos monetarios, cifraban el ahorro conseguido en esos 45 días en 690 millones de euros.

"Sin duda, ha sido clave, ha tenido mucho efecto", abunda Rafael Salas, coautor de un modelo desarrollado por el Instituto Complutense de Análisis Económico que compara la evolución del PVPC con la que hubiera tenido de no haberse implantado el mecanismo ibérico. Su estimación es que, en estos seis primeros meses de vigencia, ha contenido el precio de la factura regulada un 17%.

Un dique para contener la inflación

Toda esa reducción del precio se ha trasladado de forma directa al cálculo del Índice de Precios al Consumo, por una anomalía estadística que España solo va a empezar a corregir a partir de enero de 2023: el cálculo de la inflación no tiene en cuenta los contratos del mercado libre de la electricidad -cerca de dos tercios del total- y solo contempla el mercado regulado, que está diseñado de forma que refleja de forma inmediata la evolución de los precios mayoristas.

Fue por eso que la electricidad se disparó en la segunda mitad de 2021, cuando empezó a subir el precio del gas, y por eso mismo ahora influye de forma decisiva en que caiga el IPC. La caída del precio de la electricidad, que supone casi el 5% de la cesta de la compra que supervisa el Instituto Nacional de Estadística, es la principal causa de que España tenga ahora mismo la inflación más baja de toda la Unión Europea. "Toda la subida anterior se está corrigiendo ahora y hay que ser coherentes: cuando subió un 77% solo recogía el mercado regulado y ahora se está beneficiando", defiende Salas.

En cualquier caso, el tope al gas no solo ha contenido los precios de la factura regulada, sino que, indirectamente, también ha influido en los contratos libres. Estos se negocian a partir de los precios mayoristas y ahí, en la subasta diaria, la excepción ibérica ha conseguido un ahorro medio diario en el precio de la luz del 16,7% si se compara el precio final del megavatio-hora con el que hubiera habido sin el mecanismo.

Ese cálculo incluye la compensación que hay que pagar a las empresas gasistas por no permitirles repercutir todos sus costes, que pagan los consumidores que se benefician del tope al gas, esto es, los 9,65 millones de personas acogidas a la tarifa regulada y aquellos que tengan contratos libres que se hayan renovado después del 26 de abril. Esa compensación ha oscilado entre 0 los días en que el gas cotizaba por debajo del tope -40 euros por megavatio-hora- y los 298 euros que hubo que pagar el 31 de agosto; en estos seis meses, la media roza los 80 euros diarios.

Electricidad más barata que en el resto de Europa

Pese a tener que abonar la compensación, el precio final de la electricidad en el mercado mayorista ibérico ha sido inferior al que hubiera habido sin el tope al gas. El balance total, según indicó hace dos semanas en el Congreso la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, es que el mecanismo ha supuesto un ahorro de más de 4.000 millones de euros para los españoles, aunque Ribera no desglosó la cifra.

Más allá de la estimación monetaria, España ha tenido en estos seis meses un precio mayorista de la electricidad consistentemente más reducido que en las principales economías europeas, una diferencia que se apreció especialmente al final del verano, cuando más subió la cotización del gas. "Lo relevante es que, cuando el precio del gas está alto, el mecanismo es muy efectivo y cuando está bajo, no entra en funcionamiento, porque no está pensado para eso", explica Rafael Salas.

En este sentido, a partir de enero el tope al gas va a incrementarse a razón de cinco euros al mes, hasta alcanzar los 70 euros por megavatio-hora, tal como estaba previsto en su diseño original, por lo que inevitablemente será algo menos efectivo, toda vez que entrara a funcionar a partir de un umbral más alto. Manuel Hidalgo-Pérez, en cualquier caso, cree que su desarrollo dependerá del precio del gas en los mercados mayoristas internacionales en los próximos meses: "Si el megavatio-hora vuelve a 200 o 300 euros y el mecanismo está plenamente operativo, seguro que habrá una moratoria en esa subida del tope, cuando es una medida menos disruptiva que otras, como establecer un precio máximo [de la luz]".

Ambos expertos coinciden, además, en que el tope al gas aprobado por la Unión Europea, con un umbral de 180 euros por megavatio-hora y funcionamiento distinto al mecanismo ibérico, no supone una solución mejor para España y Portugal. Y abogan por mantener la excepción ibérica mientras sea necesaria, a pesar de sus efectos secundarios, como el incentivo que supone para consumir más gas o que abarata las exportaciones de electricidad a Francia. El objetivo, en plena crisis energética, era frenar la subida de la luz y, por ahora, el mecanismo ha funcionado.