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Análisis

De EE.UU. a Francia y Alemania: los efectos colaterales de la guerra entre Israel y Hamás

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Protesta en Londres en favor de Palestina
Imagen de una manifestación en Londres del pasado día 4 de noviembre en favor de Palestina.

Pocos conflictos internacionales polarizan tanto las políticas nacionales como el enfrentamiento entre israelíes y palestinos. Y es así especialmente en Europa por una larga historia de antisemitismo, y unas sociedades cada vez más diversas con un creciente número de población musulmana.

En los países donde se monitoriza han aumentado los actos antisemitas. Ello ha llevado a la Comisión Europea a hacer público un comunicado de condena: “El aumento de incidentes antisemitas en toda Europa ha llegado a unos niveles extraordinarios en los últimos días que recuerdan algunos de los tiempos más oscuros de la historia. Los judíos europeos vuelven a tener miedo hoy”. En un par de párrafos la Comisión Europea denuncia también los actos de odio contra los musulmanes, y afirma que la CE ya ha aumentado los fondos para proteger los lugares de culto.

En este contexto, repasamos los efectos colaterales de la guerra entre Israel y Hamás en Alemania, Francia, Reino Unido y Estados Unidos.

Alemania y su pasado nazi

La política alemana sigue atrapada por su pasado nazi. Alemania sigue con la losa de ser responsable del Holocausto, de haber organizado el exterminio sistemático de seis millones de judíos. Setenta y ocho años después de la derrota militar de aquella Alemania la política oficial sigue purgando la culpa.

Por eso, la reacción de todos los partidos políticos tras la matanza perpetrada por Hamás el 7 de octubre y el aumento alarmante de actos antisemitas en el país, ha sido la misma, condenar el ataque de Hamás y apoyar al gobierno israelí.

Las autoridades alemanas han llegado al punto de prohibir las manifestaciones propalestinas y de ilegalizar y disolver la organización Samidoun, dedicada a los presos palestinos, porque el día de la matanza de Hamás lo celebró repartiendo pasteles, y en Berlín han prohibido el pañuelo palestino en los centros escolares.

La postura de la clase política despierta críticas en algunos sectores de la sociedad, pero el lastre nazi que pesa sobre Alemania es tal que aún es difícil cualquier matiz al apoyo a Israel, cualquier crítica a su gobierno por parte de sus políticos.

Israel y Alemania, una relación marcada por la huella del holocausto

Francia, el país con más judíos y musulmanes

Es el país de Europa con más población judía y musulmana. Calculan que cinco millones de franceses son musulmanes y alrededor de 600.000, judíos. En Francia han aumentado los actos de odio contra ambas comunidades. Según declaró el ministro del Interior el 5 de noviembre, se han registrado 1.040 actos antisemitas en Francia desde el 7 de octubre. El gobierno francés también ha prohibido toda manifestación propalestina, y convocar una puede ser motivo de detención.

En lo político se han radicalizado las alianzas. La líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, al lado de Israel. Con ello persigue limpiar el antisemitismo del partido que fundó su padre, Jean-Marie Le Pen, y que la llevó a expulsarlo del partido precisamente por unas declaraciones en las que volvía a minimizar el Holocausto. Esta nueva postura coincide con la amalgama creciente que hace la extrema derecha en toda Europa de asimilar lo musulmán con la inseguridad ciudadana y el terrorismo.

En el extremo opuesto, Jean-Luc Mélenchon se niega a calificar a Hamás de organización terrorista (como sí lo considera la Unión Europea), y con ello ha provocado indignación en la clase política francesa y entre la coalición de izquierdas que él lidera. Entre los 1.400 asesinados por Hamás, 35 eran franceses, y también hay franceses entre los secuestrados.

Aumentan los delitos de odio en Reino Unido

Es el país con la segunda mayor comunidad judía de Europa. Según un comunicado de la Policía Metropolitana de Londres (Scotland Yard), desde el 7 de octubre se ha disparado la cantidad de delitos de odio. Lo demuestra la estadística comparativa: entre el 1 y el 18 de octubre se registraron 218 actos antisemitas, mientras que el año pasado en el mismo período fueron 15. En los casos de islamofobia, el incremento ha sido de 42 el año pasado a 101 este.

En el plano político, el gobierno de Rishi Sunak ha adoptado la posición de los Estados Unidos de rechazar un alto el fuego y limitarse a pedir una pausa humanitaria, una diferencia semántica que implica distintas lecturas políticas. Se entiende que la pausa humanitaria es más breve y más incierta, mientras que el alto el fuego suele implicar el reconocimiento de dos partes que negocian y pactan ese cese temporal de la guerra.

La misma posición ha adoptado el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, y eso está provocando fuertes críticas dentro de su partido y entre sus votantes, sobre todo, los musulmanes. Varios cargos del partido han dimitido y entre los políticos de peso que han criticado a su líder están los alcaldes de Londres y Manchester y el ministro principal (equivalente a presidente autonómico) de Escocia, cuyos suegros estaban atrapados en Gaza hasta que la semana pasada pudieron salir a Egipto.

Es posible que Keir Starmer tema que, de adoptar otra postura, lo acusen de tibio en su apoyo a Israel, y tenga muy presente el fracaso electoral de su antecesor, Jeremy Corbyn, más a la izquierda y acusado de antisemita. Un problema con el que no contaba Starmer ni los laboristas, que hasta ahora se preparaban para una victoria por goleada en las elecciones generales del año que viene.

El equilibrio difícil de Estados Unidos

Es el gran aliado de Israel, en el terreno diplomático, en el económico y en el militar. Desde su fundación, Israel es el país que más dinero recibe regularmente de EE.UU., el equivalente a unos 3.500 millones de euros aproximadamente al año, ayuda que va destinada casi en su totalidad a gasto militar. Ninguna sorpresa por lo tanto en el apoyo del gobierno Biden al derecho de Israel a defenderse tras el ataque de Hamás, pero algo está cambiando.

Las sociedades se transforman y en este caso afecta más al Partido Demócrata que al Republicano, porque Biden corre más peligro de perder voto y, según las encuestas, ya los está perdiendo.

A medida que siguen los bombardeos israelíes sobre Gaza y sube el número de muertos civiles, sobre todo niños, aumentan las críticas dentro del propio partido y entre sus votantes potenciales. Por el apoyo a Israel y porque la represalía contra Gaza se hace con armamento estadounidense.

Según los sondeos, los jóvenes, que son menos proisraelíes que sus mayores, se distancian de Biden y los votantes musulmanes, también. Y algunos votantes judíos, también, pero por lo contrario, consideran que el ataque de Hamás, la peor matanza de judíos desde el Holocausto, no indigna lo suficiente al ala progresista del partido.

Cualquier pérdida de votos es preocupante a un año de las elecciones, pero lo es más si el resultado de estas se prevé ajustado, si el expresidente Donald Trumps, a pesar de las muchas causas judiciales a las que tiene que hacer frente, y si se tiene en cuenta el sistema electoral estadounidense. Michigan es el estado con más votantes de origen árabe y un número considerable de electores judíos, y es uno de esos célebres swing states, esos estados sin mayoría clara cuyo resultado puede decantar la elección presidencial.

El presidente Biden y su secretario de Estado, Antony Blinken, caminan cual funambulistas buscando un equilibrio difícil: no cejar en su apoyo a Israel y al mismo tiempo mostrar su malestar por las víctimas civiles en Gaza. Y se enfrentan a una nueva realidad: a pesar de su apoyo económico, diplomático y militar, los Estados Unidos no tienen la influencia que tenían en el gobierno israelí, por lo menos no en este de Benjamín Netanyahu.