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Objetivo Igualdad

'Balas para todas", la guerra desde los ojos de las reporteras

  • El 36% de las mujeres periodistas considera peligroso informar desde su país
  • El libro Balas para todas recoge el testimonio de varias reporteras de guerra
  • El programa de Objetivo Igualdad "Cuidar es cosa de hombres", el domingo a las 14.25h en Canal 24h

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(De izquierda a derecha) Rosa María Calaf y Natalia Sancha en su entrevista para Objetivo Igualdad
(De izquierda a derecha) Rosa María Calaf y Natalia Sancha en su entrevista para Objetivo Igualdad

Hacer periodismo en zonas de conflicto es siempre complicado, pero las mujeres suelen encontrarse con barreras añadidas. Según un informe de Reporteros Sin Fronteras, el 36% considera peligroso informar desde su país y un 8% oculta su identidad para hacerlo de forma más segura. El libro Balas para todas recoge la experiencia de varias de ellas.

La mirada de las periodistas: Informar sobre conflictos

Riesgos diferentes

De los 942 periodistas asesinados en los últimos 10 años, 43 eran mujeres. Sin embargo, los riesgos a los que se enfrentan ellas a la hora de ejercer su profesión son distintos. Natalia Sancha ha trabajado durante la mayor parte de su carrera en Oriente Medio. Cubrió la expansión del Estado Islámico y recuerda cómo, en aquellos momentos, las preocupaciones de las periodistas iban más allá que las de sus compañeros: “Los hombres tenían miedo a que les cortaran la cabeza, nosotras a que nos violaran y nos cortaran la cabeza”.

"Nosotras tenemos miedo de que nos violen y nos corten la cabeza"

Rosa María Calaf es uno de los grandes referentes del periodismo en España. Comenzó a trabajar en TVE en 1970 y durante su trayectoria ha sido corresponsal en varios países como EE.UU o China. Sancha y Calaf pertenecen a la asociación Contamos el Mundo, que reúne a más de 200 comunicadoras especializadas en información internacional. Junto con otras cuatro colegas, también son coautoras del libro colectivo Balas para todas (Larrad Ediciones), en el que narran sus vivencias en Oriente Medio y el Magreb.

Independientemente del peligro, Calaf siempre ha querido estar en el lugar de la noticia. Por eso, cuando se produjo el golpe de estado en Guinea Ecuatorial pidió ir a cubrirlo. Sin embargo, en un inicio le dijeron que no era posible ya que en uno de los trayectos hasta llegar al país iba a estar acompañada únicamente por hombres y, por tanto, no era seguro. “Yo contesté que en todo caso los que no deberían ir son ellos, que yo no pensaba hacer nada extraño”, recuerda.

Primero mujeres y luego profesionales

El 24% de las periodistas debe adaptarse a restricciones para poder ejercer su profesión. Calaf nos explica cómo se ha visto obligada a ajustar su vestimenta e, incluso, en alguna ocasión se le ha prohibido mirar al entrevistado.

Sancha ha soportado que le negaran el acceso a frentes de combate por ser mujer o se ha visto obligada a desechar fuentes difíciles de conseguir. “Llegas a casa y te empiecen a llegar los emoticonos de los corazoncitos”, explica que en múltiples ocasiones ha recibido estos mensajes por parte de sus contactos. El motivo, aseguran ambas, es que las ven antes como mujeres que como profesionales.

Aunque en otros momentos, añaden, esto juega a su favor, ya que a sus compañeros a veces se les considera espías cuando llevan mucho tiempo informando en un país, mientras que a ellas nunca las percibe como una amenaza y no les vetan el acceso a ciertos lugares.

"Al mismo tiempo, por ese sistema patriarcal, nos van a proteger más", explica Sancha que, en manifestaciones o conflictos, ellas cuentan con más protección que los hombres.

Del mismo modo, a la hora de hablar, confiesan que es más sencillo que las mujeres que han sufrido algún tipo de violencia machista se sientan más cómodas abriéndose con ellas que con hombres periodistas.

Vida personal en jaque

Muchas reporteras de guerra se ven en la tesitura de tener que elegir entre su vida personal y profesional en algún punto de su carrera. Sancha tuvo que sacrificar algunas de sus aspiraciones: “Siempre digo que mis compañeros hombres tienen una santa mujer y dos hijos y nosotras tenemos un cactus y dos gatos porque es lo que nos podemos permitir".

"Mis compañeros hombres tienen mujer y dos hijos, nosotras un cactus y dos gatos"

Calaf siempre ha tenido claro que no quería tener hijos. Sin embargo, denuncia que ha tenido que pasarse toda su vida explicando por qué no era madre: “No se entendía que eso pudiera ser una opción".

¿Una mirada femenina?

Al menos dos de las 42 mujeres periodistas entre rejas fueron encarceladas por hablar sobre temas que afectan a la mujer.

Calaf y Sancha consideran que es importantísimo seguir informado desde el punto de visto femenino a pesar de los inconvenientes. “Es una perspectiva más inclusiva”, recalca Sancha. Ella se ha encargado de coordinar a varias reporteras para escribir el libro Balas para todas, donde narran su experiencia.

Una mirada que ha ayudado a entender los conflictos bélicos desde todos los puntos de vista de la sociedad y a humanizar la siempre figura invisible de la mujer. En palabras de Calaf, ellas no son periodistas de guerra, son corresponsales de la vida: “De la pobreza, de la represión…, pero también de la fortaleza y determinación de esas mujeres”.