Vicente Esplugues, capellán en la 'morgue' del Palacio de Hielo durante la pandemia: "No sabía por quién rezaba"
- El sacerdote despidió con dignidad a cientos de fallecidos hace cinco años en este tanatorio improvisado
El 14 de marzo de 2020, el Gobierno decretó el estado de alarma para hacer frente a un virus -entonces prácticamente desconocido- que había aparecido en la provincia china de Wuhan unos meses antes. Este viernes se cumple el quinto aniversario de la declaración del estado de alarma por la crisis sanitaria de la covid-19. Hace cinco años, las noticias se hacían eco del primer caso en España. Una enfermedad infecciosa, desconocida hasta entonces, dejaba miles de imágenes de sanitarios protegidos por EPI, mascarillas, hospitales colapsados, morgues improvisadas como la del Palacio de Hielo en Madrid y calles completamente vacías.
El sacerdote Vicente Esplugues, crítico de música heavy y colaborador de RNE, estuvo como voluntario en el Palacio de Hielo de la ciudad de Madrid donde se mantuvieron, a modo de una gran morgue improvisada, cientos de los cuerpos de personas fallecidas a cuatro grados bajo cero. Junto a otros sacerdotes cercanos a este espacio de la capital, acudió a rezar y despedir a cientos de cadáveres, explica en una entrevista con Josep Cuní en Las mañanas de RNE.
El Palacio de Hielo de Madrid se convirtió en una gran morgue durante la pandemia de covid. ARCHIVO EFE
"Creo que hubo un gesto de empatía. Conforme las noticias hablaban de que el índice de mortalidad subía tanto, llegaron algunas imágenes de Italia, donde los cadáveres se apilaban en camiones refrigerados... Alguien del ayuntamiento de Madrid dijo: 'esto aquí no puede pasar'. Tenemos que lograr dignificar algo tan trágico", recuerda el sacerdote. "Se podía pensar como un lugar digno donde mantener los cuerpos hasta que los servicios funerarios dieran salida", explica Esplugues.
Así surgió una iniciativa de curas que se encontraban cerca del recinto y que fueron invitados por la archidiócesis de Madrid a prestar este servicio voluntario. Acudían diariamente a las once de la mañana para acompañar en el rito de exequias.
Duelos inacabados
El párroco lamenta que, a pesar de que ha habido mucho acompañamiento post covid, hay muchos duelos inacabados, e incide en la importancia de poder finalizar los ritos de despedida cuando alguien fallece. Algo que no pudieron hacer tantas familias.
Vicente Esplugues, sacerdote valenciano y Misionero de Verbum Dei. ARCHIVO PARTICULAR V.E.
Esplugues ha tenido un especial recuerdo para aquellas personas que se quedaron con "duelos inacabados". En lo que se refiere a la pérdida de la fe también ha puesto sobre la mesa la otra cara de la moneda ya que "ha habido personas que también la recuperaron". El sacerdote asegura que, para él, "ser creyente abre las puertas de la trascendencia y da esperanza para seguir viviendo".
El sacerdote recuerda que, al principio, todo parecía muy lejano: "Quedaba a miles de kilómetros. Y de repente era algo que nos pasaba a nosotros. Ese cambio de ver la peli desde fuera, como un espectador, a sentirnos protagonistas, creo que ha sido de las cosas que más nos han afectado a nivel ciudadano".
Este cura pasaba tres arcos de seguridad cada mañana hasta acceder a la pista de hielo donde estaban dispuestos los féretros. "El ritual era muy sencillo", explica Esplugues. "Algo que me gustó mucho es que eran totalmente anónimos", recuerda el colaborador de RNE.
“Yo no sabía por quién oraba, podía ser un musulmán, un católico, un ateo, un agnóstico“
"Yo no sabía por quién oraba, podía ser un musulmán, un católico, un ateo, un agnóstico. Pero la empatía que nos provoca el sufrimiento, sí que creo que universaliza y sobre todo, humaniza a ese momento. Pensaba que cada biografía que había allí. Y pensaba aquí ha habido mucho beso, mucha historia, muchos diálogos, muchos juegos, mucho amor, parejas, hijos, familia... Y entonces esas vidas han tenido sentido", rememora.
El vicario parroquial de Nuestra Señora de las Américas también recuerda el agradecimiento de los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que eran los únicos que estaban en el Palacio de Hielo.