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Dos muertes al día y más de 600.000 accidentes en el último año: las caras de la siniestralidad laboral

  • Trabajo cifra en más de 42.000 las muertes en el ámbito laboral desde 1988, 100 de ellas hasta febrero de este año
  • Sindicatos y asociaciones insisten en la necesidad de una prevención adecuada a cada puesto de trabajo

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Datos y testimonios para contextualizar los datos sobre accidentes laborales en España.
Datos y testimonios para contextualizar los datos sobre accidentes laborales en España. Getty Images / DiseñoRTVE

Antonio (nombre ficticio) no anda bien. Este empresario agrícola llegó a regentar varias fincas rústicas en Castilla-La Mancha, pero un accidente laboral le impide pasear con normalidad. “Me canso caminando 50 metros”, se lamenta. El incidente, que tuvo lugar hace una década y que él atribuye a una negligencia por su parte, se produjo al intentar arreglar una máquina. Al hacerla reaccionar, uno de sus brazos hidráulicos le golpeó el cuello y provocó que una de sus vértebras se clavara en la médula. Tras una operación de urgencia y la posterior rehabilitación ha ido recuperando movilidad, pero no ha llegado a conseguirla del todo en las piernas, por lo que le concedieron la incapacidad laboral. 

Incidentes similares al de Antonio ocurren a diario en España. Nunca han alcanzado el 1% del total, pero los accidentes más dolorosos, sin duda, son los mortales. Desde que hay registros 42.171 personas han muerto en el trabajo, 721 en 2023, una media de casi dos muertes cada día. Ese ritmo también se ha mantenido en los dos primeros meses de 2024, con 103 fallecidos, aunque es un dato que previsiblemente aumentará: la actual definición de accidente mortal incluye decesos ocurridos hasta 12 meses después de la fecha del siniestro.

Y aunque menos frecuentes —representan alrededor del 13% del total—, los accidentes también pueden ocurrir yendo o volviendo del trabajo. Fue el caso de Sara, una profesora que sufrió un accidente ‘in itinere’ cuando iba a dar clases a un instituto de Zaragoza. “Iba en moto y un coche no vio que yo estaba parada delante de un policía local, que me estaba indicando que parara, y me arrolló por detrás”. Por suerte, el choque no le dejó secuelas graves, más allá de magulladuras y contracturas que le hicieron estar 15 días de baja.  

En 2023 se notificaron más de 600.000 accidentes en el trabajo (AATT) con baja, un 3,5% menos que en el año anterior, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo y Economía Social. Son datos provisionales que apuntan más a un cambio de criterio —los casos de COVID-19 dejaron de computarse como accidentes— que a una mejoría real. En vísperas del Día Internacional de los Trabajadores, los sindicatos avisan: si no hay mejoras significativas en las condiciones de trabajo, la siniestralidad laboral puede repuntar en 2024.

La construcción y el campo, los sectores con mayor mortalidad

El sector servicios, al que pertenece Sara, acumula seis de cada diez accidentes, algo que no debiera extrañar: casi el 75% de los trabajadores —16 millones de personas de los más de 21 millones que se encuentran trabajando— pertenecen a esta rama económica, según la última Encuesta de Población Activa (EPA).

Esto no siempre fue así, como revela el siguiente gráfico, donde se aprecia el cambio en el mercado laboral. La industria, que llegó a concentrar cerca de la mitad de estos accidentes, en los últimos años apenas llega al 20%. El sector agrario y el de la construcción no han variado en exceso, aunque en este último se aprecia la subida desde mediados de los años 90, coincidiendo con el inicio del 'boom' inmobiliario.

Pero más allá de las cifras absolutas, si se tiene en cuenta el número de afiliados a la Seguridad Social —según los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones— en cada rama económica, son precisamente el campo y la construcción los que tienen las tasas más elevadas de accidentes

Enrique (nombre ficticio) pertenece a este último como jefe de obra en una ciudad al norte de Alicante. Hace dos años, se subió a una chapa de andamio mal puesta para hacer unas comprobaciones. Según nos explica, “un trabajador la colocó en voladizo, una posición peligrosa y en la que no se debería colocar nunca”, lo que provocó que se precipitara desde un primer piso y acabara con el fémur roto por cinco partes distintas. Cuatro operaciones después, el hueso ha quedado acortado y la falta de músculo le provoca cierta cojera. 

Con más de 15 millones de personas afiliadas en 2023, el sector servicios registró un índice de incidencia —una tasa por cada 100.000 trabajadores empleada por sindicatos y asociaciones para medir la siniestralidad— de algo más de dos accidentes mortales por cada 100.000 trabajadores. En el sector agrario, con menos de medio millón de trabajadores, hubo 25 decesos, mientras que en el ámbito de la construcción, con más de un millón, se registraron algo más de diez.

Ismael Sánchez-Herrera, presidente de la Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral (AEPSAL), sostiene que al margen de que estos dos sectores “tienen tradicionalmente más siniestralidad”, sus tasas tan elevadas tienen su origen en la falta de cultura preventiva. Para los sindicatos, esta ausencia se debe a la “liberalización” de los servicios de prevención. Ana García, secretaria de Salud Laboral de UGT, los califica de “quitamultas”: “No es una prevención real que evita accidentes, sino que es más bien una prevención formal que lo que busca es evitar multas”.

Antonio corrobora esa falta de prevención en el campo y apunta a que solo aparece en las grandes empresas. “Hasta el mismo empresario cambia la mentalidad”, sostiene. Además, cuenta que en la suya recurrían a otra compañía para que impartiera cursos de prevención, aunque los califica de insuficientes: “Realmente en dos horas no te pueden decir nada”. A ello se une que en su zona hay muy pocas empresas que brinden esos servicios, de ahí que multitud de negocios (agrícolas, industriales, pintura, construcción) recurran a ellas, lo que revela la poca especialización de la prevención de riesgos en su sector.

Enrique cree que su caso fue más bien excepcional. “Los andamios suelen ser bastante seguros siempre que estén bien montados. No están diseñados para colocarlos de esta manera [la que causó su accidente], pero en las obras siempre se trabaja con muchas prisas y excesos de confianza”, explica. Según nos cuenta, él mismo era el responsable de que no hubiera incidentes en su propia obra. Esa 'confiabilidad' que describe Enrique puede deberse a múltiples factores: desde una valoración escasa de los riesgos a síntomas propios del envejecimiento, de ahí que asociaciones como AEPSAL reclamen la adaptación del puesto de trabajo a las personas, y no al revés.

Más inspecciones para reducir el número de siniestros

Los sindicatos señalan la necesidad de reforzar los recursos a distintos niveles para aumentar la prevención y reducir el número de siniestros. Mariano Sanz, secretario de Salud Laboral y Sostenibilidad Medioambiental de CCOO, expone que uno de ellos es el ámbito de la justicia. “Hemos reclamado que se hagan unos juzgados especializados en seguridad y salud laboral en el trabajo porque vamos a juicios donde los jueces no tienen ni idea de lo que estamos hablando, y se retrasan cinco o seis años, en algunos casos relacionados con accidentes mortales, con la familia pasándolo muy mal”, relata.

Ana García, de UGT, denuncia también la falta de medios dentro de la propia Administración, con una Inspección de Trabajo “sobrepasada”. “Lo que necesitamos es que se refuerce y que, más allá de las visitas por motivos de denuncias, se incrementan las visitas programadas, que realmente haya campañas y que las empresas sientan que tienen que cumplir”, expone.

En ese sentido, Felipe (nombre ficticio) no pudo cogerse la baja cuando sufrió un accidente porque coincidió con una oleada de percances en su compañía, “algunos graves, y la empresa no quería inspecciones”. En sus más de 20 años trabajando en la industria maderera del norte de España ha tenido dos percances laborales, provocados por “máquinas que no estaban homologadas, que eran anticuadas y que no contaban con sistemas de protección”, según explica a DatosRTVE. Aunque en ambos no pudo reponerse tan bien como hubiera querido, tuvo la suerte de que las secuelas se quedaron en “unas cicatrices”.

La formación adecuada, clave para la prevención

En 2022, el 62% de los accidentes sí contaba con una evaluación de los riesgos. La bibliografía sobre salud laboral subraya la importancia de que la plantilla reciba formación en prevención y conozca los peligros asociados a su trabajo. Una investigación de la Universidad de Zaragoza de 2009 lo avanzaba: “Los grupos en que hay un porcentaje mayor de trabajadores que han recibido cursos tienen menos posibilidad de sufrir accidentes”.

Sara es la única que cree que no se ha puesto en marcha ningún curso de ese estilo en los cinco años que lleva trabajando en su instituto, con la excepción de los recibidos durante la pandemia. Recalca también que en su sector los accidentes no suelen ser “espectaculares” y están más asociados a caídas o resbalones.

En esos percances sin importancia pone el foco CCOO. Según sus datos, cuatro de cada diez accidentes tienen que ver con medidas de seguridad de carácter básico. “Estamos hablando de caídas en altura, de electrocuciones, de golpes contra objetos, de situaciones que están relacionadas directamente con haber analizado adecuadamente las condiciones de trabajo y de haber hecho unas evaluaciones de riesgo y unos planes de prevención adecuados”, explica Mariano Sanz, su secretario de Salud Laboral.

Enrique, que sigue vinculado a la empresa donde tuvo el accidente, asegura que sí ha recibido estas formaciones. Desconoce si se ha cambiado alguna normativa dentro de la compañía tras su caso, aunque sí sabe que se han producido más incidentes. “Por desgracia es algo ‘normal’ en una empresa de construcción, aunque [el resto han sido] mucho más leves que el mío”, sostiene.

Felipe, que sufrió su primer accidente en la época de los noventa, no empezó a recibir este tipo de formaciones hasta el año 2010. “Hoy en día tengo cursos de todo tipo: prevención de riesgos, productos tóxicos, incendios, primeros auxilios, trabajo en altura, conducción de elevadoras, etc.”, detalla. Además, cree que la renovación de la maquinaria ha ayudado a la reducción de accidentes y es “raro” que ahora pase algo. “Aun así, todavía hay alguna cosa que no reúne las condiciones, pero se oculta cuando hay alguna inspección”, admite.

En el mundo agrario, tal y como explica Antonio, de poco valen estos cursos. En trabajos como el suyo las medidas preventivas se transmiten a través de consejos y con el ejemplo: “Ya sabes lo que me ha pasado a mí, no se te ocurra hacer lo mismo”.